Descubriendo al verdadero autor del “Evangelio de Juan”

Biblia Revisada

Miembro senior
30 Marzo 2023
148
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Quién más que Juan puede haber escrito un evangelio que lleva su nombre: Evangelio de Juan. ¿Alguna vez se ha detenido a considerar si todo lo que hemos aceptado como verdad está realmente respaldado por la evidencia? En este artículo, nos sumergiremos en las profundidades del cuarto evangelio, donde cuestionaremos siglos de tradición y pondremos a prueba las creencias arraigadas. Prepárese para embarcarse en un viaje intelectualmente estimulante que no solo cambiará su percepción sobre la autoría de este evangelio, sino que también revelará un tesoro oculto de mensajes profundos que han sido oscurecidos por la sombra de la tradición.

Propósito de este estudio

El objetivo principal de este estudio es examinar críticamente la atribución de autoría del cuarto evangelio y, al hacerlo, desafiar las interpretaciones tradicionales que han sido aceptadas durante siglos sin cuestionamientos. A través de este análisis, buscamos abrir una ventana al pensamiento crítico y al debate académico, y al mismo tiempo, ofrecer una perspectiva alternativa que permita a los lectores reconsiderar las creencias que han dado por sentado.

Abordar estos temas con un enfoque intelectual y reflexivo tiene numerosos beneficios. En primer lugar, nos permite liberarnos de las limitaciones impuestas por las creencias tradicionales y dogmáticas, permitiéndonos examinar el texto desde una perspectiva más objetiva y enriquecedora. Asimismo, al desafiar las interpretaciones establecidas, incentivamos el crecimiento y desarrollo del pensamiento crítico, el cual es fundamental para una comprensión más profunda y significativa de cualquier obra literaria, especialmente de un texto tan relevante como el cuarto evangelio.

Por otro lado, conformarse con las creencias establecidas y aceptar sin cuestionar lo que se nos ha enseñado a lo largo del tiempo puede dar como resultado un enfoque estrecho y limitado. Esta actitud no solo nos impide descubrir nuevas perspectivas y conocimientos, sino que también obstaculiza nuestra capacidad para comprender y apreciar plenamente el mensaje y el propósito del texto en cuestión.

En este sentido, este estudio pretende servir como una invitación a la reflexión, al cuestionamiento y al diálogo. A través de un análisis riguroso y detallado, esperamos despertar la inquietud en los lectores y alentarlos a explorar más allá de las interpretaciones tradicionales, permitiéndoles descubrir por sí mismos la riqueza y la profundidad del cuarto evangelio.

Aclaración

A lo largo de este artículo, nos proponemos cuestionar la autoría del Cuarto Evangelio y presentar argumentos que desafían la tradición que atribuye su autoría a Juan, hijo de Zebedeo. Sin embargo, es importante mencionar que continuaremos refiriéndonos a este evangelio como “El Evangelio de Juan” por razones prácticas y de reconocimiento general.
Esta denominación ha sido ampliamente utilizada a lo largo de la historia del cristianismo y ha quedado profundamente arraigada en la cultura y la academia. Por lo tanto, al referirnos al evangelio de esta manera, facilitamos la identificación y el entendimiento del texto al que nos referimos. Cabe aclarar que el uso de este nombre no implica la aceptación de la autoría de Juan, sino que simplemente lo empleamos como una convención para mantener la coherencia y claridad en la comunicación.

El discípulo misterioso de Juan 1:40

El análisis interno del cuarto evangelio nos ofrece indicios valiosos para la identificación de su autor, y es fundamental prestar atención a estos detalles para trascender las interpretaciones tradicionales. El primer indicio significativo se encuentra en Juan 1:40, donde se menciona a un discípulo que acompañaba a Andrés, pero cuya identidad no es revelada explícitamente en el texto:

“Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro” (Juan 1:40, NVI).

La tradición ha conducido a muchos lectores a asumir, sin pruebas ni cuestionamientos, que el discípulo misterioso mencionado en este versículo es Juan, el hijo de Zebedeo. Sin embargo, al examinar los evangelios con detenimiento, podemos observar ciertas incongruencias al atribuir esta identificación a Juan, hijo de Zebedeo.

Incongruencia con los sinópticos

En los evangelios sinópticos, encontramos diferentes momentos en los que Juan hijo de Zebedeo es llamado por Jesús. Por ejemplo, en Mateo 4:21-22 y Marcos 1:19-20, se describe cómo Jesús llama a Juan y a su hermano Santiago mientras se encuentran en una barca con su padre Zebedeo, reparando las redes de pesca:

“Yendo un poco más allá, vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y su hermano Juan. Estaban en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Jesús los llamó, y al instante dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron” (Mateo 4:21-22, NVI).

Esta descripción de cómo Juan, hijo de Zebedeo, se convierte en seguidor de Jesús difiere significativamente de la situación presentada en Juan 1:40. Al comparar estos pasajes, es evidente que atribuir la identidad del discípulo misterioso en Juan 1:40 a Juan hijo de Zebedeo es problemático e inconsistente.

A partir de esta observación, podemos inferir que el autor del cuarto evangelio se encuentra en el entorno de Juan el Bautista, y no necesariamente en el círculo de discípulos que rodeaban a Jesús desde el principio de su ministerio, como lo eran Juan y Santiago, hijos de Zebedeo. Este hallazgo nos lleva a reconsiderar la identificación tradicional del autor y a explorar otras posibles identidades que puedan estar más acordes con el análisis interno del texto.

Un discípulo de Juan el Bautista

El estudio riguroso del cuarto evangelio nos conduce a analizar el entorno de Juan el Bautista, quien, como líder espiritual de su tiempo, también tenía discípulos a su alrededor. Cabe destacar que, en aquel período histórico, era común la formación de grupos llamados “javurot” (plural de “javurá”, en hebreo). Estos grupos eran comunidades religiosas o espirituales de estudio y práctica, que se organizaban en torno a una figura líder, en este caso, Juan el Bautista.

El concepto hebreo de javurá

El concepto de “javurá” se origina en la tradición judía y hace referencia a un círculo de aprendices y seguidores que se congregan para estudiar la Torá, debatir cuestiones bíblicas y llevar a cabo prácticas en conjunto. Estas comunidades se caracterizaban por la cercanía entre sus miembros y el compromiso compartido de profundizar en su fe y crecimiento espiritual.

Al considerar la existencia de discípulos de Juan el Bautista y la formación de javurot en el contexto del cuarto evangelio, es necesario recalcar que la figura enigmática del discípulo mencionado en Juan 1:40 no puede ser atribuida automáticamente a Juan hijo de Zebedeo, como lo ha perpetuado la tradición. Esta afirmación se sostiene no solo en las incongruencias detectadas previamente en relación con los relatos de los evangelios sinópticos, sino también en la comprensión del fenómeno de las javurot y su relevancia en el entorno religioso de la época.

El hijo de Zebedeo no era de la javurá del Bautista

En este sentido, es fundamental desafiar las interpretaciones tradicionales y explorar otras posibles identidades para el discípulo en cuestión. La figura de Juan hijo de Zebedeo, aunque arraigada en la tradición, no resulta convincente al examinar con detenimiento el texto del cuarto evangelio y su contexto histórico. Por ende, es primordial continuar la investigación y el análisis textual para desentrañar la verdadera identidad del autor, sin dejarnos influenciar por presuposiciones infundadas y contrarias al estudio crítico y minucioso de los escritos neotestamentarios.

Betania: un escenario relevante

El análisis del cuarto evangelio nos lleva a explorar la relación entre Juan el Bautista y la localidad de Betania, la cual tiene un papel significativo en los eventos relatados en el Evangelio de Juan. Betania se menciona en Juan 1:28, donde se narra que Juan el Bautista estaba bautizando en esta localidad: “Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”.

Eventos trascendentes en Betania

La relevancia de Betania en el contexto del evangelio no se limita únicamente a ser el lugar donde Juan el Bautista predicaba y bautizaba, sino que también es el escenario de otros eventos notables en el ministerio de Jesús. Por ejemplo, en Juan 11, encontramos la historia de la resurrección de Lázaro, que tuvo lugar en Betania:

“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María, y de Marta, su hermana”. (Juan 11:1)

Dentro del marco narrativo del Evangelio de Juan, la relación entre Juan el Bautista y Betania se vuelve un elemento clave para comprender el entorno y las conexiones que podrían haber influido en la vida del discípulo misterioso mencionado en Juan 1:40. Al profundizar en la importancia de Betania y su vínculo con Juan el Bautista, podemos vislumbrar indicios que podrían conducirnos a una mejor comprensión de la identidad del autor del cuarto evangelio.

Betania en otros evangelios

Algunos versículos de otros evangelios complementan la información sobre Betania y su importancia:

Marcos 11:1: “Cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y a Betania, en el monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos”.

Este versículo muestra que Betania estaba cerca de Jerusalén y del monte de los Olivos, lo que la convierte en un lugar estratégico para el ministerio de Jesús.

Mateo 21:17: “Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí”.

Este versículo ilustra cómo Jesús eligió Betania como lugar de descanso durante su ministerio, lo que refuerza la importancia de esta localidad en el contexto de los evangelios.

Lucas 24:50: “Y los sacó fuera, hasta Betania; y alzando sus manos, los bendijo”.

Este versículo relata cómo Jesús llevó a sus discípulos a Betania antes de su ascensión al cielo, lo que demuestra una vez más la relevancia de Betania en la narrativa del Nuevo Testamento.

El autor conoce más de Juan el Bautista que otros

En el Evangelio de Juan, hay algunas referencias y alusiones que podrían sugerir una conexión entre el autor y la escuela de Juan el Bautista. Algunas de estas referencias incluyen:

La importancia de Juan el Bautista en el Evangelio de Juan:

En comparación con los otros evangelios, Juan el Bautista tiene un papel más destacado y es presentado de manera más detallada en el Evangelio de Juan (Juan 1:19-34; 3:22-36). El autor parece tener un conocimiento íntimo de la predicación y el ministerio de Juan el Bautista.

El testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús:

En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista testifica explícitamente que Jesús es el “Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36) y el “Elegido de Dios” (Juan 1:34). Esta presentación de Jesús como el cumplimiento de las expectativas mesiánicas judías podría indicar una conexión entre el autor y la escuela de Juan el Bautista, ya que el Bautista era considerado un profeta importante en su tiempo.

La transferencia de discípulos de Juan el Bautista a Jesús:

El Evangelio de Juan describe cómo algunos discípulos de Juan el Bautista se convirtieron en seguidores de Jesús después de escuchar el testimonio del Bautista (Juan 1:35-42). Este pasaje podría sugerir que el autor tenía conocimiento de primera mano de la relación entre Juan el Bautista y Jesús, y posiblemente, de la escuela de Juan el Bautista.

La ubicación estratégica de Betania

Betania era una pequeña aldea situada a unos tres kilómetros al este de Jerusalén, en las faldas del monte de los Olivos. En el contexto histórico y social del primer siglo, Betania era conocida por su relación con el movimiento de Juan el Bautista y, posteriormente, con Jesús y sus discípulos. La proximidad de Betania a Jerusalén permitía a los habitantes de la aldea, así como a los discípulos y seguidores de Jesús y Juan el Bautista, desplazarse fácilmente entre ambos lugares.

Estos versículos, junto con los mencionados previamente del Evangelio de Juan, resaltan la importancia de Betania en el contexto de los evangelios y sugieren que su conexión con Juan el Bautista y Jesús puede ser clave para entender el entorno y las relaciones que influyeron en el discípulo misterioso de Juan 1:40. Al considerar estos versículos y la información proporcionada sobre Betania, podemos profundizar en nuestro análisis y explorar nuevas perspectivas que desafíen las interpretaciones tradicionales sobre la identidad del autor del cuarto evangelio.

¿Intento de borrar a Betania del IV evangelio?

En Juan 1:28, encontramos un punto de controversia que podría arrojar luz sobre los intentos de mantener una tradición que atribuye la autoría del cuarto evangelio a Juan hijo de Zebedeo. El versículo en su forma original griega es el siguiente:

“Ταῦτα ἐν Βηθανίᾳ ἐγένετο πέραν τοῦ Ἰορδάνου, ὅπου ἦν ὁ Ἰωάννης βαπτίζων”.

En este texto, la palabra en cuestión es “Βηθανίᾳ” (Bethanía). Sin embargo, en muchas traducciones modernas, se ha sustituido por “Betábara”, lo que genera cierto grado de desconcierto y, posiblemente, oculta la verdadera identidad del autor del Evangelio de Juan.

Esta discrepancia en la traducción puede interpretarse como un intento de arreglar las cosas para que la atribución a Juan hijo de Zebedeo no se desmorone. El cambio de nombre de Betania a Betábara en este versículo, podría ser parte de un esfuerzo por perpetuar una tradición que no puede ni debe considerarse firme, especialmente cuando se contradice con el análisis interno del libro.

La persistencia en mantener esta tradición podría ser una barrera para comprender y aceptar los mensajes profundos del Evangelio de Juan. Al destacar esta discrepancia y cuestionar los motivos detrás de ella, podemos abrir nuevos caminos para desentrañar el misterio en torno a la identidad del autor del cuarto evangelio y, al mismo tiempo, centrarnos en el verdadero mensaje que se encuentra en sus páginas.

Este análisis nos lleva a reflexionar sobre la importancia de cuestionar las interpretaciones tradicionales y examinar de manera crítica las fuentes y textos con los que trabajamos. Al hacerlo, podemos liberarnos de las ataduras de las tradiciones infundadas y abordar la lectura y el estudio de textos antiguos como el Evangelio de Juan con una mente abierta y dispuesta a descubrir verdades ocultas.

El autor en tercera persona

En el estudio del Evangelio de Juan, un aspecto notable es el estilo narrativo del autor, quien se refiere a sí mismo en tercera persona. Este enfoque literario no es exclusivo del cuarto evangelio, sino que también se encuentra en otros escritos contemporáneos, lo cual puede ofrecer una perspectiva más amplia para comprender el propósito y contexto en el que se desarrolla este peculiar estilo.

Este uso de la tercera persona en la narración puede tener varias funciones.

Una expresión de humildad

En primer lugar, el autor podría estar buscando un grado de anonimato o humildad, evitando llamar la atención sobre sí mismo y enfocándose en el mensaje central de su obra. De esta manera, el narrador se convierte en un observador imparcial que presenta los hechos de manera objetiva, lo que podría aumentar la credibilidad del relato.

Un ejemplo de este estilo literario en la antigüedad lo encontramos en las obras de Flavio Josefo, historiador judío-romano del siglo I d. C. En sus escritos, Josefo a menudo se refiere a sí mismo en tercera persona, especialmente en su obra “Guerra de los Judíos”. Esto permite al autor presentarse como un testigo confiable y objetivo de los eventos que describe, en lugar de ser percibido como un actor con intereses personales.

El estilo narrativo en el IV Evangelio

En el caso del Evangelio de Juan, el estilo narrativo en tercera persona se manifiesta en la figura del “discípulo amado”, quien es mencionado en diversas ocasiones a lo largo del relato (Juan 13:23, 19:26, 20:2, 21:7, 21:20). Al presentarse de esta manera, el autor evita la autorreferencia directa, permitiendo que el enfoque recaiga en el mensaje y las enseñanzas de Jesucristo.

En conclusión, el uso de la tercera persona en el Evangelio de Juan y otros escritos contemporáneos puede estar relacionado con la intención de otorgar objetividad y autoridad a la narración, así como de mantener cierto grado de humildad y anonimato por parte del autor. Reconocer y analizar este estilo literario puede enriquecer nuestra comprensión del contexto y las intenciones de los escritores antiguos, ofreciendo una perspectiva más amplia en el estudio de textos como el cuarto evangelio.

El discípulo al que Jesús amaba

Más allá de las consideraciones tradicionales, doctrinales y teológicas, un análisis interno del Evangelio de Juan puede proporcionar pistas sobre la identidad del discípulo amado. Aunque la atribución de la autoría del evangelio a Juan, hijo de Zebedeo, es la más aceptada en la tradición cristiana, el texto en sí mismo no ofrece pruebas concluyentes al respecto. De hecho, al examinar detenidamente el relato, encontramos que el único personaje que explícitamente se menciona como amado por Jesús es Lázaro de Betania.

Este hecho se puede apreciar en Juan 11:3, donde las hermanas de Lázaro, Marta y María, envían un mensaje a Jesús diciendo: “Señor, el que tú amas está enfermo”. Posteriormente, en Juan 11:5, el evangelista afirma: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”. Estos versículos muestran que Jesús tenía un afecto especial por Lázaro, lo que podría sugerir una conexión con la figura del discípulo amado.

La misma palabra griega

Esta idea se refuerza al analizar el término griego utilizado en estos versículos para referirse al amor de Jesús por Lázaro y sus hermanas: ἀγαπάω (agapáō), que también aparece en las referencias al discípulo amado. Por ejemplo, en Juan 13:23, se menciona que “uno de sus discípulos, al que Jesús amaba (ἠγάπα), estaba recostado al lado de Jesús”. Este mismo término se repite en Juan 19:26, 20:2 y 21:7, donde se hace referencia al discípulo amado.

Esta coincidencia en el uso del término griego ἀγαπάω no puede tomarse como un hecho aislado, sino como una pista importante para identificar al discípulo amado. En este sentido, la conexión entre Lázaro de Betania y la figura del discípulo amado se vuelve más plausible. Si bien esta interpretación puede resultar impopular en comparación con la tradición, no debe descartarse sin un examen cuidadoso.

El análisis interno del Evangelio de Juan revela que el único personaje del relato mencionado explícitamente como amado por Jesús es Lázaro de Betania. La presencia del término griego ἀγαπάω en las referencias tanto a Lázaro como al discípulo amado sugiere una posible conexión entre ambos personajes. Aunque esta idea puede contradecir la tradición, es necesario abordarla con un enfoque académico y crítico, buscando una mayor comprensión del mensaje y la intención del autor del evangelio.

El discípulo que “no moriría”

La creencia de que “aquel discípulo no moriría” también refuerza la atribución de la autoría del Evangelio de Juan a Lázaro. Recordemos que, según el relato del evangelio, Jesús resucitó a Lázaro, un hecho que tendría un impacto significativo en la percepción de sus discípulos sobre la relación entre Jesús y Lázaro.

El episodio de la resurrección de Lázaro se narra en Juan 11:1-44. Uno de los versículos clave en este pasaje es Juan 11:35, en el que se menciona que “Jesús lloró”. La emoción expresada por Jesús al llorar por la muerte de Lázaro indica la profundidad de su conexión y afecto. Los discípulos, al presenciar este evento, podrían haber percibido la relación especial entre Jesús y Lázaro.

La idea de que “aquel discípulo no moriría” se encuentra en Juan 21:20-23. En este pasaje, Pedro pregunta a Jesús qué sucederá con el discípulo amado, a lo que Jesús responde: “Si quiero que él quede vivo hasta que yo vuelva, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme”. Aunque Jesús no afirma explícitamente que el discípulo amado no morirá, sus palabras podrían haber sido interpretadas de esa manera por los discípulos.

El impacto emocional de la resurrección de Lázaro

Si consideramos el hecho de que Lázaro fue resucitado por Jesús, incluso después de cuatro días de muerto (Juan 11:39), es comprensible que los discípulos hayan asociado esta experiencia con la creencia de que Lázaro, el discípulo amado, no moriría. La resurrección de Lázaro habría tenido un impacto emocional y espiritual profundo en los discípulos, quienes podrían haber interpretado este milagro como una señal de la relación especial entre Jesús y Lázaro, así como de la posibilidad de que Lázaro no enfrentaría la muerte nuevamente.

En conclusión, el análisis de los pasajes bíblicos y el contexto en el que se desarrollan permiten establecer una conexión plausible entre Lázaro de Betania y la figura del discípulo amado en el Evangelio de Juan. La creencia de que “aquel discípulo no moriría” y la resurrección de Lázaro podrían haber influido en la percepción de los discípulos sobre la relación entre Jesús y Lázaro, y haber contribuido a la atribución de que aquel podría no volver a morir.

Referencia cruzada a favor de Lázaro

Aunque los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) no mencionan directamente a Lázaro como el discípulo amado, existen pasajes que podrían relacionarse con el tema y proporcionar un contexto adicional para comprender la relación especial entre Jesús y Lázaro. Uno de esos pasajes se encuentra en el Evangelio de Lucas.

En Lucas 10:38-42, se narra la historia de Jesús visitando a Marta y María, las hermanas de Lázaro, en su casa en Betania. El pasaje dice:

“38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

Refuerza la posibilidad de Lázaro como autor

Aunque Lázaro no se menciona específicamente en este pasaje, la relación cercana entre Jesús y la familia de Lázaro se pone de manifiesto. Esta conexión familiar podría proporcionar un contexto adicional para entender la relación especial entre Jesús y Lázaro en el Evangelio de Juan. Además, el énfasis en la importancia de escuchar las palabras de Jesús, como lo hace María en este pasaje, es un tema que se encuentra en todo el Evangelio de Juan, y podría apuntar a la importancia de Lázaro y su familia en la narrativa del evangelio.

Es importante tener en cuenta que las conexiones entre los evangelios sinópticos y el Evangelio de Juan son indirectas y no prueban concluyentemente que Lázaro sea el discípulo amado.

Sin embargo, estos pasajes nos proporcionan un contexto adicional que enriquece nuestra comprensión de la relación entre Jesús y Lázaro, y nos ayudan a entender por qué podríamos considerar a Lázaro como el autor del Evangelio de Juan.

La postura católica sobre la posible autoría de Lázaro

La tradición que atribuye la autoría del Cuarto Evangelio a Lázaro no ha sido ampliamente sostenida o discutida en la historia de la Iglesia, y especialmente en la Iglesia Católica, que ha favorecido la autoría de Juan, hijo de Zebedeo. No obstante, en algunos círculos académicos y en ciertos estudios independientes, se ha planteado la posibilidad de que Lázaro haya sido el autor del evangelio.

En general, la Iglesia Católica ha mantenido una posición firme en cuanto a la autoría de Juan en el Cuarto Evangelio, y no ha brindado mucha atención o espacio para debatir la posibilidad de que Lázaro haya sido el autor. Esto es porque la tradición de Juan como autor tiene siglos de aceptación y forma parte de la enseñanza y la teología católica.

No obstante, en la actualidad, muchos estudiosos y teólogos han comenzado a analizar el texto con mayor detalle y a considerar otras posibilidades en cuanto a su autoría. Aunque la propuesta de Lázaro como autor no cuenta con el respaldo de una tradición antigua, ha ganado cierta atención y credibilidad en la investigación académica reciente. En su mayoría, la Iglesia Católica ha mostrado respeto hacia el trabajo académico en estas discusiones, pero no ha abandonado la posición tradicional que sostiene la autoría de Juan, hijo de Zebedeo.

La postura evangélica: dogmática e inflexible

La posición evangélica en cuanto a la autoría del Cuarto Evangelio también ha sido predominantemente firme en atribuir la autoría a Juan, hijo de Zebedeo. A pesar de que muchos evangélicos se consideran críticos y opuestos a ciertas tradiciones de la Iglesia Católica, en este caso, sorprendentemente, mantienen y defienden una posición que se alinea con la tradición católica.

Este enfoque inflexible y dogmático en cuanto a la autoría del Evangelio de Juan en el ámbito evangélico puede considerarse paradójico, ya que evita el cuestionamiento y la apertura al diálogo sobre las posibles alternativas que podrían surgir de un análisis más profundo y minucioso del texto. La reticencia a considerar la posibilidad de que Lázaro de Betania sea el autor del Cuarto Evangelio demuestra una cierta incoherencia en la postura evangélica, que suele ser crítica con las enseñanzas y prácticas de la Iglesia Católica.

Algunos estudiosos evangélicos han abordado el tema de la autoría del Cuarto Evangelio y han analizado la propuesta de Lázaro de Betania como autor. Sin embargo, estas discusiones a menudo son marginadas o no reciben suficiente atención dentro de la comunidad evangélica en general. Esta resistencia al cambio y la apertura al debate en torno a la autoría del Evangelio de Juan parece estar más arraigada en la tradición y el dogma que en un análisis objetivo y racional del texto.

Conclusiones y reflexión final

En conclusión, el análisis crítico del IV Evangelio nos ha llevado por un fascinante recorrido de descubrimiento y liberación intelectual, que ha desafiado las tradiciones arraigadas y ha permitido vislumbrar nuevas perspectivas en la interpretación de este evangelio. Al reconocer la importancia de un estudio libre de dogmas y prejuicios, el lector adquiere una nueva apreciación y un entendimiento más profundo de este texto milenario.

En esta crucial coyuntura, nos encontramos frente a una revelación que desafía nuestra comprensión y expande nuestros horizontes. Al despojarnos de las cadenas de la tradición, abrimos las puertas al conocimiento y al entendimiento profundo que el texto del IV Evangelio nos ofrece. Esta conclusión no solo ilumina nuestro pasado, sino que también nos guía hacia un presente y futuro, llenos de esperanza, donde la espiritualidad se vuelve más auténtica y profunda.

La posibilidad de que Lázaro sea el autor del evangelio nos invita a reconsiderar otros episodios del mismo, analizándolos con una perspectiva renovada y libre de prejuicios. Es importante recordar que, sin la tradición, la autoría de Juan hijo de Zebedeo simplemente no se sostiene. Un análisis interno del texto no nos ofrece ninguna evidencia que lo vincule como autor. Incluso, al revisar los versículos en los que aparece Juan, hijo de Zebedeo (Marcos 3:17; Lucas 9:54), no encontramos muestras de un amor particular por parte de Jesús hacia él.

Esta reflexión nos impulsa a seguir explorando, investigando y descubriendo el invaluable legado que nos ha sido transmitido a través de los textos bíblicos. Al liberarnos de las ataduras de la tradición, abrimos un camino hacia una relación más auténtica y enriquecedora con los escritos neotestamentarios, permitiendo que su mensaje resuene con fuerza y claridad en nuestras vidas.
 
A USTED COMO QUE LO ENVIARON AQUÍ, NO ES A APRENDER LA SANA DOCTRINA, SINO A ENSEÑAR LAS HUECAS SUTILEZAS DE SU GRUPO HERÉTICO.

APROVECHE SU ESTADÍA PARA APRENDER DEL CRISTO DE LA BIBLIA.
 
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Ante la constante e injustificada hostilidad de este usuario, además de la manifiesta inutilidad de todo lo que constituye su existencia, procedo a bloquear perpetuamente a esa forma de vida simple e intrascendente.

Esto significa que no aparecerán jamás entre las respuestas que revise, sus balbuceantes alardes de santurrinería. Sus publicaciones y menciones sobre mí tendrán menos valor que el que adquiere el 🧻después de usarlo.
 
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Algunos de nosotros estamos aquí para glorificar a Cristo y hacer defensa de la fe una vez dada a los santos.

(Castillian) Queridos hermanos, he puesto toda mi diligencia en escribiros sobre nuestra común salvación, pues he sentido la necesidad de hacerlo para alentaros a que luchéis por la fe transmitida de una vez para siempre al pueblo santo.

Usted no mostrado un ápice de querer entender el Cristo de la Biblia, sino que persiste en presentarnos "otro" Jesús, devaluado, sin ninguna plenitud de Dios, una criatura descendiente de Adán, y no como Emanuel.

De manera que tenga cuidado, con lo que hace, de pronto lo expulsan por hereje empedernido.
 
¿EL EVANGELIO DE JUAN ESCRITO POR LÁZARO?

Algunos estudiosos evangélicos han abordado el tema de la autoría del Cuarto Evangelio y han analizado la propuesta de Lázaro de Betania como autor. Sin embargo, estas discusiones a menudo son marginadas o no reciben suficiente atención dentro de la comunidad evangélica en general. Esta resistencia al cambio y la apertura al debate en torno a la autoría del Evangelio de Juan parece estar más arraigada en la tradición y el dogma que en un análisis objetivo y racional del texto.

¿RESISTENCIA AL CAMBIO?

¿RESISTENCIA AL DEBATE EN TORNO A LA AUTORÍA DEL EVANGELIO DE JUAN?

Lázaro nunca fue apóstol.

Tampoco estuvo presente en la Cena Pascual, porque es a este discípulo amado al que se refiere el apóstol Pedro se refiere cuando afirma:

Jua 21:20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?

Cuando nos regresamos a la Cena Pascual, contemplamos que no es Lázaro quien hace la pregunta:

Jua 13:23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.
Jua 13:24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.
Jua 13:25 Él entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?

Tampoco Lázaro estuvo preso en la Isla de Patmos.

Lo menciono por cuanto la palabra "Logos" que aparece en Apocalipsis:

Apo 19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

Es la misma que aparece en Juan 1:1:

Jua 1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Jua 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Y también aparece en su primera carta, leemos:

1Jn 1:1 Lo que era desde el principio,lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

Otra evidencia de que no pudo ser Lázaro el autor de Juan, la tenemos en la profecía de Zacarías, leemos:

Zac 12:10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

La cual es citada por Juan aquí:

Jua 19:37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Y en la Isla de Patmos, Juan escribió en Apocalipsis, la misma cita, leemos:

Apo 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

Repito, Lázaro no fue apóstol y tampoco se recostó en el pecho a Jesús en la Cena Pascual, y no estuvo preso por causa de Cristo en la Isla de Patmos.

Yo le ruego a este forista, que se hace llamar "Biblia Revisada", que reúna al grupo de estudiosos evangélicos, y les presente las Escrituras de este mensaje, las cuales demuestran la imposibilidad de que haya sido Lázaro el autor de los cinco escritos del apóstol Juan, para que no signa perdiendo su tiempo en esas huecas sutilezas y reconozcan que los evangelios, y su fecha de confección, son las más fuertes evidencias históricas de Jesús como Dios hecho carne, información que nos presenta de primera mano, los que anduvieron con el Señor durante su Ministerio Terrenal.

Porque el mismo Juan, habla de Jesús como el TODOPODEROSO, en referencia al que traspasaron, leemos:

Apo 1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

PORQUE ESTA REACCIÓN

Ante la constante e injustificada hostilidad de este usuario, además de la manifiesta inutilidad de todo lo que constituye su existencia, procedo a bloquear perpetuamente a esa forma de vida simple e intrascendente.

De llenarse de rabia contra quien le está ayudando a salir de las tinieblas con las cuales vino a infiltrar al foro, pues su lenguaje se me parece mucho al de este otro forista Ari Hashomer, otro enemigo de Cristo, que fue derrotado por la misma Escritura y que debió ser expulsado el mismo día que escribió:

Rechazo a tu dios hecho hombre.
Rechazo a tu dios extrabíblico.
Rechazo decidida y jamás aceptaré a tu dios hecho hombre.
Rechazo tu evangelio de los tres dioses.

Y aquí todos se quedaron cruzados de brazos, permitiendo que insultaran a mi Señor y Dios.
 
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Concuerdo en que el evangelio de Juan no lo pudo escribir un solo hombre.

Es mas lógico intuir que se trata de una escuela, o comunidad.

Hay quien defiende que el evangelio de Juan es el primer libro gnóstico de la historia.

También hay vínculos doctrinales de este evangelio con algunos versículos de las cartas de Pablo, especialmente en aquellos que exaltan el Cristo celestial. Además de los puntos centrales de Pablo: pasión, crucifixión y Resurrección.
 
Yo cuando leo los libros de Génesis y Jubileos, percibo claramente que no son los manuscritos originales.

Y además que ambos libros, son síntesis de una obra mucho más extensa, resúmenes.

El autor de Jubileos, le da un enfoque histórico.

El autor de Génesis, le da un enfoque más humanista.

Conclusión: No importa que ambos libros no sean los originales de Moisés, hay que conformarse con lo que hay, leer, meditar en lo que dice y no perder el tiempo tratando de saber quiénes son sus verdaderos autores.
 
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Quién más que Juan puede haber escrito un evangelio que lleva su nombre: Evangelio de Juan. ¿Alguna vez se ha detenido a considerar si todo lo que hemos aceptado como verdad está realmente respaldado por la evidencia? En este artículo, nos sumergiremos en las profundidades del cuarto evangelio, donde cuestionaremos siglos de tradición y pondremos a prueba las creencias arraigadas. Prepárese para embarcarse en un viaje intelectualmente estimulante que no solo cambiará su percepción sobre la autoría de este evangelio, sino que también revelará un tesoro oculto de mensajes profundos que han sido oscurecidos por la sombra de la tradición.

Propósito de este estudio

El objetivo principal de este estudio es examinar críticamente la atribución de autoría del cuarto evangelio y, al hacerlo, desafiar las interpretaciones tradicionales que han sido aceptadas durante siglos sin cuestionamientos. A través de este análisis, buscamos abrir una ventana al pensamiento crítico y al debate académico, y al mismo tiempo, ofrecer una perspectiva alternativa que permita a los lectores reconsiderar las creencias que han dado por sentado.

Abordar estos temas con un enfoque intelectual y reflexivo tiene numerosos beneficios. En primer lugar, nos permite liberarnos de las limitaciones impuestas por las creencias tradicionales y dogmáticas, permitiéndonos examinar el texto desde una perspectiva más objetiva y enriquecedora. Asimismo, al desafiar las interpretaciones establecidas, incentivamos el crecimiento y desarrollo del pensamiento crítico, el cual es fundamental para una comprensión más profunda y significativa de cualquier obra literaria, especialmente de un texto tan relevante como el cuarto evangelio.

Por otro lado, conformarse con las creencias establecidas y aceptar sin cuestionar lo que se nos ha enseñado a lo largo del tiempo puede dar como resultado un enfoque estrecho y limitado. Esta actitud no solo nos impide descubrir nuevas perspectivas y conocimientos, sino que también obstaculiza nuestra capacidad para comprender y apreciar plenamente el mensaje y el propósito del texto en cuestión.

En este sentido, este estudio pretende servir como una invitación a la reflexión, al cuestionamiento y al diálogo. A través de un análisis riguroso y detallado, esperamos despertar la inquietud en los lectores y alentarlos a explorar más allá de las interpretaciones tradicionales, permitiéndoles descubrir por sí mismos la riqueza y la profundidad del cuarto evangelio.


Aclaración

A lo largo de este artículo, nos proponemos cuestionar la autoría del Cuarto Evangelio y presentar argumentos que desafían la tradición que atribuye su autoría a Juan, hijo de Zebedeo. Sin embargo, es importante mencionar que continuaremos refiriéndonos a este evangelio como “El Evangelio de Juan” por razones prácticas y de reconocimiento general.
Esta denominación ha sido ampliamente utilizada a lo largo de la historia del cristianismo y ha quedado profundamente arraigada en la cultura y la academia. Por lo tanto, al referirnos al evangelio de esta manera, facilitamos la identificación y el entendimiento del texto al que nos referimos. Cabe aclarar que el uso de este nombre no implica la aceptación de la autoría de Juan, sino que simplemente lo empleamos como una convención para mantener la coherencia y claridad en la comunicación.

El discípulo misterioso de Juan 1:40

El análisis interno del cuarto evangelio nos ofrece indicios valiosos para la identificación de su autor, y es fundamental prestar atención a estos detalles para trascender las interpretaciones tradicionales. El primer indicio significativo se encuentra en Juan 1:40, donde se menciona a un discípulo que acompañaba a Andrés, pero cuya identidad no es revelada explícitamente en el texto:

“Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro” (Juan 1:40, NVI).

La tradición ha conducido a muchos lectores a asumir, sin pruebas ni cuestionamientos, que el discípulo misterioso mencionado en este versículo es Juan, el hijo de Zebedeo. Sin embargo, al examinar los evangelios con detenimiento, podemos observar ciertas incongruencias al atribuir esta identificación a Juan, hijo de Zebedeo.

Incongruencia con los sinópticos

En los evangelios sinópticos, encontramos diferentes momentos en los que Juan hijo de Zebedeo es llamado por Jesús. Por ejemplo, en Mateo 4:21-22 y Marcos 1:19-20, se describe cómo Jesús llama a Juan y a su hermano Santiago mientras se encuentran en una barca con su padre Zebedeo, reparando las redes de pesca:

“Yendo un poco más allá, vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y su hermano Juan. Estaban en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Jesús los llamó, y al instante dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron” (Mateo 4:21-22, NVI).

Esta descripción de cómo Juan, hijo de Zebedeo, se convierte en seguidor de Jesús difiere significativamente de la situación presentada en Juan 1:40. Al comparar estos pasajes, es evidente que atribuir la identidad del discípulo misterioso en Juan 1:40 a Juan hijo de Zebedeo es problemático e inconsistente.

A partir de esta observación, podemos inferir que el autor del cuarto evangelio se encuentra en el entorno de Juan el Bautista, y no necesariamente en el círculo de discípulos que rodeaban a Jesús desde el principio de su ministerio, como lo eran Juan y Santiago, hijos de Zebedeo. Este hallazgo nos lleva a reconsiderar la identificación tradicional del autor y a explorar otras posibles identidades que puedan estar más acordes con el análisis interno del texto.


Un discípulo de Juan el Bautista

El estudio riguroso del cuarto evangelio nos conduce a analizar el entorno de Juan el Bautista, quien, como líder espiritual de su tiempo, también tenía discípulos a su alrededor. Cabe destacar que, en aquel período histórico, era común la formación de grupos llamados “javurot” (plural de “javurá”, en hebreo). Estos grupos eran comunidades religiosas o espirituales de estudio y práctica, que se organizaban en torno a una figura líder, en este caso, Juan el Bautista.

El concepto hebreo de javurá

El concepto de “javurá” se origina en la tradición judía y hace referencia a un círculo de aprendices y seguidores que se congregan para estudiar la Torá, debatir cuestiones bíblicas y llevar a cabo prácticas en conjunto. Estas comunidades se caracterizaban por la cercanía entre sus miembros y el compromiso compartido de profundizar en su fe y crecimiento espiritual.

Al considerar la existencia de discípulos de Juan el Bautista y la formación de javurot en el contexto del cuarto evangelio, es necesario recalcar que la figura enigmática del discípulo mencionado en Juan 1:40 no puede ser atribuida automáticamente a Juan hijo de Zebedeo, como lo ha perpetuado la tradición. Esta afirmación se sostiene no solo en las incongruencias detectadas previamente en relación con los relatos de los evangelios sinópticos, sino también en la comprensión del fenómeno de las javurot y su relevancia en el entorno religioso de la época.


El hijo de Zebedeo no era de la javurá del Bautista

En este sentido, es fundamental desafiar las interpretaciones tradicionales y explorar otras posibles identidades para el discípulo en cuestión. La figura de Juan hijo de Zebedeo, aunque arraigada en la tradición, no resulta convincente al examinar con detenimiento el texto del cuarto evangelio y su contexto histórico. Por ende, es primordial continuar la investigación y el análisis textual para desentrañar la verdadera identidad del autor, sin dejarnos influenciar por presuposiciones infundadas y contrarias al estudio crítico y minucioso de los escritos neotestamentarios.

Betania: un escenario relevante

El análisis del cuarto evangelio nos lleva a explorar la relación entre Juan el Bautista y la localidad de Betania, la cual tiene un papel significativo en los eventos relatados en el Evangelio de Juan. Betania se menciona en Juan 1:28, donde se narra que Juan el Bautista estaba bautizando en esta localidad: “Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”.

Eventos trascendentes en Betania

La relevancia de Betania en el contexto del evangelio no se limita únicamente a ser el lugar donde Juan el Bautista predicaba y bautizaba, sino que también es el escenario de otros eventos notables en el ministerio de Jesús. Por ejemplo, en Juan 11, encontramos la historia de la resurrección de Lázaro, que tuvo lugar en Betania:

“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María, y de Marta, su hermana”. (Juan 11:1)

Dentro del marco narrativo del Evangelio de Juan, la relación entre Juan el Bautista y Betania se vuelve un elemento clave para comprender el entorno y las conexiones que podrían haber influido en la vida del discípulo misterioso mencionado en Juan 1:40. Al profundizar en la importancia de Betania y su vínculo con Juan el Bautista, podemos vislumbrar indicios que podrían conducirnos a una mejor comprensión de la identidad del autor del cuarto evangelio.

Betania en otros evangelios

Algunos versículos de otros evangelios complementan la información sobre Betania y su importancia:

Marcos 11:1: “Cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y a Betania, en el monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos”.

Este versículo muestra que Betania estaba cerca de Jerusalén y del monte de los Olivos, lo que la convierte en un lugar estratégico para el ministerio de Jesús.

Mateo 21:17: “Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí”.

Este versículo ilustra cómo Jesús eligió Betania como lugar de descanso durante su ministerio, lo que refuerza la importancia de esta localidad en el contexto de los evangelios.

Lucas 24:50: “Y los sacó fuera, hasta Betania; y alzando sus manos, los bendijo”.

Este versículo relata cómo Jesús llevó a sus discípulos a Betania antes de su ascensión al cielo, lo que demuestra una vez más la relevancia de Betania en la narrativa del Nuevo Testamento.

El autor conoce más de Juan el Bautista que otros

En el Evangelio de Juan, hay algunas referencias y alusiones que podrían sugerir una conexión entre el autor y la escuela de Juan el Bautista. Algunas de estas referencias incluyen:

La importancia de Juan el Bautista en el Evangelio de Juan:

En comparación con los otros evangelios, Juan el Bautista tiene un papel más destacado y es presentado de manera más detallada en el Evangelio de Juan (Juan 1:19-34; 3:22-36). El autor parece tener un conocimiento íntimo de la predicación y el ministerio de Juan el Bautista.

El testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús:

En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista testifica explícitamente que Jesús es el “Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36) y el “Elegido de Dios” (Juan 1:34). Esta presentación de Jesús como el cumplimiento de las expectativas mesiánicas judías podría indicar una conexión entre el autor y la escuela de Juan el Bautista, ya que el Bautista era considerado un profeta importante en su tiempo.

La transferencia de discípulos de Juan el Bautista a Jesús:

El Evangelio de Juan describe cómo algunos discípulos de Juan el Bautista se convirtieron en seguidores de Jesús después de escuchar el testimonio del Bautista (Juan 1:35-42). Este pasaje podría sugerir que el autor tenía conocimiento de primera mano de la relación entre Juan el Bautista y Jesús, y posiblemente, de la escuela de Juan el Bautista.

La ubicación estratégica de Betania

Betania era una pequeña aldea situada a unos tres kilómetros al este de Jerusalén, en las faldas del monte de los Olivos. En el contexto histórico y social del primer siglo, Betania era conocida por su relación con el movimiento de Juan el Bautista y, posteriormente, con Jesús y sus discípulos. La proximidad de Betania a Jerusalén permitía a los habitantes de la aldea, así como a los discípulos y seguidores de Jesús y Juan el Bautista, desplazarse fácilmente entre ambos lugares.

Estos versículos, junto con los mencionados previamente del Evangelio de Juan, resaltan la importancia de Betania en el contexto de los evangelios y sugieren que su conexión con Juan el Bautista y Jesús puede ser clave para entender el entorno y las relaciones que influyeron en el discípulo misterioso de Juan 1:40. Al considerar estos versículos y la información proporcionada sobre Betania, podemos profundizar en nuestro análisis y explorar nuevas perspectivas que desafíen las interpretaciones tradicionales sobre la identidad del autor del cuarto evangelio.


¿Intento de borrar a Betania del IV evangelio?

En Juan 1:28, encontramos un punto de controversia que podría arrojar luz sobre los intentos de mantener una tradición que atribuye la autoría del cuarto evangelio a Juan hijo de Zebedeo. El versículo en su forma original griega es el siguiente:

“Ταῦτα ἐν Βηθανίᾳ ἐγένετο πέραν τοῦ Ἰορδάνου, ὅπου ἦν ὁ Ἰωάννης βαπτίζων”.

En este texto, la palabra en cuestión es “Βηθανίᾳ” (Bethanía). Sin embargo, en muchas traducciones modernas, se ha sustituido por “Betábara”, lo que genera cierto grado de desconcierto y, posiblemente, oculta la verdadera identidad del autor del Evangelio de Juan.

Esta discrepancia en la traducción puede interpretarse como un intento de arreglar las cosas para que la atribución a Juan hijo de Zebedeo no se desmorone. El cambio de nombre de Betania a Betábara en este versículo, podría ser parte de un esfuerzo por perpetuar una tradición que no puede ni debe considerarse firme, especialmente cuando se contradice con el análisis interno del libro.

La persistencia en mantener esta tradición podría ser una barrera para comprender y aceptar los mensajes profundos del Evangelio de Juan. Al destacar esta discrepancia y cuestionar los motivos detrás de ella, podemos abrir nuevos caminos para desentrañar el misterio en torno a la identidad del autor del cuarto evangelio y, al mismo tiempo, centrarnos en el verdadero mensaje que se encuentra en sus páginas.

Este análisis nos lleva a reflexionar sobre la importancia de cuestionar las interpretaciones tradicionales y examinar de manera crítica las fuentes y textos con los que trabajamos. Al hacerlo, podemos liberarnos de las ataduras de las tradiciones infundadas y abordar la lectura y el estudio de textos antiguos como el Evangelio de Juan con una mente abierta y dispuesta a descubrir verdades ocultas.


El autor en tercera persona

En el estudio del Evangelio de Juan, un aspecto notable es el estilo narrativo del autor, quien se refiere a sí mismo en tercera persona. Este enfoque literario no es exclusivo del cuarto evangelio, sino que también se encuentra en otros escritos contemporáneos, lo cual puede ofrecer una perspectiva más amplia para comprender el propósito y contexto en el que se desarrolla este peculiar estilo.

Este uso de la tercera persona en la narración puede tener varias funciones.


Una expresión de humildad

En primer lugar, el autor podría estar buscando un grado de anonimato o humildad, evitando llamar la atención sobre sí mismo y enfocándose en el mensaje central de su obra. De esta manera, el narrador se convierte en un observador imparcial que presenta los hechos de manera objetiva, lo que podría aumentar la credibilidad del relato.

Un ejemplo de este estilo literario en la antigüedad lo encontramos en las obras de Flavio Josefo, historiador judío-romano del siglo I d. C. En sus escritos, Josefo a menudo se refiere a sí mismo en tercera persona, especialmente en su obra “Guerra de los Judíos”. Esto permite al autor presentarse como un testigo confiable y objetivo de los eventos que describe, en lugar de ser percibido como un actor con intereses personales.


El estilo narrativo en el IV Evangelio

En el caso del Evangelio de Juan, el estilo narrativo en tercera persona se manifiesta en la figura del “discípulo amado”, quien es mencionado en diversas ocasiones a lo largo del relato (Juan 13:23, 19:26, 20:2, 21:7, 21:20). Al presentarse de esta manera, el autor evita la autorreferencia directa, permitiendo que el enfoque recaiga en el mensaje y las enseñanzas de Jesucristo.

En conclusión, el uso de la tercera persona en el Evangelio de Juan y otros escritos contemporáneos puede estar relacionado con la intención de otorgar objetividad y autoridad a la narración, así como de mantener cierto grado de humildad y anonimato por parte del autor. Reconocer y analizar este estilo literario puede enriquecer nuestra comprensión del contexto y las intenciones de los escritores antiguos, ofreciendo una perspectiva más amplia en el estudio de textos como el cuarto evangelio.


El discípulo al que Jesús amaba

Más allá de las consideraciones tradicionales, doctrinales y teológicas, un análisis interno del Evangelio de Juan puede proporcionar pistas sobre la identidad del discípulo amado. Aunque la atribución de la autoría del evangelio a Juan, hijo de Zebedeo, es la más aceptada en la tradición cristiana, el texto en sí mismo no ofrece pruebas concluyentes al respecto. De hecho, al examinar detenidamente el relato, encontramos que el único personaje que explícitamente se menciona como amado por Jesús es Lázaro de Betania.

Este hecho se puede apreciar en Juan 11:3, donde las hermanas de Lázaro, Marta y María, envían un mensaje a Jesús diciendo: “Señor, el que tú amas está enfermo”. Posteriormente, en Juan 11:5, el evangelista afirma: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”. Estos versículos muestran que Jesús tenía un afecto especial por Lázaro, lo que podría sugerir una conexión con la figura del discípulo amado.


La misma palabra griega

Esta idea se refuerza al analizar el término griego utilizado en estos versículos para referirse al amor de Jesús por Lázaro y sus hermanas: ἀγαπάω (agapáō), que también aparece en las referencias al discípulo amado. Por ejemplo, en Juan 13:23, se menciona que “uno de sus discípulos, al que Jesús amaba (ἠγάπα), estaba recostado al lado de Jesús”. Este mismo término se repite en Juan 19:26, 20:2 y 21:7, donde se hace referencia al discípulo amado.

Esta coincidencia en el uso del término griego ἀγαπάω no puede tomarse como un hecho aislado, sino como una pista importante para identificar al discípulo amado. En este sentido, la conexión entre Lázaro de Betania y la figura del discípulo amado se vuelve más plausible. Si bien esta interpretación puede resultar impopular en comparación con la tradición, no debe descartarse sin un examen cuidadoso.

El análisis interno del Evangelio de Juan revela que el único personaje del relato mencionado explícitamente como amado por Jesús es Lázaro de Betania. La presencia del término griego ἀγαπάω en las referencias tanto a Lázaro como al discípulo amado sugiere una posible conexión entre ambos personajes. Aunque esta idea puede contradecir la tradición, es necesario abordarla con un enfoque académico y crítico, buscando una mayor comprensión del mensaje y la intención del autor del evangelio.


El discípulo que “no moriría”

La creencia de que “aquel discípulo no moriría” también refuerza la atribución de la autoría del Evangelio de Juan a Lázaro. Recordemos que, según el relato del evangelio, Jesús resucitó a Lázaro, un hecho que tendría un impacto significativo en la percepción de sus discípulos sobre la relación entre Jesús y Lázaro.

El episodio de la resurrección de Lázaro se narra en Juan 11:1-44. Uno de los versículos clave en este pasaje es Juan 11:35, en el que se menciona que “Jesús lloró”. La emoción expresada por Jesús al llorar por la muerte de Lázaro indica la profundidad de su conexión y afecto. Los discípulos, al presenciar este evento, podrían haber percibido la relación especial entre Jesús y Lázaro.

La idea de que “aquel discípulo no moriría” se encuentra en Juan 21:20-23. En este pasaje, Pedro pregunta a Jesús qué sucederá con el discípulo amado, a lo que Jesús responde: “Si quiero que él quede vivo hasta que yo vuelva, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme”. Aunque Jesús no afirma explícitamente que el discípulo amado no morirá, sus palabras podrían haber sido interpretadas de esa manera por los discípulos.


El impacto emocional de la resurrección de Lázaro

Si consideramos el hecho de que Lázaro fue resucitado por Jesús, incluso después de cuatro días de muerto (Juan 11:39), es comprensible que los discípulos hayan asociado esta experiencia con la creencia de que Lázaro, el discípulo amado, no moriría. La resurrección de Lázaro habría tenido un impacto emocional y espiritual profundo en los discípulos, quienes podrían haber interpretado este milagro como una señal de la relación especial entre Jesús y Lázaro, así como de la posibilidad de que Lázaro no enfrentaría la muerte nuevamente.

En conclusión, el análisis de los pasajes bíblicos y el contexto en el que se desarrollan permiten establecer una conexión plausible entre Lázaro de Betania y la figura del discípulo amado en el Evangelio de Juan. La creencia de que “aquel discípulo no moriría” y la resurrección de Lázaro podrían haber influido en la percepción de los discípulos sobre la relación entre Jesús y Lázaro, y haber contribuido a la atribución de que aquel podría no volver a morir.


Referencia cruzada a favor de Lázaro

Aunque los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) no mencionan directamente a Lázaro como el discípulo amado, existen pasajes que podrían relacionarse con el tema y proporcionar un contexto adicional para comprender la relación especial entre Jesús y Lázaro. Uno de esos pasajes se encuentra en el Evangelio de Lucas.

En Lucas 10:38-42, se narra la historia de Jesús visitando a Marta y María, las hermanas de Lázaro, en su casa en Betania. El pasaje dice:


“38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

Refuerza la posibilidad de Lázaro como autor

Aunque Lázaro no se menciona específicamente en este pasaje, la relación cercana entre Jesús y la familia de Lázaro se pone de manifiesto. Esta conexión familiar podría proporcionar un contexto adicional para entender la relación especial entre Jesús y Lázaro en el Evangelio de Juan. Además, el énfasis en la importancia de escuchar las palabras de Jesús, como lo hace María en este pasaje, es un tema que se encuentra en todo el Evangelio de Juan, y podría apuntar a la importancia de Lázaro y su familia en la narrativa del evangelio.

Es importante tener en cuenta que las conexiones entre los evangelios sinópticos y el Evangelio de Juan son indirectas y no prueban concluyentemente que Lázaro sea el discípulo amado.

Sin embargo, estos pasajes nos proporcionan un contexto adicional que enriquece nuestra comprensión de la relación entre Jesús y Lázaro, y nos ayudan a entender por qué podríamos considerar a Lázaro como el autor del Evangelio de Juan.


La postura católica sobre la posible autoría de Lázaro

La tradición que atribuye la autoría del Cuarto Evangelio a Lázaro no ha sido ampliamente sostenida o discutida en la historia de la Iglesia, y especialmente en la Iglesia Católica, que ha favorecido la autoría de Juan, hijo de Zebedeo. No obstante, en algunos círculos académicos y en ciertos estudios independientes, se ha planteado la posibilidad de que Lázaro haya sido el autor del evangelio.

En general, la Iglesia Católica ha mantenido una posición firme en cuanto a la autoría de Juan en el Cuarto Evangelio, y no ha brindado mucha atención o espacio para debatir la posibilidad de que Lázaro haya sido el autor. Esto es porque la tradición de Juan como autor tiene siglos de aceptación y forma parte de la enseñanza y la teología católica.

No obstante, en la actualidad, muchos estudiosos y teólogos han comenzado a analizar el texto con mayor detalle y a considerar otras posibilidades en cuanto a su autoría. Aunque la propuesta de Lázaro como autor no cuenta con el respaldo de una tradición antigua, ha ganado cierta atención y credibilidad en la investigación académica reciente. En su mayoría, la Iglesia Católica ha mostrado respeto hacia el trabajo académico en estas discusiones, pero no ha abandonado la posición tradicional que sostiene la autoría de Juan, hijo de Zebedeo.


La postura evangélica: dogmática e inflexible

La posición evangélica en cuanto a la autoría del Cuarto Evangelio también ha sido predominantemente firme en atribuir la autoría a Juan, hijo de Zebedeo. A pesar de que muchos evangélicos se consideran críticos y opuestos a ciertas tradiciones de la Iglesia Católica, en este caso, sorprendentemente, mantienen y defienden una posición que se alinea con la tradición católica.

Este enfoque inflexible y dogmático en cuanto a la autoría del Evangelio de Juan en el ámbito evangélico puede considerarse paradójico, ya que evita el cuestionamiento y la apertura al diálogo sobre las posibles alternativas que podrían surgir de un análisis más profundo y minucioso del texto. La reticencia a considerar la posibilidad de que Lázaro de Betania sea el autor del Cuarto Evangelio demuestra una cierta incoherencia en la postura evangélica, que suele ser crítica con las enseñanzas y prácticas de la Iglesia Católica.

Algunos estudiosos evangélicos han abordado el tema de la autoría del Cuarto Evangelio y han analizado la propuesta de Lázaro de Betania como autor. Sin embargo, estas discusiones a menudo son marginadas o no reciben suficiente atención dentro de la comunidad evangélica en general. Esta resistencia al cambio y la apertura al debate en torno a la autoría del Evangelio de Juan parece estar más arraigada en la tradición y el dogma que en un análisis objetivo y racional del texto.


Conclusiones y reflexión final

En conclusión, el análisis crítico del IV Evangelio nos ha llevado por un fascinante recorrido de descubrimiento y liberación intelectual, que ha desafiado las tradiciones arraigadas y ha permitido vislumbrar nuevas perspectivas en la interpretación de este evangelio. Al reconocer la importancia de un estudio libre de dogmas y prejuicios, el lector adquiere una nueva apreciación y un entendimiento más profundo de este texto milenario.

En esta crucial coyuntura, nos encontramos frente a una revelación que desafía nuestra comprensión y expande nuestros horizontes. Al despojarnos de las cadenas de la tradición, abrimos las puertas al conocimiento y al entendimiento profundo que el texto del IV Evangelio nos ofrece. Esta conclusión no solo ilumina nuestro pasado, sino que también nos guía hacia un presente y futuro, llenos de esperanza, donde la espiritualidad se vuelve más auténtica y profunda.

La posibilidad de que Lázaro sea el autor del evangelio nos invita a reconsiderar otros episodios del mismo, analizándolos con una perspectiva renovada y libre de prejuicios. Es importante recordar que, sin la tradición, la autoría de Juan hijo de Zebedeo simplemente no se sostiene. Un análisis interno del texto no nos ofrece ninguna evidencia que lo vincule como autor. Incluso, al revisar los versículos en los que aparece Juan, hijo de Zebedeo (Marcos 3:17; Lucas 9:54), no encontramos muestras de un amor particular por parte de Jesús hacia él.

Esta reflexión nos impulsa a seguir explorando, investigando y descubriendo el invaluable legado que nos ha sido transmitido a través de los textos bíblicos. Al liberarnos de las ataduras de la tradición, abrimos un camino hacia una relación más auténtica y enriquecedora con los escritos neotestamentarios, permitiendo que su mensaje resuene con fuerza y claridad en nuestras vidas.
Creo que en otro epígrafe te dimos (@Ricardo y yo) suficientes razones que desestiman la autoría de Lázaro de este Escrito y sí algunas que sugieren sustentar la autoría de Juan. No recuerdo si lo mencioné en aquél hilo, pero además de esos dos, digamos 'postulados', yo tengo un posible tercer nombre que postular, aunque también tengo mis reservas por lo que prefiero no aventurarme ahablar de más para no desatar la ira de tantos y tantos maistros que desfilan por acá exhibiendo sus puestos...

Cordial saludo.
 
No recuerdo si lo mencioné en aquél hilo, pero además de esos dos, digamos 'postulados', yo tengo un posible tercer nombre que postular, aunque también tengo mis reservas por lo que prefiero no aventurarme ahablar de más para no desatar la ira de tantos y tantos maistros que desfilan por acá exhibiendo sus puestos...

Yo creo que podría ser Maria Magdalena el tercer postulante, pero necesito más información de mi informante, es muy tímido y le cuesta arrancar.

Eso si, una vez que empieza es imposible frenarlo.
 
Creo que en otro epígrafe te dimos (@Ricardo y yo) suficientes razones que desestiman la autoría de Lázaro de este Escrito y sí algunas que sugieren sustentar la autoría de Juan. No recuerdo si lo mencioné en aquél hilo, pero además de esos dos, digamos 'postulados', yo tengo un posible tercer nombre que postular, aunque también tengo mis reservas por lo que prefiero no aventurarme ahablar de más para no desatar la ira de tantos y tantos maistros que desfilan por acá exhibiendo sus puestos...
Juan acredita a Juan

Dado que nunca falta un estudioso que descubra que está siendo más perspicaz que los demás, bueno será que repasemos brevemente la inconsistencia de las razones aducidas para despojar al apóstol Juan de la autoría de su Evangelio. Para ello, nada mejor que su propio testimonio.

1 – El discípulo al que Jesús amaba, que comía junto a Él en la cena pascual, no podía ser otro que Juan, pues si es propio que por modestia el autógrafo se oculte, no se explica que encubra a otro, si lo hubiera, en vez de identificarlo, como debería. Nótese que en su relato de lo presenciado en aquella última cena del Señor con sus discípulos (caps. 13 al 17), identifica a Pedro, a Judas Iscariote, a Tomás, a Felipe y al otro Judas. De nombrar a cinco de ellos, ¿por qué se ocultaría a menos que lo disimulase con su conocida expresión? Además, los comensales con Jesús eran los Doce, ¿habría entre ellos un intruso que captara el afecto especial de Jesús? (Jn 13:23-25).

2 – Siendo probablemente el más joven de los discípulos, nadie mejor que Juan para que Jesús lo encargara a María para cuidarlo como hijo, a la vez que él la recibiera como madre, siendo que sus hermanos todavía no creían en Él. Era el único discípulo junto a la cruz (Jn 19:26, 27).

3 – Que se corriera el rumor entre los hermanos que Juan no moriría (interpretando equívocamente las palabras de Jesús), se entiende en razón de su longevidad, dado que los demás apóstoles iban muriendo pero Juan todavía seguía activo (Jn 21:23).

4 – La porción final (21:23-25) de ningún modo descarta a Juan como autor, sino más bien lo confirma, pues si es propio el prurito de la modestia, no tendría sentido ocultar el nombre de ese otro acreditado discípulo, si no fuese él mismo. Tal suposición podría acarrearle la sospecha de plagio.

5 - En Marcos 14:51, 52 leemos del joven que huyó desnudo. Siempre se tuvo al propio Marcos como protagonista del incidente. En 1Co 12:1-13 descubrimos al propio apóstol Pablo en el “hombre en Cristo” arrebatado al tercer cielo. El anonimato busca evitar el enaltecerse a sí mismo.

6 – A criterio -no mío-, sino de los gobernantes y ancianos asistentes al Concilio ( Hechos 4:8, 13), un pescador como Juan debía ser iletrado e indocto, pero de serlo entonces ¡no al tiempo de escribir su Evangelio! A lo largo de su larga vida ¿en cuántas de nuestras universidades podría haberse graduado? Además, estos pescadores, aunque no hubieran estudiado en las escuelas rabínicas como luego leemos de Pablo (Hch 22:3), eran duchos en citar las Escrituras y silenciar a sus eruditos opositores. Recuérdese que de lo mismo habían antes acusado al propio Señor Jesús (Jn 7:15). Esta subestimación por los profesionales de la religión se advierte hoy día cuando los egresados de facultades teológicas o graduados en Institutos Bíblicos, desmerecen a consuetudinarios estudiosos por su condición de “laicos”. La clave de un conocimiento superior radica únicamente en el haber “estado con Jesús”.

-Que el autor de este Evangelio pudiera ser Lázaro de Betania o cualquier otro que se quisiera proponer, no pasa de un intento ¡siquiera bueno!


Cordiales saludos
 
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Juan acredita a Juan

Dado que nunca falta un estudioso que descubra que está siendo más perspicaz que los demás, bueno será que repasemos brevemente la inconsistencia de las razones aducidas para despojar al apóstol Juan de la autoría de su Evangelio. Para ello, nada mejor que su propio testimonio.

1 – El discípulo al que Jesús amaba, que comía junto a Él en la cena pascual, no podía ser otro que Juan, pues si es propio que por modestia el autógrafo se oculte, no se explica que encubra a otro, si lo hubiera, en vez de identificarlo, como debería. Nótese que en su relato de lo presenciado en aquella última cena del Señor con sus discípulos (caps. 13 al 17), identifica a Pedro, a Judas Iscariote, a Tomás, a Felipe y al otro Judas. De nombrar a cinco de ellos, ¿por qué se ocultaría a menos que lo disimulase con su conocida expresión? Además, los comensales con Jesús eran los Doce, ¿habría entre ellos un intruso que captara el afecto especial de Jesús? (Jn 13:23-25).

Aunque como dije antes, al igual que tú, tengo como postulante #1 a Juan por las razones que también expuse, las cuales muchas coinciden con tu argumento; no por ello deja de consumirme esta idea que me angustia por más de tres años ya de otro postulante. Debemos ser cautelosos y comprender que el nombre de Juan no se menciona acá en este pasaje del cap. 13:23-25, sólo dice 'uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba'. Esto no prueba que este sea Juan... Lo sugiere pero no es prueba fehaciente siendo que no es mencionado su nombre.


2 – Siendo probablemente el más joven de los discípulos, nadie mejor que Juan para que Jesús lo encargara a María para cuidarlo como hijo, a la vez que él la recibiera como madre, siendo que sus hermanos todavía no creían en Él. Era el único discípulo junto a la cruz (Jn 19:26, 27).

Nuevamente acá 'especulamos' que sea Juan, pues tampoco su nombre es pronunciado. Veamos:

S.Juan 19:26-27

[26]Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. [27]Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Aunque la descripción sugiere que sea Juan, el Texto no lo dice, no lo especifica y por consiguiente es sólo una especulación, no una certeza. Más adelante ampliaré sobre este Texto.

3 – Que se corriera el rumor entre los hermanos que Juan no moriría (interpretando equívocamente las palabras de Jesús), se entiende en razón de su longevidad, dado que los demás apóstoles iban muriendo pero Juan todavía seguía activo (Jn 21:23).

Esto es así, no hay equívocos en que Juan fue de los discípulos el más longevo y también el último en escribir un Libro de inspiración Divina (El Apocalipsis), mas de este episodio es de donde viene mi inquietud, pues aunque dice que 'este discípulo que escribe esas cosas' es el mismo que le pregunta en la mesa quién le había de entregar, tampoco dice ni especifica que fuera Juan y este nombre queda nuevamente en la especulación de lo que leemos; no hay una certeza como tal.

4 – La porción final (21:23-25) de ningún modo descarta a Juan como autor, sino más bien lo confirma, pues si es propio el prurito de la modestia, no tendría sentido ocultar el nombre de ese otro acreditado discípulo, si no fuese él mismo. Tal suposición podría acarrearle la sospecha de plagio.

Yo entiendo (y fue uno de mis argumentos al darle a Juan la 'prioridad' de la autoría 'sobre todas las desventajas de Lázaro') que este es el mayor argumento a favor de Juan, su modestia de no quererse exaltar su legado o ser exaltado por otros. Esto también es una conjetura.

5 - En Marcos 14:51, 52 leemos del joven que huyó desnudo. Siempre se tuvo al propio Marcos como protagonista del incidente. En 1Co 12:1-13 descubrimos al propio apóstol Pablo en el “hombre en Cristo” arrebatado al tercer cielo. El anonimato busca evitar el enaltecerse a sí mismo.

Eso es entendible y arroja más ventajas que desventajas, pero no deja de ser un factor sugestivo, no hay una certeza.

6 – A criterio -no mío-, sino de los gobernantes y ancianos asistentes al Concilio ( Hechos 4:8, 13), un pescador como Juan debía ser iletrado e indocto, pero de serlo entonces ¡no al tiempo de escribir su Evangelio! A lo largo de su larga vida ¿en cuántas de nuestras universidades podría haberse graduado? Además, estos pescadores, aunque no hubieran estudiado en las escuelas rabínicas como luego leemos de Pablo (Hch 22:3), eran duchos en citar las Escrituras y silenciar a sus eruditos opositores. Recuérdese que de lo mismo habían antes acusado al propio Señor Jesús (Jn 7:15). Esta subestimación por los profesionales de la religión se advierte hoy día cuando los egresados de facultades teológicas o graduados en Institutos Bíblicos, desmerecen a consuetudinarios estudiosos por su condición de “laicos”. La clave de un conocimiento superior radica únicamente en el haber “estado con Jesús”.

En eso no hay la menor objeción, la Sabiduría viene de Él, de arriba. Menospreciar una opinión de alguien por el simple hecho de la procedencia es ostentar la sabihondez al máximo. Mejor ejemplo que el de una asna con voz de hombre para corregir la locura del profeta no puede haber para ilustrarlo.

-Que el autor de este Evangelio pudiera ser Lázaro de Betania o cualquier otro que se quisiera proponer, no pasa de un intento ¡siquiera bueno!

Cordiales saludos

He ahí el detalle, de Lázaro tengo suficiente respaldo para descartarlo, pero ahí tiro del freno...

Te haré una pregunta y quiero incluir a otros que como tú, también (desde mi observación) son amantes de esculcar 'las cosas de arriba' para si acaso les interesa. Incluiré solamente unos pocos nombres/nicks que recuerdo ahora rapidito, si alguno de los que se identifican con estos parámetros se me olvida me perdonan, pues no quiero que nadie se sienta excluido y las preguntas son para todo aquél que quiera interesarse o participar de la ponencia.

@Alissa
@Corajudo
@Jorge Enrique
Biblia Revisada
Arí Ben Canaán


A todos hago estas preguntas:

S.Juan 19:25-27
[25]Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. [26]Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. [27]Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

Si junto a la cruz estaban las tres Marías, su madre, su tía (la hermana de su madre y mujer de Pedro) y María Magdalena; nótese que solo se menciona a las tres Marías junto a la cruz y nada se dice de Juan u 'otro' discípulo 'junto a la cruz' (v. 25), y seguidamente en el v. 26 Jesús menciona a 'su madre' y 'al discípulo por Él amado' que estaba 'presente':

a)- ¿De dónde sale este otro* discípulo si junto a la cruz sólo se describe a las tres Marías?
b)- Ahora, esto es lo más intrigante para mí, ¿a qué casa la llevó el discípulo en el supuesto que éste fuera Juan...? Pues que el Texto dice: Y desde aquella hora el discípulo 'la recibió en su casa'...

c)- ¿Cuál era esa casa que supuestamente tendría Juan allí en Gólgota, Jerusalén? ¿No era él galileo? ¿Cómo podría recibir a la madre de Jesús 'en aquella hora' en 'su casa'...?

Os quiero sugerir que toméis en cuenta este pasaje:

S. Mateo 26:30-35
[30]Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. [31]Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas [32]Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. [33]Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. [34]Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. [35]Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Empecemos con esto, si os interesa, claro.

Cordiales saludos.
 
Pero por cuánto tiempo se me permitirá hacerlo. En fin…
Aunque sea tú estás siendo honesto, sé de varios acá que se hablan entre ellos mismos sirviéndose de múltiples nicks (cuando digo múltiples es literal) ellos mismos se preguntan y se responden y fabrican cada historias que ni te cuento... La honestidad es un atributo que escasea no sólo en este Foro sino en este mundo...

Cordial saludo.
 
-Creo que este texto de Juan 19:27 no entraña dificultad alguna, porque tanto puede significar que Juan la recibió en su propia casa, como en la de sus padres o hasta quizás en la posada donde temporalmente se alojaba. Por eso otras versiones también traducen correctamente "la recibió consigo", que es lo que importa a nuestro entendimiento: Jesús no dejaba a su madre desamparada, y proveía a su discípulo de la mejor influencia maternal.
 
-Creo que este texto de Juan 19:27 no entraña dificultad alguna, porque tanto puede significar que Juan la recibió en su propia casa, como en la de sus padres o hasta quizás en la posada donde temporalmente se alojaba. Por eso otras versiones también traducen correctamente "la recibió consigo", que es lo que importa a nuestro entendimiento: Jesús no dejaba a su madre desamparada, y proveía a su discípulo de la mejor influencia maternal.

Pos a mí sí me es sumamente dificultoso. La dificultad estriba en que todos los discípulos fueron dispersados (como está escrito, 'heriré al pastor y sus ovejas serán dispersadas'), y muy en particular Juan, quien se supone habría salido huyendo desnudo (Mr. 14: 51,52) y que en su carrera no habría de haber parado hasta llegar al mar de Galilea a esconderse debajo de la lancha de su padre Zebedeo. 😜

Un cordial saludo.
 
Soy Biblia Revisada. No sé si puedo seguir participando.
Como soy un iletrado e ignorante en esto de las lenguas hebrea y griega, te agradecería grandemente una ayuda con la traducción de este pasaje de Juan 19:25-27, ¿cómo es traducido de la lengua que tan bien dominas?

Por fa. Mi anticipado agradecimiento.

Cordial saludo.
 
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Pos a mí sí me es sumamente dificultoso. La dificultad estriba en que todos los discípulos fueron dispersados (como está escrito, 'heriré al pastor y sus ovejas serán dispersadas'), y muy en particular Juan, quien se supone habría salido huyendo desnudo (Mr. 14: 51,52) y que en su carrera no habría de haber parado hasta llegar al mar de Galilea a esconderse debajo de la lancha de su padre Zebedeo. 😜
-La dispersión de los discípulos se produce en el huerto, tras ser entregado Jesús por Judas Iscariote (Mr. 14:50), pero al tiempo de su resurrección ellos volvieron a estar juntos (Jn 20:19, 26).

-La mayoría de los estudiosos coinciden que el que huye desnudo es el mismo autor del evangelio de Marcos (Mr 14:51). De no haber certeza, siempre es preferible permanecer dentro de lo probable a perderse en lo improbable.


Cordiales saludos
 
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