El hombre debe animarse, este instrumento es el que maneja los hilos del mundo, es ahí donde todos están enfocados, es ahí donde se hacen los grandes cambios, o se llevan a cabo.
El hombre debe formar una consciencia de compromiso para con el bien común, es ahí donde se ven los verdaderos cristianos que ponen en juego toda su reputación.
Hermanos, entren a la política, pero no dejen de ser cristianos, como los israelitas, solo inclínense ante Dios, no se vendan como Judas, que ni el dinero ni ningún otro tipo de interés los mueva, que solo los mueva la vocación cristiana de mostrar y denunciar al mundo la sola verdad, esa verdad que denuncia el Evangelio en todos los hombres. Vivamos el Evangelio en los hechos, llevemos a cabo el Evangelio en nuestras vidas. Dejemos de lado las discusiones de la existencia o no existencia de Dios, dejemos de lado que otros crean y otros no, que no hay pruebas de Dios, o que la Biblia no es perfecta literalmente... Dejemos de lado estas cosas y pongamos en juego lo que no se puede negar que son las verdades del Evangelio, tales cuales son:
No mentir, no ser hipócrita, no hacerse altares personales, no servir a otros amos que no sea Dios, no servir al dinero, poner en juego la verdad, anhelar siempre la justicia propia y ajena, no callar ante las injusticias, y aceptar de una vez que estos preceptos son innegables para el hombre sea creyente o no...
Es la hora hermanos, hay que sentarse y consensuar "¿A donde va el mundo?", "¿que es el mundo?". De apoco debemos todos irnos sacando las caretas y jugarnos de una vez eso que nos empuja por dentro.
De apoco debemos ir siendo valientes.
La política es solo un instrumento, una herramienta, la hagamos valer como el espíritu de la misma nos lo reclama, como el mundo lo reclama, como nuestra consciencia lo dicta. De apoco, pero constantes.
La política está para servir, ese es el verdadero fin, seamos fieles.
