Re: JUAN 1:1, LA TRINIDAD Y LA DEIDAD DE CRISTO: INTERPRETACIÓN, EXPOSICIÓN Y DEFENSA
Pero todos ustedes, en vez de escudriñar, de buscar, de tan siquiera reconocer y sinceramente QUE NO LO SABEN... en vez de ello, se van por arriba, por abajo, por el lateral... ESE ES EL ERROR PRINCIPAL. Esperando...
Voy a complementar lo que dijiste en unos de tus posts anteriores.
En 325 D.C. un concilio de obispos reunido en Nicea, Asia Menor, formuló un credo que declaró que el Hijo de Dios era “verdadero Dios”, tal como el Padre era “verdadero Dios”. Parte de ese credo decía:
“Mas a los que afirman: Hubo un tiempo en que [el Hijo] no fué y que antes de ser engendrado no fué, y que fué hecho de la nada, o los que dicen que es de otra hipóstasis o de otra sustancia o que el Hijo de Dios es cambiable o mudable, los anatematiza la Iglesia Católica”.
De modo que a cualquiera que creyera que el Hijo de Dios no era coeterno con el Padre o que el Hijo había sido creado se le entregaba a la condenación eterna. Uno puede imaginarse cuánto presionaba aquello a la mayoría de los creyentes comunes para que se amoldaran a aquellas ideas.
En el año 381 E.C. se convocó otro concilio en Constantinopla, y este declaró que había que adorar y glorificar al espíritu santo tal como al Padre y al Hijo. Un año después —en 382 E.C.— otro sínodo se reunió en Constantinopla y sostuvo la divinidad plena del espíritu santo. Aquel mismo año, ante un concilio celebrado en Roma, el papa Dámaso presentó una serie de enseñanzas que la iglesia había de condenar. El documento, llamado el Tomo de Dámaso, incluía las declaraciones que a continuación se citan.
“Si alguno no dijere que el Padre es siempre, que el Hijo es siempre y que el Espíritu Santo es siempre, es hereje.”
“Si alguno no dijere verdadero Dios al Hijo de Dios, como verdadero Dios a [su] Padre [y] que todo lo puede y que todo lo sabe y que es igual al Padre, es hereje.”
“Si alguno no dijere que el Espíritu Santo [...] es [...] verdadero Dios, [...] lo puede todo y todo lo sabe [...], es hereje.”
“Si alguno no dijere ser tres personas verdaderas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, iguales, siempre vivientes, que todo lo contienen, lo visible y lo invisible, que todo lo pueden, [...] es hereje.”
“Si alguno dijere que [el Hijo] constituído en la carne cuando estaba en la tierra, no estaba en los cielos con el Padre, es hereje.”
“Si alguno, al llamar Dios al Padre, Dios al Hijo de Aquél, y Dios al Espíritu Santo, los llama dioses [...] y no [...] una sola divinidad [...], es hereje”5.
Varios eruditos jesuitas, en su traducción del tomo del latín al inglés, añadieron el comentario: “Parece que el papa San Celestino I (422-432) consideró ley esos cánones; estos pueden considerarse definiciones de fe”6. Y el erudito Edmund J. Fortman afirma que el tomo representa una “doctrina trinitaria bien fundada y poderosa”.
Si usted es miembro de una iglesia que acepta la enseñanza de la Trinidad, ¿definen su fe esas declaraciones? ¿Y se da cuenta de que el creer en la doctrina de la Trinidad según la enseñan las iglesias requiere que usted crea que Jesús estaba en el cielo al mismo tiempo que estaba en la Tierra? Esta enseñanza es parecida a lo que declaró Atanasio, eclesiástico del siglo IV, en su libro La encarnación del verbo:
“Él [el Verbo, Jesús,] no estaba encerrado en el cuerpo, ni estaba en el cuerpo sin estar en otra parte. Ni él movía a aquél, mientras el universo estaba vacío de su energía y providencia. [...] Daba vida igualmente a todas las cosas y a la vez nacía en todos y estaba fuera de todos”.