Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
Nuestros días sobre la tierra
son como la hierba;
igual que las flores silvestres,
florecemos y morimos.
El viento sopla,
y desaparecemos como si nunca
hubiéramos estado aquí.
Pero el amor del Señor
permanece para siempre
con los que le temen.
¡Su salvación se extiende
a los hijos de los hijos
de los que son fieles a su pacto,
de los que obedecen sus mandamientos!
El Señor ha hecho de los cielos su trono;
desde allí gobierna todo.