¡Oh Señor Mío!
¡Oh Señor Mío!
Someterse a la autoridad de Dios?... vaya, estas palabras que son tan fáciles de pronunciar, cuan difíciles son y a su vez de que sean desde el corazón y en verdad.
Verá, Dios amó tanto al mundo, porque fue Dios quien nos amó primero, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea no se pierda más tenga vida eterna.
Pero verá, el Hijo de Dios, que vino a los suyos, que vino a su mundo, pues no, no fue aceptado, y marcho, tuvo que entregar su propia vida por el pecado, y marchó y de nuevo al mismo lugar de donde vino.
En el principio ya estaba con Dios, y era uno con Dios, tanto, que era Dios, y vino, vino a dar vida, pero no, tuvo que entregar su vida, y es por ello, que hoy todos los que en Él creen, tiene la Vida.
Cristo vino, murió por todos, absolutamente todos, pero no todos quieren reconocerle como Rey y Señor de sus vidas. Y claro, ello suele suceder y entre otras cosas, porque olvidan que Él está vivo, reinando, siendo uno con el Padre, y a la vez, uno con cada cual de sus discípulos.
Y claro, ¿que es un discípulo?... pues aquel que tiene un maestro, y el Señor es el Maestro, y está vivo, e intercede por los suyos ante el Padre, y...
Bueno, ahora es cuando debería hablarles del Espíritu Santo, de su Obra, de su... en fin, que ahora es cuando a la verdad se debería ver y bien entender que la fe o bien está en Él, el Hijo, o bien...
Que Dios Padre, y en el Nombre de Jesucristo el Señor, sea quien les de debida luz y entendimiento mediante la asistencia del Espíritu Santo, o si lo prefieren DIOS Y EN SI MISMO.
