Re: Antes de tu salida de la ICAR ¿Tuviste un Encuentro con Jesús Eucaristia?
Clemente de Roma
Este obispo de Roma escribió hacia fines del primer siglo una carta a la Iglesia de Corinto. En ella no trata de la Eucaristía, pero hace alusión al sacrificio de Cristo como algo singular y ya cumplido.
1 Corintios (ed. Ruiz Bueno)
7. (4) Fijemos nuestra mirada en la sangre de Cristo, y conozcamos cuán preciosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, pues, derramada por nuestros pecados, alcanzó gracia de arrepentimiento para todo el mundo.
21. (6) Reverenciemos al Señor , cuya sangre fue derramada por nosotros...
Ignacio de Antioquía
Este obispo, quien falleció antes de 117, escribió siete cartas en camino de su martirio en Roma. Es afecto a un lenguaje ricamente simbólico, por lo cual sus declaraciones concernientes a la Eucaristía deben valorarse cautelosamente. Por ejemplo, dijo a los Romanos: “Permitidme ser pasto de las fieras, por las que me es dado alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios, y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo” (Romanos 4:1).
También presenta un punto de vista del episcopado que no se halla en el Nuevo Testamento pero que al parecer se desarrolló tempranamente.
En la carta a los tralianos, citada más abajo, llama a la fe, la carne de Cristo, y al amor, su sangre.
Las citas son de la edición de Ruiz Bueno.
Efesios 13:1.
Por lo tanto, poned empeño en reuniros con más frecuencia para celebrar la Eucaristía de Dios y tributarle gloria. Porque, cuando apretadamente os congregáis en uno, se derriban las fortalezas de Satanás y por la concordia de vuestra fe se destruye la ruina que él os procura.
Efesios 20:2.
Si os congregáis, repito, para mostrar vuestra obediencia al obispo y al colegio de ancianos con indivisible pensamiento, rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo.
Tralianos 8:1.
... Así, pues, revestidos de mansedumbre, convertíos en nuevas criaturas por la fe, que es la carne del Señor, y por la caridad, que es la sangre de Jesucristo.
Romanos 7:3.
No siento placer por la comida corruptible ni me atraen los deleites de esta vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, del linaje de David; su sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible.
Filadelfos 4:1.
Poned, pues, todo ahínco en usar de una sola Eucaristía, pues una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y un solo cáliz para unirnos con su sangre; un solo altar, así como no hay más que un solo obispo, juntamente con el colegio de ancianos y con los diáconos, consiervos míos. De esta manera, todo cuanto hiciereis, lo haréis según Dios.
Esmirniotas 7.
(1) [los que profesan doctrinas ajenas a la gracia de Jesucristo] Apártanse también de la Eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Señor Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre. Así, pues, los que contradicen al don de Dios, mueren y perecen entre sus disquisiciones. ¡Cuánto mejor les fuera celebrar la Eucaristía, a fin de que resucitaran!
(2) Conviene, por tanto, apartarse de tales gentes, y ni privada ni públicamente hablar de ellos, sino prestar toda atención a los profetas, y señaladamente al Evangelio, en el que la pasión se nos hace patente y vemos cumplida la resurrección. Toda escisión, en cambio, huidla, como principio de males.
8. (1)... Sólo aquella Eucaristía ha de tenerse por válida que se celebre por el obispo o por quien de él tenga autorización.
(2) ... Sin contar con el obispo, no es lícito bautizar ni celebrar la Eucaristía ...
Justino Mártir
De origen palestino, hijo de padres paganos, Justino fue uno de los grandes defensores de la fe cristiana del segundo siglo. Fundó una escuela en Roma, donde murió mártir hacia 165.
En sus escritos se hallan varias referencias ala Eucaristía, cómo era practicada y cuál era su significado. El pan y el vino, que son capaces de nutrir el cuerpo, nutren también las almas al ser consagrados por la acción de gracias. Es precisamente esta acción de gracias lo que constituye un sacrificio agradable a Dios (Diálogo con Trifón, 117).
Cito de la edición de Padres Apologetas Griegos de Ruiz Bueno.
Apología I
65. (2) Terminadas las oraciones, nos damos mutuamente el ósculo de paz.
(3) Luego, al que preside a los hermanos, se le ofrece pan y un vaso de agua y vino, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias, por habernos concedido esos dones que de Él nos vienen. Y cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén.
(4) “Amén”, en hebreo, quiere decir “así sea.”
(5) Y una vez que el presidente ha dado gracias y aclamado todo el pueblo, los que entre nosotros se llaman “ministros” o diáconos, dan a cada uno de los asistentes parte del pan y del vino y del agua sobre que se dijo la acción de gracias y lo llevan a los ausentes.
66. (1) Y este alimento se llama entre nosotros “Eucaristía”, de la que a nadie le es lícito participar, sino al que cree verdaderamente nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó.
(2) Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación; así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que Dios procede, el alimento sobre que fue dicha la acción de gracias –alimento del que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la carne y la sangre de Aquel mismo Jesús encarnado.
(3) Y es así que los Apóstoles en los Recuerdos, por ellos escritos, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así les fue a ellos mandado, cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: Esta es mi sangre, y que sólo a ellos les dio parte.
67. (3) El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas.
(4) Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos.
(5) Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias y todo el pueblo exclama diciendo “amén”. Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes.
Diálogo con Trifón
41. (1) La ofrenda de la flor de harina, señores –proseguí- que se mandaba a hacer por los que se purificaban de la lepra, era figura del pan de la Eucaristía que nuestro Señor Jesucristo mandó ofrecer en memoria de la pasión que él padeció por todos los hombres que purifican sus almas de toda maldad, a fin de que juntamente demos gracias a Dios por haber creado el mundo y cuanto en él hay por amor del hombre, por habernos a nosotros librado de la maldad en que nacimos y haber destruido con destrucción completa a los principados y potestades de aquel que, según su designio, nació pasible.
(2) De ahí que sobre los sacrificios que vosotros entonces ofrecíais, dice Dios, por boca de Malaquías, uno de los doce profetas: No está mi complacencia en vosotros –dice el Señor- , y vuestros sacrificios no los quiero recibir de vuestras manos. Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y sacrificio puro. Porque grande es mi nombre en las naciones –dice el Señor-, y vosotros lo profanáis [Malaquías 1:10-12].
(3) Ya entonces, anticipadamente, habla de los sacrificios que nosotros, las naciones, le ofrecemos en todo lugar, es decir, del pan de la Eucaristía y lo mismo del cáliz de la Eucaristía, a par que dice que nosotros glorificamos su nombre y vosotros lo profanáis.
117. (1) Así, pues, Dios atestigua de antemano que le son agradables todos los sacrificios que se le ofrecen por el nombre de Jesucristo, los sacrificios que éste nos mandó ofrecer, es decir, los de la Eucaristía del pan y del vino, que celebran los cristianos en todo lugar de la tierra. En cambio, Dios rechaza los sacrificios que vosotros le ofrecéis por medio de vuestros sacerdotes, cuando dice: Y no recibiré de vuestras manos vuestros sacrificios, porque desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado –dice- en las naciones y vosotros lo profanáis.
(2) Vosotros seguís aún ahora diciendo porfiadamente que Dios dice no recibir los sacrificios que se le ofrecían en Jerusalén por los israelitas que en aquel tiempo la habitaban; sí, en cambio, las oraciones que le hacían los hombres de aquel pueblo que se hallaban en la dispersión, y estas oraciones son las que llama sacrificios. Ahora bien, que las oraciones y acciones de gracias hechas por hombres dignos son los únicos sacrificios perfectos y agradables a Dios, yo mismo os lo concedo.
(3) Justamente ésos solos son los que los cristianos han aprendido a ofrecer hasta en la consagración del pan y del vino, en que se recuerda la Pasión que por su amor sufrió el Hijo de Dios...
(5) En cambio, no hay raza alguna de hombres, llámense bárbaros o griegos o con otros nombres cualesquiera, ora habiten en casas o se llamen nómadas sin viviendas o moren en tiendas de pastores, entre los que no se ofrezcan por el nombre de Jesús crucificado oraciones y acciones de gracias al Padre y hacedor de todas las cosas.
Continuara...
Paz de Cristo