¿Qué piensas, Olga? Fueron cómplices? Por qué sí o por qué no?
Tú conoces las Escrituras.
Por otra parte, insisto: si no detengo la mano del terrorista, pudiendo hacerlo, me convertiré en su cómplice.
El mundo está gobernado por el diablo
Jesus predijo guerra e injusticias
Los cristianos no matan
Los cristianos son embajadores substituyendo por cristo
¿Se mezclan an la política del países que sirven los embajadores
Los apóstoles no pelearon por Jesus
y no haría una razon más fuerte para pelear
Los cristianos verdaderos
no votan, no ingresan al ejército para entrenarse a matar
el gobierno que esperamos es el reino celestial que pronto destruirá a los gobiernos que usted defiende
Por toda la Tierra los sucesos de la I Guerra Mundial
sometieron a dura prueba las afirmaciones de los que decían ser cristianos.
A pesar de que el Vaticano simpatizaba con las Potencias Centrales,
el papa Benedicto XV trató de aparentar ser neutral.
Sin embargo, en cada nación el clero —católico y protestante—
no adoptó tal posición de neutralidad.
Respecto a la situación en Estados Unidos,
el Dr. Ray Abrams, en su libro
Preachers Present Arms
(Los predicadores presentan armas), escribió:
“Las iglesias adoptaron una unidad de propósito desconocida hasta entonces en los anales religiosos.
Sin perder tiempo, los líderes se organizaron cabalmente para la guerra.
En las veinticuatro horas que siguieron a la declaración de guerra,
el Concilio Federal de las Iglesias de Cristo en América trazó planes para cooperar a plenitud.
La Iglesia Católica, organizada para un servicio similar bajo el Concilio Nacional Católico de Guerra,
dirigido por catorce arzobispos y el cardenal Gibbons como presidente,
demostró una devoción similar por la causa.
Muchas iglesias hicieron mucho más de lo que se les había pedido.
Se convirtieron en puestos de reclutamiento para soldados”.
El 28 de junio de 1919 se firmó en Versalles (Francia)
un tratado de paz que incluía el Pacto de la Sociedad de Naciones.
Incluso antes de que se firmara dicho tratado,
el Concilio Federal de las Iglesias de Cristo en América llamó a aquella Sociedad
“la expresión política del Reino de Dios en la Tierra”.
Y el Senado de Estados Unidos recibió una avalancha de correspondencia
de grupos religiosos que instaban a que se ratificara el Pacto de la Sociedad de Naciones.