A ver si los calvinistas entienden



LAS DISTINTAS DENOMINACIONES QUE FUERON SURGIENDO, FUERON TOLERADAS POR DIOS PERO NO APROBADAS.

¿Cómo Dios podría aprobar, denominaciones en donde se repudian, verdades fundamentales de la fe cristiana, como la total depravación, la elección incondicional, la gracia irresistible, y la seguridad de la salvación??

¿Cómo Dios podría aprobar, denominaciones en donde se le diga al pueblo de Dios, de que los dones han cesado, como Dios podría aprobar semejante disparate, que debilita a los redimidos, alejándolos de la verdad de que los dones del Espíritu forman parte del arsenal espiritual con que Dios ha dotado a su iglesia?.

¿Cómo Dios podría aprobar denominaciones en donde so pretexto de ser fiel a lo que fue la postura de la reforma, se enseñe una "escatología" de pocilga, que cree que la atadura y confinamiento de satanás que se menciona al final del libro de Apocalipsis, es algo que tuvo lugar al comienzo de la era de la iglesia?.

¿Cómo podría Dios aprobar que se niegue la doctrina de que habrá un REINO MILENIAL que será establecido luego de la Segunda Venida del Señor Jesucristo?.

Hoy en la postrimería de los Tiempos, Dios está levantando un ejército de gladiadores por la verdad, hombres y mujeres para quienes lo único importante es creer no lo que tal o cual denominación o concilio dice que se debe creer, sino lo que está revelado en las Sagradas Escrituras. Cristianos que están dispuestos a salir fuera de todo campamento en donde se le dé más importancia a la tradición denominacional que a lo que Dios ha revelado en su Palabra, cristianos dispuestos a escuchar a aquel que está a la puerta llamando a llevar su vituperio antes que tener el favor de los hombres.

¡Solo a Dios sea la Gloria!!!





 


RESPECTO A LOS TIBIOS DE LAODICEA.

El estado de tibieza espiritual al que se alude en la carta a la iglesia de Laodicea, es algo que debe ser considerado dentro de su contexto escatológico, el cual tiene que ver con una iglesia en medio de la cual ya no está El Señor en medio sino a la puerta llamando a sus ovejas a salir fuera.
Laodicea en un sistema caracterizado por el relativismo espiritual en donde no existe tal cosa como el amor y el celo por la verdad de Dios revelada en las Sagradas Escrituras, es decir que quienes pertenecen a este sistema religioso no se sienten compelidos a contender ardientemente por la fe que una vez ha sido dada los santos.

No tener en claro estas consideraciones al hablar de tibieza espiritual, lleva a caer en trágicos errores doctrinales, tales como el sugerir que una nueva criatura en Cristo podría eventualmente ser vomitada por El Mismo Señor que ha prometido que sus ovejas no perecerán jamás ni nadie las podrá arrebatar de su mano. Pues los que han sido unidos al cuerpo de Cristo mediante el bautismo Del Espíritu Santo, poseen las gloriosas provisiones del Nuevo Pacto, que garantizan que quien ha sido predestinado, llamado y justificado inexorablemente será justificado. Pues la misma fe que le ha sido dada a los escogidos como don de Dios, es sostenida mediante la intercesión Del Señor Jesucristo.

Conclusión; Dios no vomita a sus hijos, sino que los disciplina, pudiendo llegar al extremo de cortarlos de esta vida llevándolos prematuramente al cielo. Quienes serán vomitados son todos aquellos que forman parte de un sistema religioso apostata que quienes lo integran nunca han tenido vida en Cristo.

Solo a Dios sea La Gloria.


 


La idea de decir “dale a Jesús una oportunidad” es profundamente equivocada porque invierte por completo el orden bíblico de la salvación. La Escritura jamás presenta a Cristo como un mendigo espiritual esperando que el pecador finalmente lo considere; por el contrario, muestra al ser humano como totalmente incapaz, muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1), necesitado desesperadamente de la gracia soberana de Dios.
Cuando hablamos como si Jesús estuviera “buscando un lugar donde habitar”, caemos en una noción humanista que reduce al Señor de gloria (1 Corintios 2:8) a un ser dependiente de nuestra aceptación. La Biblia enseña exactamente lo opuesto: no es Cristo quien necesita del hombre, sino el hombre quien necesita con urgencia de Cristo. El pecador no ofrece oportunidades; el pecador suplica misericordia. No es el hombre el que extiende una mano salvadora, sino Dios quien desciende para levantar al caído (Salmo 40:1-3).
Jesús no ruega por atención: Él llama con autoridad soberana, como llamó a Lázaro desde la tumba (Juan 11:43-44). No pidió permiso para resucitarlo; dio una orden, porque donde Cristo habla, la muerte obedece. Así también actúa en nuestra salvación: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16). La iniciativa siempre es divina.
Presentar a Cristo como necesitado de nuestra respuesta ignora la realidad de nuestra corrupción. El “miserable hombre” (Romanos 7:24) soy yo; el necesitado, el pobre en espíritu, el ciego, el perdido (Lucas 19:10), soy yo. Él es el Pastor que va detrás de la oveja, no la oveja la que busca al Pastor. La obra comienza en Él, continúa en Él y culmina en Él (Filipenses 1:6).
Por eso, la frase “dale a Jesús una oportunidad” rebaja la gloria del Evangelio y exalta el orgullo humano. Cristo no busca oportunidades: Él ejerce dominio, revela su gracia, abre los ojos del corazón y trae vida donde solo hay muerte.
La verdad bíblica es esta:
No es Cristo quien espera ser aceptado. Somos nosotros quienes, por pura gracia, somos alcanzados, quebrantados y transformados por Él.


 


La seguridad del pueblo de Dios no descansa en la fuerza humana, sino en la fidelidad inquebrantable de Cristo. La Biblia no presenta a un Salvador que “ofrece” salvación y luego espera pasivamente que Su pueblo se mantenga por sus propias fuerzas. Presenta a un Buen Pastor que sale, busca, levanta, carga, guarda y preserva a cada una de Sus ovejas hasta el final.

Jesús declara con autoridad absoluta:
«Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:28).
Estas no son palabras poéticas: son un decreto del Rey. Cristo no promete intentar; promete lograr. Él no dice que “tal vez” se pierdan; dice que jamás.

La preservación del creyente no es un acto compartido entre la fragilidad humana y la gracia divina. Es una obra soberana del Pastor que conoce cada debilidad, cada caída y cada desvío… y aun así insiste en traer de vuelta a quienes el Padre le dio. El mismo Jesús afirmó: «No perderé ninguno de los que Él me dio» (Juan 6:39). La insistencia de Cristo es más fuerte que la resistencia humana.

Aunque Su pueblo tropiece, Él lo levanta. Aunque se aparte, Él lo busca. Aunque se enfríe, Él lo despierta. Aunque se esconda, Él lo encuentra. No porque la oveja sea fiel, sino porque Él es fiel. Porque Su nombre, Su gloria y Su pacto están en juego.

La doctrina de la preservación no exalta la capacidad del creyente: exalta la perseverancia del Salvador. El que comenzó la obra, la terminará (Filipenses 1:6).
El que llama, justifica; y el que justifica, glorifica (Romanos 8:30). No hay pérdidas, no hay accidentes, no hay “falta de mérito” que rompa el plan eterno de Dios.

Cuando Cristo pone Su mano sobre una vida, esa vida queda marcada por la eternidad. La oveja puede cansarse, confundirse o desorientarse… pero el Buen Pastor no se rinde. Su amor no es meramente emocional; es eficaz. Su gracia no es tentativa; es victoriosa. Su llamado no es frágil; es irresistible y consumador.

Esa es la confianza del justo:
No que él se aferró a Cristo… sino que Cristo lo sostiene, y nadie puede arrancarlo de esas manos perforadas.


 


HISTORIA DEL SEMIPELAGIANISMO, SU RATIFICACIÓN EN EL CONCILIO ROMANISTA DE TRENTO Y SU PREDOMINIO EN EL EVANGELICALISMO DE LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS.


Este breve artículo, tiene como objetivo, aclarar a qué nos referimos cuando afirmamos que tal o cual predicador es SEMIPELAGIANO.

En el siglo V, cierta declaración que hizo el teólogo Agustín de Hipona, provocó la reacción de un obispo de nombre Pelagio, y dicha reacción fue algo así como esas erupciones que aparecen en la piel toda vez que se aplica un reactivo para determinar si alguien es alérgico a algo. En este caso, la reacción de Pelagio fue ante una oración que hizo pública Agustin, que decía; Señor ordena lo que quieras y otorga lo que ordenas. Lo que en sencillas palabras Agustin estaba expresando, es que de no ser por la gracia de Dios, el hombre no puede hacer absolutamente nada que sea agradable a Dios, esta declaración que provocó una virulenta reacción de parte del obispo Pelagio, era la piedra angular de la doctrina de la total depravación. Ante esto Pelagio comenzó a exteriorizar su repudio a dicha verdad, diciendo que el hombre no necesita de la gracia de Dios para hacer su voluntad, pero además Pelagio iba mucho más allá, llegando a afirmar cosas tales como que la caída no afectó a los descendientes de Adán sino que sólo le afectó a Adán y a su mujer, y también llegó a afirmar, que aunque nunca hubiera pecado, de todas maneras Adán hubiera muerto. Es claro y evidente que la reacción de Pelagio dejó expuesto que era un falso maestro incrustado dentro de la iglesia de Cristo, un falso maestro que descaradamente negaba las Sagradas Escrituras y la necesidad de un Redentor, porque si como afirmaba Pelagio el pecado de Adán solo lo había afectado a éL, entonces tampoco era necesario el sacrificio propiciatorio de Cristo.

Toda esta situación, ocasionó que se convocara un concilio eclesiástico que declaró ANATEMA al obispo Pelagio. Pero al mismo tiempo esta crisis fue utilizada por la Divina providencia, para que ciertas verdades concernientes a la Gracia Soberana de Dios, fueran expuestas con una claridad cómo hasta ese entonces no se tenía, y para tal efecto Dios utilizó al obispo Agustin , es decir , así como en el siglo IV Dios utilizó el ministerio de un maestro como Atanasio para exponer con claridad la doctrina de la Trinidad, ante esa nueva crisis del siglo V Dios nuevamente utilizó a sus maestros para que pudieran exponer verdades tales como, que a causa de la caída el hombre ha quedado absolutamente incapacitado para dar el primer paso a la salvación, y de no ser por el llamamiento eficaz del cual son objeto los elegidos, el sacrificio de Cristo seria de provecho para nadie, por cuanto todos absolutamente todos, aborrecen la luz, y no quieren venir a la luz para que sus malas obras sean reprendidas. Conclusiones que fueron todas fundamentadas en las Sagradas Escrituras. Y fue a partir de ese momento de la iglesia de Cristo, que se empezó a establecer la relación entre todo un cúmulo de verdades bíblicas. Se empezó a establecer la relación entre Efesios 2:1; en donde se describe al hombre sin Cristo como un cadáver espiritual, con 1 de Corintios 2:14; en donde se afirma que para el hombre natural las cosas que son Del Espíritu de Dios le son locura. Es decir quedó muy claro que cuando la Biblia compara al hombre natural con un cadáver, lo que se quiere significar es que a causa de la caída, la parte inmaterial del hombre quedó afectada al grado tal de que las verdades concernientes a la salvación le resultan locura. Y tal aseveración llevó a una pregunta cuya respuesta también sirvió para entender declaraciones del Señor Jesucristo tales como las que se registran en Juan 6:44. La pregunta era la siguiente; ¿Cómo podía el hombre dar el primer paso hacia la salvación si siendo que en su estado de muerte espiritual las cosas del Espíritu le son Locura? El Señor Jesucristo nos da la respuesta a esta pregunta en Juan 6:44 cuando afirma Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero, la exégesis de esta declaración llevó a entender que de lo que El Señor aquí está hablando es de un llamamiento eficaz del cual son objeto los elegidos, llamamiento que como ya dijimos hace posible la respuesta a tal llamamiento. Está muy claro que El Padre no trae a todos a Cristo, sino sólo aquellos que según el afecto de su voluntad ha determinado salvar.


Transcurrido cierto tiempo, falsos maestros infiltrados en la iglesia, lograron volver a oscurecer la comprensión de todo el cuerpo de verdad referente a la total depravación, elección incondicional y llamamiento eficaz, doctrinas que habían quedado sistematizadas a partir de la crisis pelagiana. Lo que estos falsos maestros alegaban, era que el hombre no estaba muerto espiritualmente sino enfermo, pero no lo suficientemente enfermo como para no poder dar el primer paso hacia la salvación. Nuevamente se estaba ante la negación de fundamentos bíblicos. A ese resurgimiento del pelagianismo es lo que se conoce como SEMIPELAGIANISMO, falsa doctrina que continuó siendo sostenida por LA GRAN RAMERA CATOLICA. Hasta que en el siglo XVI, nuevamente la Divina Providencia, produjo un acontecimiento conocido como La Reforma, encarnada por hombres como Juan Calvino y Martin Lutero, Reforma que restauró verdades que habían sido sepultadas por Roma mediante la herejía semipelagiana. Y no solo la Reforma restauró esas doctrinas sino que también restauró la clara comprensión de la doctrina de LA JUSTIFICACIÓN POR FE.


La respuesta de Roma a la Reforma protestante, fue el concilio de Trento, concilio en el que se declaró maldito a todo aquel que enseñara que el hombre está absolutamente incapacitado para dar el primer paso a la salvación, es decir EL SEMIPELAGIANISMO fue ratificado por Roma. Pero transcurrido el tiempo ese semipelagianismo fue nuevamente introducido dentro de la iglesia, por Jacobo Arminio, cuyas conclusiones estaban en perfecta sintonía con EL SEMIPELAGIANISMO de Roma, es decir, en esencia, Arminio estaba enseñando también, de que EL HOMBRE NO ESTÁ MUERTO ESPIRITUALMENTE COMO ENSEÑA LA ESCRITURA SINO ENFERMO. Arminio negó que existiera tal cosa como elección incondicional, sino que Dios eligió a aquellos que según su presciencia, conoció que obedecerían el llamamiento a la salvación. Está claro que tal planteamiento teológico niega olímpicamente la total incapacidad del hombre para entender las cosas Del Espíritu, es decir parte de una hipotética e inexistente capacidad inherente en el ser humano para entender que está perdido y que necesita un Salvador.


Por último; al considerar EL SEMIPELAGIANISMO y su nefasta influencia dentro de la iglesia de Cristo, es muy importante tener en perspectiva que Charles Finey, padre de los famosos llamamientos al altar para aceptar a Cristo, solía afirmar que no era SEMIPELAGIANO SINO PELAGIANO. Charles Finey, con su enseñanza y práctica, estaba negando algo tan elemental COMO EL QUE LOS MUERTOS ESPIRITUALES NO PUEDEN ACEPTAR LA VIDA, SÓLO PUEDEN RECIBIRLA..

A nadie en su sano juicio, se le ocurriría pensar, que un muerto tiene la facultad de decidir si ha de ser o no resucitado, o en otras palabras SI ACEPTA O RECHAZA EL SER RESUCITADO, sin embargo desde los días del pelagiano Charles Finey, un gran segmento de ministros evangélicos, tanto pastores como evangelistas, han abrazado la anti bíblica noción de que el ser humano tiene la capacidad innata de poder decidir si acepta o rechaza la oferta de salvación, negando olímpicamente todo un cuerpo de verdad que claramenteenseña, que a raíz de la caída, y tal como Dios se lo advirtió a Adán y a su mujer, la desobediencia traería como consecuencia la muerte espiritual, muerte espiritual de la cual la muerte física sería una consecuencia. Tal negación ha derivado en todo un bagaje de falsas creencias y prácticas anti bíblicas tales como el INSTAR A LAS PERSONAS A ACEPTAR A CRISTO, practica de la cual no existe ninguna base bíblica, por cuanto ni Cristo ni los apóstoles, jamás hicieron tal invitación.

La Biblia no habla de aceptar al Señor Jesucristo, sino de recibirlo, pero si analizamos el contexto en donde aparece esa expresión, llegamos a la inequívoca conclusión de que cuando el Nuevo Testamento habla del acto de RECIBIR A CRISTO, lo describe NO COMO CAUSA SINO COMO EFECTO DE UNA CAUSA: Juan 1:12-13

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Está muy claro que lo que se menciona en el versículo 12, que es el recibir a Cristo, es el efecto de una causa, y esa causa se menciona en el versículo 13. Esa causa es la gracia soberana de Dios, Quien mediante su omnipotencia, engendra a todos aquellos que han sido elegidos para ser objeto de su gracia, y tal aseveración, está fundamentada, en que tres veces se enfatiza que tal engendramiento, no está precedido por ningún acto de la voluntad humana, por eso enfáticamente se declara que LOS CUALES NO SON ENGENDRADOS DE SANGRE, NI DE VOLUNTAD DE CARNE, NI DE VOLUNTAD DE VARÓN, SINO DE DIOS.

Instar a los pecadores a aceptar a Cristo, además de ser semipelagianismo puro y duro, es comparable a que se inste a un cadáver a aceptar o no aceptar el ser resucitado. Por lo tanto, recibir a Cristo es el efecto de una causa y esa causa es la gracia inmerecida de Dios de la que son objeto aquellos que según el puro afecto de su voluntad, Dios ha determinado salvar.

Conociendo todos estos antecedentes, podemos entender el porqué de tanta oposición a las verdades fundamentales de la fe cristiana, tales como LA ELECCIÓN INCONDICIONAL, LA TOTAL DEPRAVACIÓN, Y EL LLAMAMIENTO EFICAZ. Hoy nos toca a nosotros defender aquellas fundamentos de la fe cristiana que fueron y siguen siendo atacados por los enemigos de la verdad.

Solo a Dios sea la Gloria.