Re: Ellen White y el juicio de Israel Dammon
Estimado Eduardo Martínez R. Saludos cordiales.
En primer lugar te felicito por refrenar tu lengua de los insultos a que nos tienes acostumbrados.
Tú dices: Eso lo cantó Dammon (no porque se lo pidieran) en el juicio. Sin duda, sería uno de los himnitos que cantaba aquella pandilla de fanáticos, y, dado que aquellas gentes gritaban todos a la vez a pleno pulmón, pero cada uno por su lado, me temo que tal cosa sería una cacofonía.
Respondo: La letra de dicho himno es realmente hermosa y significativa, seguramente la cantaban con fuerza y armonía pensando en lo que decía:
"Oí que mi Salvador andaba cerca;
El clamor de medianoche sonaba"
"Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella," le había sugerido a Carlos Fitch la redacción de un cartel profético con que ilustrar las visiones de Daniel y del Apocalipsis. La publicación de este cartel fue considerada como cumplimiento de la orden dada por Habacuc. Nadie, sin embargo, notó entonces que la misma profecía menciona una dilación evidente en el cumplimiento de la visión—un tiempo de demora. Después del contratiempo, este pasaje de las Escrituras resultaba muy significativo: "La visión todavía tardará hasta el plazo señalado; bien que se apresura hacia el fin, y no engañará la esperanza: aunque tardare, aguárdala, porque de seguro vendrá, no se tardará.... El justo empero por su fe vivirá."
Una porción de la profecía de Ezequiel fue también fuente de fuerza y de consuelo para los creyentes: "Tuve además revelación de Jehová, que decía: Hijo del hombre, ¿qué refrán es éste que tenéis en la tierra de Israel, que dice: Se van prolongando los días, y fracasa toda visión? Por tanto diles:... Han llegado los días, y el efecto de cada visión;... hablaré, y la cosa que dijere se efectuará; no se dilatará mas." "Los de la casa de Israel están diciendo: La visión que éste ve es para de aquí a muchos días; respecto de tiempos lejanos profetiza él. Por tanto diles: Así dice Jehová el Señor: No se dilatará mas ninguna de mis palabras; lo que yo dijere se cumplirá." Ezequiel 12:21 25, 27, 28. Los que esperaban se regocijaron en la creencia de que Aquel que conoce el fin desde el principio había mirado a través de los siglos, y previendo su contrariedad, les había dado palabras de valor y esperanza. De no haber sido por esos pasajes de las Santas Escrituras, que los exhortaban a esperar con paciencia y firme confianza en la Palabra de Dios, su fe habría cejado en la hora de prueba.
La parábola de las diez vírgenes, de Mateo 25, ilustra también lo que experimentaron los adventistas. En el capítulo 24 de Mateo, en contestación a la pregunta de sus discípulos respecto a la señal de su venida y del fin del mundo, Cristo había anunciado algunos de los acontecimientos mas importantes de la historia del mundo y de la iglesia desde su primer advenimiento hasta su segundo; a saber, la destrucción de Jerusalén, la gran tribulación de la iglesia bajo las persecuciones paganas y papales, el obscurecimiento del sol y de la luna, y la caída de las estrellas. Después, habló de su venida en su reino, y refirió la parábola que describe las dos clases de siervos que esperarían su aparecimiento. El capítulo 25 empieza con las palabras: "Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes." Aquí se presenta a la iglesia que vive en los últimos días la misma enseñanza de que se habla al fin del capítulo 24. Lo que ella experimenta se ilustra con las particularidades de un casamiento oriental.
"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, cuando tomaron sus lámparas, no tomaron aceite consigo: pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Tardándose, pues, el esposo, cabecearon todas, y se durmieron. Mas a la media noche fue oído el grito: ¡He aquí que viene el esposo! ¡salid a recibirle!"
Se comprendía que la venida de Cristo, anunciada por el mensaje del primer ángel, estaba representada por la venida del esposo. La extensa obra de reforma que produjo la proclamación de su próxima venida, correspondía a la salida de las vírgenes. Tanto en esta parábola como en la de Mateo 24, se representan dos clases de personas. Unas y otras habían tomado sus lámparas, la Biblia, y a su luz salieron a recibir al Esposo. Pero mientras que "las insensatas, cuando tomaron sus lámparas, no tomaron aceite consigo," "las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas." Estas últimas habían recibido la gracia de Dios, el poder regenerador e iluminador del Espíritu Santo, que convertía su Palabra en una antorcha para los pies y una luz en la senda. A fin de conocer la verdad, habían estudiado las Escrituras en el temor de Dios, y habían procurado con ardor que hubiese pureza en su corazón y su vida. Tenían experiencia personal, fe en Dios y en su Palabra, y esto no podían borrarlo el desengaño y la dilación. En cuanto a las otras vírgenes, "cuando tomaron sus lámparas, no tomaron aceite consigo." Habían obrado por impulso. Sus temores habían sido despertados por el solemne mensaje, pero se habían apoyado en la fe de sus hermanas, satisfechas con la luz vacilante de las buenas emociones, sin comprender a fondo la verdad y sin que la gracia hubiese obrado verdaderamente en sus corazones. Habían salido a recibir al Señor, llenas de esperanza en la perspectiva de una recompensa inmediata; pero no estaban preparadas para la tardanza ni para el contratiempo. Cuando vinieron las pruebas, su fe vaciló, y sus luces se debilitaron.
"Tardándose, pues, el esposo, cabecearon todas, y se durmieron." La tardanza del esposo representa la expiración del plazo en que se esperaba al Señor, el contratiempo y la demora aparente. En ese momento de incertidumbre, el interés de los superficiales y de los sinceros a medias empezó a vacilar y cejaron en sus esfuerzos; pero aquellos cuya fe descansaba en un conocimiento personal de la Biblia, tenían bajo los pies una roca que no podía ser barrida por las olas de la contrariedad. "Cabecearon todas, y se durmieron;" una clase de cristianos se sumió en la indiferencia y abandonó su fe, la otra siguió esperando pacientemente hasta que se le diese mayor luz. Sin embargo, en la noche de la prueba esta segunda categoría pareció perder, hasta cierto punto, su ardor y devoción. Los tibios y superficiales no podían seguir apoyándose en la fe de sus hermanos. Cada cual debía sostenerse por sí mismo o caer.
Por aquel entonces, despuntó el fanatismo. Algunos que habían profesado creer férvidamente en el mensaje rechazaron la Palabra de Dios como guía infalible, y pretendiendo ser dirigidos por el Espíritu, se abandonaron a sus propios sentimientos, impresiones e imaginación. Había quienes manifestaban un ardor ciego y fanático, y censuraban a todos los que no querían aprobar su conducta. Sus ideas y sus actos inspirados por el fanatismo no encontraban simpatía entre la gran mayoría de los adventistas; no obstante sirvieron para atraer oprobio sobre la causa de la verdad.
Satanás estaba tratando de oponerse por este medio a la obra de Dios y destruirla. El movimiento adventista había conmovido grandemente a la gente, se habían convertido miles de pecadores, y hubo hombres sinceros que se dedicaron a proclamar la verdad, hasta en el tiempo de la tardanza. El príncipe del mal estaba perdiendo sus súbditos, y para echar oprobio sobre la causa de Dios, trató de engañar a algunos de los que profesaban la fe, y de cambiarlos en extremistas. Luego sus agentes estaban listos para aprovechar cualquier error, cualquier falta, cualquier acto indecoroso, y presentarlo al pueblo en la forma mas exagerada, a fin de hacer odiosos a los adventistas y la fe que profesaban. Así, cuanto mayor era el número de los que lograra incluir entre los que profesaban creer en el segundo advenimiento mientras su poder dirigía sus corazones, tanto mas fácil le sería señalarlos a la atención del mundo como representantes de todo el cuerpo de creyentes.
Satanás es "el acusador de nuestros hermanos," y es su espíritu el que inspira a los hombres a acechar los errores y defectos del pueblo de Dios, y a darles publicidad, mientras que no se hace mención alguna de las buenas acciones de este mismo pueblo. Siempre está activo cuando Dios obra para salvar las almas. Cuando los hijos de Dios acuden a presentarse ante el Señor, Satanás viene también entre ellos. En cada despertamiento religioso está listo para introducir a aquellos cuyos corazones no están santificados y cuyos espíritus no están bien equilibrados. Cuando éstos han aceptado algunos puntos de la verdad, y han conseguido formar parte del número de los creyentes, él influye por conducto de ellos para introducir teorías que engañarán a los incautos. El hecho de que una persona se encuentre en compañía de los hijos de Dios, y hasta en el lugar de culto y en torno a la mesa del Señor, no prueba que dicha persona sea verdaderamente cristiana. Allí está con frecuencia Satanás en las ocasiones mas solemnes, bajo la forma de aquellos a quienes puede emplear como agentes suyos.
El príncipe del mal disputa cada pulgada del terreno por el cual avanza el pueblo de Dios en su peregrinación hacia la ciudad celestial. En toda la historia de la iglesia, ninguna reforma ha sido llevada a cabo sin encontrar serios obstáculos. Así aconteció en los días de Pablo. Dondequiera que el apóstol fundase una iglesia, había algunos que profesaban aceptar la fe, pero que introducían herejías que, de haber sido recibidas, habrían hecho desaparecer el amor a la verdad. Lutero tuvo también que sufrir gran aprieto y angustia debido a la conducta de fanáticos que pretendían que Dios había hablado directamente por ellos, y que, por lo tanto, ponían sus propias ideas y opiniones por encima del testimonio de las Santas Escrituras. Muchos a quienes les faltaba fe y experiencia, pero a quienes les sobraba confianza en sí mismos y a quienes les gustaba oír y contar novedades, fueron engañados por los asertos de los nuevos maestros y se unieron a los agentes de Satanás en la tarea de destruir lo que, movido por Dios, Lutero había edificado. Y los Wesley, y otros que por su influencia y su fe fueron causa de bendición para el mundo, tropezaron a cada paso con las artimañas de Satanás, que consistían en empujar a personas de celo exagerado, desequilibradas y no santificadas a excesos de fanatismo de toda clase."
Tú dices: ¿Qué fue de Dorinda? ¿Qué hay del memorial de desagravio? ¿Por qué Harmon describió lo ocurrido en la casa de Ayer como si hubiese reinado allí el Espíritu Santo, cuando aquello no fue más que un escándalo. Si Harmon hizo algo para apaciguar a sus fanáticos colegas, ¿por qué tuvo que acudir la fuerza pública para poner fin a los disturbios?
Respondo: Debes saber que sólo lo genuino perdura; allí Ellen White tuvo una visión, y si fue inspirada por el Espíritu Santo, es por que se cumple las palabras de Cristo: «Donde dos o más están reunidos en mi nombre allí estoy en medio de ellos» (Mateo 18:20), Ellen White no gritó ni contribuyó al fanatismo, siguió la conducta y enseñanza de Cristo: "No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz.
La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio.
Y en su nombre esperarán los gentiles." Mateo 12: 19-21.
Ellen White no fue ni acusada de actividad fanática, ni tuvo arte ni parte en los gritos que ahora le acusan los detractores.
Cuando el Señor instruyó a Elena Harmon para que relatara su primera visión (recibida en diciembre de 1844) a los creyentes Adventistas, él no excluyó a los fanáticos de su ministerio. Elena de White se refirió a numerosas ocasiones cuando ella fue directamente enviada para testificar a aquellos que tenían ideas y prácticas fanáticas.
“En el período del chasco, después del cumplimiento del tiempo en 1844, surgieron diversas formas de fanatismo. Algunos sostenían que ya había ocurrido la resurrección de los muertos Se me envió a dar un mensaje a aquellos que creían en esto, tal como ahora estoy dando un mensaje a vosotros. Declaraban que habían sido perfeccionados, y que su cuerpo, alma y espíritu eran santos. Realizaban demostraciones similares a las que hacéis vosotros, y confundían sus propias mentes y las mentes de otros con sus suposiciones maravillosas. Sin embargo esas personas eran nuestros hermanos amados, y anhelábamos ayudarlos. Fui a sus reuniones. Había mucha excitación, con ruidos y confusión. No era posible captar claramente lo que estaba ocurriendo. Algunos parecían estar en visión y caían al suelo. Otros saltaban, danzaban y gritaban. Declaraban que como tenían la carne purificada, estaban listos para la traslación. Repetían esto una vez tras otra. Di mi testimonio en el nombre del Señor, y presenté su reproche contra estas manifestaciones”. (Mensajes Selectos, 2: 38, 39.)
La asociación de Elena de White con Israel Dammon en este tiempo puede también ser comprendida a la luz del hecho de que, mientras muchos Milleritas habían rechazado su experiencia pasada, él estaba entre un puñado de líderes que todavía creían que la profecía de la Biblia había sido cumplida en 1844, uno de los pocos que escucharía el mensaje de la primera visión de Elena de White.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.