Ya hemos aclarado o visto, que el primer pecado en el huerto del Eden fue cometido por Stanás y fue la mentira. Sin embargo el verdadero primer pecado cometido en el huerto por el hombre y en este caso tomando a "hombre" como Adan, según Génesis 5: "Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.", fue el deseo de la carne. Este deseo de la carne que se opone al espíritu, fue el primer pecado. Porque a pesar de todo, antes de ese deseo, puesto en el hombre por la mentira del Diablo, el hombre era un ser espiritual. Una vez que se dió cabida al deseo de la carne, se cumplió lo que dice Santiago:
"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
La concupiscencia es el deseo carnal. Ahora, veamos donde nace ese deseo carnal en el hombre:
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella."
Todos estos sentimientos, fueron deseos de la carne y la palabra nos dice:
"Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." Gálatas
Pero va más allá la palabra al decirnos:
"Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo." 1 Juan 2:16
Definitivamente, el primer pecado que el hombre cometió, fue proveer para la carne:
"Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne." Romanos 13.
Dios los bendice!
Greivin.