Se supone que antes de que los manuscritos originales se perdieran con el paso del tiempo; ya se habían hecho copias fiables (o considerablemente fiables). Supongo, y espero, que nadie se haya atrevido a alterar intencionadamente y maliciosamente el mensaje original de los Profetas y los Apóstoles. Sería un pecado muy grave y feo.
Aunque; no es descartable que al hacer copias, traducciones e interpretaciones el mensaje original no sea exactamente igual. Involuntariamente puede haber cambiado algo. Porqué el significado de las palabras en arameo y hebreo no es exactamente igual que en griego, latín o cualquier otro idioma. Además; la interpretación que hacen personas de diferentes lugares y épocas no es exactamente igual.
Esto ocurre con todos los libros religiosos del mundo. Siempre es preferible saber el idioma original en que se escribió para poder interpretar mejor sus contenidos. Pero no todas las personas pueden conocer bien los idiomas originales con los que se ha escrito un libro sagrado. Es por esto que no nos queda más remedio que confiar en la veracidad de los contenidos de los textos en el propio idioma. A pesar de esto; siempre es bueno contrastar diferentes copias e interpretaciones para intentar distinguir cuál puede ser mejor.