Es cosa misteriosa pero conocida que el cerebro de cada cual crea sus propios enemigos. Pero en ciertos casos cuando se llega al paroxismo y a la obsesión el asunto resulta patológico. Para estos casos graves (haberlos haylos en el foro, y no pocos) Cristo ofrece más de una solución:
Hay un versículo con cierto contenido de revancha:
Rom 12:20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.
Aunque a esta revancha de "amontonar ascuas sobre su cabeza" se le puede dar un giro hermenéutico de carácter simbólico: Si el enemigo tiene hambre de Cristo, dale de comer la Palabra para que la mastique. Si el enemigo tiene sed de Cristo, dale de beber del Espíritu Santo.
Pero hay otro que no deja dudas:
Mat 5:43 Oísteis que fué dicho: Amarás á tu prójimo, y aborrecerás á tu enemigo.
Mat 5:44 Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
Mat 5:45 Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos.
Para llegar a empatizar con el Padre (el cual hace que su Sol salga o que llueva sobre malos y buenos) hace falta beber copas de aflicción o pasar por ciertos valles de lágrimas; vamos, que más o menos hace falta humillarse ante Dios de nuestras miserias a la vez que Dios nos regala y muestra su magnificencia.
Isa 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
