Mis queridos hermanos y demás foristas que la Paz del Señor sea con todos vosotros:
Verán, si algo estoy pudiendo comprobar –amargamente- es que ni tan siquiera los que dicen ser católicos, ni aun estos, logran entender el Catecismo, y menos aun, quien es el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Y nada que decir en cuanto a que Jesús es Señor y que esta es la palabra de Fe que predican y confiesan los Cristianos, para Gloria de Dios Padre.
Conversando con unos, con otros, y con los demás allá, nomás he podido comprobar que sin darse cuenta, que por un lado u otro terminan cayendo en herejías por la sencilla razón que jamás tienen en cuenta LA SAGRADA ESCRITURA, antes siquiera de pretender entender el Catecismo, y a la vez, no dudan en sacar textos fuera del contexto del Catecismo mismo –al igual que lo hacen con la Biblia– y por ello, llegan a errados y confusos entendimientos.
Por ello, y antes de todo, vamos a presentar –TODOS– a Dios Padre y Jesucristo el Señor este debate, y pedirles que Su Gracia y Paz sea con todos nosotros, y que sea el Espíritu Santo quien nos guía a toda la Verdad que se halla en la Divina Persona del Hijo.
Como es normal en toda catequesis que se precie, vamos a ir viéndolo todo poco a poco, tanto conforme nos es dado en el Catecismo, como conforme a la Sagrada Escritura a tal cual nos vaya siendo reclamado.
Empezaremos y primeramente con Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y a tal cual el orden que nos da el Catecismo mismo, y siempre tomando de la única fuente OFICIAL DE LOS CATÓLICOS, y que no es otra que la web del Vaticano mismo:
Aquí tiene la dirección para todas sus consultas.
No olviden que la única intención por parte de un servidor no es otra que Catequizar, y que como bien saben es: descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios.
Bien, ahora, de momento, leamos a tal cual nos es dado en el Catecismo. Después ya iremos analizando cada expresión, cada línea, cada párrafo... a tal cual es debido y contrastándolo con la Sagrada Escritura siempre que sea necesario. Y empezamos con:
SEGUNDA SECCIÓN: LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO SEGUNDO
CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS
La Buena Nueva: Dios ha enviado a su Hijo
422. "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). He aquí "la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de toda expectativa: El ha enviado a su "Hijo amado" (Mc 1, 11).
423 Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha "salido de Dios" (Jn 13, 3), "bajó del cielo" (Jn 3, 13; 6, 33), "ha venido en carne" (1 Jn 4, 2), porque "la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad... Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 14. 16).
424 Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3).
"Anunciar... la inescrutable riqueza de Cristo" (Ef 3, 8)
425 La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a la fe en el. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: "No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, -pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó - lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).
En el centro de la catequesis: Cristo
426 "En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros... Catequizar es ... descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios... Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo" (CT 5). El fin de la catequesis: "conducir a la comunión con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". (ibid.).
427 "En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca... Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa palabra de Jesús: 'Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado' (Jn 7, 16)" (ibid., 6).
428 El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas ... para ganar a Cristo, y ser hallado en él" y "conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11).
429 De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (Artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su encarnación (Artículo 3), los de su Pascua (Artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (Artículos 6 y 7).
Como ven, esta va a ser la intención, el Cataquizar a tal cual es debido, para que a la verdad puedan llegar a descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios. Y como he dicho, poco a poco, sección por sección, punto por punto, y línea a línea...
Un saludo, y en Cristo Jesús el Señor, LES BENDIGO.