-El albedrío es una facultad que todos indudablemente tenemos, pero que no es libre sino esclavo: "Vio El Eterno que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal" (Gn 6:5). Esto que fue general entre los prediluvianos siguió por las generaciones sucesivas a Sem, Cam y Jafet hasta nosotros en estos días.
-Solo cuando la gracia de Dios toca al individuo puede este elegir lo bueno y desechar lo malo. No somos nosotros los que escogemos a Cristo sino Él a nosotros. En cosas relacionadas con la vida natural, indudablemente que los hombres pueden errar o acertar, decidir sabia o neciamente.