Lo sagrado y lo santo en las Escrituras
Lo sagrado y lo santo en las Escrituras
Mientras esperamos que algún TJ encuentre lo que no pudieron Davidmaria y Pako el Kurro, lo que recién acabo de razonar lo pongo bien fresquito ante vuestros ojos para ir haciendo diente:
Los hispanos hablantes no tenemos modo de desprendernos del trasfondo cultural católico romano, mayoritariamente prevaleciente desde siempre en nuestra raza.
Es decir, que cuando aquí en el Foro algunos dicen de lo sagrada o santa que sea la sangre, lo hacen desde ese contexto cultural en el que nacimos.
Lo sagrado (o sacro) y lo santo suele confundirse, y aunque a veces puedan ser intercambiados como sinónimos, no siempre es así.
Todo espíritu religioso es amigo de endosar estos adjetivos con algún sentido místico a objetos, lugares y personas, sin necesidad alguna.
La mejor y más sencilla manera que disponemos para el uso o aplicación de los conceptos representados en nuestras castellanas palabras, es echar mano a la Biblia y reparar el uso de los traductores, no siempre exacto, por supuesto, pero clarificador al menos para el presente caso.
Lo que mejor nos ayuda no es lo excepcional o escaso de determinados usos, sino aquellos más frecuentes y numerosos.
Muchas veces nos habla la Biblia de las “cosas sagradas” y las “cosas santas”. ¿Cuáles eran? Comencemos por las primeras:
-Las “cosas sagradas”. Muchas de ellas tienen que ver con el servicio del Tabernáculo primero y del Templo después. Entre ellas: vestiduras sagradas (Éx 28:2,4; 35:19; 39:1, 41; 40:13); alimentos sagrados (Éx 29:27,28; Lv 7:14,32, 34; 10:14,15; 22:1-14; 1S 21:4,6); incienso sagrado (Éx 30:37); utensilios sagrados (1R 8:4). Entre tantas cosas sagradas dedicadas al servicio del altar y los sacrificios, no se menciona la sangre como tal.
Incluso, es interesante que alguna versión mencione como sagradas las estatuas o columnas de los baales que los israelitas debían destruir (Éx 23:24; 34:13; Dt 7:5; 12:3, etc.). Es decir, sagradas para los paganos, así como los cristianos también hablamos de “los libros sagrados de la India” aunque no los consideremos de inspiración divina.
-Las “cosas santas” en ocasiones se refiere a alimentos y objetos dedicados al culto, como en el caso anterior, pero a mucho más, como días, lugares, convocaciones, personas, ofrendas, la ciudad de Jerusalem y el monte santo; y el mismo Dios con todo lo suyo, como Su nombre, principalmente. Aunque son más numerosas las referencias a las cosas santas que a las sagradas, tampoco aparece la sangre como tal.
Si entendemos como santo/a lo que es puro o limpio de pecado, con lo que venimos diciendo tampoco estamos privando de “santidad” a la sangre de los animales limpios sacrificados en el altar como víctimas, y a la de Jesucristo, por ser Él único Santo exento de pecado de entre todos los hombres.
Pero si queremos considerar “santa” la sangre de los animales, no lo era más que cualquier otra parte de su cuerpo, como la grasa, que juntamente con la sangre tampoco se podía comer (Lv 3:17).
Tratándose de la sangre humana, de calificar de “santa” la de Jesucristo no lo era más que cualquier parte de su cuerpo, como sus lágrimas, por ejemplo.
Pero en cuanto a la sangre de todos los demás hombres descendientes de Adam, no nos atrevemos a decir que nuestra sangre sea santa, ya que todos nosotros somos concebidos, nacidos y criados en el pecado. Tanto es esto así, que hay enfermedades trasmisibles a través de la sangre.
El mismo Señor Jesucristo tampoco distinguió la sangre de nuestro cuerpo como si fuese albergue de santidad sino que más bien enfatizó la cualidad del ojo por sobre todo el cuerpo (Lc 11:34-36).
En el mejor de los casos, podemos atender al cuidado de nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo (1Co 6:19,20), confiando en la gracia que nos es dada hasta que:
“El mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1Ts 5:23,24).