¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

Tema indigesto

Tema indigesto

Tal parece que el abstenerse de sangre se extiende más allá de todo horizonte conocido (sin alusión a ningún forista), y hasta un epígrafe donde la sangre se nombre puede volverse repulsivo, no sea que se la asimile de algún modo por medio de la lectura.

Es que una cosa es enseñar el punto en el Salón del Reino donde todos oyen sin chistar, y otra cosa discutirlo aquí.

Es fácil cuando se va de casa en casa florearse en el vecindario con las señoras a punto de quemárseles la comida, o los hombres viendo por TV su partido de fútbol y que acuden cortésmente a atender a la puerta.

Pero acá, aunque no seamos eruditos, a menos conocemos nuestra Biblia y no se nos puede llevar de la oreja tras interpretaciones falaces de hombres convencidos de que ¡ellos sí que conocen las Escrituras!

Que nadie piense que soy un pendenciero o provocador; pero para subir el mensaje facilitando las cosas a nuestros amigos, aprovecho a decir aquí lo que no digo cuando respondo a un mensaje. Ahora es mi turno.
 
Re: ¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

¡Valientes palabras! Sobre todo detrás de un "avatar" innominado, como siempre suele suceder. Otro que no se identifica y que alegará el por qué tiene que hacerlo.

¿Será que usted manda a "eliminar" a los que donan sangre y no permiten que sus seres queridos mueran por falta de una transfusión??
 
Re: ¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

Mientras más datos tenemos, también tenemos más bases para conclusiones lógicas. La habilidad para correlacionar los datos determina la exactitud de la conclusión, es decir, ausencia de falacias. Si Dios sabe todas las cosas, (posee todos los datos) y es todopoderoso (tiene habilidad infinita), entonces, El nunca comete los errores de lógica que nosotros cometemos. Pero estos asuntos de contenido y precisión aunque concomitantes con la lógica son, sin embargo, diferentes de la cuestión de la esencia natural de la lógica misma.

La Dialéctica sigue un patrón triangular: Tesis - Antítesis - Síntesis. Analicemos esta “lógica” conclusión que expone mi hermano en la fe, Alfageme, bajo este análisis de la dialéctica en todo su esplendor. Dice él:

Comer sangre es el equivalente de meterla en el cuerpo por la boca. (Esto es la “tesis”).

Transfundir sangre no es el equivalente de meterla en el cuerpo por la vena. (Esto es la “antítesis”).

¿Qué diferencia existe de una forma o de otra si de todas formas va a parar a nuestro cuerpo. (Esto es la "síntesis", la cual es una mezcla y conclusión lógica de la tesis y la antítesis).

Parafraseando a Ricardo, yo sí diría con toda propiedad, que el “más bruto y menos inteligente de los humanos, por ignorante e incivilizado que sea, deduciría que lo anterior está en perfecta armonía con la realidad", independientemente, si el “Eterno alguna vez lo hubiese dicho” o bien, de si “comer” y “meter” sean sinónimos. La simple filosofía práctica de mi hermano Alfageme adolece de una gran verdad deductiva que para nada contradice a la “Verdad Suprema”, por más que se “rasguen sus vestiduras” y “pataleen” cuanto quieran, con tal de ridiculizar lo que, evidentemente, no esperamos que comprendan.

Por tanto, es posible que un argumento sea válido pero no verdadero. Es también posible que la conclusión de un argumento no válido sea perfectamente verdadera. La gente a veces llega a conclusiones perfectamente verdaderas partiendo de una línea dudosa de lógica (como la que aquí pretenden destruir nuestros entusiastas foristas que al parecer siempre están reñidos con la lógica). Esto es accidental por supuesto, pero no cambia la verdad de la conclusión. El hombre Juan puede tener doce dedos, aunque es falso que todos los hombres los tienen.

Las personas se confunden a veces a causa de esta distinción entre validez y verdad. Dicen que lo válido es que “comer” no es lo mismo que “meter” al cuerpo algo específico. Podemos imaginarlos bien lógicos porque llegaron a esta "verdad" a través de la lógica, cuando en efecto su lógica puede contener falacias, aduciendo que el texto no lo expresa de forma tan específica. O, podemos llegar a conclusiones firmes y permanentes totalmente falsas, basadas en una pretendida impecable lógica porque hemos aceptado premisas falsas.

Mis más respetuosos saludos.
 
Re: Tema indigesto

Re: Tema indigesto

Tal parece que el abstenerse de sangre se extiende más allá de todo horizonte conocido (sin alusión a ningún forista), y hasta un epígrafe donde la sangre se nombre puede volverse repulsivo, no sea que se la asimile de algún modo por medio de la lectura.

Es que una cosa es enseñar el punto en el Salón del Reino donde todos oyen sin chistar, y otra cosa discutirlo aquí.

Es fácil cuando se va de casa en casa florearse en el vecindario con las señoras a punto de quemárseles la comida, o los hombres viendo por TV su partido de fútbol y que acuden cortésmente a atender a la puerta.

Pero acá, aunque no seamos eruditos, a menos conocemos nuestra Biblia y no se nos puede llevar de la oreja tras interpretaciones falaces de hombres convencidos de que ¡ellos sí que conocen las Escrituras!

Que nadie piense que soy un pendenciero o provocador; pero para subir el mensaje facilitando las cosas a nuestros amigos, aprovecho a decir aquí lo que no digo cuando respondo a un mensaje. Ahora es mi turno.

Apreciado Ricardo,en los Salones del Reino,se habla de muchos más temas bíblicos que de la sangre. Es en raras ocasiones que hablamos de la sangre, pues cuando una persona decide dedicarse aJehová y luego bautizarse como Testigo de Jehová, esa cuestión ya la tiene muy clara en su vida,nadie lo obliga a bautizarse,es por voluntad propia.
El tema de la sangre,sabemos que es el caballo de batalla con la gente de las Iglesias cristianas de los territorios o ciudades donde vivimos( porque estas personas creen que están haciendo la voluntad de Dios comiendo morcilla con sagre y metiendo sangre por las venas).
Para los Testigos el tema después de haberlo comprendido y analizado es fácil.

¿Por qué Dios no quiere que se meta la sangre en el cuerpo,ni mezclada con carne,ni beberla directamente,ni transfundiénlola por las venas? = es la vida.¿La vida a quién le pertenece? = a Dios.

Todo esto es muy sencillo de entender,tan sencillo es que mi hermano en la fe Melvitón,desgranó de una forma maravillosa tú forma filosófica de negar lo innegable con un razonamiento que no tienes escapatoria, así que querido Ricardo imagínate ante el Dios verdadero cuando dice Pablo "prende a los sabios en su astucia" 1 Cor 3:19,20.
Con cariño te lo expongo, es fácil de entender,porque además no lo sé exponer tan bien como mi hermano Melvitón
Alfageme
 
Estimado Alfageme

Estimado Alfageme

Respuesta a Mensaje # 384:

Mi mensaje # 372 a Melviton de la página anterior no fue respondido (seguramente no lo vio) y es así que en el # 383 ha preferido dirigirse a todos para extenderse explicando tu posición, y si bien me alude, no me responde directamente.

Sigo manteniendo que no hay nada mejor que un diálogo sostenido, mientras el mutuo respeto y las razones presentadas favorezcan el esfuerzo de dirimir las diferencias, sobre la misma y única base de que la Palabra de Dios es suficiente para instruirnos en la verdad.

Ya que consideras que Melviton desgranó de una forma maravillosa mi forma filosófica y escapista de negar lo innegable, atenderé de inmediato a ese mensaje suyo, que en una primera lectura me causara una óptima impresión, pero que en una segunda, quizás advierta algo que amerita otro comentario.

De todos modos, considero que no es a ti sino a él que debo responder como autor responsable de lo escrito.

Ten por cierto que a ti también te he cobrado afecto.


Saludos cordiales.
 
Re: ¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

Mientras más datos tenemos, también tenemos más bases para conclusiones lógicas. La habilidad para correlacionar los datos determina la exactitud de la conclusión, es decir, ausencia de falacias. Si Dios sabe todas las cosas, (posee todos los datos) y es todopoderoso (tiene habilidad infinita), entonces, El nunca comete los errores de lógica que nosotros cometemos. Pero estos asuntos de contenido y precisión aunque concomitantes con la lógica son, sin embargo, diferentes de la cuestión de la esencia natural de la lógica misma.

La Dialéctica sigue un patrón triangular: Tesis - Antítesis - Síntesis. Analicemos esta “lógica” conclusión que expone mi hermano en la fe, Alfageme, bajo este análisis de la dialéctica en todo su esplendor. Dice él:

Comer sangre es el equivalente de meterla en el cuerpo por la boca. (Esto es la “tesis”).

Transfundir sangre no es el equivalente de meterla en el cuerpo por la vena. (Esto es la “antítesis”).

¿Qué diferencia existe de una forma o de otra si de todas formas va a parar a nuestro cuerpo. (Esto es la "síntesis", la cual es una mezcla y conclusión lógica de la tesis y la antítesis).

Parafraseando a Ricardo, yo sí diría con toda propiedad, que el “más bruto y menos inteligente de los humanos, por ignorante e incivilizado que sea, deduciría que lo anterior está en perfecta armonía con la realidad", independientemente, si el “Eterno alguna vez lo hubiese dicho” o bien, de si “comer” y “meter” sean sinónimos. La simple filosofía práctica de mi hermano Alfageme adolece de una gran verdad deductiva que para nada contradice a la “Verdad Suprema”, por más que se “rasguen sus vestiduras” y “pataleen” cuanto quieran, con tal de ridiculizar lo que, evidentemente, no esperamos que comprendan.

Por tanto, es posible que un argumento sea válido pero no verdadero. Es también posible que la conclusión de un argumento no válido sea perfectamente verdadera. La gente a veces llega a conclusiones perfectamente verdaderas partiendo de una línea dudosa de lógica (como la que aquí pretenden destruir nuestros entusiastas foristas que al parecer siempre están reñidos con la lógica). Esto es accidental por supuesto, pero no cambia la verdad de la conclusión. El hombre Juan puede tener doce dedos, aunque es falso que todos los hombres los tienen.

Las personas se confunden a veces a causa de esta distinción entre validez y verdad. Dicen que lo válido es que “comer” no es lo mismo que “meter” al cuerpo algo específico. Podemos imaginarlos bien lógicos porque llegaron a esta "verdad" a través de la lógica, cuando en efecto su lógica puede contener falacias, aduciendo que el texto no lo expresa de forma tan específica. O, podemos llegar a conclusiones firmes y permanentes totalmente falsas, basadas en una pretendida impecable lógica porque hemos aceptado premisas falsas.

Mis más respetuosos saludos.
Estimado Melvitón...

Debe usted disculparme... pero sinceramente ante este comentario, no puedo sino decir lo siguiente... ¡tanta verborrea, para quedar donde mismo... y peor...!!

Su esfuerzo por validar la palabra "meter" en el cuerpo... lo valorizamos... solamente que con todo su esfuerzo, no dijo más que alfageme... solo más florido... De modo que en honor a su esfuerzo, dejaremos hipotéticamente como valido el "meter"...

Partiremos entonces por reconocer que de acuerdo a su tesis, antítesis, y síntesis;... le daremos el "meter" como sinónimo de "entrar" o comer" en el cuerpo... Pero no me daré tantas vueltas de carnero como usted, pues desde este punto, su "meter" en relación a las transfusiones queda descalificado por las palabras del propio Señor Jesucristo:

Veamos la tesis : (Comer es el equivalente de meter en el cuerpo por la boca) "No lo que entra en la boca contamina al hombre" (Mat. 15:11)

Veamos la antítesis: "mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre" (Mat.15:11)

Y terminamos con la síntesis: "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre" (Mar. 7:15)

En síntesis... si metemos sangre en el cuerpo, no contamina o no afecta absolutamente en nada a quien la recibe por las venas...

Saludos
 
Re: ¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

Estimado Melvitón...

Debe usted disculparme... pero sinceramente ante este comentario, no puedo sino decir lo siguiente... ¡tanta verborrea, para quedar donde mismo... y peor...!!

Su esfuerzo por validar la palabra "meter" en el cuerpo... lo valorizamos... solamente que con todo su esfuerzo, no dijo más que alfageme... solo más florido... De modo que en honor a su esfuerzo, dejaremos hipotéticamente como valido el "meter"...

Partiremos entonces por reconocer que de acuerdo a su tesis, antítesis, y síntesis;... le daremos el "meter" como sinónimo de "entrar" o comer" en el cuerpo... Pero no me daré tantas vueltas de carnero como usted, pues desde este punto, su "meter" en relación a las transfusiones queda descalificado por las palabras del propio Señor Jesucristo:

Veamos la tesis : (Comer es el equivalente de meter en el cuerpo por la boca) "No lo que entra en la boca contamina al hombre" (Mat. 15:11)

Veamos la antítesis: "mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre" (Mat.15:11)

Y terminamos con la síntesis: "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre" (Mar. 7:15)

En síntesis... si metemos sangre en el cuerpo, no contamina o no afecta absolutamente en nada a quien la recibe por las venas...

Saludos
Nada....es ¡¡¡Nada!!!... ...término absoluto...
 
Estimado Melviton

Estimado Melviton

Respuesta a Mensaje # 383:

Para comenzar, al analizar la exposición de Alfageme debías ser cuidadoso, si has de seguir un derrotero lógico que te lleve a una acertada conclusión.

Supongo que te equivocaste al exponer la “antítesis” como si lo dijera él (Alfageme) cuando realmente él sí entiende que el transfundir la sangre equivale a meterla en el cuerpo por la vena. Así que ahí sobra un “no” o en su defecto achacarme a mí la idea. De todos modos, yo jamás negaría que al transfundirla es “metida” la sangre al cuerpo, sino solamente que fuese comida –que era lo prohibido.

La síntesis que sacas es rebuscada, porque lo que en este debate se discute no es la introducción de la sangre en el cuerpo, sino que la expresa orden de Dios de no comer carne con su sangre en nada se relaciona con la transfusión de sangre por vía intravenosa.

Como ves, con lo que dices eres capaz de deslumbrar a cualquiera de tus hermanos que te oye o te lee, pero el cristiano apercibido rápido y fácilmente puede detectar el error aunque parezca verdad de Perogrullo.

La simple filosofía práctica puede ayudarnos a distinguir entre la orden divina de no comer carne con su sangre y la transfusión de sangre encaminada no a transgredir un mandamiento sino a salvar una vida.

Si filosofamos bien, nunca le haremos decir a Dios lo que no dijo.

Los expositores confiables de las Escrituras son filósofos lúcidos y sanos.

Quien no lo sea, cuanto más hable o escriba más expuesto quedará.

Aquel “no esperamos que comprendan” que tú dices de nosotros, yo nunca arriesgaría decirlo de ustedes, ya que efectivamente aspiro a que nuestro diálogo contribuya a que acaben por comprender lo que ya creen haber comprendido.

Yo nunca validaría como tales argumentos y conclusiones que no fuesen verdaderos. Los sofistas podrán entretenerse con tales ejercicios, pero no es lo que yo practico.

Si un silogismo se presenta viciado por la falsedad de una de las proposiciones, me desinteresaré por cualquier conclusión a la que se llegue.

Las personas se confunden a veces por no distinguir (discernir) entre una cosa y otra que puede parecérsele pero que es distinta.

La lógica, mientras sea lógica, no puede contener falacias.

Lamentablemente, estás ahora asociándote a Alfageme con un sofisma demasiado notorio como para que no lo veamos.

Haces un empleo incorrecto de las reglas de la deducción, con lo que podrás impresionar a Alfageme y dejar de boca abierta a más de cuatro foristas, pero por gracia del Eterno también he sido entrenado para las refutaciones sofísticas.

Dado que no acepto la falsa premisa de que la orden divina consistía en el no meter sangre en el cuerpo, es imposible que arribe a la conclusión que la transfusión de sangre por vía intravenosa contravenga Su mandamiento.

Ahora, si tú, Alfageme y los demás TJ aceptan cualquier premisa que la Watchtower les haya dado, no es de extrañar que coincidan en las mismas disparatadas conclusiones.


Cordiales saludos.
 
Estimado Melviton

Estimado Melviton

Subo el mensaje, no vaya a ser que lo busques en la primera página y al no encontrarlo pienses que todavía no te he respondido.

Recuerda que siempre puedes pasar un breve aviso para noticiarnos que quizás por algunos días estés ausente del Foro.

Por supuesto que no tienes obligación alguna de aportar en estos epígrafes, pero sí es cierto que has manifestado tu voluntad de participar.

Como sé cuánto te agrada dialogar con alguien respetuoso como yo no podría hacerme a la idea de que no sea precisamente la clase de forista con quien preferirías razonar estos temas.

Me preocupa el pensar que quizás pudieras estar enfermo, accidentado o imposibilitado de escribirnos aunque más no fuera una sola línea.


Cordiales saludos.
 
Re: Estimado Melviton

Re: Estimado Melviton

Subo el mensaje, no vaya a ser que lo busques en la primera página y al no encontrarlo pienses que todavía no te he respondido.

Recuerda que siempre puedes pasar un breve aviso para noticiarnos que quizás por algunos días estés ausente del Foro.

Por supuesto que no tienes obligación alguna de aportar en estos epígrafes, pero sí es cierto que has manifestado tu voluntad de participar.

Como sé cuánto te agrada dialogar con alguien respetuoso como yo no podría hacerme a la idea de que no sea precisamente la clase de forista con quien preferirías razonar estos temas.

Me preocupa el pensar que quizás pudieras estar enfermo, accidentado o imposibilitado de escribirnos aunque más no fuera una sola línea.


Cordiales saludos.


Apreciado Ricardo
Un saludo a la distancia.

Estoy un poco ocupado con las actividades de fin de año y del trabajo. Estoy alistando varias respuestas seguidas y hasta el momento no he tenido la libertad plena para dedicarme a terminarlas.

Gracias sinceras por tu preocupación por la demora en responder. Te prometo que a la mayor brevedad me ocuparé de seguir participando.

Mis más sinceros respetos.
 
Apreciado Melviton

Apreciado Melviton

Apreciado Ricardo
Un saludo a la distancia.
Estoy un poco ocupado con las actividades de fin de año y del trabajo. Estoy alistando varias respuestas seguidas y hasta el momento no he tenido la libertad plena para dedicarme a terminarlas.
Gracias sinceras por tu preocupación por la demora en responder. Te prometo que a la mayor brevedad me ocuparé de seguir participando.
Mis más sinceros respetos.

Entendido y agradecido.

Prefiero una respuesta demorada por mejor meditada, que precipitada y que poco contribuya al tema.

Cuando lo recuerde procuraré subir ambos temas para facilitarte el no tener que ir a buscarlos.
 
Re: Estimado Melviton

Re: Estimado Melviton

Para comenzar, al analizar la exposición de Alfageme debías ser cuidadoso, si has de seguir un derrotero lógico que te lleve a una acertada conclusión.

Mira, lo cuidadoso dependerá del enfoque que en el momento estemos dispuestos analizar desde nuestro punto de vista, no desde el punto de vista del detractor que originó tan “profundo” y severo análisis de la lógica para no entender los conceptos que por su simple naturaleza, resultan tan claros como el cristal.

Supongo que te equivocaste al exponer la “antítesis” como si lo dijera él (Alfageme) cuando realmente él sí entiende que el transfundir la sangre equivale a meterla en el cuerpo por la vena. Así que ahí sobra un “no” o en su defecto achacarme a mí la idea. De todos modos, yo jamás negaría que al transfundirla es “metida” la sangre al cuerpo, sino solamente que fuese comida –que era lo prohibido.

No, no me equivoqué. Y tampoco creo que debo analizar exactamente lo interpuesto por un forista si observo y deduzco, que la “antítesis” no es la que presentó Alfageme, sino la que ustedes contraargumentaron (como antítesis) de que “NO” debería entenderse como “meter” la sangre al cuerpo cuando de transfusiones de sangre se trata. Y si para ti no fue elocuente tu propio razonamiento, para mí y estoy seguro que para otros foristas, sí lo fue cuando aseveraste: “¿por qué insistes con distorsionar las palabra de Dios con ese "no la metáis en el cuerpo? ¡Jamás dijo el Eterno tal cosa! ¿Acaso crees que los verbos "comer" y "meter" son sinónimos? ¡Nunca se puede distorsionar algo cuyas bases están amparadas en una certera deducción que ustedes niegan desde cualquier punto de vista como posible, aunque ahora aceptes y comprendas, lo que antes negaste, como “lógico” y aceptable. Además, la intención del “meter” no era para indicar que el “Eterno” así lo hubiese afirmado o bien, que ambos términos “comer” y “meter” fueran sinónimos. El haberse referido a esto distorsionó totalmente la idea central del argumento de Alfageme. Vez tras vez se entorpece el entendimiento de un buen debate por salir con “domingos sietes” como recursos dialécticos de turno empleados por quienes no desean, al parecer bajo ninguna circunstancia, aceptar lo que por simple sentido común se deduce de muchas enseñanzas.

La síntesis que sacas es rebuscada, porque lo que en este debate se discute no es la introducción de la sangre en el cuerpo, sino que la expresa orden de Dios de no comer carne con su sangre en nada se relaciona con la transfusión de sangre por vía intravenosa.

Pues será “rebuscada” como dices, pero también efectiva y contundente para darle viabilidad a lo racional y a lo no contradictorio con tal de no aceptar lo “obvio” de una analogía simple y entendible. Por otra parte, de lo que se trata es ir “derrumbando” cosas “fuertemente atrincheradas” en contra del conocimiento de Dios que ustedes a su paso van venteando como bandera en desfile. No en “balde” fue mi análisis “filosófico” acerca del comentario de mi hermano Alfageme, quien con su asombrosa sencillez, les estaba diciendo a ustedes, los respetuosos ilustrados del foro, una verdad que les costó mucho trabajo digerir… ¡Al fin! El problema es que siempre antepones tu “visión” a la “VISION” del Todopoderoso. La Biblia no habla de transfusiones porque estaban muy lejos de aparecer en la escena del mundo y, mucho menos, como la panacea milagrosa, que hoy por hoy, “sacralizan” al extremo para promover, como campaña politiquera, una de las estratagemas más “rebuscadas” (esto sí es realmente rebuscado) que el enemigo emplea para engañar y separar al hombre de la verdadera “sangre” que sí salva vidas: la que derramó el Señor Jesús en el madero.

Como ves, con lo que dices eres capaz de deslumbrar a cualquiera de tus hermanos que te oye o te lee, pero el cristiano apercibido rápido y fácilmente puede detectar el error aunque parezca verdad de Perogrullo.

Siempre emites juicios en cuyo trasfondo se percibe la descalificación total del que defiende con verdaderos argumentos, lo que por simple inercia debe impelernos a aceptar lo “obvio” cuando no encontramos expresiones textuales que nos orienten mejor o, al menos, nos den los elementos necesarios que se requieren para llegar a mejores conclusiones en el “arte” de la hermenéutica apropiada, cuando de deducir hábilmente los dichos de Dios se refiere. Yo no estoy tratando de deslumbrar a nadie y mucho menos a mis hermanos. Al parecer
reconoces en mi argumentación, la estocada que no esperaban que les hirió el ego adormecido de tanta religiosidad mal dirigida y mucho peor, interpretada.

La simple filosofía práctica puede ayudarnos a distinguir entre la orden divina de no comer carne con su sangre y la transfusión de sangre encaminada no a transgredir un mandamiento sino a salvar una vida.

No. La simple filosofía “práctica”, como bien dices, nos puede ayudar a distinguir entre esa “orden Divina” de no “comer carne con su sangre”, como el “principio” eterno de respeto y el debido lugar de “santidad”. Dicha orden debería ser suficiente motivación para entenderlo, desde cualquier óptica que se desee, como un mandato para respetar (y nada más) la Palabra de Vida de nuestro amoroso Creador. Si tú persistes en que no importa que la vida como tal tenga su origen en su FUENTE SAGRADA, para negarle el derecho al menos por respeto a su FUENTE, no se puede esperar que reconozcas como verdadero lo que simples foristas con ideologías que vomitas, tengamos como argumentos que sustentan nuestras creencias. El que cierta “terapia” como alternativa de “costumbre” haya sido abrazada por el “mundo” de la humanidad, en todo sentido alejada del Dios verdadero, no significa que debemos aplaudirle, so pretexto de considerarla “salvavidas” (en los casos en que lo logra, en contraste de las decenas de miles de muertes que lleva sobre sus “espaldas”) sin antes analizar el verdadero engaño y falacia embaucadora que tiene a la humanidad entera sumida en el más recalcitrante desafío como afrenta a Dios, sin advertir y, en la mayoría de los casos, justificando la actitud de, desafiar el decreto Divino de respeto a lo que Dios ha señalado como prohibido.

Si filosofamos bien, nunca le haremos decir a Dios lo que no dijo.

Depende de lo que Él quiso manifestarnos en “señales” o en “analogías” propias del razonamiento cristiano. Por ejemplo, la máxima “El que tiene oídos que escuche”, empleada por el Señor Jesús, nos obliga a “razonar” y “analizar” lo que en verdad Dios nos quiere decir en diversas ocasiones para que “realmente” aceptemos como enseñanza que edifica. Y, si filosofamos bien y dejamos que el espíritu de Dios nos guíe, interpretaremos correctamente lo que muchos de los profetas antiguos ni siquiera se imaginaron lo que significó el sentido de lo que escribieron. No creo que ignores que muchas de las profecías no fueron explicadas y que, en la “parte final de los días” esos “muchos que discurrirían” y aplicaran “perspicacia” acerca de lo por Dios hablado, recibirían apoyo Divino para encontrar el significado de lo que “en señales” se escribió, y que de ninguna manera se dejó claramente escriturado, para que fuera el propio pueblo escogido quien tuviera el privilegio, como es la voluntad del Altísimo, de entender la revelación del propósito eterno de Dios para la humanidad.

Los expositores confiables de las Escrituras son filósofos lúcidos y sanos.

Nadie está negando lo que aquí bien afirmas.

Quien no lo sea, cuanto más hable o escriba más expuesto quedará.

Si lo dices por mí, respeto tu opinión y quizá tengas razón cuando me extiendo mucho en mis respuestas que, además de “prolijas”, no te son posible entenderlas. Sin embargo, creo que te sientes a gusto con ellas porque cuando no respondo me emplazas y “exiges” más atención de mi parte, que demuestre consideración por quien se tomó la molestia, al menos, invirtiendo valioso tiempo en responder mis objeciones. Por otra parte, cuando dices que el que “mucho habla más expuesto quedará” es, a todas luces, una opinión que respeto muchísimo aunque no necesariamente es en el sentido que pretendes presentarlo; así como respeto el desagrado de algún “amo de casa” que, malhumorado y desafiante, desdeña nuestras visitas “molestas” que lo sacaron de su concentración cotidiana.

Aquel “no esperamos que comprendan” que tú dices de nosotros, yo nunca arriesgaría decirlo de ustedes, ya que efectivamente aspiro a que nuestro diálogo contribuya a que acaben por comprender lo que ya creen haber comprendido.

Pues lo que he aseverado, por el Señor está avalado. Sobre tu reclamo de lo que no esperamos de ustedes, Jesús fue mucho más que explícito y manifestó claramente este “fenómeno” de la no aceptación por parte de la mayoría, al mensaje que da “vida” de su Palabra de Vida. Refiriéndose a sus detractores religiosos, dijo a sus discípulos: “A ustedes se les concede entender los secretos sagrados del Reino de los Cielos, mas a aquellos no se les concede. Por esto les hablo a ellos usando ilustraciones, porque, mirando, miran en vano, y oyendo, oyen en vano, ni captan el sentido de ello; y para con ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: ‘Oyendo, oirán, pero de ningún modo captarán el sentido de ello; y, mirando, mirarán, pero de ningún modo verán. Porque el corazón de este pueblo se ha hecho indispuesto a recibir’”.

Yo nunca validaría como tales argumentos y conclusiones que no fuesen verdaderos. Los sofistas podrán entretenerse con tales ejercicios, pero no es lo que yo practico.

Bueno, hay dos tipos de “sofistas”: los que creen que no lo son y los que lo son creyendo que en verdad no lo son. Si tu “ejercicio” de la lógica no te indica que si la vida proviene de una FUENTE SANTA, no necesariamente lo que emana de esa fuente es SAGRADO, pues mi estimado ¿Qué podemos esperar del ejercicio que dices que “practicas” (intuyo que te refieres a tu pasión de arquero) descuidando por completo el otro; el verdadero “ejercicio” espiritual que puede darte mejores metas para alcanzar tu salvación?

Si un silogismo se presenta viciado por la falsedad de una de las proposiciones, me desinteresaré por cualquier conclusión a la que se llegue.

Bueno, eso es aplicable tanto al “ganso” como a la “gansa”. A ambos en igualdad de condiciones. Pero el silogismo que al fin aceptaste como “lógico”, era el mismo que antes lo negabas como “ilógico”. Y lo viciado se demostró aceptando la sencillez de una conclusión coherente, porque fue precisamente en este punto en donde se demostró la incomprensión en su máxima potencia, para deducir sabiamente lo que por defecto era notorio.

Las personas se confunden a veces por no distinguir (discernir) entre una cosa y otra que puede parecérsele pero que es distinta.

¡Claro, como el “trigo” y la “mala hierba” de la parábola del Señor. Parecidos pero no iguales. Sin embargo, no se encuentra nada de ilógico en señalar que el que “come” y el que “ingiere” y el que se “transfunde”; estas tres simples acciones, convergen en una deducción irrefutable: las tres se introducen en el cuerpo, que es lo mismo que decir “meter en el cuerpo”, lo que tanto negaron y al final aceptaron –a regañadientes, claro– independientemente de la finalidad de cada una de ellas.

La lógica, mientras sea lógica, no puede contener falacias.

Error mi estimado. Una de mis especialidades académicas es la filosofía de la lógica y las “falacias” que a menudo las originan. Todas las falacias son razonamientos que vulneran alguna regla lógica, claro, no en todos los casos por igual. Así, por ejemplo, se argumenta de una manera falaz cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se la ataca y desacredita: se va contra la persona sin rebatir lo que dice o afirma. Lo mismo que están haciendo tú y tu “contertulio evangélico” Dagoberto, cuando dedicaron varios aportes a porfiar, con decidida tenacidad, la deducción hecha por el forista Alfageme acerca de que todo lo que se introduce por la boca o por las venas podría entenderse como si fuera “meter” en el cuerpo.

Las falacias lógicas se clasifican en formales y no formales. Las “no formales” son razonamientos en los cuales lo que aportan las premisas no pueden justificar la conclusión a la que se quiere llegar (en este caso sí se demostró que las premisas para llegar a la conclusión final (síntesis) eran lógicas y coherentes).

Se quiere convencer no aportando buenas razones sino apelando a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales, como las supuestas “evidencias lógicas” de no aceptar la santidad de la vida, por ejemplo, aduciendo la ausencia total de la escritura que así lo indicara, cuando se tiene la certeza que la Fuente que dio origen a esa vida, es SAGRADA sin discusión alguna. De manera que cuando las premisas son informaciones acertadas, y lo son, en todo caso, por una conclusión diferente a la que se pretende rebatir.

¡Hasta aquí porque creo que me podría extender demasiado para lo que te recomiendo que si deseas conversar sobre si la “lógica” puede ser falaz o no”, podrías abrirte un epígrafe y lo aclaramos. En este creo que no es recomendable.

Lamentablemente, estás ahora asociándote a Alfageme con un sofisma demasiado notorio como para que no lo veamos.

Pues para mí no es lamentable esta “asociación” con mi hermano. Desde que compartimos la misma fe es un verdadero placer poder compartir nuestra asociación espiritual. Es el mismo espíritu que nos une y nos asocia en la adoración del único Dios Verdadero, Jehová, Padre de nuestro Glorioso Dechado Jesucristo. Lamentable, si me permites y ya que lo mencionas, es la “asociación” oportuna que haces con Dagoberto aunque ambos quizás en muchas doctrinas sean antagónicos y supongo que no son miembros del mismo “movimiento espiritual” en el que militan. Esto es simplemente “contubernio”: dos personas ajenas espiritualmente la una de la otra, unidas por una causa común: destruir la moral y la autoestima de los TJ a ultranza, decididos, en un ilegítimo ecumenismo solapado.

Haces un empleo incorrecto de las reglas de la deducción, con lo que podrás impresionar a Alfageme y dejar de boca abierta a más de cuatro foristas, pero por gracia del Eterno también he sido entrenado para las refutaciones sofísticas.

No creo que las catalogaras de “empleo incorrecto de las reglas de la deducción” mi estimado Ricardo. Aceptaste por fin la conclusión lógica de eso que consideras, aún, como “sofismas”, contradiciendo tu misma conclusión cuando dijiste: “yo jamás negaría que al transfundirla es “metida” la sangre al cuerpo”… cuando, de hecho, porfiabas y negabas como “absurda” la conclusión lógica que por fin aceptaron. Y en cuanto a dejar “boquiabiertos” a “cuatro foristas”, (presumo son TJ) no fue esa mi intención, te lo aseguro. Creo que lo contrario es lo que los dejó boquiabiertos: las incoherentes afirmaciones que haces reconociendo lo SAGRADO de la FUENTE DIVINA y, al mismo tiempo, descalificando rotundamente que lo que emana de dicha FUENTE no merece siquiera, pero ni por las dudas, reconocerse como creación SAGRADA de Dios.

Dado que no acepto la falsa premisa de que la orden divina consistía en el no meter sangre en el cuerpo, es imposible que arribe a la conclusión que la transfusión de sangre por vía intravenosa contravenga Su mandamiento.

Discúlpame, pero creo que empleas de nuevo tus insistentes negaciones a lo que ya aceptaste como deducción apropiada y que no estás negando. Estas reiterativas expresiones contradictorias en las que te ejercitas como un verdadero “campeón” del arco, son la causa directa de tu “grieta” filosófica. Afirmas que “jamás negarías que en realidad la transfusión por vía intravenosa es, efectivamente, “meter” sangre en el cuerpo y, al mismo tiempo, rechazas la idea por considerarla “falsa premisa” de que la “orden divina” NO consistía en meter sangre en el cuerpo”.

Ahora, si tú, Alfageme y los demás TJ aceptan cualquier premisa que la Watchtower les haya dado, no es de extrañar que coincidan en las mismas disparatadas conclusiones.

Creo que sigues dando “coces contra el aguijón”. Pero Ricardo, si ya aceptaste, al menos, una de esas “disparatadas conclusiones” que no has podido derribar; la adornaste, lo acepto. La criticaste severamente al extremo de considerarla entre una de las “mil” y tantas herejías de las que a diario compartimos con los “cándidos” y “despistados” ciudadanos en nuestra predicación. Todo lo que quieras, pero no LA DERRIBASTE con argumentos SUPERIORES a los que expuse, porque los míos se basan en la FUENTE SAGRADA de toda la VIDA en el universo, contra tu aparente y descuidado conocimiento que rebaja esa FUENTE que no es capaz de crear algo SANTO de su propia SANTIDAD ABSOLUTA.

Pronto responderé a las otros aportes.

Mientras tanto, con todo mi respeto y consideración de siempre.
 
Estimado Melviton

Estimado Melviton

Respuesta a Mensaje # 392:

Aquí respondes a mi Mensaje # 388 en el que yo contestaba al tuyo # 383, pero el que requería respuesta era el # 372 de la pg. 25 por las consideraciones que allí hacía con respecto a la sangre, que es nuestro tema.

Respecto a mi razonamiento lógico, admito que disienta con el tuyo, quizás por distinta formación de uno y otro. La lógica fue la rama de la filosofía a la que más me apliqué desde mi adolescencia, leyendo –por puro gusto- cuando texto en castellano cayera en mis manos, desde Aristóteles a El Criterio de Jaime Balmes. Sin embargo mi mentor fue nuestro más grande filósofo: Carlos Vaz Ferreira (un hijo suyo fue profesor mío), de quien dijera Albert Einstein recordando su estadía en Montevideo durante su gira continental:

-Aquel uruguayo fue el único intelectual latinoamericano que me siguió la conversación a un mismo nivel.

Su obra “Lógica Viva” contribuyó a modelar mi pensamiento a lo real, concreto y experimental, rehuyendo lo abstracto del escolasticismo.

Siendo que este no es nuestro tema, salto al final de tu mensaje para sí contestar lo que dices respecto a mis pronunciamientos sobre la sangre.

En tu penúltimo párrafo disparas contra mis “reiterativas expresiones contradictorias” diciéndome:

“Afirmas que “jamás negarías que en realidad la transfusión por vía intravenosa es, efectivamente, “meter” sangre en el cuerpo y, al mismo tiempo, rechazas la idea por considerarla “falsa premisa” de que la “orden divina” NO consistía en meter sangre en el cuerpo”.

Contesto: -Al coincidir con que “la transfusión por vía intravenosa es, efectivamente, “meter” sangre en el cuerpo”, no hago concesión alguna, pues ello es como decir 2 + 2 = 4. Seguidamente, no rechazo en absoluto la orden divina, pues no la asocio a aquello, sino a la prohibición de comer carne con su sangre, que es el mandamiento divino, y no otra cosa. Son demasiados los textos y ocasiones en los que se expone el no comer carne con su sangre como para que en algún caso se hiciera notar que lo que a Dios repugnaba era que se la introdujera de cualquier modo en el cuerpo.

Insistir con esto, es una forma de desvirtuar las palabras de Dios, haciéndole decir lo que nunca dijo.

Si quieres responder a esto, estará bien, pero nuestro diálogo debería proseguir en torno a las consideraciones hechas a la sangre y a la vida en el Mensaje # 372 de pg. 25.


Saludos cordiales.
 
Re: Estimado Melviton

Re: Estimado Melviton

Subo la sangre (no la introduzco) a la página 1 para que quede haciéndole compañía al asunto del abstenerse.
 
Re: Apreciado Melviton

Re: Apreciado Melviton

Agradezco la exhaustiva y prolija consideración brindada a mi mensaje.

No negaría jamás que lo que es conversar, conversas, y hasta por los codos; pero con harta frecuencia con el mucho decir también se oculta el no tener ya qué y cómo replicar.

Lo mismo diría yo del que constantemente está echando garra a sus “demoledoras” habilidades didácticas para tratar de alterar la verdadera enseñanza, confundiéndola con una “retocada” y elocuente premisa disponible cuyo fin primordial es el de refutar por defecto, sin detenerse a meditar en lo que con tanto esfuerzo no logras ni siquiera alcanzar lo que con tanta insistencia y delicadeza se razona, cuando de interpretar las diversas opiniones ambiguas existentes de las expresiones de las Escrituras Inspiradas.

Acomodándome a tu propio método deductivo (para suplir la ausencia de textos explícitos), expresamente llevé los conceptos de santidad y sacralidad a todo lo que en el Eterno tiene igual fuente de procedencia y pertenencia, no pudiendo quedar exentas la sangre y la vida.

Querrás decir tus “textos explícitos” que invalidan tu habilidad deductiva cuando a veces se nos exige que la apliquemos para captar el verdadero mensaje que se transmite. Ejemplo: A nuestra puerta toca un hombre que se había perdido en el desierto y al abrirla lo encontramos a punto de fallecer por el lamentable deterioro físico y mental en que se encuentra, por los tres días que estuvo perdido en completa desolación sin probar siquiera una gota de agua. Pasa el tiempo y en ningún momento le ofrecemos agua. ¿Por qué? Pues porque el hombre no nos la pidió debido a su debilidad y, como no podía pronunciar palabra, no pudimos “interpretar” que, en ciertos casos, las palabras específicas sobran y tienen que ser reemplazadas por deducciones que van directo a resolver la ausencia total de esas palabras que, en ciertos momentos, son totalmente innecesarias para comprender la importancia de “actuar” de conformidad con lo que resulta obvio y viable, sin necesidad que se nos demuestre, de forma escrita o verbal, lo que deberíamos haber aceptado de forma indiscutible.

No fue por tonto, necio o loco que discurrí de esta manera, sino para mostrar lo que por su pura claridad rompía los ojos: no serviría jamás el alegato de los TJ en torno a lo santo y sagrado de la sangre y de la vida, reduciéndose tales cualidades a esa última instancia, en la que hasta al mismo puerco incluyo en el estofado. Porque al fin y al cabo, si en el antiguo Israel podía ser muerto quien comiera carne con su sangre, ¿no lo sería también quien se comiese un sabroso lechoncito al horno como a mí me gusta? La pena capital recaía sobre el infractor en cualquier caso.

Sigues confundiendo y revolviendo las “peras con las manzanas”. Una cosa era la sangre como prohibición del Eterno y lo que representaba y otra, muy diferente, era la grasa o el “lechoncito al horno que tanto te gusta”, (a mí también, jajaja) sobre los cuales nunca existió un reconocimiento y prohibición con alguna representación “sagrada” en mira, que a modo de advertencia divina, guardásemos el debido respeto, como sí se estableció en el caso específico de la sangre.

Te esmeras en mostrarme como contradictorio conmigo mismo al comenzar asumiendo que les cabe por generalidad, lo que termino por negarles en lo particular.

Pues el hecho que tú niegues lo que consideres prueba “irrefutable” de tu lógica y deductiva forma de analizar tu perspectiva, no indica que entonces hayas llegado hacer “innecesaria” la evidencia deductiva por la falta de una clara alusión escritural.

Pero es que en el habla cotidiana siempre procedemos así. Confundiríamos a nuestros interlocutores si aplicamos a alguien adjetivos que les compete en lo general, pero que al oírnos serán tomados como cualidades particulares y distintivas que los diferencian de las demás personas. Tal distracción de nuestro hablar provocaría malentendidos.

¡Exacto! Tal y como lo estás explicando aquí, te identificas a la perfección.

Cuando un TJ discute contra las transfusiones de sangre y fundamenta su rechazo alegando que la sangre es tan santa y sagrada como la vida que representa, y por tanto es una falta de respeto el donarla o recibirla, nunca se va a extender a mis deducciones de una fuente original y pertenencia en el Eterno, pues ello debilitaría el argumento al grado de desvanecerlo.

Lo dices como si tu “elocuencia” y rechazo a toda deducción que no congenie con lo que crees, descalificaría de forma automática, cualquier negación a la lógica que sustenta nuestros más notables y elocuentes deducciones provenientes, precisamente, del Eterno Dios por ser la Fuente Sagrada de la vida como su mejor y evidente regalo, por medio del cual, podemos reconocer nuestra misma existencia y lo que somos. Además, insistes en estigmatizarnos como los únicos que creemos en lo SAGRADO DE LA VIDA, cuando, al menos en este foro, a excepción hecha hasta el momento de tu persona y de tu compinche de turno Dagoberto Juan, todos los demás foristas han dejado plasmado, independientemente de su preferencia religiosa, que LA VIDA ES SAGRADA a los ojos de Dios por ser el Creador mismo lo que nos hace reconocerla como tal y a la que ni siquiera por “varas” (como decimos aquí en mi tierra) te tomas el tiempo de contradecirlos a todos ellos, de manera específica, claro.

Si se hiciera una honesta encuesta entre todos los TJ coincidirían en que le darían carácter de versículo bíblico a la premisa siempre invocada:

No es equivocación deducir que la FUENTE SAGRADA de la vida como propósito fundamental de la existencia, exija una frase literal, totalmente innecesaria, para que entonces dé sentido a lo que por simple exégesis llegaríamos a la conclusión correcta.

-Dios considera la sangre tan santa como sagrada la vida que representa.

Aunque al momento no recuerden ningún versículo bíblico que así lo diga, explícita o implícitamente, es tal la frecuencia que llevan de oída, leída y repetida por ellos mismos tal declaración, que ninguno imaginaría que habría en este epígrafe tanto que cuestionarle.

Dirás “tanto que le cuestiono”, en primera persona y, a eso, agrégale si lo deseas, otros 2 “gatos más” que, a falta de mayor agudeza analítica apropiada, optan por la complacencia más fácil que evita la “fatiga” espiritual de tener que deducir lo que para nada es necesario que se requiera la forma escritural.

Como por inercia, Alfageme lo sigue repitiendo en sus últimos mensajes con total desenfado, como si nada llevásemos dicho.

Me imagino, (hablo por él) que ante el consabido refrán: “A palabras necias, oídos sordos” Alfageme opta por seguirles la estrategia del “telele” que han estado esgrimiendo de manera constante, repetitiva, para tratar de grabar en los foristas lo que con tan empeño insisten hasta el cansancio: la ausencia total y escritural de algún “versículo” específico, que les dé el “permiso” divino para que puedan darse el lujo de negar lo obvio sin necesidad de argüir tratando de justificar, que la ausencia escritural clara y explícita, es necesaria para deducir lo que el sentido común y la lógica más elemental, nos llevaría en la dirección contraria y correcta, sin más apoyo del que fuera necesario.

Nadie esperaría encontrar en un número de La Atalaya o ¡Despertad! una aclaración que al respecto precisase:

-Tal convicción nuestra no se basa en ningún texto bíblico sino por deducción de muchos de ellos.

En el colectivo de la organización eso no caería nada bien.

Pues aquí te sorprenderías las veces en que “La Atalaya y la Despertad” emplean recursos racionales para la comprensión de muchísimas y ausentes evidencias escriturales que permitan colegir de manera apropiada, lo que por ausencia explícita de versículos no podríamos nunca aclarar si no recibimos esa “ayuda divina” para que podamos interpretar correctamente las enseñanzas de nuestro Dios.

Veamos ahora como aquel alegato (no eres su autor) sí es derribado:

Ningún versículo bíblico lo dice explícita ni implícitamente.

Error de deducción mi apreciado forista. En las Escrituras, en ninguna parte, se indica, por ejemplo, que “satán” fue, antes de convertirse en la personificación del mal, creado por Dios como uno de sus hijos angélicos. Su deducción se acepta por los contextos y referencias; a una exhaustiva exégesis que nos permita ir “atando cabos” para llegar a resultados que nos indique lo apropiado de la conclusión. Muchas veces los versículos bíblicos están de más. El problema es que, en este caso en particular de lo que pretendes demostrar, tu regla no tiene “excepciones”; no existen, porque es la única forma en que puedes manipular las evidencias para reducirlas a la impotencia de poder razonarlas.

a. Se llega por deducción; pero en un límite tan extremo, dilatado y general, que al invocarlo como si le competiera notoria particularidad, se desvanece en el acto, de indicarse su falta.

¡Extremo, dilatado y general es el límite que tiene tu deducción! ¿Llamas ausencia de evidente competencia y notoria particularidad, concluir que señalar a la vida como SAGRADA, cuando sabemos que proviene de una FUENTE TODOPODEROSA Y SAGRADA, como algo que se “desvanece en el acto de exigirse su prueba escritural? ¡Por Dios! ¿Esa es la lógica que tú aprendiste de tus “ilustres” maestros de filosofía?

Aquí te atreves a llegar hasta el colmo de defender lo indefendible. Que no haya texto bíblico de manera explícita no es razón suficiente para que no exista su prueba de manera “implícita”. Ese “desvanecer” al que aludes con tanta fuerza emocional, atenta contra la razón suficiente de la lógica, al negar lo que no se debe negar: lo SAGRADO DE LA FUENTE que dio origen a la vida y a la que le niegas la santidad y el respeto que Dios le ha heredado por naturaleza. Te enorgullece alegar, a golpe de tambor, que somos los TJ quienes “inventamos” versículos bíblicos para justificar lo que hasta el momento no has podido probar de manera elocuente y certera, que la vida no sea sagrada. Lo has negado, como muchos hombres niegan a Dios. Has exigido textos bíblicos que lo digan de manera literal para llenar el vacío que tiene tu “chip” neuronal que no te permite diferenciar entre lo real y lo irreal.

Avalo la opinión de nuestros lectores, ya que entre tantos, me consta que no todos opinan como tú ni como yo, y es posible que ellos perciban detalles que a nosotros se nos escapan.

Pues a los únicos que he escuchado proferir tanta incongruencia y contradicción para no identificar la vida como sagrada para Dios es a ti y a Dagoberto. Todos los demás foristas de las distintas denominaciones que han participado, no solo los TJ, han dejado claro que la VIDA SÍ ES SAGRADA A DIOS.

Además, de algún modo me siento responsable por confirmar la convicción que al respecto tengan mis hermanos en la fe, como sin duda tú también aprecias el servicio que prestas a tus lectores TJ. A ninguno de nosotros nos gustaría que por la flojedad de nuestra argumentación se resintiera la certeza de cualquiera de ellos.

Pues a diferencia tuya, yo me siento responsable y me debo no solamente a mis hermanos TJ, sino a toda la feligresía “cristiana” de este foro, porque deber tengo y confianza me asignaron; “necesidad me ha sido impuesta” de predicarles la Palabra de nuestro Dios Jehová a quienes por diferentes motivos y circunstancias, todavía están presos de la necedad e ignorancia del mundo y sus defensores, que en muchos casos, siendo de por más volitiva, es la inequívoca señal para que el Señor cumpla su cometido de separar el “trigo” de la “mala hierba”.
Es por eso que al escribir soy consciente de que ellos también cuentan y a su buen juicio también me debo.

Pues aquí de seguro te refieres como “a su buen juicio también me debo” a todos aquellos quienes comparten (muy pocos aquí en este foro) tu herética postura de insistir y negar lo SAGRADO DE LA VIDA, como don de Dios. Presumo que a los demás que no congenien con tu irrespetuosa premisa que sostienes, aunque no sean TJ, digo, a todos los demás que “a su buen juicio no te debes” por considerarlos, también, débiles contertulios que “sucumbieron” a las enseñanzas “heréticas” de los “anticristianos” TJ.

Cuando me referí a pasar al olvido el tema “Abstenerse: ¿de qué, quiénes, y cuándo?”, fue porque tú mismo te manifestaste dispuesto a atender a ambos epígrafes que se te habían pasado desapercibidos.

Creo que el responder por responder en solidario criterio por llenar espacio y campo, aparte del tiempo que “hasta los santos lo lloran” sobre el mismo tema que en otros epígrafes ya se han razonado hasta el cansancio y el hartazgo, es totalmente irrelevante e innecesario y, en términos generales, ya también se han abarcado aspectos fundamentales que no has podido probar como de “inválidos”, a no ser, claro está, que los niegues por el placer de hacerlo y no dentro de los parámetros de los razonamientos que contradigan los que con gran “lujo” de detalles y ejemplos, hemos expuesto los TJ.

No te preocupes, sin embargo, pues comprendo lo embarazoso que debe resultarte proseguir en un diálogo en el que cuánto más escribes menos dices.

Te consuelas a ti mismo y, como al parecer ya es tu costumbre, te “aplaudes” y te “condecoras”; como quien dice: ¡El combo completo! Yo me imagino que gran parte de los “fariseos” del tiempo de Jesús, en alguna oportunidad, pensaron de igual manera cuando escuchaban, despreocupados y displicentes, las enormes retahílas que les “mandaba” Jesús a lo que respondían, casi siempre, con burlas y desdeñosos modales, atacando, no sus argumentos, sino su persona.

Recuerda por favor, que los argumentos no se derriban como los muros sobre los que se pintan leyendas calificativas, sino dinamitándolos desde sus cimientos.

Pero si yo te derrumbé de todas las formas posibles la ausencia total de esas bases escriturales que exigías para poder llegar a conclusiones obvias acerca de la santidad de la sangre y de la Vida como “don” de Dios. Tú te amparas únicamente en la “ausencia de”, textos explícitos que necesitas para poder levantar tu “edificio” sobre una base polémica y llena de grietas deductivas que, al final, darían al traste para hacer colapsar todo eso que has edificado sobre fundamentos equivocados.

Mis más expresivos saludos de respeto y cariño.
 
Apreciado Melviton

Apreciado Melviton

Respuesta a Mensaje # 395:

Mi responsabilidad en este epígrafe se acrecienta al advertir la cantidad de visitas que silenciosamente nos siguen en el debate, sin involucrarse en el mismo.

Al principio yo me sonrojaba por los encomios que gastabas conmigo; ahora la impresión que te causo se ha equilibrado pues se compensa con mis defectos que pincelada tras pincelada expones con la maestría de un pintor flamenco. El caso es, que gastas más cartuchos conmigo que con mis argumentos.

Supongo que a nuestros lectores no les interesa tanto comprobar cuán más diestro es uno que el otro lidiando al toro (y para usar mi destreza no se me hace necesario menoscabar la tuya), sino mostrar cuán santa o sagrada sea la sangre, conforme reza el título del epígrafe.

Respecto al punto, poco es lo que has aportado, pues a lo sumo apenas he distinguido dos novedades:

a) Ciertas frases hechas o expresiones que destacas con mayúsculas, y aunque no están en la Biblia, yo para ti sería sacrílego si osara impugnarlas no admitiendo que son deducibles de distintos versículos del texto sagrado: SAGRADO DE LA VIDA, LA VIDA ES SAGRADA, FUENTE SAGRADA, FUENTE TODOPODEROSA Y SAGRADA, SAGRADO DE LA FUENTE, la VIDA SÍ ES SAGRADA A DIOS.

b) Resulta que ahora sales diciendo que yo niego tales conceptos, cuando lo único que he escrito es que no habiéndolo dicho Dios, mejor es que no se lo hiciéramos decir, alegando con tales expresiones meramente deductivas, con la contundencia de una cita bíblica.

Yo admití, la lógica deducción, que lo que en el Eterno tiene igual fuente de procedencia y pertenencia, no puede dejar de ser santo y sagrado. Pero siendo que esto atañe prácticamente a todo lo creado y lo que a Él pertenece –sin quedar exentas la sangre y la vida-, no corresponde referirse a ellas como si fueran en particular santas/sagradas, cuando tantísimas cosas son nombradas explícitamente así y ellas no.

Si yo dijese que entre todas las esposas uruguayas la mía es linda y buena, no la estaría favoreciendo demasiado, pues la generalidad de ellas lo son. Ahora, a fuerza de insistir con ello, parecerían ya atributos particulares que la distinguirían de las demás, que no lo serían tanto.

Cuando los TJ alegan contra la transfusión argumentando que Dios considera que la sangre -como la vida que representa-, es santa y sagrada a sus ojos, se le está adjudicando con ello cierta cualidad que la inhabilitaría para que fuese trasvasada de un individuo sano a otro enfermo o accidentado y con riesgo de muerte.

Que no se invoque como pretexto de no trasfundir la sangre por tal cualidad de santa o sagrada, no está negando una noción general sino una peculiaridad que no la distingue de muchísimas otras a quienes la Biblia expresamente confiere tales características.

Finalmente, concediendo tal santidad y sacralidad de la sangre, con la vida que representa, lo significado con las víctimas sacrificadas, y la sangre de Jesucristo mismo como el Cordero de Dios, motivó que Dios prohibiera a Noé y los suyos y luego a Israel el comer carne con su sangre, el darla (no toda) al necesitado de ella, que no la deglute ni digiere, no sólo que no se ve cómo pueda transgredirse el mandamiento, sino que hasta va acorde con lo dicho por el mismo Jesús (Jn 15:13) y por el apóstol Juan (1Jn 3:16).

El título del epígrafe fue diseñado expresamente para no negar lo santo o sagrado de la sangre, sino para inquirir en “cuán”, como grado comparativo y distintivo que legitime un uso especial de tales cualidades.

Sinceramente creo que esto ha sido expuesto de tal modo que no debería quedar duda alguna, pero si alguien persistiera con que pese a todo sigue viendo a Dios tan contrariado por las transfusiones como él mismo lo está, no podemos hacer más que invitarle a que revise seriamente en qué habría consistido el “abstenerse” de lo recomendado por la asamblea de Hch 15.


Cordiales saludos
 
Para Alfageme

Para Alfageme

Lo subo nada más que para que Alfageme pueda recrearse disfrutando de cómo todas mis objeciones fueron refutadas.
 
Re: Para Alfageme

Re: Para Alfageme

Interesante tema Ricardo gracias por subirlo.............................alguien escribio algo como "no te tomarias un vaso de sangre", me recorde que los satanicos toman sangre humana, pero no he sabido que se la inyecten via intravenosa......
 
Re: ¿Cuán santa o sagrada es la sangre?

¿Quieren saber el tamaño de una mentira?
Muy fácil.
Midan el largo de la explicación por el ancho de la excusa.

Atte.
NOSTRADAMUS.
 
Re: Apreciado Melviton

Re: Apreciado Melviton

Respuesta a Mensaje # 395:

Mi responsabilidad en este epígrafe se acrecienta al advertir la cantidad de visitas que silenciosamente nos siguen en el debate, sin involucrarse en el mismo.

Al principio yo me sonrojaba por los encomios que gastabas conmigo; ahora la impresión que te causo se ha equilibrado pues se compensa con mis defectos que pincelada tras pincelada expones con la maestría de un pintor flamenco. El caso es, que gastas más cartuchos conmigo que con mis argumentos.

No mi apreciado amigo. Sigues teniendo serios problemas de apreciación con respecto a lo que te expreso, “fuerte” y “claro”, así como también tú lo haces conmigo. Sigo teniendo ese mismo concepto del principio respecto a tu carismática persona; culta, amigable, de excelentes principios que han forjado el hombre que eres y que de seguro, has traído mucha paz a tu casa y a tus amigos a quienes te debes en muchos sentidos. Estamos, creo, tratando de dilucidar un concepto que quizás no se haya definido bien (de tu parte) con respecto a la “santidad” de la sangre como representativa de la vida, cuando desde el principio, la idea que transmites es que ni la “sangre ni la vida” son sagradas para Dios, pero a ningún nivel de santidad permitido. Esto es lo que tú has dejado claro hasta ahora y, desde allí, creo que tus aportes y los míos han estado “agarrándose de las mechas” para probar, cada cual desde nuestra propia perspectiva, que tú o que yo, estamos equivocados.

Supongo que a nuestros lectores no les interesa tanto comprobar cuán más diestro es uno que el otro lidiando al toro (y para usar mi destreza no se me hace necesario menoscabar la tuya), sino mostrar cuán santa o sagrada sea la sangre, conforme reza el título del epígrafe.

El “menoscabar” la destreza de alguien a veces se lleva a cabo empleando disfrazadas sutilezas que denotan, por un lado, lo que de antemano dejamos que se apodere de nosotros: la certeza de que lo que defendemos está de nuestra parte (esto nos atañe a los dos por supuesto). Pero en realidad sí has tratado de “menoscabar mi destreza” imponiendo la tuya mi estimado amigo, y créeme que para nada me ha molestado porque comprendo muy bien que a veces, al calor de un respetuoso debate, utilizamos apelativos o frases que lleguen un poco más adentro para tratar de, al menos, desestabilizar a nuestro “adversario” para lograr posicionarnos adelante con el “marcador” de vueltas, con el fin primordial de “ganar” la carrera. Frases como: pero con harta frecuencia con el mucho decir también se oculta el no tener ya qué y cómo replicar.” O esta otra: “…le darían carácter de versículo bíblico a la premisa siempre invocada:”; o bien esta: “No te preocupes, sin embargo, pues comprendo lo embarazoso que debe resultarte proseguir en un diálogo en el que cuánto más escribes menos dices.” Ahora bien, si lo antes expuesto por ti no denota “menoscabar” la destreza de alguien, pues mi estimado amigo, creo que deberías repasar un poco más el lenguaje español para poder visualizar, no ya la forma elegante de redactar, que lo haces muy bien, sino el alcance de las palabras que a veces empleamos en menoscabo de quien nos escucha o lee, para evitar malas interpretaciones si es que en realidad, no quisimos decir lo que con tanta “emoción” afirmamos.

Respecto al punto, poco es lo que has aportado, pues a lo sumo apenas he distinguido dos novedades:

Lo más interesante de tus comentarios es que cuando respondes a mis aportes los “adornas” con todo tipo de apelativos y pensamientos foráneos al tema de marras de tu epígrafe y, luego, pretendes evadir lo que con gran esmero y delicado respeto, te respondo a todo aquello que indicas como florituras adicionales que empleas para darle mayor realce a tus argumentos acerca de que, ni la sangre ni la vida, merecen un respeto diferente, al respeto y deferencia que estamos obligados a brindarle a “toda la creación” de Jehová Dios”. O sea, en otras palabras, si no deseas que responda a los muchos conceptos que tocas de más cuando expones, deberías entonces no manifestarlos, a fin de evitarme el tiempo y la consideración de tener que responder, para que al final me salgas que prefieres no dar respuestas a lo que consideras irrelevante (cuando fuiste tú mismo quien tocó los conceptos que respondo) por no pertenecer al tema principal.

a) Ciertas frases hechas o expresiones que destacas con mayúsculas, y aunque no están en la Biblia, yo para ti sería sacrílego si osara impugnarlas no admitiendo que son deducibles de distintos versículos del texto sagrado: SAGRADO DE LA VIDA, LA VIDA ES SAGRADA, FUENTESAGRADA, FUENTE TODOPODEROSA Y SAGRADA, SAGRADO DE LA FUENTE, la VIDA SÍ ES SAGRADA A DIOS.

Pues me extrañaría sobremanera que te atrevieras a “impugnarlas” como dices, si intuyo e interpreto de lo que has estado aceptando, que tú no estás en contra de colegir que la “sangre” y la “vida”, sólo por el hecho innegable de provenir de una Fuente Santa como Dios, deben ser considerados “sagrados”. Si aceptas este hecho, entonces no deberíamos seguir hablando sobre el mismo punto y a avanzar al meollo del asunto: las transfusiones de sangre. Te repito de nuevo: ¿Aceptas entonces que la “sangre” y la “vida” desde la perspectiva lógica y razonada por provenir de una Fuente Sagrada, también pueden ser consideradas “santas”?

b) Resulta que ahora sales diciendo que yo niego tales conceptos, cuando lo único que he escrito es que no habiéndolo dicho Dios, mejor es que no se lo hiciéramos decir, alegando con tales expresiones meramente deductivas, con la contundencia de una cita bíblica.

Creo que tu respuesta ante todo lo dicho debería ser ¡SÍ! Y te lo pongo en mayúscula solamente para “resaltar” la respuesta positiva que creo estás dando ¿Me equivoco? Nadie está discutiendo que Dios lo ha dicho “literalmente”. Lo que se está tratando de analizar es si el hecho (que nadie está negando) de no existir “libro, capítulo y versículo” (algo me quedó de Dagoberto, jajaja) que afirme que la sangre y la vida sean sagradas, equivale a decir que no lo son. Ahora bien, tú al decir: “Resulta que ahora sales diciendo que yo niego tales conceptos…” es porque en realidad ¡No los niegas! Es decir, en otras palabras, ACEPTAS que la “sangre” y la “vida”, desde todo punto de vista deductivo, deben ser considerados como “sagrados” ante Dios. Porque, seguir dándole vueltas como el trompo al mismo eje, no nos conduciría a nada objetivo. Si lo aceptamos es porque lo creemos, y si lo creemos, es porque la deducción está en armonía con los principios y contextos bíblicos que nos autorizan para semejante criterio, para nada “rebuscado”, de interpretar que todo eso que proviene de Dios, es, en sí mismo también (dentro de ciertos distintos niveles) sagrado y máxime, que en el caso específico de la sangre, existen textos escriturales que la relacionan, en todo el sentido del término, con la vida de forma representativa y bajo advertencia de muerte para todo aquel que “profane” o “incumpla” la orden Divina de evitar comer (introducir, jejeje) sangre en su cuerpo. En esos momentos, (al menos eso) la única forma de ser utilizada era por la boca y no necesariamente para “alimentarse”, ya que nunca la sangre fue considerada como parte fundamental de la dieta de ningún judío. De manera que Jehová no la prohibió como “castigo” al no poder degustar una “deliciosa” bebida como cualquier otra, sino más bien por el respeto que se tenía que tener cuando se comía carne y que, por descuido o porque agradaba, se saboreaba y se “tragaba” también, juntamente con la carne.

Deseo aclarar aquí que ningún TJ del foro está discutiendo si Dios lo dijo así o asá. Lo que se está discutiendo es de si debería interpretarse que es “sagrada” por el simple hecho de que su Fuente es Sagrada y, si proviene de una fuente “Santa”, pues es lógico establecer (sin la rigurosa exigencia de una cita escritural que así lo determine) que aquello que representa la VIDA, sea sagrado a la vista de Dios. Porque lo que proviene de Dios como consecuencia directa de su Poder es la VIDA y la VIDA, en sí misma (lejos de la imperfección y de su profanación por parte del hombre) es lo que se considera sagrada; no la “vida” de Adán, o de Moisés, o de Judas, o de “satán”, o la tuya o bien, la mía. No mi estimado Ricardo, la vida que Dios valora como sagrada, es la vida que Él, por medio de su Hijo, siempre y cuando actuemos de conformidad con los requisitos para poder recibirla con todas las ventajas que nos ofrece como dádiva que da razón a nuestra presencia en el universo. Y esa vida que es sagrada a sus ojos –aunque no lo haya dicho de manera escritural– es la que recibiremos, una vez que hayamos probado nuestra fidelidad y hayamos alcanzado la perfección “santa”, digna de esa vida “santa”.

Yo admití, la lógica deducción, que lo que en el Eterno tiene igual fuente de procedencia y pertenencia, no puede dejar de ser santo y sagrado.

Bueno, aquí ya aceptaste claramente y espero que no se discuta más el asunto de si la vida y la sangre son sagradas ante Dios o no. Lo de “cuán santa o sagrada” es otro tema.

Pero siendo que esto atañe prácticamente a todo lo creado y lo que a Él pertenece –sin quedar exentas la sangre y la vida-, no corresponde referirse a ellas como si fueran en particular santas/sagradas, cuando tantísimas cosas son nombradas explícitamente así y ellas no.

Pues aquí lo que logras con la mano derecha, lo deshaces con la izquierda. Lo paradójico de lo que expones referente a las cosas que son explícitamente nombradas como “sagradas” es que nunca representaron nada en particular, exceptuando la ocasión en que la presencia de Jehová era suficiente para convertir, como por ejemplo, aquél pedazo de tierra que pisó Moisés en el Sinaí porque había sido “escogido” como “altar sagrado” por medio del cual la presencia del Altísimo daría propósito a la vida hasta ese momento confusa, del que iba a ser comisionado como el libertador de Egipto. El que la santidad de la sangre “siguiera corriendo en el tiempo” es una cosa que es discutible. Pero que la “sangre” fue, digamos, “escogida como símbolo de la vida”; esa “vida” por la que Cristo murió como Redentor para recuperar la santidad de quienes la perdieron, nadie podría negar que, al menos durante el tiempo que se menciona la prohibición, tenía todas las “medallas” de condecoración que la calificaba de “santa”, por lo que en esos momentos el Dios Eterno le confirió: representar esa vida que da propósito al universo.

Si yo dijese que entre todas las esposas uruguayas la mía es linda y buena, no la estaría favoreciendo demasiado, pues la generalidad de ellas lo son. Ahora, a fuerza de insistir con ello, parecerían ya atributos particulares que la distinguirían de las demás, que no lo serían tanto.

Te pongo otro ejemplo totalmente contrario al que planteas. Muchas mujeres en la Biblia cumplieron con fidelidad la voluntad de Jehová y fueron llamadas “felices” y “dichosas” por su fiel proceder ante Dios. Pero sólo una, en especial, fue la madre del “Redentor” y ello la hacía especial en todo sentido, con respecto a todas las demás siervas devotas del Altísimo.

Cuando los TJ alegan contra la transfusión argumentando que Dios considera que la sangre -como la vida que representa-, es santa y sagrada a sus ojos, se le está adjudicando con ello cierta cualidad que la inhabilitaría para que fuese trasvasada de un individuo sano a otro enfermo o accidentado y con riesgo de muerte.

Ninguna prohibición con respecto a la sangre, pero ni por asomo, ni por deducción posible aunque nos empeñemos en buscársela, deja alguna posibilidad para que pudiésemos interpretar que tenía “excepciones”. ¿Tú crees que Jehová Dios hubiera hecho la excepción en el caso específico de que algún judío hubiera necesitado con “urgencia” beberla por motivos de salud o bien, para ser más específico, que se le hubiera ocurrido “transfundírsela” por las venas para remediar algún padecimiento en donde peligraba su propia vida? El mandato era claro y no dejaba ningún portillo para poder “interpretar” que, en casos de extrema urgencia, se podía “violar” el mandamiento de Dios porque peligraba la vida de una persona y, como la vida es sagrada a Dios, entonces Dios mismo tenía que obrar de conformidad con sus preceptos no dejando morir al enfermo.

Lo que deja claro el mandato es que no se debe “comer carne con su sangre” o bien, “beber sangre” bajo ninguna circunstancia. Creo que el ejemplo de David ya analizado pero poco entendido, es revelador de cómo interpretó este siervo de Jehová el mandato específico que caía sobre la sangre. ¿Peligraba su vida por falta de agua? ¡Muy probable si no la hubiera conseguido por los medios normales! Sin embargo, ¿Qué hizo? Prefirió derramarla a tierra por considerarla igual que el estar “bebiendo” la sangre de los soldados que, al conseguírsela, habían arriesgado sus vidas al extremo. ¿Ejemplo de fanatismo por parte de David? ¿Qué pensarías tú si en algún periódico de Uruguay saliera una noticia semejante, pero protagonizada por un TJ? ¡No respondas que ya me sé la respuesta!

Que no se invoque como pretexto de no trasfundir la sangre por tal cualidad de santa o sagrada, no está negando una noción general sino una peculiaridad que no la distingue de muchísimas otras a quienes la Biblia expresamente confiere tales características.

¿Cómo que no la distingue de muchísimas otras? ¿Acaso la advertencia a no consumir la sangre fue una ley específica, como tantas otras, de la Ley dada a Israel? Existe todo un enlace de milenios que le otorga dicha “peculiaridad” que le niegas que no es característico en ningún otro que posean las obras de Dios. ¡Eso la hace, precisamente, ser tan peculiar! De manera que lo de “sagrada”, de forma escritural, es totalmente irrelevante. ¿Qué más evidencia de su especial connotación?

Finalmente, concediendo tal santidad y sacralidad de la sangre, con la vida que representa, lo significado con las víctimas sacrificadas, y la sangrede Jesucristo mismo como el Cordero de Dios, motivó que Dios prohibiera a Noé y los suyos y luego a Israel el comer carne con su sangre, el darla (no toda) al necesitado de ella, que no la deglute ni digiere, no sólo que no se ve cómo pueda transgredirse el mandamiento, sino que hasta va acorde con lo dicho por el mismo Jesús (Jn 15:13) y por el apóstol Juan (1Jn 3:16).

El título del epígrafe fue diseñado expresamente para no negar lo santo o sagrado de la sangre, sino para inquirir en “cuán”, como grado comparativo y distintivo que legitime un uso especial de tales cualidades.

Pues aquí entonces la estás “cuadrando” acomplándola a un mejor entendimiento que nunca siquiera lo insinuaste al principio lo que nos hubiera evitado tantos “dimes y diretes” que hasta de “asesinos” nos trataron, sólo por el hecho de no ser específico en lo que se pretende enseñar. “¿Cuán santa o sagrada es la sangre”? es una pregunta ambigua que puede significar bien lo que dices o bien, una ausencia total de santidad que la caracteriza, como ha sido tu tendencia desde el principio del debate. El punto que te entiendo es el siguiente, a ver si esta vez logro asimilar lo que con tanta dificultad y elegantes palabras pretendes enseñarnos sin llegar a ninguna parte. Lo que estás diciendo es que la sangre sí es santa y sagrada pero no lo suficiente como para negarnos a recibirla dentro de nosotros mismos (en la era moderna claro) por servir como recurso “salvavidas”, en cuyo caso sí está permitido el darle otro uso que no sea el que el Altísimo dispuso para ella ¿Es así o sigo sin entenderte?

Sinceramente creo que esto ha sido expuesto de tal modo que no debería quedar duda alguna, pero si alguien persistiera con que pese a todo sigue viendo a Dios tan contrariado por las transfusiones como él mismo lo está, no podemos hacer más que invitarle a que revise seriamente en qué habría consistido el “abstenerse” de lo recomendado por la asamblea de Hch 15.

Pues a mí me ha parecido que "no debería quedar duda alguna" del hecho que ya aceptaste: que Dios considere la sangre y la vida como "sagradas". Por lo tanto, no cabe tu impresionante peculiaridad de seguir negando lo que ya al fin aceptaste ¡Y desde principio! Seguir "me trepo a un palo" con tal de pretender haber dejado todo cubierto sin siquiera haber logrado explicar con claridad lo que pretendías con el tema del "epígrafe", es dejar las cosas tiradas por el camino ancho de la confusión. Por lo tanto, en vista de lo que ya habías aceptado como muy obvio que la sangre y la vida, como provenientes de Dios, poseían cierto tipo de santidad natural, debiste haber cambiado el epígrafe por ¿Es la santidad o lo sagrado de la sangre lo suficientemente evidente como para que abarque el no recibirla en nuestro organismo como medicina?

Con toda mi consideración y respeto de siempre.