Nosotros, en cambio,
somos ciudadanos de los cielos
y esperamos impacientes
que de allí nos venga el salvador:
Jesucristo, el Señor.
Él será quien transforme
nuestro frágil cuerpo mortal
en un cuerpo glorioso como el suyo,
en virtud de la capacidad que tiene
para dominar todas las cosas.
FILIPENSES 3:20-21 BLP
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