¿Cómo ha cambiado el cristianismo en estos tiempos de pandemia?
Aclaración: En otro post mencioné "la iglesia" y no el cristianismo. Pensándolo mejor, tuve que replantear la pregunta, ya que el cristianismo no se limita a una reunión de personas en un lugar (a eso conocemos como "iglesia"), ni el culto o devoción no es una práctica limitada a un lugar y momento específicos. Congregarse para dar culto al Señor siempre será bueno en la medida que recordemos la intención de practicar el amor fraternal entre hermanos al compartir una misma fe. Hecha esta salvedad, prosigo...
A mi buen entender... Hemos presenciado una transformación bastante peculiar del cristianismo (si protestante, evangélico o pentecostal, cada uno sabrá). Unos se tragaron, con todo y frijoles, la conspiración del virus chino, las CDS milagrosas y las vacunas con sello 5G, otros perdieron el fuelle al no poder seguir los cultos presenciales y se acomodaron a seguir las transmisiones en casita, sin molestarse en ver los eventos como si fuese una película del neiflis. Otros tantos santurrones, atragantados en su venenosa envidia, se alegraron porque los cameos de la yisus culture, con sus declaraciones metafísicas, no lograron detener el contagio que trae vuelto loco a este mundo. Ente estos últimos, algunos criticones hebrañoles se alegraron por ver que este cristianismo postmoderno se ha colapsado casi en su totalidad.
Me atrevo a decir que se ha inaugurado un cristianismo disruptivo de pocos -bien pocos- que tuvieron que volver a las raíces de lo primero. Por principio de cuentas y recuento de daños, se han sentido avergonzados porque, en vez de que la tierra se haya llenado del conocimiento de la gloria de Dios para salvación, se llenó de un bicho más pequeño que un grano de arena, el cual ha arrasado con vidas por montones. Ahora mismo, mientras cozo con el hilo y la aguja de la honestidad las letras que algunos leerán, los muertos en la India se van incinerando por montones sin ver un final a este pandemónium desbocado. Lo mismo ha pasado en otras partes y en otras culturas, y quién sabe hasta cuando se acabará esta pesadilla global.
Es como si de pronto, las noticias de islamistas migrando al viejo continente, cada vez más ateo que incrédulo, o fundamentalistas rabiosos cabalgando su yijad contra todo lo que tenga forma de cruz, y el dragón rojo comiéndose el mundo, se hayan esfumado mientras que la ideología (¿perversión?) de género se va apoderando de la aldea global en esta generación de cristal. ¿Cual es la preocupación actual para muchos? ¿Retener lo poco que queda de la época gloriosa de la globalización, o esperar la mejor vacuna que comprar para conservar la vida?
Bueno, la pandemia ha derrumbado economías, reclamando las vidas de muchos que creían eran los reyes del mundo. Necesariamente, este naciente cristianismo disruptivo habrá de marcar una profunda huella en la medida que no se repitan los viejos vicios del pasado. El primero de ellos, es forzar el evangelio de Cristo en una ideología dulcificada de prosperidad y el pan de azúcar del gospel singer intocable e invulnerable.
No quiero decir que haya un nuevo movimiento religioso con la devaluada etiqueta de "cristiano", como con un estigma de maldición más que de esperanza. Más bien, es como siempre ha sido, una pequeña manada enfrentando una bestial jauría de lobos y demonios, dispuestos a llevar a los seres humanos al mismo destino del ángel asesino.
¿Qué piensan ustedes?
Aclaración: En otro post mencioné "la iglesia" y no el cristianismo. Pensándolo mejor, tuve que replantear la pregunta, ya que el cristianismo no se limita a una reunión de personas en un lugar (a eso conocemos como "iglesia"), ni el culto o devoción no es una práctica limitada a un lugar y momento específicos. Congregarse para dar culto al Señor siempre será bueno en la medida que recordemos la intención de practicar el amor fraternal entre hermanos al compartir una misma fe. Hecha esta salvedad, prosigo...
A mi buen entender... Hemos presenciado una transformación bastante peculiar del cristianismo (si protestante, evangélico o pentecostal, cada uno sabrá). Unos se tragaron, con todo y frijoles, la conspiración del virus chino, las CDS milagrosas y las vacunas con sello 5G, otros perdieron el fuelle al no poder seguir los cultos presenciales y se acomodaron a seguir las transmisiones en casita, sin molestarse en ver los eventos como si fuese una película del neiflis. Otros tantos santurrones, atragantados en su venenosa envidia, se alegraron porque los cameos de la yisus culture, con sus declaraciones metafísicas, no lograron detener el contagio que trae vuelto loco a este mundo. Ente estos últimos, algunos criticones hebrañoles se alegraron por ver que este cristianismo postmoderno se ha colapsado casi en su totalidad.
Me atrevo a decir que se ha inaugurado un cristianismo disruptivo de pocos -bien pocos- que tuvieron que volver a las raíces de lo primero. Por principio de cuentas y recuento de daños, se han sentido avergonzados porque, en vez de que la tierra se haya llenado del conocimiento de la gloria de Dios para salvación, se llenó de un bicho más pequeño que un grano de arena, el cual ha arrasado con vidas por montones. Ahora mismo, mientras cozo con el hilo y la aguja de la honestidad las letras que algunos leerán, los muertos en la India se van incinerando por montones sin ver un final a este pandemónium desbocado. Lo mismo ha pasado en otras partes y en otras culturas, y quién sabe hasta cuando se acabará esta pesadilla global.
Es como si de pronto, las noticias de islamistas migrando al viejo continente, cada vez más ateo que incrédulo, o fundamentalistas rabiosos cabalgando su yijad contra todo lo que tenga forma de cruz, y el dragón rojo comiéndose el mundo, se hayan esfumado mientras que la ideología (¿perversión?) de género se va apoderando de la aldea global en esta generación de cristal. ¿Cual es la preocupación actual para muchos? ¿Retener lo poco que queda de la época gloriosa de la globalización, o esperar la mejor vacuna que comprar para conservar la vida?
Bueno, la pandemia ha derrumbado economías, reclamando las vidas de muchos que creían eran los reyes del mundo. Necesariamente, este naciente cristianismo disruptivo habrá de marcar una profunda huella en la medida que no se repitan los viejos vicios del pasado. El primero de ellos, es forzar el evangelio de Cristo en una ideología dulcificada de prosperidad y el pan de azúcar del gospel singer intocable e invulnerable.
No quiero decir que haya un nuevo movimiento religioso con la devaluada etiqueta de "cristiano", como con un estigma de maldición más que de esperanza. Más bien, es como siempre ha sido, una pequeña manada enfrentando una bestial jauría de lobos y demonios, dispuestos a llevar a los seres humanos al mismo destino del ángel asesino.
¿Qué piensan ustedes?