¿Puede mentirnos La Biblia?

Estimado HURKAWAY:

Estimado HURKAWAY:

Muchas gracias por tan explícito mensaje.
Ahora veo claro que todo el problema se circunscribe a un solo punto: tú haces tus propuestas convencido de su razón, y cualquier respuesta que no encaje con ella, la das por falsa y mentirosa. El dilema es tan antiguo que sirve de ejemplo lo que le plantean los amigos al paciente Job, y finalmente, la reprensión de Dios al propio Job usando de muchas preguntas en los capítulos que van del 38 al 41. Ciertamente que no es sabiduría contender con el Omnipotente (40:1), pues si de responderle se trata, tapamos la boca con la mano.
Pero como yo no soy Dios, puedo intentar responderte desde mi limitada humanidad.
1 - Tu primer propuesta dice:
“En materia espiritual propongo que DEBE existir un acceso universal. De ser universal debiera existir en la naturaleza humana la suficiente capacidad como para lograr tal acceso aun en las más contrarias situaciones que el hombre pudiese afrontar.”
A esto contesto: El mismo uso del DEBE (que expresamente destacas con mayúscula repitiendo el concepto seguidamente: “debiera existir”) demanda o exige algo que puede admitirse como razonable y lógico, pero sin ser necesariamente imprescindible, pues en tal caso estaríamos imponiendo a la conciencia universal algo que entendemos de esa manera, pero que no tiene por qué ser compartido por todos los seres pensantes. De insistir con ello, pues entonces quizás ni permitamos al mismo Dios opinar al respecto, y si lo que dice no se ajusta a nuestros parámetros ¡pues lo mandamos callar!
Pero como yo soy imperfecto, admitiré sin rodeos la primera cláusula de tu propuesta, mientras consentiré con la otra con los correspondientes reparos:
a) Entiendo que ese acceso universal (al encuentro con Dios) sí existe pero que no es un sentimiento como el amor – últimamente bastante depreciado por lo veleidoso -, sino una persona: la de aquel que dijo: YO SOY LA PUERTA, LA VERDAD, EL CAMINO, y todavía reafirmó: “nadie viene al Padre si no es por mí”. Pero a ti esa puerta no te gusta - aunque más no sea que por estrecha y por no aceptar otras puertas alternativas -, y le quitas la calidad de “universal” a tal acceso, pues sabes que aunque todos sean llamados muy pocos entrarán por ella y seguirán por ese camino angosto.
b) Dije luego que tenía reparos en la formulación de la segunda cláusula, dado que lo que observo en la humanidad toda es una incapacidad innata para lograr tal acceso, por más que se le faciliten las cosas. O sea, que de no asumir Dios la iniciativa para mover al hombre hacia la Puerta, éste jamás la mirará con ánimo de entrar por ella. Esta es la razón de por qué no nos salvamos a nosotros, sino que somos salvados por Jesucristo mismo.
Al hombre natural le repugna la idea de que ni siquiera pueda labrarse su propia salvación.
El amor como sentimiento no sólo es accesible a todo ser humano, sino que animales y hasta las mismas plantas son sensibles a él. Pero el Amor que entendemos los cristianos, es tanto la esencia misma de Dios como su expresión en su Hijo, un don de su Espíritu, y la gracia que nos acompaña junto a la fe y la esperanza. No es que por el amor nos acercamos a Dios, sino que habiéndonos amado Él primero, por amor se acercó a nosotros. Nuestro amor es prestado, porque apenas es como un eco que responde al amor de Dios.

2 – La segunda cuestión que propones con especial interés, es que, si no es por la Biblia, ¿cómo podría uno enterarse de las verdades citadas en esa selección de textos?
A ello respondo: si bien es cierto que tales verdades están impresas sobre el papel de ese libro que comúnmente llamamos Biblia, las verdades siempre son tales aún antes de que sean proclamadas a viva voz, o registradas sobre un papel impreso o un soporte informático.
Así en tu selección, algunas fueron inicialmente dichos de Jesús y Pedro, y en otros casos letras escritas por mano de Pablo o dictadas por él.
Antes de la imprenta, difícilmente las personas vieran siquiera una vez en su vida un ejemplar de la Biblia. Sin embargo, escuchando la predicación asimilaban su contenido creyendo a su mensaje. La Palabra de Dios es viva, y vivifica tanto al oyente como al lector. Al crítico en cambio, le es un continuo dolor de cabeza, no sólo por tropezar frecuentemente en ella, sino que a veces ella le cae por encima con todo su peso. Es desgastante contradecirla, y muy perturbador que ella permanezca inconmovible mientras hace añicos a su contradictor.
El problema acá no está en que no tengas otra forma de enterarte más que leyendo la Biblia, sino que se plantearía recién al revés: cómo haríamos frente a la indeseable contingencia que no hubiera Biblia que nos enterara de tamaña verdades. ¡Claro! El Diablo inmediatamente replicaría:
- Yo puedo enseñar lo mismo con o sin Biblia. No me es imprescindible ella ni ningún otro libro sagrado; pero puedo tanto ser un expositor especializado en un texto único, como en componer uno nuevo tomando de todos algo.
Mientras voy conduciendo por la ruta rumbo a mi destino, me mantengo atento a los letreros que me van indicando la senda que debo seguir. Al llegar, estaré feliz de haber hecho el trayecto sin extraviarme, perder tiempo y gastar combustible extra. Pero no presentaré quejas a la Dirección de Vialidad o Tránsito Carretero, porque no me hayan presentado en la autopista otras señales alternativas con distintas opciones por caminos secundarios o terciarios.

3 – A propósito de esta misma cuestión anteriormente habías expresado:
- “Aquí es dónde La Biblia nos miente en palabras de sus escribas que han mezclado entre sus más excelsas páginas, los contenidos más excluyentes.”
Asumes que quien afirme estar en la verdad falta a la más elemental ética moral pues deja sumidos en el error a cuantos difieran.
Esta posición se hace necesariamente cómoda a cuantos no están seguros de nada porque tampoco quieren estarlo, ya que la tal seguridad les comprometería a examinarse y examinar el fundamento en el cual descansan. Es pues más cómodo y hasta placentero refocilarse con todas las ideas y pensamientos filosófico-religiosos vagando hacia el insondable universo de la metafísica.
Las tres grandes religiones monoteístas son necesariamente exclusivistas, por ejemplo:
Judaísmo:
Isaías 42:8: “¡Yo, Jehová, este es mi nombre! A ningún otro daré mi gloria, ni a los ídolos mi alabanza”.
Éxodo 34:14: “No te inclinarás ante ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso”.
Cristianismo:
Los textos por ti aportados.
Islamismo:
“No hay más Dios que Alá; Mahoma es el mensajero de Alá” (Shahada, Credo; Sura 33:40)
Con respecto a las otras religiones también mayoritarias, en un mensaje anterior ya había expresado respecto al hinduismo:
“En el citado Bhagavad-Gita (Krishna el 'señor' en cuestión) se revela a sí mismo como Dios omnipotente. Krishna es, de ese modo, “el único actor real en el universo y el único objeto posible de devoción”. De esta manera se excluye a los demás candidatos a disputarle la deidad.”
En cuanto al budismo, las diferentes escuelas del mismo se atribuyen cada cual ser la depositaria y difusora del verdadero camino, por lo que tácitamente se excluyen las demás (aunque no se diga). Desde los más antiguos “textos canónicos” del siglo anterior de nuestra era a los que aparecieron siglos más tarde (hasta mil años después de la época de Buda), se registraron revisiones y añadiduras al grado que un erudito afirmara: “ni una sola palabra de la enseñanza registrada puede atribuirse con certeza absoluta a Gautama mismo”. Pese al más despiadado criticismo, no sucede lo mismo con la Biblia y la enseñanza de Jesucristo testimoniada por miles de manuscritos antiguos con variantes conocidas y poco significantes que no afectan para nada el mensaje del Evangelio.
Y así podríamos seguir por todas las demás religiones y posturas filosóficas.
Así para el agnóstico, un ateo le resultará un exclusivista radical; y el ateo auténtico (si lo hubiera) no podrá jamás transigir con la amplitud del otro capaz de admitir como posible lo que este terminantemente niega.
¿Es pues el exclusivismo una marca infalible de quienes están en el error?
Que sepamos, el primero que en la historia de la humanidad se presenta con una actitud tan filantrópica, benigna y tolerante, es el mismo diablo que vence la resistencia de la mujer con la idea de que el “casi todo” no equivalía al “todo” al que el hombre tenía derecho si se desobligara del único mandamiento prohibitivo (Gn.3:4,5).
Cualquier posición panteísta, universalista y afines, los cristianos la vemos como de satánica procedencia. Sin intención de ofender a nadie, así lo sentimos.

4 – Cuando dices que “Esta situación es un atropello”, no reparas que no lo es tanto que el
conocimiento esté en el grado absoluto que le asignas dependiendo de la lectura del texto bíblico, como que tú mismo le atribuyas tal descalificativo de “escriba miserable” al humilde hombre que sólo escribió lo que el Espíritu le dictaba. Si fuéramos a expurgar la Biblia de todos aquellos versículos, expresiones y palabras que no te sirven ¡nos quedamos sin Biblia! Quizás apenas con las tapas. Si la misma depuración fueras hacerle al Corán y a los libros sagrados hinduistas y budistas, ¡menudo lío se te armaría!
Así, escasearía tanto el material de buena, sabia y verdadera lectura, que no tendrías mejor opción que escribir tú mismo lo que quisieras leer.
Otra alternativa que yo podría tomar - de avenirme a tu criterio -, sería: no escribir ni decir nada; no leer ni escuchar; no pensar siquiera, hasta sentirme finalmente hermanado y consubstanciado con la silla de madera que mansamente me soporta con mi inmensa carga de sabiduría, agradecida todavía del calor que le brinda mi trasero.

A las citas bíblicas podrás llamarlas de inventos, aberraciones, tergiversaciones, y escupitajos de escribas miserables. ¿Pero qué obtienes con ello si muy a pesar de tus elogios ellas continúan lo más campantes, lozanas, frescas, luminosas y apasionadas por brindar su aroma de verdad a cuantos se le acercan para aspirar su fragancia?
Mientras que la Palabra de Dios permanece para siempre, aquellos improperios que se le endilgaron se pudren ante las narices de los mortales, y apenas quedan consignados en los libros de Dios para aquel día en que se abrirán para pronunciar sentencia en el juicio final.
Recapacita, Gabriel, recapacita.
Ricardo.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Como siempre, tus texto son ricos en contenidos. Permíteme citar tus palabras en relación a la pregunta principal que te hice anteriormente. Resalto aquello que me produjo particular interés. Esto me permitirá encausar un planteo que tal vez logre hacerte anclar en mi puerto.
Dices:
2 – La segunda cuestión que propones con especial interés, es que, si no es por la Biblia, ¿cómo podría uno enterarse de las verdades citadas en esa selección de textos?
A ello respondo: si bien es cierto que tales verdades están impresas sobre el papel de ese libro que comúnmente llamamos Biblia, las verdades siempre son tales aún antes de que sean proclamadas a viva voz, o registradas sobre un papel impreso o un soporte informático.
Así en tu selección, algunas fueron inicialmente dichos de Jesús y Pedro, y en otros casos letras escritas por mano de Pablo o dictadas por él.
Antes de la imprenta, difícilmente las personas vieran siquiera una vez en su vida un ejemplar de la Biblia. Sin embargo, escuchando la predicación asimilaban su contenido creyendo a su mensaje. La Palabra de Dios es viva, y vivifica tanto al oyente como al lector. Al crítico en cambio, le es un continuo dolor de cabeza, no sólo por tropezar frecuentemente en ella, sino que a veces ella le cae por encima con todo su peso. Es desgastante contradecirla, y muy perturbador que ella permanezca inconmovible mientras hace añicos a su contradictor.

Lo que resalto en primer lugar es algo en lo que estoy casi de acuerdo contigo. Casi porque me gustaría agregar que una verdad de tipo religiosa lo es TODO momento.
Lo segundo que resalto de tu texto lo hago en función de señalarte que limitar una verdad a la transmisión oral o escrita (Biblia) es negar la verdad misma.
Si algo es cierto y verdadero en materia religiosa, espiritual, es también de un acceso universal e incondicionado, como por ejemplo el amor. Entonces reformulo el interrogante anterior:
¿Cómo haces para conocer aquellas pretendidas VERDADES de lo divino como las que figuran en la Biblia si no es por la lectura previa de la misma O en su defecto por el acceso como oyente por medio de la transmisión oral de la misma?
Para que no quede duda, con pretendidad VERDADES me refiero, entre muchas otras, a estas:
Juan 14:6
Jesús le dijo: Yo soy el camino , y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 3:18
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Hechos 4:12
Y en ningún otro hay salvación ; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Filipenses 3:20
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador , al Señor Jesucristo
1 Juan 2:23
Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.
Act 2:38
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Juan 11:25
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí , aunque esté muerto, vivirá.
Rom 10:8
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
Rom 10:9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Act 4:12
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

Saludos,
G.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Bien. Vuelvo para darte más apreciaciones sobre tu extenso texto.
Quizás los comentarios que te ofrezca aquí servirán para comprender más mi pregunta del post anterior. Te recuerdo que con “Biblia” me refiero a cualquier soporte o medio que transmita sus contenidos.
Mi intención es demostrar que fuera de estos soportes y medios, lo expresado en la Biblia es inaccesible al conocimiento del hombre. Y por inaccesible es falso en cuanto a su naturaleza fáctica de Verdad Divina.

¿O acaso puede ser verdadero que la Verdad Divina dependa del conocer o no lo expresado en la Biblia?

Quizás sea este el punto de quiebre de cualquier consenso. De todas formas esto es una variante de lo que te pregunté anteriormente y no amerita que me extienda más en la particularidad del asunto.

Comento entonces sobre tus últimas apreciaciones:
Punto 1
Algo que DEBE ser, sí es imprescindible. Lo que no es imprescindible es aquello que PUEDE ser. Tu DEBES alimentarte para vivir, pero PUEDES o no ser vegetariano. Por un lado lo fáctico (no lo impuesto por teceros) y por otro lo posible (no lo anárquico).
Punto 1a
No es una cuestión de que me guste o no me guste. Yo nunca dije que Juan 14:6 no me guste. Y mucho menos que por una cuestión de gusto lo defina como no universal.
Juan 14:6 no es universal simplemente por las características de su contenido. Si fuese una Verdad Divina, por lo tanto universal, debería ser accesible al conocimiento de todo ser humano con o sin conocimiento bíblico.
Punto 1b
Yo observo algo exactamente al revés: una capacidad innata del hombre para lograr la Salvación o mejor dicho el Encuentro Divino. En lo particular no me repugna la idea de labrar mi Encuentro Divino porque no me entiendo como un ser separado de Dios. La individualidad de cada hombre es una ilusión sostenida en la mente y el devenir del tiempo. Sólo debo descubrir aquello a lo cual ya pertenezco.
Punto 2
Sobre este punto está la base del planteo del post anterior. A modo de extenderme un poco más diré que tus señales del camino no son universales ya que están condicionadas al conocimiento de la Biblia.
Punto 3.
Similar a lo referido al “gusto”. No es una cuestión de facilísimos y complejidades. Es una cuestión de si tal o cual concepto es o no de acceso universal al conocimiento humano.
Luego intentas establecer una relación directa entre lo satánico y lo universal. Te recuerdo que en el punto 1a de tu texto nos dices que el acceso universal a la salvación sí existe y que tal acceso es Jesucristo. ¿Debo entender que para ti Jesucristo es satánico ya que se constituye como un acceso universal a la salvación?
Te cito. Primero dices:
"a) Entiendo que ese acceso universal (al encuentro con Dios) sí existe pero que no es un sentimiento como el amor – últimamente bastante depreciado por lo veleidoso -, sino una persona: la de aquel que dijo: YO SOY LA PUERTA, LA VERDAD, EL CAMINO, y todavía reafirmó: “nadie viene al Padre si no es por mí”
Y más adelante haces esta relación:
"Cualquier posición panteísta, universalista y afines, los cristianos la vemos como de satánica procedencia. Sin intención de ofender a nadie, así lo sentimos."
De momento quisiera creer que para ti Jesucristo no es satánico. Que cuando te refieres a una universalidad en cuanto a los accesos lo haces sin inmiscuir la satánica procedencia. Te agradecería entonces que no intentes satanizar en mis palabras el concepto de universalidad ya que de hacerlo también lo harías para con tus palabras. Y mucho menos con un ejemplo que no tiene absolutamente nada que ver como lo UNIVERSAL. Hablas de la Tentación de Eva de tenerlo TODO. Este TODO se enmarca en el terreno de la “codicia”, de quien TODO lo pretende. Distinto del TODO del acceso universal que se enmarca en el terreno de la “equidad”, de aquella Verdad Divina a la que TODO hombre debiera acceder sin condicionamientos. Espero no repitas este intento de utilizar la ambigüedad conceptual de ciertas palabras, o su polisemia, como recurso de satanización de mis propuestas.
Punto 4
Podría decirse que sí, elijo según un criterio funcional. Es decir elijo lo que me sirve y lo que no me sirve. Pero tal criterio funcional no es arbitrario ni caprichoso ni producto de gustos o resultante de un facilísimo intelectual. Es un criterio que surge de observar si existe o no universalidad en tal o cual idea que pretenda sostenerse como una ineludible Verdad.
Saludos.
G.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Apreciado Hurkaway, no obstante compartir bastante de tu enfoque, debo decirte que frases como esta:

"La individualidad de cada hombre es una ilución sostenida en la mente y el (mejor, "durante") del tiempo. Solo debo descubrir aquello a lo cual ya pertenezco".

Concepto este que sin los Vedas dudo que fuera de tu acervo "natural"; eso fué inyectado en la conciencia colentiva, aún en la de Gautama, de seguro instruído en por lo menos el Rig-Veda y alguno de los más antíguos Upanisad, sin olvidarnos de la transmición oral que era un arte sagrado en la India.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Perdón por omitir la palabra "devenir" en tu frase.

"Sostenida en la mente y el devenir del tiempo"
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Bueno, es alentador ver que son muchos los cristianos que tienen claro que ser cristiano no es "creer en la biblia" y "solo en ella".
 
Estimado HURKAWAY:

Estimado HURKAWAY:

Siendo que la Verdad es lo que es tanto como el error es lo que no es y la falsedad una apariencia de la primera, las verdades existen ya como cosa cierta aún cuando no tengamos noción alguna de ellas. De la observación y del estudio comenzamos a conocerlas.
No solamente Dios es verdadero, sino que la misma Verdad se asienta en Él y Él es el comunicador de la misma. Así las cosas, la capacidad reflexiva de mi mente y toda percepción de mi conciencia, como criatura limitada que soy, no alcanza la recta comprensión de las cosas - discerniendo entre verdades, errores y falsedades -, a menos que Dios asuma conmigo ciertas iniciativas. Soy totalmente dependiente del Creador en tal sentido. Lo que conozco, es porque a Dios le ha placido mostrármelo. Lo que todavía ignoro, ni siquiera sé si está en el propósito de Dios enseñármelo. Acepto que mi aprendizaje adelanta en la medida que Dios quiere, y lo único que no quiero es frenarlo o retardarlo por obstinarme en algo, caprichosamente.
Para los cristianos, lo que acabo de decir son verdades de Perogrullo.
Con lo dicho, me extendí apenas en lo que expresé en el primer párrafo del punto 2 del mensaje anterior, por lo que no entiendo por qué insistes como si yo no admitiera que la verdad no está limitada a su trasmisión oral o escrita, ya que como noción siempre la antecede. Pero una cosa es la verdad preexistente en Dios o en la mente del predicador o escritor, y la verdad percibida como tal en el individuo que recién la capta al oírla o leerla.
Todavía agrego, que sin necesidad de oír ni leer nada, aún es posible, ya sea por intuición, sugestión o deducción de otras verdades conocidas, descubrir una verdad totalmente nueva de la que no teníamos noticia alguna (ej. el ¡Eureka! de Arquímedes).
Pero de la manera que la primer pareja humana estaba acostumbrada a oír la voz de Dios en el huerto, y luego penetró en los oídos de la mujer la insinuación de la serpiente, también hoy estamos expuestos tanto a recibir el influjo divino que a través de su Palabra y Espíritu nos guía a toda verdad, como a prestar oídos a los susurros del maligno aunque nos diga cosas bonitas.
Quienes creemos que desde la caída de Adán el hombre quedó cautivo y a merced del diablo, pensando conforme a su insinuación y haciendo según es inducido por sus instintos naturales saturados con el pecado, creemos también en la absoluta incapacidad del hombre a pensar por sí mismo de una manera sabia, inteligente y correcta (mayormente en lo religioso). La gracia de Dios debe entonces venir en nuestro auxilio supliendo lo que nos falta.
De aquí, que existiendo como tales las verdades en las citas bíblicas que diste, estas no pueden aprehenderse en la mente y el espíritu del hombre si no le son comunicadas por un agente exterior, ya sea oyendo o leyendo.
De la misma manera que el ya extenuado náufrago que se debate entre las olas del océano puede salvarse con sólo tomarse de la escala que se le extiende desde un helicóptero, puede también ahogarse si despreciando el salvataje persiste en seguir nadando en medio del mar.
Así, el mensaje de la Biblia y del Evangelio cumple el doble propósito de encarecer la gracia divina en los que creen y se salvan, así como la justicia de Dios en los que lo rechazan y se pierden condenándose eternamente.
Esta es una verdad que me desborda por su grandeza; pero no hallo en ella dificultad alguna.
Yo creo en un Dios justo que se revela a cada hombre que viene a este mundo, y que sólo condena a quien deliberadamente le rechaza. Paralelamente a ello, también salva a cuantos se ha propuesto salvar desde antes de la fundación del mundo, sin perder a uno solo de ellos. Tampoco tengo dificultad con esta verdad, en su anverso y reverso.
Yo iré al cielo con Dios por toda la eternidad, no por ser mejor que tú, sino porque Dios tuvo misericordia de mí.
Es probable que tú vayas al lago con arde con fuego y azufre, bien lejos de Dios, por toda la eternidad, no porque seas peor que yo, sino porque habiendo tenido acceso al Salvador lo rechazaste pensando que podías encontrar mejores caminos.
¿O acaso en el día de juicio podrás alegar que nada supiste de Jesús, el Evangelio y la Palabra de Dios?
- ¡Señor! – dirás – Es que yo siempre vi a los cristianos como gente poco sabia, poco inteligente, que se contentaban con haber creído en citas bíblicas que siempre tuve como inventos de escribas miserables. En las religiones de oriente, en cambio, siempre hallé inmensos y áridos desiertos de arena que me permitían perderme en mis propios pensamientos, así como cenagosos pantanos donde acostarme cara al cielo admirando el firmamento mientras me iba hundiendo a gusto.
¡Ojalá no cometas suicidio espiritual! Aún hoy estás todavía a tiempo para que cuando mañana se levante el sol sobre el horizonte, te encuentre como un hombre nuevo disfrutando de una nueva vida.
Seguramente que tú no necesitas que yo te predique el Evangelio; pero ruego a Dios que su benignidad te guíe al arrepentimiento y que por su gracia te conceda el don de la fe en Jesucristo, para tu eterna salvación.
Un abrazo.
Ricardo.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Bueno Ricardo quizás luego me ocupe de responder a tus sulfurosos augurios sobre mi persona. Por lo pronto espero que todo tu texto sea en verdad un extenso preámbulo para responder luego a la pregunta que te hice.
Saludos.
G.
 
Estimado HURKAWAY:

Estimado HURKAWAY:

Me sentí como llevado a escribirte de la manera que lo hice.
Pero si Dios quiere mañana procuraré darte todas las respuestas que me pides, ya que no es mi método dejar argumentos sin contestar.
Cordiales saludos.
Ricardo
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Cuando alguien cuestiona la Biblia, simplemente no esta de acuerdo con lo que allí esta escrito, por tanto busca una forma para evitar la culpa que produce el estar haciendo algo que esta mal.

Simplemente cada persona que actúa de forma contraria a la condiciones de Dios, busca decir que él no esta mal, sino que Dios y la Biblia están mal.
 
Apreciado HURKAWAY:

Apreciado HURKAWAY:

Es cierto que mi pronóstico huele a azufre; pero bastante ácidos suelen ser tus juicios respecto a las citas bíblicas que tanto parecen incomodarte. Si hicieras lo mismo con los suras y aleyas del Corán, no quisiera yo estar en tu pellejo.
Salvo la aplicación final a tu situación particular, presente y eterna, que me entró a preocupar a medida que discurría en el mensaje, venía respondiendo precisamente a la primer cuestión que me planteabas, tras la pregunta que me hacías:
“¿Cómo haces para conocer aquellas pretendidas VERDADES de lo divino como las que figuran en la Biblia si no es por la lectura previa de la misma O en su defecto por el acceso como oyente por medio de la transmisión oral de la misma?”.
Así decía que todas las verdades anteceden a su comunicación, oral o escrita. También, que es posible inferir una de otras.
El gran hecho es que “Dios ha hablado” (Hebreos 1:1). Que lo hiciera muchas veces y de muchas maneras, prueba que no se limitó a lo dicho a Adán tras la creación. Su hablarnos últimamente por su Hijo, pese a los dos milenios transcurridos es actual y sigue vigente.
Que el hablar de Dios al hombre lo tengamos consignado en la Biblia es una gracia de Dios y un privilegio del hombre. Desde la imprenta al final del siglo XV hasta la informática actual, es posible inundar con la Palabra de Dios no solamente el espacio físico con ejemplares materiales, sino llegar por radio e Internet a las selvas amazónicas y a las bases antárticas. Así que la humanidad no puede excusarse con lo inaccesible del mensaje. Incluso, para aquellos reductos todavía impenetrables, nos queda la explicación de Pablo en la segunda mitad del primer capítulo de su epístola a los Romanos.
Por supuesto que de las ciencias y demás materias nada sabríamos si no hubiésemos contado con los textos y/o maestros apropiados.
Tampoco del Evangelio nos hubiéramos enterado si no se hubiesen puesto ejemplares impresos en nuestras manos, o por la predicación y testimonio de misioneros y evangelistas que nos dieron audiblemente el mensaje.
Si Jesús comisionó a sus discípulos a que lo hicieran por todo el mundo, a cada criatura, es porque esa fue la forma elegida por Dios para propagar su Palabra.
Si Él lo hubiera así querido, podía haberlo escrito con las estrellas, de modo que cada noche despejada de nubes se pudiera leer una página en esperanto, para llegar así a todo el orbe.
También podía haber enviado bandadas de loros o papagayos distribuyéndolos por todo el mundo conforme a los idiomas hablados en cada lugar, para que escucháramos su voz.
Pero el quiso que las Sagradas Escrituras nos trasmitieran su Palabra, y que por el Evangelio supiésemos del mensaje salvador. Por ello dice Juan al final de su evangelio, que aunque él creía que no cabrían en el mundo los libros que podrían escribirse de las cosas que hizo Jesús, las allí escritas bastaban para creer “que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn.20:30,31; 21:25).
El problema no está entonces en que tengamos una Biblia con la que enterarnos de todas aquellas verdades que de otro modo ignoraríamos, sino que recién se presentaría en el supuesto de que no la tuviéramos. Es todo un tema para un gran sermón, una obra literaria de ficción, y hasta una película de cine catástrofe: ¿Cómo sería nuestro mundo actual si jamás hubiera existido la Biblia? Si teniéndola, traducida a tantos idiomas, siendo el libro más distribuido y leído, el mundo está como está, ¿podríamos imaginarnos la sociedad moderna sin tal influencia?
Podríamos con todo, imaginarnos dos mundos diferentes aunque ambos sin Biblia:
Uno, en que existiría el Corán y los demás libros sagrados hinduistas, budistas y las demás religiones.
Otro, en que no hubiera libro o texto alguno de materia religiosa.
En cualquiera de los casos podría preverse una calamitosa situación en plena barbarie.
Así, pues, el contestar por la afirmativa, en el sentido de que para conocer todas aquellas verdades es menester la lectura de la Biblia, es responder por lo obvio.
A tal beneficio, no sé qué maleficio podrías achacarle.
Que la Biblia sea manipulada por herejes de toda laya y hasta por el mismo Diablo, habla bien de ella; solamente lo santo, bueno y verdadero se usa para hacer el mal con apariencia de obrarse el bien.
Veamos otra pregunta complementaria que haces:
“¿O acaso puede ser verdadero que la Verdad Divina dependa del conocer o no lo expresado en la Biblia?”.
Respondo: la Verdad Divina “está en Jesús” (Ef.4:21), por lo que existiendo en Dios mismo, no requiere necesariamente de su comunicación, oral o escrita.
Ahora bien, habiendo sido comunicada por Dios al hombre, a veces a viva voz; otras, inspirando a los profetas, apóstoles y demás escritores por el Espíritu Santo, conocemos mejor esa Verdad cuanto más leamos las Escrituras con la guía del Espíritu de verdad (Jn.16:13).
Pero para quien nunca pudo leer o escuchar nada de la Biblia, la Verdad Divina - todavía de un modo más natural y primitivo -, puede ser conocida “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa, ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:19-22). El verbo “pretender” que tú aplicas a las verdades bíblicas, aquí está oportunamente conjugado.
Pero si alguien desdeña la Biblia – hasta quizás por antipatías personales hacia algunos de sus expositores -, y prefiere rebuscar entre otros textos menos trillados que los de nuestra cultura “occidental y cristiana”, por supuesto que lo ignoto conserva su atractivo y quizás hasta encuentre por allá algo que se avenga mejor a su modo de ver las cosas. Pero quien ha hallado la verdad en la Palabra de Dios, no arriesgará extraviarse en terreno fangoso, y mejor hará en seguir explorando las vetas que le proveen agua fresca y yacimientos de oro y plata.
Decías en el párrafo anterior a la pregunta recién citada:
“Mi intención es demostrar que fuera de estos soportes y medios, lo expresado en la Biblia es inaccesible al conocimiento del hombre. Y por inaccesible es falso en cuanto a su naturaleza fáctica de Verdad Divina.”.
Si lo anterior lo hubieses dicho con respecto al Corán y los libros sagrados de las religiones orientales, algo de razón tendrías. Por lo menos en mi país, habría que buscar alguna librería especializada en literatura esotérica para adquirir algún ejemplar. Pero Biblias, Nuevos Testamentos y Evangelios se distribuyen ampliamente y hasta gratuitamente.
No hay otro libro más accesible a la humanidad que la Biblia. En cambio para leer legítimamente el Corán habría primero que aprender árabe, dado que no son admisibles – entre musulmanes -, las traducciones, aunque las hay.
Sin embargo, en lo que has dicho hay un aspecto cierto: de la mera lectura de la Biblia no resulta necesariamente un conocimiento cierto y eficaz de la Verdad Divina. Los ojos y la mente no alcanzan; es necesaria también la disposición del corazón. Jesús expresó que el que quisiera hacer la voluntad de Dios conocería de la doctrina. Si una persona en su fuero íntimo lo que menos quiere es acatar la voluntad de Dios, podrá leer y releer la Biblia cuantas veces quiera sin provecho alguno. A lo sumo, la asimilación intelectual de su contenido aumentará su culpabilidad, y la lectura del texto bíblico le resultará tan fastidiosa hasta llegar a serle odiosa. Por lo cual, nada mejor que volverse a las fábulas y mitologías antiguas y lejanas. Allí también encontrará profundidades, aunque sean las del mismo Satanás (Ap.2:24).
Es un hecho, que a cuantos no reciben el amor de la verdad para ser salvos, Dios le envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean así condenados los que no creyeron a la verdad (2Ts.2:10-12).
Advierto que tú asientas tus propias premisas, y conforme a ellas, aceptas o desechas las verdades bíblicas. Todo cuanto se refiera al amor lo apruebas. Todo cuanto se refiera a la exclusividad de Jesucristo y sus demandas, lo desapruebas. Lo que pueda ser edificado por sobre tu presupuesto, no dudas en confesar que es de Dios. Lo que de ninguna manera encaja con tu presupuesto, es material espurio, invento de escribas miserables.
Esto explica el que tengamos una óptica tan diferente: para ti, el conocimiento de la Biblia implica una limitación, para mí una expansión. Hace ya casi dos mil años que desde que los primeros discípulos comenzaron a extenderse desde Jerusalem por toda la Judea y Samaria y hasta lo último de la tierra, arrostraron peligros, sufrieron persecución y muerte por llevar el Evangelio y las Escrituras a los pueblos más apartados. Yo no he visto idéntico afán misionero por aquellos que alimentan sus creencias en los textos sagrados del Oriente. Su religión estaba geográficamente limitada al entorno de una misma tradición, cultura e idioma, con apenas matices locales. Los propios europeos debieron encargarse de difundir tales textos en Occidente. Si algún camino de verdad creyeron conocer, parece que no les interesó compartirlo con el resto de la humanidad lejos de ellos.
Finalmente, pones juntos dos párrafos míos distantes uno del otro y fuera de sus respectivos contextos, para mostrarlos como contradictorios. Jesús, como la puerta de salvación, es un acceso universal; lo que dije ser de procedencia satánica, no es el acceso sino la posición universalista afín también a la panteísta. (El universalismo propone que a la postre toda la humanidad será salva). Debes tener cuidado en como redactas, pues nuestros lectores fácilmente pueden volver atrás para comprobar lo que estamos haciendo.
Si te parece que hubo algún punto tuyo del que esperabas respuesta y lo omití, házmelo notar. Por no extenderme mucho más de lo que ya lo hice, atendí a lo que creí substancial.
Cordiales saludos.
Ricardo.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Ricardo, no expones una resolución marcada en tus respuestas. Muchos grises en tus ideas me hacen extraviar en tu texto.

Dices:
"...quien nunca pudo leer o escuchar nada de la Biblia, la Verdad Divina - todavía de un modo más natural y primitivo -, puede ser conocida “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa, ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:19-22)..."

De esto entiendo que si este Dios esencial y trascendente es experimentable naturalmente, el acceso o no a lo contenido en un Biblia es algo accesorio, innecesario. Es decir que la experimentación de aquellas verdades que de Dios son, no están sujetas en modo alguno al conocimiento bíblico.
Y con todo esto ¡Qué alegría! estoy de acuerdo si en verdad es lo que piensas.
Y ahora propongo algo:
No condicionar el conocimiento natural de la razón y la Fe a un sesgo ideológico particular de una cultura determinada. ¿Por qué?, porque temo manipulaciones que orienten al hombre no al beneficio divino sino al beneficio de otros hombres, aquellos que manipularon las escrituras religiosas de muchas culturas. Y aquí es cuando me meto de lleno en la Biblia y en el entorno de Constantino, el imperialismo romano, la selección de evangelios, las decisiones conciliares de Nicea sobre aspectos teológicos, los cristianismos condenados, etc., etc., etc. Y aun a riesgo de que alguien se ofenda (porque aunque mi intención no sea esta, sé que puede suceder) diré que es realmente desconsiderado, ingenuo, y hasta cómodo sostener que todos aquellos sucesos no hayan contribuido a que hoy la Biblia sostenga profundos errores de tipo teológicos y morales. La Biblia fue la fuente de poder de imperios que la construyeron a fuerza de sus intereses particulares. De gran suerte es para nosotros que algo bueno haya quedado en ella para la instrucción y guía de nuestro natural camino hacia Dios. No en vano Orígenes ya se quejaba en tiempo de los primeros cristianos de la manipulación de las escrituras. Manipulaciones convenientes sólo a intereses que de amor y equidad nada tenían y que lamentablemente han sobrevivido en nuestros días.
Saludos.
G.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Podemos decir entonces, que la única y absoluta exclucividad universal de Cristo se pierde o desvirtúa en mano de cualquier secta o sector denominación o religión menos que universal.

Que en manos de un "liderazgo" interezado en su propio bienestar "utiliza" la figura de Jesús, (pues a Él no le puede utilizar), para establecer un supuesto "exclusivismo" de su sector.
 
Estimado HURKAWAY:

Estimado HURKAWAY:

No sé si debo tomar como un elogio que veas muchos grises en mis ideas, ya que toda la vida se me ha censurado por hablar demasiado claro, pasando del negro al blanco, rehuyendo tonalidades intermedias. ¿O acaso es la tuya una invitación a que me radicalice en uno u otro extremo?
Que yo destaque y defienda la revelación especial que Dios nos da en la Sagrada Escritura, no puede cerrar mis ojos al hecho de que aquellos grupos humanos que todavía no han entrado en contacto con la civilización - ignorándoles a ellos tanto como ellos a nosotros -, con todo tienen suficiente a su alrededor, arriba y abajo, para reconocer al Creador y acatar sus leyes más elementales impresas en la memoria colectiva de todos aquellos individuos y grupos que desde Babel fueron esparcidos por todo el orbe.
Admitir que en una ínfima parte de la humanidad todavía esto funciona así, no exige que ahora retrogrademos de todo lo difundido y aprendido para volver a un estado primitivo.
¡Al contrario! La tecnología de las comunicaciones nos facilita ahora las cosas para que rápida y económicamente nos hagamos de toda la información necesaria, de modo que podemos revisar y corregir los errores y desvíos cometidos en el pasado. Por supuesto que tal vastedad de datos tampoco confiere infalibilidad a nuestros juicios, pero tal como reza el viejo proverbio “En la multitud de consejeros hay seguridad”.
Que un viejo libro de farmacopea bastase a una familia para por varias generaciones resolver los desórdenes orgánicos, no debería hacer innecesario el último texto de farmacología. Dejar a los médicos para volverse a los chamanes, es algo que cualquiera podrá decidir por sí. Sin embargo, el sentido común, sano juicio y buen criterio, no aconsejarían jamás tal retroceso.
Dios tanto puede revelarse a sí mismo al salvaje más primitivo como a un Premio Nobel. Que en el primer caso prescinda de la Biblia y que use alguna porción de la misma en el segundo, atañe a su libre providencia. Que el éxito obtenido en el primer caso lleve a olvidarnos de la Biblia de una buena vez, no parece de sabios, ni siquiera sensato.
Que la experimentación de las verdades concernientes a Dios no estén sujetas – como tú dices -, al conocimiento bíblico, me resulta tan obvio, como el que tampoco estén exentas de mostrarse al hombre a través del conocimiento bíblico. Si la misma revelación especial de la Palabra de Dios, está expuesta a la manipulación y consiguiente deformación, pese al texto fijado sobre el papel, ¡cuánto más expuesta está la revelación general o natural por los gurús que imprimen sobre las mentes más débiles y susceptibles sus propios desvaríos! La imprecisión, en este último caso, es caldo de cultivo para las nociones más exóticas y dispersas.
Solamente la Palabra de Dios se presta para ser manipulada por el hombre en su propio provecho. Las palabras del Diablo, no; porque es sabido que “es mentiroso y padre de mentira” (Jn.8:44). ¿Quién pierde tiempo rebuscando en la Biblia los dichos del Diablo para distorsionarlos y usarlos a su gusto? ¡Nadie hace tal cosa! Satanás no gasta esfuerzos en defender la ortodoxia de cuanto haya dicho, ¡pues nadie le creería! Más bien, lo que hace es atacar la Palabra de Dios oponiéndose a ella, o pretender que la favorece con algunos ligeros cambios. Aunque su estrategia siempre está inspirada en un propósito destructivo, su táctica tanto puede ser una como otra. Quienes no ignoramos sus maquinaciones, estamos siempre alertas, pues aunque reincida una y mil veces neciamente, también aprende - por tanta malograda experiencia - a ser cada vez más refinado y sutil.
Los sesgos ideológicos particulares a una cultura determinada, los he apenas señalado, ilustrando y comparando, ante tu empeño exclusivo contra la Biblia, cuando de tomar en cuenta los libros sagrados de otras religiones, la particularidad de la Biblia se destaca en forma notoria.
Podrías revisar mis extensos mensajes a lo largo de casi una década en este Foro, y comprobar, que muy raramente discuto con ateos y agnósticos, sino con cristianos que dicen creer en la divina inspiración de las Sagradas Escrituras. No menos convencido que tú de la manipulación que se hace de las mismas - cada vez en forma más desvergonzada -, me esfuerzo en discutir con quienes creo que defienden posiciones ajenas heredadas de otros que pensaron por ellos, y se tornan irreductibles cuando no se rinden ante la evidencia de la razón, la historia y la misma Palabra de Dios. Intereses particulares les lleva a cerrar los ojos a la luz y hasta taparse los oídos arremetiendo con su necio furor. ¡Pobres almas condenadas para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas!
Dios es tan sabio, que para que nos avivemos de una buena vez, ha dejado al final del evangelio de Juan, el primer caso de manipulación de las palabras de Jesús, encargándose el propio apóstol de corregir el malentendido (21:20-23). A partir de tan temprano ejemplo, no debiera extrañarnos la distorsión a la Palabra de Dios, antes bien - y por indeseable que sea -, debemos esperar que tal cosa ocurra. Simplemente, debemos denunciar el error poniendo las cosas en su lugar. Y si nos equivocamos, aceptar la corrección.
Te saludo cordialmente,
Ricardo.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Ser determinante en un tema que comprende tantos matices como lo es el religioso quizás sea algo peligroso. Tal peligro se acentuaría más en razón de que tal determinismo se decantara por una selección excluyente.
Con grises me refiero a cierta voluntad d tu parte para enmarcar en la confusión a mis aseveraciones. Quizás te esté pidiendo que puedas dar una respuesta encausada en la exposición puntual del planteo que ofrezco y no en los diversos ramales temáticos afines al mismo. No es que quiera limitar la potencialidad expresiva de tus pensamientos, para nada. Encamínate por las ramas que quieras que seguramente darán provecho al diálogo, pero que esto no signifique una omisión del tema específicamente planteado.

Dices tu:
"Que un viejo libro de farmacopea bastase a una familia para por varias generaciones resolver los desórdenes orgánicos, no debería hacer innecesario el último texto de farmacología. Dejar a los médicos para volverse a los chamanes, es algo que cualquiera podrá decidir por sí. Sin embargo, el sentido común, sano juicio y buen criterio, no aconsejarían jamás tal retroceso.
Dios tanto puede revelarse a sí mismo al salvaje más primitivo como a un Premio Nobel. Que en el primer caso prescinda de la Biblia y que use alguna porción de la misma en el segundo, atañe a su libre providencia. Que el éxito obtenido en el primer caso lleve a olvidarnos de la Biblia de una buena vez, no parece de sabios, ni siquiera sensato.
Que la experimentación de las verdades concernientes a Dios no estén sujetas – como tú dices -, al conocimiento bíblico, me resulta tan obvio, como el que tampoco estén exentas de mostrarse al hombre a través del conocimiento bíblico. Si la misma revelación especial de la Palabra de Dios, está expuesta a la manipulación y consiguiente deformación, pese al texto fijado sobre el papel, ¡cuánto más expuesta está la revelación general o natural por los gurús que imprimen sobre las mentes más débiles y susceptibles sus propios desvaríos! La imprecisión, en este último caso, es caldo de cultivo para las nociones más exóticas y dispersas."

Quiero decirte que no es esto lo que afirmo. No digo que los conocimientos naturales de la Fe y la Razón MEDIADOS Y EXPLICADOS POR UN GURÚ son los que realmente importan. Con esto ya limitas la posibilidad de contestarme a lo que realmente planteo.
Hablo de que el conocimiento natural de la Fe y la Razón (SIN MEDIACIONES, NI DE GURUS NI DE LIBROS) es suficiente para que el hombre se oriente a la verdad que lo trasciende y que en él esta.
En este punto es donde sostengo que el hombre debiera primero abocarse al conocimiento natural de la Fe ANTES de llegar a las religiones institucionalizadas de tal o cual cultura. Y no es que se me antoje tal cosa.
Observemos a los hombres. Observemos esa estructura esencial que sostiene sus religiones ¡¿NO SON OBVIAS LAS COINCIDENCIAS?!
Alá, Yave, Dios, Nirvana, los profetas o representantes máximos como lo son Mahoma, Jesús, Krishna, Sidarta. El hombre precisa denominar sus conocimientos pero cae en el ERROR de pensar que tales denominaciones son incluso más relevantes que las estructuras esenciales que las sostienen. Esto conlleva a terribles choques entre seres humanos que debieran compartir su esencia y su conocimiento por encima de cualquier nombre o denominación.
Quizás nunca podremos coincidir mientras tu veas en el cristianismo una exclusividad en cuanto a camino religioso y yo lo vea tan sólo como uno de tantos caminos sin ningún tipo de plus. Y esto es porque sostengo en mis convicciones un perfil marcadamente humanista, y no puedo concebir requisitos de forma en donde prima la esencia. Comprendida la esencia, la forma o camino terrenal no precisa ser exclusiva.
Y entonces te diré que en el Budismo encontré todo aquello que vibra en mi ser, toda mi Fe y mi Razón encuentran en él una resonancia que me es inevitable no reconocer. En el cristianismo puedo encontrar lo mismo pero el camino me es más arduo ya que he tenido que penetrar sus comienzos, ir más allá de la Biblia, ir más allá de las instituciones que los sostienen y deforman, para encontrar esa esencia divina que resuena en mi interior.
La única guía que he tenido es la del conocimiento natural de la Fe y La Razón. Gracias a saberme más que un cuerpo físico, es que puedo con suma humildad aproximarme a los textos y distinguir, amar, conocer, obrar, seguir, compartir.
Lamento mucho que el encuentro del ser humano con las verdades de lo divino sea muchas veces algo forzado. Lo que digo pareciera constituirse como un método de aproximación a los textos sagrados. Pero no es esa mi intención plantearlo de tal manera. No hay métodos. No existe en mí un plus de sabiduría divina tal, que resulte inequívoca a la hora de discernir la verosimilitud o no de una religión. Pero lo que sí existe en mí y en todos es la capacidad de intuir nuestra trascendencia física en un plano etéreo tan inexplicable como cierto. Y aquí no hay mágicas habilidades sino una inclinación natural hacia el amor, hacia la paz. Esto que suena tan básico tiene un soporte real que es precisamente esa intuición de lo sagrado y divino, de aquella esencia a la que todos pertenecemos. De esta intuición natural es que nos podemos construir como hombres amantes. ¿Es una elección anárquica? ¡Es más que eso! Es la resonancia terrenal con la Verdad.
Y así es que con humildad (no exenta de error, pero sí con toda la convicción de hacer lo correcto) es que siento la necesidad de edificar ese amor en el entorno que me toca. Comprendiendo, no pretendiendo que mi camino sea único, no condenando, amando. Teniendo esa necesidad vital de que el otro esté bien, esté en paz, asumiendo el compromiso de obrar para que así sea.
Un saludo para ti Ricardo.
G.
 
Apreciado HURKAWAY:

Apreciado HURKAWAY:

Créeme, que para nada encausé mi voluntad a enmarcar en la confusión tus aseveraciones, pues siendo que así las veo atendiendo a tu explicación, más bien lo que intento es soplar sobre la confusión para que veas el rígido marco en que están encuadradas y percibas por fin la realidad.
Cierta vez visité un buque escuela por dentro, siendo conducido por los diferentes ambientes interiores. Muy interesante. Cuando salí, tomé alguna distancia desde el muelle, para observarlo bien en su conjunto: desde el mascarón de proa hacia la popa, y desde la línea de flotación hasta la bandera que ondeaba en el pináculo del palo mayor. ¡Cuánto había para ver e imaginar cuando en alta mar llevara todo su velamen desplegado! Ambas perspectivas, la interior y la exterior eran necesarias para visualizar debidamente la nave. Yo no puedo menos que verte en la bodega del barco, tanteando las paredes y discurriendo sobre lo que allí encuentras, contrariando a los que a pleno sol desde el muelle admiran lo que tú no puedes. Sal a cubierta, recorre las bandas a babor y estribor, penetra en la cabina, pon tus manos sobre el timón, y luego salta a tierra y adquiere una visión de conjunto.
El tema que planteaste en este epígrafe refiere a la posibilidad de que la Biblia pudiera mentirnos, y como mi único interés era el desmentir tal propuesta, lo que menos quisiera es apartarme del mismo. Pero como debo responder puntualmente a tus planteos, me llevas de aquí para allá, atendiendo tú mismo a los ecos de tu propia voz más que a lo que yo pueda decir.
No es que me voy por las ramas, sino que a través de ilustraciones y analogías intento a vía de comparación traerte al terreno firme que es de todos conocido, pues se trata de la razón. No insisto contigo en la fe, porque no la tienes; y si poco o mucho crees, poco importa, pues no es la cantidad ni la calidad de la creencia lo que cuenta, sino a quien hemos creído.
Yo podría estar de acuerdo contigo, que a partir de la dispersión de la humanidad desde Babel, por generaciones los hombres no tuvieron para contactarse con Dios otro camino que lo que de Él todavía había en la conciencia individual y colectiva, la trasmisión oral de lo conocido, de padres a hijos, y lo que de Él se aprendiera a través de la observación y contemplación de la grandeza del Creador en todas sus obras.
Pero con el llamamiento de Abraham desde Ur de los caldeos, se inicia una nueva etapa. Dios comienza a hablar y el hombre a obedecer. Isaac y Jacob siguen esta línea, y luego, lo mostrado a Moisés y preceptuado a Israel, continúa hasta la aparición del Mesías, con su muerte, sepultura, resurrección y ascensión a los cielos. La iglesia cristiana desde entonces ha estado propagándose por todo el mundo, con lamentables y tempranas defecciones, vergonzosas apostasías, múltiples divisiones, contradiciendo a lo largo de su historia el propio mensaje de amor y paz que la había llamado a la vida y lanzado al camino. En esta encrucijada hoy nos hallamos. Que los manipuladores de Dios, la Biblia y el Evangelio hagan su negocio, es algo que pese a nuestras permanentes protestas no podemos evitar. Pero sí podemos no caer nosotros en el mismo juego. Que jueguen ellos ahora, que ya tendrán una eternidad para danzar entre las llamas del lago que arde con fuego y azufre.
(¿Ves? Ahora ya no estoy hablando de ti, sino de muchos que se consideran mis “hermanos” y que fácilmente te sermonearían a ti en este Foro).
Ahora bien, en la actualidad no estamos en las mismas condiciones que la humanidad contemporánea de Abraham cuando su llamamiento.
Pero como en él serían benditas todas las familias de la tierra, por la simiente de él, que es Cristo, tenemos la bendición de acercarnos a Dios confiadamente, hasta el mismo trono de su gracia, alcanzando misericordia.
¿Propones entonces que dejemos de lado tan oportuno socorro para retroceder dos mil años hasta el Areópago, y hagamos como aquellos griegos que buscaban a Dios de cualquier manera, hasta palpándolo en sus ídolos?
Quieres convencerme que no es antojo tuyo sino que te asiste razón cuando afirmas que le basta al hombre buscar en sí mismo el conocimiento esencial de la fe y la razón, prescindiendo de la voluntad expresa de Dios revelada al hombre en todo cuanto le ha hablado. Pondrás como evidencia a tu favor las distorsiones que los hombres hicieron a sus palabras; pero este es asunto bien conocido como para que podamos discernir la verdad y el error. Este mismo Foro es prueba de ello. Discutimos porque creemos que la verdad puede ser mantenida en alto, y el error desenmascarado y pulverizado.
Jesús nos dice que oigamos, creamos, amemos y obedezcamos sus palabras.
Tú nos dices que no; que como los mismos cristianos desvirtuaron sus palabras por escribas miserables que escribieron lo que quisieron, mejor es mirar a nuestro propio interior y oír alguna voz que salga de nuestro propio corazón. “Esta persuasión no procede de aquel que os llama” (Gal.5:8).
Fíjate en la disyuntiva que nos pones: oír a Jesús o seguirte a ti. Por lo menos tendrías que morirte bien muerto; asistir nosotros a tu sepelio, y luego resucitar y comer con nosotros para que recién ahí comenzáramos a tomarte un poco en serio.
Los terribles choques producidos entre los seres humanos, religiosos o no, no es producto de que omitan el camino que propones de avenirse todos a compartir su esencia y conocimiento trascendiendo a las particularidades de raza, religión e ideas. Es que su propio corazón, el de cada uno que nace en este mundo, ya es naturalmente malvado y perverso, y mientras el mismo Dios no lo cambie, ni con su mayor esfuerzo el hombre consigue inclinarlo al bien. El mismo odio interno de un hombre hacia otro puede expresarse a través del grito que exhala por su boca: -¡Te amo!
Nunca se le ha cantado tanto al amor en las iglesias como actualmente. Y nunca se ha visto tal falta de amor como hoy en día. La religión, la cristiana inclusive, puede suavizar las costumbres, pero si no recibimos el amor de Dios como un don de su gracia, no hay materia prima en nuestros corazones para que lo elaboremos nosotros mismos.
Por eso, cuando enfatizas la humana autosuficiencia para que cada quien busque en sí mismo la verdad que lo trascienda, tendríamos al presente tantas verdades como criaturas hay sobre el planeta, con lo que el caos ideológico que deploramos alcanzaría su máxima expresión.
Por más obvias que te resulten las coincidencias en la estructura esencial de las religiones, más notorias sin embargo son las diferencias, al grado que pueden incitar a la persecución, tortura y muerte de disidentes o contrarios.
No es al Dios verdadero que cada cual podrá encontrar rebuscando en su propio ser interior, sino que cuando crea hallarlo, en realidad se habrá deificado a sí mismo.
Luego, cuando se encare con su prójimo que pasó por similar experiencia, se suscitará una rivalidad entre esos distintos “dioses”, ya que piensan y sienten de diferente manera.
Un misticismo arraigado en las Sagradas Escrituras, alimentado y guiado por ellas, podrá efectivamente unir al hombre con Dios en una comunión de amor que también abrazará a su prójimo.
Pero un misticismo sin Biblia, es una ciénaga fatal en la que no se hace pie. Reconcentrado en sí mismo, el hombre se olvida de su prójimo, pues ya demasiado ocupado está con su propia introspección.
Hay diversos tipos de humanismo: católicos como Erasmo o protestantes como Melanchton también lo fueron.
Yo también simpatizo con los humanistas y hasta me siento uno de ellos; pero jamás divorciado del Cristo que me salvó y la Escritura que me instruye y orienta.
Pero un humanismo que prescinde de la Biblia y del Cristo revelado en ella como Hijo de Dios y Salvador del creyente, podrá satisfacer al eslabón perdido de Darwin - caso que aparezca -, pero no al hombre originalmente hecho a la imagen y semejanza de Dios, que pese a la caída lleva todavía la aspiración de encontrarle y reconciliarse con Él.
Acredito tu testimonio como verdadero en cuanto a lo que profesas haber hallado en el budismo. Como anillo al dedo, así vino a ser este para ti; pues tu persona y todo tu entorno que te formó y modeló, encontró en el budismo un camino y un lugar que le dio razón de ser y motivación a tu existencia. Quizás hasta hubieras preferido encontrar eso en el cristianismo, más afín a tu propia tradición y cultura. Pero lo que de él sabías, más lo que a diario veías, bien que pudo desalentarte.
Hasta aquí, consentí en admitir lo innegable: la cristiandad se ha encargado de ser el mayor disuasivo a la fe cristiana.
Pero ahora, es menester confesar la otra cara de la verdad: tal versión distorsionada del Evangelio de Jesucristo ha emanado de meros profesantes que carecían de la vida y el espíritu de Cristo en ellos.
Pero desde hace dos mil años, hay por todo el mundo hombres y mujeres que no demasiados en número ni famosos en las noticias, viven diariamente a Jesucristo y comparten su amor y su paz con cuantos les rodean.
Sin denominaciones sectarias y exclusivistas, sin jerarquías ni títulos eclesiásticos; desconocidos de los que dicen compartir la misma fe; ignorados y despreciados por los religiosos; estos todavía son testigos vivientes del poder del Evangelio que transforma las vidas, las llena del Espíritu Santo y las encamina a seguir diariamente a Jesucristo, negándose a sí mismos, y tomando su cruz.
De esto sí puedo dar elocuente testimonio.
Es por eso que quienes también nos sentimos inclinados al amor y la paz, confesamos que no por inclinación natural sino totalmente sobrenatural. Dios asume siempre la iniciativa.
Tu testimonio y el mío se han encontrado en este Foro. No aprovechará pesquisar coincidencias y discrepancias. Pero ojalá Dios haga oír su voz en los corazones que nos leen, tanto como en el tuyo y el mío.
Afectuosos saludos.
Ricardo.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

Gracias estimado Ricardo por tu elocuente e íntegro testimonio.

Debo decir que me ha hecho mucho bien leerlo. Has logrado que me identifique espiritualmente contigo, tanto por la manera en que aplicas la Escritura como por cómo transmites el amor de quien la inspiró. Esta es una bendición que se pierde tanta buena gente que busca y busca por sus propios medios sin encontrar al que se encarnó en Jesús de Nazaret.

La misma Palabra nos consuela cuando, después de tanto tiempo de expresarles nuestra fe (que proviene de Dios), igual siguen encerrados en sus autosuficientes "bodegas". Ya no es responsabilidad nuestra, Ricardo, debemos recordar que el anuncio del Evangelio de Jesucristo (Buenas Nuevas de salvación) es de bendición para "todo aquél que cree"; y de maldición para el que prefiere seguir ignorándolo.

Ser tolerante es maravilloso. Pero no debemos permitir que la obstinación de otros nos haga sentir una responsabilidad que no es nuestra. La salvación pertenece al Señor; nosotros somos sus simples mensajeros.

Un abrazo fraternal.
 
Re: ¿Puede mentirnos La Biblia?

"Hijos míos, por quienes sufro otra vez dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros." Dios no engendra por argumentación intelectual.

"Ahora yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo."

"Haced lugar para nosotros en vuestros corazones; a nadie agraviamos, a nadie corrompimos, a nadie engañamos. No os lo digo para condenación, porque ya he dicho que estáis en nuestros corazones para morir y para vivir juntamente." Cuanto dista esto del metodo cuasinquisitorio de muchos en el foro.

Querido Ricardo, tu concluyes con estas palabras:
Pero desde hace dos mil años, hay por todo el mundo hombres y mujeres que no demasiados en número ni famosos en las noticias, viven diariamente a Jesucristo y comparten su amor y su paz con cuantos les rodean.Sin denominaciones sectarias y exclusivistas, sin jerarquías ni títulos eclesiásticos; desconocidos de los que dicen compartir la misma fe; ignorados y despreciados por los religiosos; estos todavía son testigos vivientes del poder del Evangelio que transforma las vidas, las llena del Espíritu Santo y las encamina a seguir diariamente a Jesucristo, negándose a sí mismos, y tomando su cruz.
De esto sí puedo dar elocuente testimonio.

"Lo elocuente del testimonio acaso consiste en su imperseptibilidad."

Continuas:
Es por eso que quienes también nos sentimos inclinados al amor y la paz, confesamos que no por inclinación natural sino totalmente sobrenatural. Dios asume siempre la iniciativa.

Entonces, pues, la situación anterior; "es totalmente iniciativa de Dios."

Saludos afectuosos.