Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

(LAS PALABRAS RESALTADAS EN EL SIGUIENTE EXTRACTO FUERON HECHAS POR MÍ)
H430
אֱלֹהִים elojím; plur. de 433; dioses en el sentido ordinario; pero espec. que se usa (en plur. así, espec. con el art.) del Dios supremo; ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados; y algunas veces como superlativo:-ángeles, Dios (dioses), diosa, extremo, grande, ídolo, juez, poderoso, rey.

Los siguientes versiculos aclaran esto de "dioses":

Psa 8:6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:
Psa 8:7 Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
Psa 8:8 Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

El contexto me dice que el termino elhoim tiene que ver con la autoridad que el hombre ejerce sobre la naturaleza. No tiene que ver nada con "divinidad" y/o "deidad".

[...]

H430
אֱלֹהִים elojím; plur. de 433; dioses en el sentido ordinario; pero espec. que se usa (en plur. así, espec. con el art.) del Dios supremo; ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados; y algunas veces como superlativo:-ángeles, Dios (dioses), diosa, extremo, grande, ídolo, juez, poderoso, rey.

Aqui no se refiere a divinidad.

¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)


2Pe 1:4 Mediante estas cosas nos ha dado libremente las preciosas y grandiosísimas promesas, para que por estas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria.

Una cosa es ser partícipe de algo y otra cosa es ser ese algo:

Heb 6:4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Sigamos en los primeros tiempos, en los cuales ni tan siquiera estaba aun establecido del canon bíblico, y a tal cual los que bien leyeron y entendieron los originales tanto griegos, como hebreos, y sin olvidar la viva voz de los Apóstoles...

UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO

Sobre aquello de «Y en un solo Señor Jesucristo». Se parte del pasaje de 1 Co 8,5-6: «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros»(1).

El Hijo, puerta para llegar al Padre

1. Aquellos a quienes se ha enseñado a creer en «un solo Dios, Padre todopoderoso», deben creer también en el Hijo unigénito. Pues «todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre» (I Jn 2, 33). «Yo soy la puerta» (Jn 10, 9), dice Jesús. «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6). Si niegas la puerta, te permanecerá cerrado el conocimiento que lleva al Padre. «Nadie conoce bien al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt I 1, 27b). Pues si niegas a aquel que revela, permanecerás en la ignorancia. Dice una sentencia en los Evangelios: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3, 36). El Padre se indigna cuando el Hijo unigénito es privado de su honor. Un rey considera grave que alguien insulte a un simple soldado. Por tanto, si se trata indecorosamente a alguien de las personas más honorables, compañeros o amigos, más se enciende la propia cólera. Y si alguien injuria al Hijo único del Rey, ¿quién aplacará y suavizará al Padre del Hijo unigénito de tal modo conmovido?

Es en el Hijo en quien se cumplen los designios de Dios

2. Si alguien, por consiguiente, quiere ser piadoso para con Dios, adore al Hijo; de otro modo, el Padre no admitirá su culto. El Padre exclamó desde el cielo diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17). En el Hijo se complugo el Padre. Si tú no encuentras también en él tu complacencia, no tendrás la vida. No te dejes arrastrar por los judíos, que mala y astutamente dicen, sí, que hay un solo Dios. Pero, junto a este reconocimiento de que sólo hay un Dios, reconoce a la vez que existe un Hijo único de Dios. No he sido yo el primero en decir esto, sino que acerca de la persona del Hijo dice el salmista: «Voy a anunciar el decreto de Yahvé: El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"» (Sal 2, 7)(2). No atiendas, pues, a lo que dicen los judíos, sino a lo que hablan los profetas. ¿Te asombras de que desprecien las voces de los profetas cuando ellos mismos los lapidaron y entregaron a la muerte?

Diversas denominaciones de Cristo en la Escritura

3. Tú cree «en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios». Decimos «un solo Señor Jesucristo», porque es una filiación única; decimos «único», para que su actividad múltiple, que se expresa mediante nombres diversos, no te lleve a hablar impíamente de hijos diversos. Se le llama «puerta» (Jn 10, 7), pero no pienses, por esta denominación, que se trata de una puerta de madera, sino racional, viva y que se da cuenta de quiénes pasan. Se le llama «camino» (Jn 14, 6), pero no porque sea pisado por los pies, sino porque conduce hasta el Padre. Se le llama «oveja», pero no desprovista de razón, sino que por su preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados: es llevada ante el esquilador y sabe cuándo conviene guardar silencio (cf. Hech 8, 32; vid. Is 53, 7-8). Pero esta misma oveja cambia a la vez su nombre por el de pastor cuando dice: «Yo soy el buen pastor» (Jn10, 11)(3). Es oveja por su humana naturaleza, pero es pastor por el amor a los hombres que muestra su divinidad. Pero, ¿quieres saber cómo nos referimos a ovejas racionales? Dice el Salvador a los apóstoles: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10, 16). También se le llama «león» (cf. Gén 49, 9)(4), pero no porque sea devorador de hombres, sino que con tal denominación se muestra la dignidad regia de la propia naturaleza y su propio vigor en el que puede confiar. Se le llama también león en oposición al «adversario, el Diablo», que «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (I Pe 5, 8). Pues viene el Salvador, no mudando su mansedumbre natural, sino como el poderoso león de la tribu de Judá (cf. Apoc 5, 5), trayendo la salvación a los que creen y aplastando al adversario. Se le llama «piedra», no inanimada ni tampoco extraída con manos humanas (cf. Dan 2, 34), sino «piedra angular» (cf. Sal 118, 225; cf. Mt 21, 42 par)(5), en la que quien crea no será confundido (cf. Is 28, 16).

Más denominaciones de Cristo

4. Se le llama «Cristo»(6), aunque no ha sido consagrado por manos humanas, sino ungido por el Padre para un sacerdocio eterno superior a las cosas de los hombres (cf. Hech 4,27). Se le cuenta entre los que han muerto, pero sin permanecer entre los muertos(7), como todos los demás en el Hades (cf. Hech 2, 31), sino el único libre entre los que murieron. Se le llama «Hijo del hombre» (Mt 16, 13); no como cada uno de nosotros, que hemos tenido nuestro nacimiento en esta tierra, sino como quien ha de venir sobre las nubes a juzgar a los vivos y a los muertos (Mt 24, 30)(8). Se le llama «Señor», no de manera abusiva, como a los «señores» que hay entre los hombres, sino como quien tiene un poder natural y eterno(9). Se le llama «Jesús» con nombre apropiado(10), que hace referencia a su labor como médico(11). Se le proclama «Hijo»(12), que no ha llegado a serlo por adopción, sino que por naturaleza ha sido engendrado Son muchas realmente las denominaciones de nuestro Salvador. Pero que esta multitud de nombres no te haga pensar en una multitud de hijos. Y que no pienses, a causa de los errores de los herejes, que dicen que uno es el Cristo, pero otro es Jesús, y otra es la puerta, y así sucesivamente. Frente a todo ello te previene la recta fe: en un solo Señor Jesucristo. Aunque las distintas denominaciones sean muchas, bajo ellas es una única realidad lo que se entiende.

Jesucristo, Salvador y Señor

5. El actúa como Salvador diversamente según las circunstancias de cada uno. Para quienes necesitan de la alegría, él es la viña (cf. Jn 15, 1). Para quienes tienen necesidad de entrar, él es la puerta (Jn 10, 7). Para quienes tienen que presentar sus súplicas, ha sido constituido «único mediador» ( 1 Tim 2, 5) y «Sumo Sacerdote» (Hebr 7, 26). Pero, a su vez, se convierte en oveja en favor de los pecadores para ser sacrificado en su lugar (Is 53, 6-7). Se hace todo para todos permaneciendo él lo que es según su naturaleza. Pues permaneciendo así y detentando una dignidad de hijo que no está sujeta a mutación alguna, desciende hasta nuestras debilidades como médico excelente y maestro bondadoso. Y esto siendo en verdad el Señor, que no ha adquirido el señorío para provecho propio, sino que posee por naturaleza la dignidad de ese señorío(13). No es llamado abusivamente «Señor» nuestro, sino que verdaderamente lo es: cuando por voluntad del Padre domina sobre las propias criaturas. Nosotros ejercemos un derecho de dominio sobre hombres iguales a nosotros en honor y que están sujetos a las mismas debilidades: a menudo mandamos sobre quienes nos sobrepasan en edad y no es raro que un joven gobierne sobre criados más viejos. Pero en nuestro Señor Jesucristo no existe tal tipo de dominio. Pues en primer lugar es Hacedor y, después, Señor: en primer lugar ha hecho la voluntad del Padre, y es después cuando domina sobre las cosas que ha hecho.

Cristo, siempre en unión con el Padre

6. «Cristo Señor»(14) es aquel que «nació en la ciudad de David»(15). ¿Y quieres saber que Cristo el Señor está con el Padre ya antes de hacerse hombre(16), de modo que lo que se dice no lo aceptes sólo por la fe, sino que tengas también una prueba desde el Antiguo Testamento? Busca el primero de los libros, el Génesis, donde dice Dios: «Hagamos al ser humano», no dice a mi imagen, sino «a nuestra imagen» (Gén 1, 26). Y después de que Adán fue hecho, dice: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya» (1, 27). No restringió, pues, la dignidad divina a sólo el Padre, sino que también se refirió conjuntamente al Hijo, declarando así que el hombre no es simplemente obra de Dios, sino también de nuestro Señor Jesucristo, que también es verdadero Dios. Este mismo es el Señor, que coopera con el Padre, como lo hizo también en el asunto de Sodoma, según lo dicho por la Escritura: «Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé»(17). Y en otra ocasión, se mostró a Moisés en cuanto éste fue capaz de verlo (cf. Ex 3, 2-6; 33, 18-20; 34, 5-6). Pues el Señor es benigno y siempre desciende indulgentemente a nuestras debilidades.

Cristo, aparecido a Moisés

7. Y para que sepas que es él mismo el que se apareció a Moisés, acepta este testimonio de Pablo: «Pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo» (I Cor 10, 4) y, además (refiriéndose a Moisés): «Por la fe, salió de Egipto» (Hebr 11, 27), poco después de haber dicho: «estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto el oprobio de Cristo» (Hebr 11, 26)(18). Y Moisés le dice: «Déjame ver, por favor, tu gloria» (Ex 33, 18). ¿Acaso no ves que también entonces los profetas veían a Cristo, aunque en la medida en que eran capaces de ello? «Déjame que te vea», clamaba Moisés. Pero Dios le dice: «No puede verme el hombre y seguir viviendo» (Ex 33, 20). Por consiguiente, puesto que nadie podría ver el rostro de la divinidad, adoptó el rostro del hombre para que, viéndolo, viviésemos(19). Pero cuando quiso mostrarlo con brillo, es decir, cuando su rostro «resplandeció como el sol», «los discípulos cayeron rostro a tierra llenos de miedo» (Mt 17, 2-6). Por consiguiente, si al brillar el rostro de su cuerpo no lo hacía cuanto podía sino cuanto eran capaces de soportarlo los discípulos, ¿cómo podría nadie mirar a la majestad de la divinidad? «Grande es, Moisés, lo que deseas», dice el Señor. «Doy mi aprobación, sin embargo, a tu deseo no saciado. "Haré también esto que me acabas de pedir" (Ex 33, 17), en la medida en que tú puedes captarlo.» «Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás sobre la peña. Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver» (Ex 33, 21-23)(20).

La presencia de Cristo entre los israelitas, invocada por Moisés

8. Guarda con firmeza, a causa de los Judíos, todo lo que voy a decir. Pues era nuestro propósito mostraros que, junto al Padre, se encontraba el Señor Jesucristo. Porque dice el Señor a Moisés: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvé» (Ex 33, 19). El que es el Señor en persona, ¿a quién llama Señor?(21). Ves cómo, aunque de modo oscuro enseñó la piadosa doctrina acerca del Padre y el Hijo. Y además, en las palabras que siguen se encuentra escrito(22) «Descendió Yahvé en forma de nube y se puso allí junto a él. Moisés invocó el nombre de Yahvé. Yahvé pasó por delante de él y exclamó: "Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación"». Después, según lo que sigue, Moisés, cayendo en tierra de rodillas y adorando al Padre ante el Señor, a quien llamaba, dice: «Dígnese mi Señor venir de en medio de nosotros» (Ex 34, 5-9, para todo en conjunto).

Cristo es, como el Padre, Señor de todo

9. Tienes así una primera demostración. Admite otra que es evidente. «Dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha"» (Sal 110, 1). El Señor dice estas cosas al Señor, no al siervo(23). Pero se trata del Señor de todas las cosas, de su propio Hijo al que todo se lo sometió (cf. 1 Cor 15, 27-28; Hebr 2, 8). «Mas cuando dice que "todo está sometido", es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas» (1 Cor 15, 27)..., «para que Dios sea todo en todo» (15, 28). Señor de todo es el Hijo unigénito: es Hijo del Padre, sumiso a él y que no ha usurpado su soberanía, sino que la ha recibido espontáneamente y de modo natural. Pues ni el Hijo se la robó al Padre ni éste ha sentido envidia del Hijo al entregarle el dominio. Es este mismo el que dice: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11, 27). Pero no me ha sido entregado como si anteriormente careciese de ello(24), aunque las conservo cuidadosamente sin que se empobrezca su largueza.

Más sobre el señorío de Cristo

10. Por consiguiente, el Hijo de Dios es «Señor». Señor nacido en Belén de Judá, según las palabras del ángel a los pastores: «Os anuncio una gran alegría...: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 10-11). Del cual, en otro lugar, dice uno de los Apóstoles: «El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todo» (Hech 10, 36). Y cuando dice «de todo», no sustraigas absolutamente nada a su soberanía, pues tanto los ángeles como los arcángeles, «los Principados, las Potestades» (Col 1, 16) o cualquier otra de las realidades creadas nombradas por los apóstoles, todo ha sido sometido al señorío del Hijo. Es Señor de los ángeles, como tienes en los evangelios: «Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían» (Mt 4, 11). No dice «le ayudaban», sino «le servían», es decir, realizaban un oficio servil. Y cuando iba a nacer de la Virgen, le sirvió entonces Gabriel, que convirtió así su propia dignidad en servicio (cf. Lc 1, 26 ss.). Cuando tenía que ir a Egipto para deshacer los ídolos de éste(25), de nuevo un ángel se aparece en sueños a José (cf. Mt 2, 13). Habiendo resucitado tras su crucifixión, un ángel lo anunció y, como un siervo diligente, dijo a las mujeres: «Ahora id enseguida a decir a los discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis": Ya os lo he dicho» (Mt 28, 7). Como si dijera: no he descuidado el encargo; testifico que os lo he dicho para que, si lo descuidáis, no sea mía la culpa sino de quienes han sido negligentes. Así, pues, aquel es el único Señor Jesucristo, acerca del cual la lectura que se proclamó(26) contiene estas palabras: «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros» ( I Cor 8, 5-6).

Aarón y Josué, figuras de Cristo sacerdote y salvador

11. Jesucristo es llamado así con un doble vocablo: Jesús, porque otorga la salvación; Cristo, porque posee el sacerdocio(27). Dándose cuenta perfectamente de la situación, el divino profeta Moisés llamó con estos nombres a dos hombres escogidísimos: a Ausés, sucesor suyo en la jefatura, al que llamó Jesús cambiándole el nombren, y a su propio hermano Aarón, añadiéndole el nombre de Ungido(28); de esta manera, por medio de estos dos hombres eximios, representaba la potestad regia y la potestad pontifical que habían de estar unidas en el Jesucristo único que habría de venir. Pues Cristo es sumo pontífice a semejanza de Aarón(29), si es verdad aquello de que «tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: ... Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec» (Hebr 5, 5-6). Y en muchas cosas fue imagen de él, Josué, hijo de Nun(30), pues la jefatura sobre el pueblo tuvo su comienzo en el Jordán(31), donde también Cristo comenzó a evangelizar una vez recibido el bautismo (Mt 3, 13). El hijo de Nun hizo doce partes de toda la herencia (Jos 14, 1-5) yJ esús envió a doce apóstoles de la verdad como predicadores a todo el mundo (Mt. 10). Como imagen (de Jesús), protegió él (Josué) a la prostituta que había creído (Jos 2,1 ss; 6,17 cf. Hebr 11, 31). Pero el verdadero(32) exclama: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt 21, 31). Ante el clamor de la alegría, aunque aquello sólo era imagen, se derrumbaron las murallas de la ciudad de Jericó (Jos 6, 20), y por la palabra de Jesús: «No quedará aquí piedra sobre piedra» (Mt 24, 2), cayó lo que a nosotros se opone, el templo de los judíos. Y no porque la sentencia de Jesús fuese causa del derrumbe, sino que esta caída la provocó el pecado de los impíos.

Jesús, Salvador, llamado así por el ángel

12. Unico es el Señor Jesucristo, nombre admirable indirectamente anunciado por los profetas. Pues dice el profeta Isaías: «Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña» (Is 62, 11)(33). Pero Jesús, en hebreo, significa «salvador»; sin embargo, la gracia otorgada a los profetas, previendo el torcido sentimiento de los judíos hacia la destrucción del Señor, les ocultó la verdadera denominación para que no pudiesen, conociéndolo demasiado pronto, estar al acecho contra él de manera más insidiosa. Pero Jesús fue llamado claramente de ese modo, no por todos, sino por el ángel, que no vino por su iniciativa, sino por la autoridad de Dios, y dijo a José: «No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombra Jesús» (Mt 1, 20-21). Y al dar razón de este nombre, añadió de modo inmediato: «Porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (1, 21b). Pero has de entender cómo puede tener un pueblo quien todavía no ha nacido, y es que en realidad ya existía antes de nacer. Esto es lo que de su persona dice el profeta: «Yahvé desde el seno materno me llamó: desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre» (Is 49, 1)(34). Por eso predijo el ángel que habría de ser llamado Jesús. Como también deben entenderse de las insidias de Herodes estas palabras: «En la sombra de su mano me escondió» (Is 49, 2).

El Salvador que sana

13. Así pues, «Jesús» significa en hebreo «salvador», y en la lengua griega, «el que sana». En realidad él es médico de las almas y los cuerpos, y sanador de los espíritus: cura a los que están ciegos en sus ojos sensibles, pero lleva también la luz a las mentes: es médico(36) de los que están visiblemente cojos, y dirige también los pies de los pecadores a la conversión cuando dice al paralítico: «No peques más» (Jn 5, 14) y: «Toma tu camilla y anda» (5, 8)(36). Pues ya que a causa del pecado del alma había sido entregado el cuerpo a la parálisis, sanó primero el alma para llevar también después la medicina al cuerpo. Por tanto, si la mente de alguien está agarrotada por la enfermedad de los pecados, tiene ahí médico. Pero si alguien es de poca fe, dígale: «Ayuda a mi incredulidad» (Mc 9, 23). Y si alguien está plagado de enfermedades corporales, no desconfíe, sino acérquese, que también recibirá remedio, y reconozca que Jesús es el Mesías.

Eternidad e inmutabilidad del sacerdocio de Cristo

14. Los judíos conceden que Jesús es algo más, pero niegan que sea el Mesías. Por ello dice el Apóstol: «¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo (1 Jn 2, 22)?». Pero Cristo es el sumo sacerdote con un sacerdocio intransferible(37). No comenzó en el tiempo a ser sacerdote ni tiene sucesor alguno en su pontificado, tal como nos oísteis hablando el domingo en la asamblea(38) sobre aquello de «según el orden de Melquisedec» (Sal 110, 4; cf. Hebr 5, 6)(39). No ha obtenido el pontificado por sucesión corporal ni ha sido ungido con óleo terreno(40), sino que procede del Padre antes de los siglos; y es tanto más excelente que otros cuanto ha sido Sacerdote a través de un juramento: «Pues los otros fueron hechos sacerdotes sin juramento, mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo: "Juró el Señor y no se arrepentirá..."» (Hebr 7, 20b-21a). Para la seguridad del asunto bastaba con la voluntad del Padre. Pero esta seguridad se ha duplicado al añadirse a la voluntad además un juramento: «Para que mediante dos cosas inmutables por las que es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente animados» (Hebr 6, 18)(41) quienes acogemos a Jesucristo Hijo de Dios.

Pese a los anuncios, Cristo fue rechazado

15. A este Cristo le rechazaron los judíos cuando llegó(42), pero lo confesaron los demonios (cf. Lc 4, 41). Tampoco lo ignoraba el patriarca David cuando decía: «Aprestaré una lámpara a mi ungido» (Sal 132, 17). Algunos han entendido esta lámpara como el esplendor de la profecía; otros han entendido por esta lámpara la carne tomada de la Virgen, según aquello que dice el apóstol: «Llevamos este tesoro en vasos de barro» (2 Cor 4, 7). No desconocía a Cristo el profeta al decir: «Anunciando a los hombres a su Cristo» (Am 4, 13 LXX). También lo había conocido Moisés, lo había conocido Isaías y también Jeremías: ninguno de los profetas lo desconoció. Lo reconocieron incluso los mismos demonios. «Les conminaba», y, se añade, «porque sabían que él era el Cristo» (Lc 4, 41). Los príncipes de los sacerdotes lo ignoraron, pero lo confesaron los demonios. Mientras los príncipes de los sacerdotes le desconocían, lo anunciaba la mujer samaritana diciendo: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» (Jn 4, 29).

Universalidad del cristianismo

16. Este Jesucristo es el «Sumo Sacerdote de los bienes futuros» (Hebr 9, 1 1), que por la largueza de su divinidad nos comunicó a todos su mismo nombre. Cuando alguien es rey, no comunica a los demás la denominación de su dignidad regia. Pero Jesús, el Cristo, Hijo de Dios, se dignó denominarnos con el nombre de cristianos. Verdaderamente, dirá alguno, se trata de algo nuevo. Este nombre de «cristianos» no se había oído anteriormente, y a veces se despierta oposición a las cosas nuevas simplemente por el hecho de ser nuevas. De esto trató el profeta al decir: «A sus siervos les dará un nombre nuevo tal que quien desee ser bendecido en la tierra deseará serlo en el Dios del Amén...» (Is 65, 15-16)(43). Preguntemos a los judíos: ¿servís a Dios o no? Mostradme, si acaso, vuestro nuevo nombre. Pues en tiempo de Moisés y de los demás profetas erais llamados judíos e israelitas, e igualmente después del retorno de Babilonia y hasta nuestros días. ¿Tenéis acaso un nuevo nombre? Pero nosotros, sirviendo al Señor, tenemos un nombre nuevo: y es realmente nuevo, nombre nuevo que «será bendecido sobre la tierra»: este nombre ha arrebatado toda la tierra, como quiera que los judíos están limitados a los confines de una sola región, pero los cristianos están extendidos por todo el mundo. Lo que ellos anuncian es el nombre del Hijo unigénito de Dios.

Pablo, anunciador del Evangelio tras haber perseguido a los cristianos

17. ¿Quieres saber que los apóstoles conocieron y anunciaron el nombre de Cristo, y que más bien tuvieron en sí mismos al mismo Cristo? Pablo dice a sus oyentes: «... ya que queréis una prueba de que habla en mí Cristo» (2 Cor 13, 3). Pablo anuncia a Cristo diciendo: «No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús» (2 Cor 4, 5). Pero, ¿quién es el que así habla? El que anteriormente era perseguidor. ¡Oh gran milagro! El que antes fue perseguidor anuncia ahora a Cristo. ¿Y por qué razón? ¿Ganado por el dinero? Pero no había nadie que lo persuadiese con tales artes. ¿O acaso lo había visto personalmente en la tierra y actuaba impulsado por reverencia y pudor? En realidad ya había marchado al cielo. El (Pablo) había partido como perseguidor y, luego de tres días en Damasco, el que se dedicaba a perseguir se convierte en su pregonero (Hech 9, 1-25). ¿En virtud de qué? Algunos citan testigos de su casa para cosas familiares, pero yo te he traído como testigo a quien antes había sido enemigo. ¿Todavía tienes dudas? Grande es ciertamente el testimonio de Pedro y Juan, pero podría considerarse con cierta sospecha, pues eran familiares (de Cristo). Pero cuando quien antes era enemigo ahora afronta la muerte en favor del mismo asunto, no hay ya lugar para dudar acerca de la verdad.

Conversión de Pablo a Jesucristo. Fecundidad de su actividad escritora

18. Mientras se habla de estas cosas, sorprende gratamente el admirable designio del Espíritu Santo de que fuesen muy escasas en número las cartas de los demás, pero concedió a Pablo, que anteriormente había sido perseguidor, que escribiese catorce. Y no es que restringiese esa gracia en Pedro y Juan, como si fuesen menores. Nada de eso, sino que para afirmar la autoridad indudable de la doctrina, a quien antes había sido enemigo y perseguidor le concedió escribir ampliamente para que así tuviésemos todos una fe cierta. Ciertamente todos se asombraban de Pablo y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos a todos a los sumos sacerdotes?» (Hech 9, 21). «No os asombréis», dice Pablo, sé que para mí «es duro dar coces contra el aguijón» (Hech 26, 14)(44). Sé que «no soy digno de ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios» (I Cor 15, 9), pero «por ignorancia» (I Tim 1, 13). Pues creía que la predicación de Cristo era la ruina de la Ley: no sabía que él había venido a cumplir la Ley, no a anularla (cf. Mt 5, 17). «Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí» (I Tim 1, 14).

Innumerables testimonios y testigos de Cristo

19. Queridos, hay muchos testimonios acerca de Cristo(45). Desde el cielo testifica el Padre acerca del Hijo (cf. Mt 3,17; 17, 5); testifica el Espíritu Santo descendiendo corporalmente bajo el aspecto de paloma (Lc 3, 22); testifica el arcángel Gabriel anunciando el evangelio a María (Lc 1, 26-38); testifica la Virgen madre de Dios (ibid.); testifica el lugar dichoso del pesebre (Lc 2, 7). Es testigo Egipto, que acogió en cuerpo al Señor cuando era todavía un niño muy pequeño. Es testigo Simeón, que lo tomó en brazos y dijo: «Ahora, Señor, puedes según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (cf. Lc 2, 28-31). Y Ana, la profetisa, continente (y viuda)(46) piadosísima y que llevaba una vida ascética, testifica igualmente de él (Lc 2, 36-38). Testifica Juan Bautista, el mayor de los profetas (Jn 1, 15; 1, 19 ss) y el primero del Nuevo Testamento, que en cierto modo conecta en sí ambas Alianzas, la antigua y la nueva(47). Entre los ríos es testigo el Jordán, entre los mares, el de Tiberíades. Dan testimonio los ciegos, los cojos, los muertos llamados de nuevo a la vida. Los demonios dan testimonio diciendo: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret?... Sé quién eres tú: el Santo de Dios» (Mc 1, 24). Testifican los vientos refrenados por su poder (Mt 8, 23-27); testifican los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres (Mt 14, 13-21). Lo testifica el santo leño de la cruz, que se contempla entre nosotros hasta el día de hoy y que ha llenado casi todo el mundo con los trozos que algunos, por su fe, han cogido de él. Testifica en el valle la palmera que proporcionó las palmas a los niños que en su momento acogieron con alabanzas a Cristo (Jn 12, 13). Da testimonio Getsemaní como mostrando también todavía a Judas a quienes entienden lo sucedido (Mt 26, 47 ss). Este santo monte, el Gólgota, destacando sobre los demás, también testifica al dejarse ver; también dan testimonio el santo sepulcro y la piedra junto a él colocada hasta el día de hoy (cf. Mt 27, 60). El sol que está ahora luciendo es testigo por haber experimentado un eclipse en la pasión. Testigo fueron también las tinieblas que en aquella ocasión se extendieron desde la hora sexta hasta la hora nona (Lc 23, 44). Testigo es la luz que iluminó desde la hora nona hasta la tarde. Testigo es el monte santo de los Olivos desde el cual ascendió al Padre (Hech 1, 9-12). Testigos también las nubes de tormenta que acogieron al Señor(48). Igualmente las puertas celestiales que acogieron al Señor, de las que dice el salmista: «¡Alzaos, puertas, alzad los dinteles, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 23, 7). Testifican asimismo quienes con anterioridad habían sido enemigos, de los que ahora hay que recordar al bienaventurado Pablo, que por un cierto tiempo vivió en la enemistad, pero (después) ejerció su ministerio de modo duradero. Testifican los doce apóstoles, que no sólo con palabras predicaron sino también con sus propios tormentos y su muerte. Testifica la sombra de Pedro, que en nombre de Cristo sanaba a los enfermos (Hech 5, 15); testifican los pañuelos y los mandiles, que a través de Pablo realizaban igualmente curaciones con el poder de Cristo. Son testigos los persas, los godos y todos los convertidos de los gentiles que no dudan en enfrentarse a la muerte por aquel (49) a quien no vieron con los ojos de la carne. Testifican los demonios, exorcizados hasta el día de hoy por el servicio de los fieles.

Con tantos testigos la fe se hace evidente

20. Muchos, diversos y diferentes son los testigos. ¿Se rehusará, pues, la fe a un Mesías comprobado por tantos testimonios? Si alguien, por consiguiente, no ha creído ya antes, crea ahora; pero si ya creyó, reciba un mayor incremento de fe: creyendo en nuestro Señor Jesucristo, sepa de quién recibe la forma de llamarla. Has sido llamado cristiano: que no sea blasfemado por tu causa nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sino que tus buenas obras resplandezcan ante los hombres, para que los hombres que las vean glorifiquen en Cristo Jesús, Señor nuestro, al Padre que está en los cielos (Mt 5, 16), a quien sea la gloria ahora y por lo siglos de los siglos. Amén.


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Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Y sigamos, ahora veamos que nos dicen los primeros cristianos, respecto al Espíritu Santo...

EL ESPÍRITU SANTO (I)

Pronunciada en Jerusalén sobre: «Y en el Espiritu Santo, Paráclito, que habló por los profetas». La lectura se toma de I Cor 12,1-4: «En cuanto a los dones espirituales no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia...». Y, más adelante: «Hay diversidad de carismas, pero el Espiritu es el mismo» (12,4), etc.(1).


1. Verdaderamente necesitamos de la gracia espiritual para hablar del Espíritu Santo, aunque nunca estaremos a la altura de la cuestión, pues es imposible. Intentaremos, sin embargo, exponer con naturalidad lo que sacamos de ello en la Sagrada Escritura. En los Evangelios se habla de un gran temor cuando Cristo dice abiertamente: «Al que diga una palabra contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro» (Mt 12,32)(2). Y hay que temer seriamente que alguien, al hablar por ignorancia o por una mala entendida piedad, se gane la condenación. Cristo, juez de vivos y muertos, anunció que un hombre tal no obtendrá el perdón. Y si alguien le ofende, ¿qué esperanza le queda?

Hablaremos de lo que sobre el Espíritu Santo se dice en la Escritura

2. Es necesario el don de la gracia de Jesucristo, tanto para que nosotros hablemos adecuadamente como para que vosotros oigáis con inteligencia. Pues la inteligencia penetrante no es necesaria sólo para los que hablan, sino también para los que oyen, de modo que no suceda que éstos oigan una cosa y torcidamente entiendan otra. Hablaremos, pues, nosotros del Espíritu Santo sólo lo que está escrito y, si algo no está escrito, que la curiosidad no nos ponga nerviosos. Es el mismo Espíritu Santo el que habló por las Escrituras: él dijo de sí mismo lo que quiso o lo que pudiéramos nosotros entender. Así pues, digamos las cosas que fueron dichas por él, pues con lo que él no dijo no nos atreveremos.

Presente ya desde antiguo, es igual en dignidad al Padre y al Hijo

3. Hay un solo Espíritu Santo Paráclito. Y del mismo modo que hay un solo Dios Padre, y no hay un segundo Padre, y sólo un Hijo unigénito, que no tiene ningún otro hermano, así existe un solo Espíritu Santo, y no existe otro Espíritu Santo que sea igual en honor a él(3). Es, por tanto, el Espíritu Santo, la máxima potestad, realidad divina e inefable. Pues vive y es racional, santificador de todas las cosas que Dios ha hecho por Cristo. El ilumina las almas de los justos. El está también en los profetas y también está, en la nueva Alianza, en los Apóstoles. Odieseles a quienes tienen el atrevimiento de aislar la acción del Espíritu Santo. Pues hay un solo Dios Padre, Señor de la antigua y de la nueva Alianza. Y un solo Señor, Jesucristo, que profetizó en la antigua y ha venido en la nueva. Y un sólo Espíritu Santo que anunció por los profetas a Cristo y que, después que Cristo llegó, lo mostró(4).

Ni se habla de tres dioses ni deben separarse Padre, Hijo y Espíritu Santo

4. Por tanto, nadie separe la antigua de la nueva Alianza: que nadie diga que uno es allí el Espíritu, mientras que aquí lo es otro diferente(5), pues ofende así al mismo Espíritu Santo, a quien se tributa honor juntamente con el Padre y el Hijo y que queda, en el bautismo, incluido dentro de la Santa Trinidad. Pues el mismo Hijo unigénito de Dios dijo claramente a los apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19)(6). Nuestra esperanza está puesta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No anunciamos tres dioses. Callen, pues, los marcionitas(7), porque, juntamente con el Espíritu Santo, por medio de un único Hijo, predicamos un único Dios. La fe es indivisa y la piedad es inseparable(8). Ni separamos la Santísima Trinidad, como hacen algunos, ni hacemos, como Sabelio, una confusión(9). Sino que reconocemos piadosamente a un Padre único, que nos envió un Salvador, el Hijo, Reconocemos a un Hijo, único, que prometió que enviaría desde el Padre al Paráclito (cf. Jn 15, 26). Reconocemos al Espíritu Santo, que habló por los profetas y en Pentecostés descendió sobre los apóstoles en una especie de lenguas de fuego (Hech 2, 3), en Jerusalén, en la iglesia de los apóstoles, la de arriba(10). Aquí tenemos toda clase de prerrogativas. Aquí Cristo y el Espíritu Santo descendieron de los cielos. Y era muy conveniente que, del mismo modo que las cosas que se refieren a Cristo y al lugar del Gólgota las decimos en el mismo Gólgota, así también hablásemos del Espíritu Santo en la iglesia de arriba. Pero puesto que el que allí descendió participa de la gloria del que aquí fue crucificado, por eso es en este lugar donde hablaremos del que allí bajó. El culto piadoso no admite separación.

Expondremos las herejías

5. El propósito es, pues, decir algunas cosas sobre el Espíritu Santo. No, desde luego, exponer detalladamente su persona(11), pues es cosa imposible, sino señalar, acerca de él, diversas aberraciones de algunos para que no seamos, ignorándolas, arrastrados por ellas. También queremos delimitar los caminos del error para que avancemos por un camino real. Y si examinamos con cautela algo de lo que ha sido dicho por los herejes, caiga de nuevo sobre sus cabezas, pero permanezcamos inmunes, tanto nosotros los que hablamos como vosotros que escucháis.

6. Pues los más impíos herejes en todas las materias afilaron también su lengua en contra del Espíritu Santo atreviéndose a decir cosas infames, como escribió Ireneo en sus libros Contra las herejías(12). Algunos no temieron decir que ellos mismos eran el Espíritu Santo. El primero de los cuales es Simón, al que los Hechos de los Apóstoles llaman «Mago». Una vez expulsado, no dudó en enseñar tales cosas(13). Los llamados «gnósticos» son también impíos y han dicho otras cosas en contra del Espíritu, y asimismo han hablado perversamente los valentinianos(14). Pero el criminal Manes se atrevió a decir de sí mismo que era el Paráclito enviado por Cristo. Según los profetas o el Nuevo Testamento, ha habido quienes se imaginaban que unos y otros eran el Espíritu Santo. Su error —o más bien su blasfemia— son muy grandes. A tales hombres, por tanto, ódialos y huye de los que blasfeman contra el Espíritu Santo, para los cuales no hay remisión. ¿Cómo te vas a unir a los que carecen de toda esperanza, tú que ahora has de ser bautizado también en el Espíritu Santo? Si al que se une a un ladrón y realiza correrías con él se le somete a suplicio, ¿qué esperanza habrá de tener quien se enfrenta al Espíritu Santo?

Contra los marcionitas y los gnósticos

7. Odiese también a los marcionistas, que separaron del Nuevo Testamento las palabras del Antiguo. El primero de ellos fue Marción(15), hombre alejadísimo de Dios, que afirmó la existencia de tres dioses. Al ver insertados en el Nuevo Testamento los testimonios de los profetas acerca de Cristo, los suprimió para privar al Rey de estos testimonios(16). Odiese a los que ya mencionados gnósticos, como a ellos les gusta llamarse, pero que están llenos de ignorancia(17). Hicieron sobre el Espíritu Santo afirmaciones que yo no tendría ahora el atrevimiento de recordar.

Contra los montanistas

8. Ódiese a los de la Frigia inferior y a Montano y sus dos profetisas, Maximila y Priscila(18). Pues Montano, fuera de sí y delirante —y no hubiera dicho lo que dijo si no hubiese estado loco—, se abrevió a proclamarse a sí mismo como el Espíritu Santo. Hombre muy abyecto, baste decir, por respeto a las mujeres que aquí están, que estaba cubierto de toda impureza y lascivia. Habiendo ocupado Pepusa, un lugar muy pequeño de Frigia al que dio el falso nombre de Jerusalén, degollaba a los hijos pequeños de algunas mujeres despedazándolos en banquetes criminales. Por este motivo hasta tiempos recientes, en que la persecución se ha ido calmando, estábamos nosotros bajo sospecha de estos crímenes. La razón es que los montanistas, aunque falsamente, eran llamados con nuestro mismo nombre de cristianos. Como digo, se atrevió a llamarse a sí mismo Espíritu Santo, a pesar de rebosar impiedad y crueldad y estar sujeto a una imperdonable condena.

Contra los maniqueos(19)

9. A éste hay que añadir, como anteriormente se dijo, al muy impío Manes, el cual acumuló los vicios de todas las herejías. Siendo él mismo el más profundo abismo de perdición y reuniendo en sí los delirios de todos los herejes juntos, elaboró y propagó el más reciente de los errores. Se abrevió a decir también que él era el Paráclito que Cristo había prometido que enviaría. Y puesto que el Salvador, prometiéndolo, decía a los apóstoles: «Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto» (Lc 24, 49). ¿Qué, pues? ¿Acaso, cuando ya habían muerto hacía doscientos años, estaban esperando a Manes los apóstoles para ser revestidos de poder? ¿Quién tendrá la osadía de decir que no se llenaron ya del Espíritu Santo? Pues está escrito: «Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo?» (Hech 8, 17). ¿Es que no sucedió esto antes de Manes, y muchos años antes de él, cuando el Espíritu Santo descendió el día de Pentecostés?

El poder del Espíritu no se compra por dinero.

De nuevo, el caso de Simón

10. ¿Por qué se condenó a Simón Mago? ¿No fue porque, acercándose a los apóstoles, les dijo: «Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo imponga las manos» (Hech 8, 19). Pues no dijo: «Dadme a mí también una participación en el Espíritu Santo», sino poder, de modo que pudiese vender a otros algo que no se puede comprar y que él mismo no había conseguido(20). Ofreció dinero (8, 18) a unos hombres que tenían el propósito de no poseer nada(21), a pesar de haber visto a quienes ofrecían las ganancias de las cosas vendidas poniéndolas a los pies de los apóstoles (cf. Hech 4, 34-35). Y no pensaba que quienes pisaban con sus pies las riquezas entregadas para alimentar a los pobres nunca pondrían un precio al poder del Espíritu Santo. ¿Y qué es lo que dijeron a Simón?: «Vaya tu dinero a la perdición y tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero» (8, 20). «Eres otro Judas, que esperaste vender la gracia del Espíritu». Si, por tanto, Simón, que quería conseguir el poder (del Espíritu) es entregado a la perdición, ¿de cuánta impiedad no será reo Manes, que se jactó de ser él mismo el Espíritu Santo? Odiemos a los hombres dignos de odio. A los que Dios deja a un lado, dejémoslos. Con toda confianza, digamos también nosotros acerca de los herejes: «¿No odio, Yahvé, a quienes te odian? ¿No me asquean los que se alzan contra ti?» (Sal 139, 21). Pues existe una enemistad laudable, según está escrito: «Enemistad pondré entre ti y la mujer, y ente tu linaje y su linaje» (Gén 2, 15). En realidad, la amistad con la serpiente produce la enemistad con Dios y la muerte.

La promesa del Espíritu de vida

11. Sea suficiente lo dicho acerca de estos expulsados. Pero ahora volvamos a la Sagrada Escritura, y bebamos agua de nuestras vasijas y de la fuente de nuestros pozos (cf. Prov 5, 15). Bebamos del agua viva «que brota para vida eterna» (Jn 4, 14). «Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él» (7, 39). Observa lo que dice: «El que crea en mí (no de un modo simplista y lánguido, sino), como dice la Escritura (con lo que te está remitiendo al Antiguo Testamento): «De su seno correrán ríos de agua viva» (7, 38)(22). No se trata de ríos perceptibles por los sentidos y que irrigan, en un sentido simple y vulgar, la tierra que contiene espinas y leños, sino de los que infunden luz a las almas: «Sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna» (4, 14). Es otra clase de agua, que vive y que brota: brota sobre los que son dignos de ella.

El Espíritu reparte sus dones entre todos

12. ¿Y por qué ha dado el nombre de agua a la gracia del Espíritu? Porque todas las cosas constan de agua, ya que el agua es la que hace las plantas y los animales; porque desde los cielos desciende el agua de las tormentas. Siempre cae del mismo modo y de la misma forma, aunque son multiformes los efectos que produce: una única fuente riega todo el huerto. Y una única e idéntica tormenta desciende sobre toda la tierra, pero se vuelve blanca en el lirio, roja en la rosa, de color púrpura en las violetas y en los jacintos, y diversa y variada en los distintos géneros de cosas. De una forma existe en la palma y de otra en la vid, pero está toda ella en todas las cosas, pues (el agua) es siempre la misma y sin variación. Y, aunque se mude en tormenta, no cambia su forma de ser, sino que se acomoda a la forma de sus recipientes convirtiéndose en lo que es necesario para cada uno de ellos. Así el Espíritu Santo, siendo uno y de un modo único, y también indivisible, distribuye la gracia «a cada uno en particular según su voluntad» (cf. 1 Cor 12,11). Y del mismo modo que un árbol seco produce brotes al recibir agua, así también el alma pecadora, cuando por la conversión ha sido agraciada por el don del Espíritu Santo, produce los racimos del Espíritu Santo. Y aunque él es uno y único, obra sin embargo, por voluntad de Dios y en nombre de Cristo, efectos múltiples: se sirve de la lengua de uno para la sabiduría e ilustra la mente de otro con el don de profecía; a éste le concede el poder de expulsar demonios y a aquel el don de interpretar la Sagrada Escritura; de alguno fortalece la temperancia(23) y a otro le enseña lo referente a la misericordia(24); a otros les enseña a ayunar o a soportar los ejercicios de la vida ascética; a otros, a despreciar las cosas del cuerpo, y hay a quien prepara para el martirio. El es diverso en cada uno, pero nunca es distinto de sí mismo. Como está escrito: «A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad» (I Cor 12,7-11)(25).

Diversos sentidos de la palabra «espíritu

13. Pero puesto que acerca del Espíritu Santo, con un nombre único y común, se han dicho muchas cosas diversas en la Sagrada Escritura y puede temerse que alguien las confunda por ignorancia por no saber a qué espíritu se refiere lo que allí está escrito, es preciso señalar ciertas características seguras del Espíritu al que la Escritura llama Santo. Pues así como Aarón es llamado «cristo»(26) y también David, Saúl y otros son llamados «cristos», y sin embargo es único el verdadero Cristo, así también, una vez que se atribuye la denominación de «espíritu» a diversas realidades, es estupendo ver a quién se llama, por algún motivo peculiar, Espíritu Santo. Pues son muchas las cosas que se llaman «espíritu», pues un ángel es llamado «espíritu», se llama «espíritu» a nuestra alma y al viento que sopla se le llama «espíritu»(27). También una gran virtud es llamada «espíritu» y es denominada «espíritu» una acción impura. Incluso el Demonio, el Adversario, es llamado «espíritu». Cuídate, pues, cuando oigas estas cosas, de que, por la semejanza de la denominación, no confundas una cosa con otra. Pues de nuestra alma dice la Escritura: «Su soplo exhala, a su barro retorna», y del alma dice a su vez: «Que modela el espíritu del hombre en su interior» (Zac 12, 1)(28). Y de los ángeles dice en los Salmos: «Que hace a sus ángeles espíritus y llama de fuego a sus servidores»(29). Y del viento dice: «Tal el viento del Este que destroza los navíos de Tarsis» (Sal 48, 8). Y además: «Como el árbol es agitado por el viento en el bosque». Y: «Fuego y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra» (Sal 148, 8). Y de la buena doctrina dice el Señor mismo: «Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida» Un 6, 63), es decir, son espirituales(30). Pero el Espíritu Santo no es algo que se exhala hablando con la lengua, sino alguien vivo(31), que nos concede hablar con sabiduría, siendo él mismo el que se expresa y habla.

El Espíritu Santo sugiere, habla y enseña

14. ¿Quieres darte cuenta de cómo crea palabras y habla? Felipe, por revelación de un ángel, bajó por el camino que llevaba hasta Gaza, cuando llegaba el eunuco. Y dijo el Espíritu a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro» (Hech 8, 29). ¿Ves cómo el Espíritu habla al que le oye? Y Ezequiel dice así: «El espíritu de Yahvé irrumpió en mí y me dijo: "Di: Así dice Yahvé"» (Ez 11, 5). Por otra parte, «dijo el Espíritu Santo» a los apóstoles, que estaban en Antioquía: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado» (Hech 13, 2). Ves al Espíritu que está vivo, que segrega y que llama, y que envía con poder. Y Pablo dice: «Solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones» (20, 23). El es el que santifica a la Iglesia, su auxiliador y su maestro, el Espíritu Santo maestro, del que dijo el Salvador: «Os lo enseñará todo», y no dijo sólo «os lo enseñará», sino también «os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14, 26). Pues no son unas las enseñanzas de Cristo y otras las del Espíritu Santo, sino claramente las mismas. De las cosas que habían de suceder dio Pablo testimonio con anterioridad, para que, mediante un conocimiento previo, el ánimo se sintiese más firme. Y estas cosas se os han dicho por aquella sentencia: «Las palabras que os he dicho son espíritu» (Jn 6, 63), de modo que no pienses que éste (el Espíritu) es sólo algo que nosotros decimos, sino doctrina sólida.

El diablo, espíritu del mal y de pecado

15. Con la palabra «espíritu» se denomina también al pecado, como ya dijimos, pero por otra razón contraria, o sea, según dicen: «con un espíritu de fornicación se extraviaron» (Os 4, 12 LXX). También se le llama espíritu, espíritu inmundo, al demonio, pero con ese adjetivo de «inmundo». Pues a cada espíritu se le da un añadido, que designa una característica propia. Si se dice «espíritu» al alma humana, se le añade «del hombre» (I Cor 2, 11). Si se dice acerca del viento(32), se habla de «viento de borrasca» (Sal 107, 25). Cuando designa al pecado, dice «espíritu de fornicación». Si se refiere al demonio, le llama «espíritu inmundo», para que sepamos de qué se habla particularmente en ese caso y no creas que se está hablando del Espíritu Santo. ¡Ni hablar! Pues este nombre de «espíritu» es nombre general y común, y lo que no tiene un cuerpo espeso y denso es llamado, de un modo genérico, espíritu. Pero puesto que los demonios no poseen tales son llamados «espíritus». Pero hay espíritus muy diversos. Pues el demonio impuro, cuando se introduce en el alma del hombre (y Dios libre de este mal a todas las almas tanto de los que están aquí como de los ausentes), llega como un lobo tragando sangre y dispuesto a devorar lanzándose contra la oveja. Es una llegada muy cruel, y muy grave para el que la sufre. La mente se oscurece con una densa niebla. Es un ataque injusto de alguien que invade una propiedad ajena, pues se esfuerza en abusar, haciendo violencia (Mc 9, 17-18), de un cuerpo ajeno sirviéndose de él como si fuese propio. Hace caer a quien se mantiene en pie, emparentado como está con aquel que cayó del cielo (cf. Lc 10, 18); enreda la lengua y retuerce los labios; en lugar de palabras, arroja espuma. El hombre se sume en tinieblas y, cuando el ojo está abierto, el alma no ve nada a través de él. Lleno de miseria, el hombre se convulsiona lleno de temor ante la muerte. Realmente los demonios son enemigos de los hombres y los maltratan suciamente y sin misericordia.

La fuerza y la iluminación otorgadas por el Espiritu Santo

16. No es tal el Espíritu Santo. ¡Lejos de vosotros este pensamiento! Pues, al contrario, aquí estamos en el terreno del bien y de la salvación. En primer lugar, su venida tiene lugar en la mansedumbre y con suavidad, y se le percibe con esa suavidad y con fragancia, pues su yugo es muy ligero. Avisan de su llegada los rayos brillantes de luz y de ciencia. Viene con los sentimientos de una auténtico protector. Viene a salvar, sanar, enseñar, advertir, fortalecer, consolar y a iluminar la mente: en primer lugar, la de aquel que le acoge y, después, sus obras y las de los demás. Y del mismo modo que quien estaba en tinieblas anteriormente, al mirar luego al sol, de repente recibe la luz en su ojo corporal y distingue lo que antes no veía con claridad, así es aquel que ha sido considerado digno del don del Espíritu Santo: se ilumina su ánimo y, colocándose más allá de lo humano, ve ahora lo que ignoraba. Postrado su cuerpo en tierra, su alma contempla los cielos como en un espejo. Como Isaías, ve «al Señor sentado en un trono excelso y elevado» (Is 6, 1). Contempla, como Ezequiel, al que «estaba sobre la cabeza de los querubines» (Ez 10, 1). Ve, como Daniel, a «miles de millares» y «miríadas de miríadas» (Dan 7, 10). Siendo como hombre poca cosa, ve el principio y el fin del mundo, y discierne el transcurso de los tiempos y la sucesión de los reyes. Y no es que esto lo haya aprendido, pero es un verdadero proveedor de luz. Un hombre puede ser encerrado entre paredes, pero la fuerza de su conocimiento se extiende ampliamente hasta contemplar incluso lo que otros hacen.

El poder que da el Espíritu de discernir lo oculto

17. Pedro no estaba presente cuando Ananías y Safira vendieron sus posesiones. Pero estaba presente por el Espíritu, y dijo: «¿Cómo es que Satanás llenó tu corazón para mentir al Espíritu Santo?» (Hech 5, 3). No era acusador ni tampoco testigo. ¿De dónde había llegado a conocer el hecho? «¿Es que mientras lo tenías no era tuyo, y una vez vendido no podías disponer del precio? ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer esto?» (Hech 5, 4). Un hombre iletrado, Pedro, supo por la gracia del Espíritu lo que ni siquiera los mismos sabios de los griegos habían llegado a conocer. Un ejemplo semejante tienes también en Eliseo. cuando había curado gratis la lepra de Naamán, Guejazí(33) se cobró una paga, cobrándose el valor de un trabajo de otro, y colocó el dinero recibido de Naamán en un lugar oscuro (cf. 2 Re 5, 20 ss). Pero las tinieblas no son oscuras para los santos (cf. Sal 139, 12)(34). Pues, después de vuelto, le pregunta Eliseo (así como Pedro: «Dime, ¿habéis vendido en tanto el campo?» (Hech 5,8): «¿De dónde vienes, Guejazí?» (2 Re 5, 25). Y no lo decía porque no lo supiese, sino deplorándolo. Has venido de las tinieblas y te irás en tinieblas. Has vendido la curación de un leproso y la herencia de la lepra te acompañará (cf. 2 Re 5, 27). Yo he cumplido—dice el mandato de quien me dijo: «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis» (Mt 10, 8). Pero tú has vendido la gracia; recibe el salario de tu venta. ¿Y qué le dice Eliseo?: «¿No iba contigo mi corazón...?» (2 Re 5, 26). Yo estaba limitado por mi propio cuerpo, pero el espíritu que Dios me dio veía incluso las cosas lejanas y me mostraba con claridad las cosas que sucedían en otras partes. Ves de qué modo no sólo suprime la ignorancia, sino que incluso da conocimiento infuso, y ves cómo el Espíritu Santo ilumina las almas.

También a los profetas iluminaba el Espíritu Santo

18. Hace casi mil años que vivió Isaías. Contempló a Sión como una pobre tienda de campaña. Sin embargo, la ciudad todavía estaba en pie embellecida por gran cantidad de plazas públicas y revestida de su dignidad. Está dicho, no obstante: «Sión será un campo que se ara» (Miq 3, 12), preanunciando lo que se ha realizado en nuestros días. Observa la exactitud de la profecía, pues dice: «Ha quedado la hija de Sión como cobertizo en viña, como albergue en pepinar, como ciudad sitiada» (Is 1, 8). Y realmente está este lugar ahora lleno de pepinares. ¿Acaso no ves cómo el Espíritu Santo ilumina a los santos?(35). Que la semejanza de la denominación no te arrastre a otras cosas. Mantén en cambio, lo que es exactamente la verdad.

El Espíritu, que sugiere la castidad y la pobreza voluntarias, protege al hombre y le da sus dones

19. Si en alguna ocasión, cuando estés descansando, te vienen pensamientos acerca de la castidad o la virginidad, es él quien te esta instruyendo. ¿No sucede con frecuencia que una joven, ya dispuesta para la consumación del matrimonio, no accede porque él(36) le sugiere la virginidad? ¿Es que no ocurre con mucha frecuencia que un hombre conspicuo en la vida pública desprecia las riquezas y la dignidad instruido por el Espíritu Santo? ¿O que muchas veces un joven, viendo una figura grácil cierra los ojos para no ver y escapar de la deshonra? ¿Por qué crees que eso sucede? El Espíritu Santo ha instruido la mente del hombre, siendo tantos en el mundo los deseos de la avaricia, hay cristianos que siguen la pobreza voluntaria. ¿Por qué razón? Por el mandato interior del Espíritu Santo. Es una realidad preciosa el Espíritu santo y bueno. Debidamente somos bautizados en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Con su cuerpo lucha el hombre con muchos y fieros demonios(37). Y a menudo es contenido y dominado por las palabras de súplica un demonio al que muchos no podían retener con cadenas de hierro. Un simple soplo del exorcista se convierte en fuego contra el enemigo invisible. Tenemos, por tanto, de parte de Dios un auxiliador y protector, gran maestro de la Iglesia y gran luchador en favor nuestro. No sintamos temor ante los demonios ni ante el diablo, pues es más grande el que lucha por nosotros: simplemente abrámosle las puertas, pues «va por todas partes buscando a los dignos» (cf. Sab 6,16)(38) y buscando a quién regalar con sus dones.

La fortaleza del Espíritu Santo en las dificultades

20. Pero se le llama Paráclito porque consuela, fortalece con sus exhortaciones y nos ayuda en nuestra debilidad(39), «pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rm 8, 26), es decir, ante Dios, como se ve por el asunto mismo. A menudo alguien, víctima de injurias por causa de Cristo, padece injustamente el desprecio. Amenazan el martirio y los tormentos por doquier: el fuego y la espada, las bestias y el precipicio. Pero el Espíritu Santo sugiere: «Espera en Yahvé» (Sal 27, 14), hombre. Es poca cosa lo que te sucede, pero es grande lo que se te dará. Tras padecer un tiempo breve, estarás eternamente en compañía de los ángeles. «Los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros» (Rm 8, 18). El Espíritu describe al hombre el reino de los cielos, le muestra el paraíso de las delicias, y los mártires, presentes a la vista de sus jueces pero ya en el paraíso en cuanto a su energía y su poder, pueden así despreciar la dureza de lo que ven.

El Espiritu permite dar testimonio en favor de Jesús

21. ¿Quiéres saber cómo con la fuerza del Espíritu Santo dieron los mártires su testimonio? El Salvador dice a los discípulos: «Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir» (Lc 12, 1 1-12). Pues es imposible padecer el martirio por dar testimonio de Cristo si no se sufre con la fuerza del Espíritu Santo. Pues si «nadie puede decir "Jesús es Señor!" sino con el Espíritu Santo» (1 Cor 12, 3), ¿quién dará la vida par Jesús si no es en el Espíritu Santo?

Ilumina a todos los cristianos de cualquier condición y de cualquier pueblo

22. Grande, omnipotente en sus dones y admirable es el Espíritu Santo. Piensa cuántos estáis sentados aquí, cuántas almas somos. El Espíritu actúa de modo adecuado a cada uno. Está en medio de todos y ve la situación de cada uno. Ve también el pensamiento y la conciencia, y también lo que hablamos y a lo que damos vueltas en nuestra mente. Grande es esto que acabo de decir y, sin embargo, es todavía poco. Quisiera que consideraras, iluminando él tu mente, cuántos son los cristianos de toda esta parroquia y cuántos los de toda la provincia de Palestina. Amplía también tu mente desde esta provincia a todo el Imperio de los romanos y vuelve desde él tu mirada al mundo entero: los pueblos de los persas y las naciones de la India, los godos y los sauromatas, los galos y los hispanos, los moros, los africanos, los etíopes y otros de los que ni los nombres conocemos: son muchos, en efecto, los pueblos cuyos nombres no han llegado siquiera a nuestro conocimiento. Mira a los obispos de cualesquiera pueblos, a los presbíteros, los diáconos, los monjes, las vírgenes y los laicos, y observa quién es el que los rige, preside y les concede sus dones. Cómo, en todo el mundo, a uno le regala el pudor, a aquél la virginidad perpetua, a éste el afán de dar limosna, a otro el interés por la pobreza y a otro, en fin, la capacidad de poner en fuga a los espíritus enemigos. Y así como la luz, con un solo rayo, todo lo ilumina, así también el Espíritu ilumina a los que tienen ojos. Por tanto, si alguno se queja de que no se le da la gracia, no acuse al Espíritu, sino a su propia incredulidad.

Ángeles, potestades y todas las criaturas necesitan del Espíritu

23. Ves el poder que ejerce en el mundo entero. Que no se quede tu mente a ras del suelo, sino asciende a lo alto: sube en tus pensamientos hasta el primer cielo y contempla los muchísimos miles de ángeles que allí están. Si puedes, sube con el pensamiento a mayor altura: contempla los arcángeles y contempla a los espíritus, mira las virtudes, los principados, las potestades, los tronos y las dominaciones(40). Dios ha dado al Paráclito como prefecto, maestro y santificador de todos ellos. Necesitan de él Elías, Eliseo e Isaías entre los hombres. Y entre los ángeles, Miguel y Gabriel. Ninguna de las cosas creadas le iguala en honor. Pues todas las clases de ángeles y todos los ejércitos juntos carecen de paridad e igualdad con el Espíritu Santo. A todos ellos los cubre y oscurece la potestad sumamente buena del Paráclito. Si alguno de ellos es enviado a realizar un ministerio(41), escruta incluso las profundidades de Dios, como dice el Apóstol: «El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» ( I Cor 2, 10-11)

En unión con el Padre y el Hijo, el Espiritu Santo reparte sus dones

24. El, en los profetas, anunció a Cristo; él actuó en los apóstoles; él, hasta el día de hoy, sella las almas en el bautismo. El Padre se da al Hijo, y el Hijo comunica de sí mismo al Espíritu Santo(42). Es el mismo Jesús, no yo, quien lo dice: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11, 27). Y del Espíritu Santo dice: «Cuando venga él, el Espíritu de la verdad,... El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros» (Jn 16, 13-14). El Padre, a través del Hijo y juntamente con el Espíritu, lo da todo. No son unos los dones del Padre, otros los del Hijo y otros los del Espíritu Santo. Pues una es la salvación, una la potestad y una la fe, único es Dios Padre, único es su Hijo y único es el Espíritu Santo Paráclito. Y bástenos saber estas cosas. No indagues afanosamente la naturaleza o la sustancia. Pues, si es algo que se hubiese escrito, lo diríamos. Pero no nos atrevamos con lo que no ha sido escrito. Para nuestra salvación nos basta saber que existen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Sobre los setenta ancianos que ayudaron a Moisés

25. Este Espíritu descendió, en tiempo de Moisés, sobre los setenta ancianos. (Pero que la amplitud del discurso, carísimos, no os cause tedio. El mismo del que hablamos nos dé fuerza a cada uno de nosotros, a los que hablamos y a los que oís.) Este Espíritu, como decía, descendió sobre aquellos setenta ancianos que estaban bajo Moisés. Pero esto te lo digo para probar que todo lo conoce y todo lo obra como quiere. Fueron seleccionados setenta ancianos. «Bajó Yahvé en la nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que había en él y se lo dio a los setenta ancianos» (Núm 11, 25). Y no fue dividiendo al Espíritu, sino que cada uno recibió algo de su gracia, distribuida según su capacidad y su potestad. Los presentes eran de hecho sesenta y ocho, y profetizaron, pero no estaban Eldad y Medad. Pero para que quedase claro que no era Moisés el que concedía nada, sino que era el Espíritu el que obraba, también profetizaron Eldad y Medad, que habían sido llamados, pero no habían acudido (cf. Núm 11,26-30).

El mismo signo de la imposición de las manos para la antigua y la nueva Alianza

26. Se asombró de ello Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés, y acercándose a Moisés le dice: «¿Has oído que Eldad y Medad están profetizando?». Fueron llamados y no vinieron. «Mi señor Moisés, prohíbeselo» (11, 28). Pero él le dijo: No se lo puedo prohibir, pues es una gracia celestial. No se lo impediré, pues también yo tengo esa gracia. No creo que tú hayas dicho esto movido por la envidia. No te consumas de celo por mí porque ellos hayan profetizado mientras tú todavía no profetizas. Aguarda un tiempo: «¡Quién me diera que todo el pueblo de Yahvé profetizara porque Yahvé les diera su espíritu!» (11, 29). Proféticamene añadió lo de «porque les diera su espíritu». Pues ciertamente tampoco lo ha dado ahora, y tú no lo tienes todavía. Entonces, ¿no lo tuvieron Abraham, Isaac, Jacob y José? ¿Es que acaso no lo tuvieron los que vivieron antes de él? Sin embargo, es muy claro aquello de «cuando Dios les diera su espíritu», que es como si dijera: a todos. Y, no obstante, el don de la gracia es ahora privado y restringido, mientras que entonces se había derramado y abundaba. En realidad, se quería decir lo que nos habría de suceder en Pentecostés, pues también él descendió entre nosotros. Pero también anteriormente había descendido sobre muchos. Pues está escrito: «Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos» (Dt 34, 9). Ves el mismo signo en todas partes, en la antigua y en la nueva Alianza. En tiempo de Moisés se concedía el espíritu por la imposición de manos. A ti, que serás bautizado, ha de venir la gracia. No te digo de qué modo ni te anticipo el momento(43),

Presencia del Espíritu en personajes de la antigua Alianza

27. El vino también a todos los justos y profetas. Me refiero a Enós, Henoc, Noé y los demás, Abraham, Isaac y Jacob. Que también José tuvo el espíritu de Dios (cf. Gén 41, 38), es algo que ya había descubierto el mismo Faraón. Ya oíste acerca de Moisés y de las cosas admirables que hizo por el Espíritu. También lo tuvieron el fortísimo Job y todos los santos, aunque no mencionemos ahora los nombres de todos. El fue el que, en la construcción del Tabernáculo llenó de sabiduría a Besalel y a sus hábiles compañeros (Ex 31, 1-6).

28. En la fuerza de este Espíritu, según lo que tenemos en el libro de los Jueces, fue juez Otoniel (Juec 3, 10), se vio fortalecido Gedeón (6, 34) yJefté consiguió la victoria (11, 29). Débora, mujer, entabló batalla (4-5) y Sansón, cuando todavía obraba con justicia y no contristaba al Espíritu, realizó cosas superiores a las fuerzas humanas(44). En los libros de los Reyes encontramos claramente, acerca de Samuel y David(45), cómo profetizaban en el Espíritu Santo y eran jefes de profetas. Y a Samuel se le llamaba «vidente» (I Sam 9, 9-11). Pero David dice elocuentemente: «El espíritu de Yahvé habla por mí» (2 Sam 23, 2). Y, en los Salmos: «No retires de mí tu santo espíritu» (51, 13). Y a su vez: «Tu espíritu que es bueno me guie por una tierra llana» (143, 10). Y, como tenemos en las Crónicas, con el Espíritu Santo fueron agraciados Azarías, bajo el rey Asá, y, bajo Josafat, Yajaziel (2 Cró 15, 1; 20, 14). Y también Zacarías, que fue lapidado (2 Cró 24, 20-21; cf. Mt 23, 35 ss). Y Esdras dice: «Tu Espíritu bueno les diste para instruirles» (Neh 9, 20)(46). Acerca de Elías, el que fue tomado, y de Eliseo, ambos portadores del Espíritu y realizadores de cosas admirables, es cosa clara -aunque ahora lo pasemos por alto- que estuvieron llenos del Espíritu Santo.

Y en otros profetas

29. Y si alguien recorre los libros tanto de los doce(47) como de los demás profetas, encontrará muchísimos testimonios acerca del Espíritu Santo. Miqueas dice: «Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza por el espíritu de Yahvé» (Miq 3, 8). Y Joel: «Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne» (3, 1). Y Ageo dice: «... según la palabra que pacté con vosotros a vuestra salida de Egipto, y en medio de vosotros se mantiene mi Espíritu: no temáis» (2, 5). De modo semejante, Zacarías: «No obstante, acoged mis palabras y mis mandatos, que yo prescribo en mi Espíritu a mis siervos los profetas» (Zac 1, 6 LXX). Y así, otras cosas.

En Isaías y Ezequiel

30. También Isaías, el predicador elocuentísimo: «Reposará sobre él el Espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. Y le inspirará en el temor de Yahvé» (11, 2-3). Con ello quiere decir que él (el Espíritu) es uno e indivisible, pero son diversos los efectos que produce. Y también: «He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él (Is 42, 1). Y también aquello: «Derramaré mi espíritu sobre tu linaje (44, 3). Y además: «Ahora el señor Yahvé me envía con su espíritu» (48,16). O bien: «En cuanto a mí, esta es la alianza con ellos, dice Yahvé. Mi espíritu que ha venido sobre ti...» (59, 21)(48). Y, a su vez: «El espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahvé...» (61,1)(49). Y también, hablando en contra de los judíos: «Mas ellos se rebelaron y contristaron a su Espíritu Santo» (Is 63, 10) y: «¿Dónde está el que puso en él su Espíritu Santo?» (63, 11).

También tienes en Ezequiel —si no estás ya cansado de escuchar— lo que ya se ha recordado: «El espíritu de Yahvé irrumpió en mí y me dijo: "Di: Así dice Yahvé"» (Ez 11, 5). Pero el «irrumpió sobre mí» se ha de entender correctamente, como queriendo designar la caridad y la clemencia. De modo semejante a como Jacob, una vez que encontró a José, «se echó a su cuello» (Gén 46, 29) y como, en los evangelios, aquel padre amantísimo, al ver a su hijo de vuelta, «conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15, 20). Y, también en Ezequiel: «El espíritu me elevó y me llevó a Caldea, donde los desterrados, en visión, en el espíritu de Dios» (Ez 11, 24). Y otras cosas ya las oíste antes, cuando hablamos del bautismo(50): «Os rociaré con agua pura... y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo» (36, 25-26). Y, poco después: «La mano de Yahvé fue sobre mí y, por su espíritu, Yahvé me sacó» (37, 1).

En Daniel

31. El infundió la sabiduría en el alma de Daniel, de modo que un joven fuese juez de ancianos. La casta Susana había sido condenada como impúdica. Nadie la defendía. ¿Quién la habría arrebatado de la mano de los jefes? Era llevada a la muerte y ya estaba en manos de los verdugos (Dan 13, 41-45). Pero se presentó su auxiliador, el Paráclito, el Espíritu que santifica a toda criatura inteligente. «Manténte ahí», le dijo a Daniel. «Tú, que eres joven, arguye a los viejos manchados por la corrupción de pecados de jóvenes. Pues está escrito: «Suscitó el santo espíritu de un jovencito» (13, 45). Y, resumiendo brevemente, por la sentencia de Daniel se salvó aquella muchacha pura. Este caso lo hemos resumido, pues no hay tiempo de exponerlo todo. Incluso Nabucodonosor reconoció que en Daniel estaba el Espíritu Santo, pues se refirió a él como «Daniel..., en quien reside el espíritu de los dioses santos» (Dan 4, 6)(51). Dijo una cosa verdadera y otra falsa. Que tenía el Espíritu Santo era verdad, pero no que era «jefe de los magos». Pues no era mago, sino conocedor de las cosas por el Espíritu. De hecho, antes (Dan 2, 31ss.) había explicado la visión de la imagen que había visto y que no entendía. «Explícame, dice, la visión, que yo, que la vi, no la entiendo». Ves ahí la potencia del Espíritu Santo, porque quienes vieron no entienden, y los que no vieron conocieron e interpretaron.

En la siguiente catequesis se hablará del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento

32. Estaríamos inclinados a recoger muchos testimonios del Antiguo Testamento y a explicar con más claridad lo que atañe al Espíritu Santo. Pero queda poco tiempo y es aconsejable que no tengáis tanto que escuchar. Por lo cual, contentos con lo mencionado de la antigua Alianza, volveremos, si Dios lo permite, en la catequesis siguiente a lo que falta del Nuevo. El Dios de la paz, os regale a todos con los bienes espirituales y celestiales por medio de Nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíriritu (cf. Rom 15, 30). A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén(52).


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Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

(LAS PALABRAS RESALTADAS EN EL SIGUIENTE EXTRACTO FUERON HECHAS POR MÍ)


¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina

Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
Ser participes del E.S. no es lo mismo que ser el E.S.

Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

(LAS PALABRAS RESALTADAS EN EL SIGUIENTE EXTRACTO FUERON HECHAS POR MÍ)


¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina

Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
Ser participes del E.S. no es lo mismo que ser el E.S.

Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Remmo necesita su jugo con Remmo-lacha para que piense con claridad...

Re: Remmo necesita su jugo con Remmo-lacha para que piense con claridad...

Tres. A pesar de que el testimonio de dos personas acerca del mismo asunto suministraba prueba suficiente para tomar acción legal, el hecho de que lo hiciesen tres confería más fuerza al testimonio. El número 3, por lo tanto, se usa a veces para representar intensidad, énfasis o más fuerza: “Una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto”. (Ec 4:12.) De modo que la pregunta que por tres veces Jesús formuló a Pedro, después que este le negó tres veces, denotaba intensidad o énfasis. (Mt 26:34, 75; Jn 21:15-17.) La visión por la que se comunicó a Pedro que podía comer de toda clase de animales, incluso de aquellos que según la Ley eran inmundos, se le dio de forma intensificada, es decir, tres veces. Seguramente este hecho hizo más fácil que Pedro entendiera que el que Cornelio y su casa aceptaran las buenas nuevas indicaba que Dios había vuelto su atención hacia la gente incircuncisa de las naciones, a quienes los judíos consideraban inmundos. (Hch 10:1-16, 28-35, 47, 48.)

Esta es una argumentación nula. Estamos hablando de una palabra que se repitió tres veces, no de un acto o frase reiterativos.

....Cuando Jehová predijo la caída del último rey del linaje davídico, dijo: “Ruina, ruina, ruina la haré.

Por supuesto los tres estuvieron de acuerdo en llevarla a la ruina.


La intensidad de los ayes que les sobrevienen a los habitantes de la Tierra también se representa mediante la repetición triple de la interjección “ay”. (Rev 8:13.)[/FONT][/INDENT]
[/quote]

El ángel conoce la decisión de la Trinidad, la cual es unánime: "Ay, Ay y Ay" para los habitantes de la tierra.

¿Y ahora?

Amigo, yo estoy seguro de mi fé, porque aparte del estudio recibo confirmación divina en las cosas importantes, porque la letra mata pero el espíritu da la vida.

DLB.
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

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¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
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Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
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Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

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¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
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Entonces, tenemos que...
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Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
Ser participes del E.S. no es lo mismo que ser el E.S.

Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

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¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
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Entonces, tenemos que...
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Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina

Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
Ser participes del E.S. no es lo mismo que ser el E.S.

Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

(LAS PALABRAS RESALTADAS EN EL SIGUIENTE EXTRACTO FUERON HECHAS POR MÍ)


¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)

El problema del WT es que el termino "dioses" no puede usarse para referirse a un ser que tiene el mismo poder de Dios, pero que no es Dios. Eso es contradictorio y nos lleva al politeísmo greco-romano-nordico.
Solo Dios tiene el poder de Dios, y si Jesus tiene el mismo poder de Dios (Juan 5:19), pero sin ser Dios, entonces es politeismo puro y simple.
Solo Dios es digno de recibir Gloria y Honra, y si se le da a un angel, la misma Gloria y la misma Honra que se le da a Dios (Rev 5:13), entonces es gnosticismo puro y simple.


A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina

Ser participes de la divinidad no es lo mismo que ser divino.
Ser participes del E.S. no es lo mismo que ser el E.S.

Somos participes de la divinidad porque somos creados a imagen de Dios (Hech 17:29). Pero esa participación es a medias debido a nuestra naturaleza carnal, caida y pecaminosa. Eventualmente, la participación será plena, pero la escencia de la divinidad es un atributo exclusivo de Dios.
Somos participes del amor de Dios, pero solo Dios, es su escencia, es amor.
1Co 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
1Co 13:10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

uuuyy..
Mis disculpas a los foristas..
Este cacharro de PC esta super lento y se me fue la mano con los clicks..!!
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Estimado Apolos:

Los Testigos de Jehová no son cristianos, sino son una nueva religión inventada en el Siglo XIX con "barniz de términos bíblicos", lo cual no es ser cristiano.

No son ya cristianos pues al apostatar contra la verdad revelada de la Trinidad entonces niegan la verdad fundamental que nos une a todos los cristianos -seamos católicos o protestantes- que es la confesión de fé en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (con todo lo que ésto implica).

Ya en el foro de Sectas puede Ud. consultar el tema de la Trinidad, donde le comprobé a un testigo de Jehová con Biblia en mano que en efecto el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Personas distintas (a lo que -obviamente- no respondió nada puesto que la verdad bíblica es transparente al respecto).

Yo no le recomiendo seguir en esa religión de los Testigos de Jehová ya que al hacerlo está arriesgándose a la condenación eterna.

Que Dios le bendiga hoy y siempre.



Yo soy testigo cristiano. ¿ Cómo dice usted eso ?

Los testigos de Jehová ( El Padre ) damos Gloria y adoración al Padre

( Jn 4:23,24 ) y Gloría y honra al Hijo ( Jesucristo nuestro Señor y Rey aunque dios Poderoso - Is. 9,6 ) .

Le recalco lo de Jn 4:23,24.

Dígame 1 texto en que María sea abogada.

Pero si va diciendo lo que puso, medite otra vez cuando llame a otros

'no-cristianos' así tan a la ligera. Yo de usted no dude que lo sea y me

alegra. Nosotros tb celebramos la Cena del Señor.



Pero decirle que no somos a los que en este año 2007 hicimos asamblea

titulada " SIGAMOS A CRISTO " refleja su falta de información. Si aún no fue-

ra por los protestantes darían usteds sus misas en latin....
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Quiero felicitar a Apolos, pues se ha atrevido a debatir, cosa que los TJ han rehuido por años.

Digo esto, porque los TJ tienen el complejo de ser sólo ellos los maestros. No reciben literatura de otras denominacuiones y se econden bajo la caparazón de su Watchtower, sin escufchar lo que otros dicen de ellos y sus doctrinas. Así que le retamos a que presente sus puntos de vista y ADELANTE.

Un consejo, Apolos, para las citas bíblicas, cíñete a las versions conocidas, ya que la VNM está desacreditada.

Lo de la Trinidad podría decir que es la Divinidad formada por tres Seres o pesonas, cada una con su individualidad, pero perfectamente unidas con el propósito del bienestar de la humanidad.

Luis G. Cajiga, Puerto Rico


Pues yo aunque tj, me parece que por sonarle los testigos a 'yanqui' pudiera

cometer prejuicio ya que nuestra central está en EEUU pero mire

si acaso en Cuba lque os testigos de ambos paises se ayudan y hasta

gozan de una limpieza libre de santería, espiritismo, vaticanismo y tienen que

respetar al regimen comunista que los curas vete a saber si quisieran una

Cuba libre, yanqui o vaticanista.


Bienestar de la Humanidad
dice.... pues viendo las noticias yo no lo veo

ningun bienestar. ¿ Adónde está ? ¿ Lo tiene que arreglar la Onu, el Vaticano.

quién ? ... los pácificos seguimos la espera... no tarden.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Magdaleno;

¿ Que piensas sobre EL Espiritu Santo?, ¿ Quien dices que es EL?, espero tus comentarios, gracias.

Saludos.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

El movimiento "Tetigos de Jehová", no es más que una Secta milenarista; cuyo fundador Russell exaltaba a la Masonería, hay un Sermón muy célebre en que todo son elogios hacia la misma. Incluso él está enterrado en un cementerio masón en Pensilvania, en la lápida de su tumba hay una cruz con una espada atravesada, por internet es fácil localizar las fotos con su leyenda.

Hoy, no es más que una gran editorial que tiene un negocio como decimos en España "redondo", pues sus vendedores de libros lo hacen sin ningún estipendio, es decir, gratis. La manipulación que han efectuado de la Biblia hacen que se dirijan a personas en que en su fe es muy débil, con muy poca formación religiosa; o personas que se hallan en un estado angustioso y buscan una salida a sus problemas personales.

El tema económico es muy importante entre ellos, pues libros que fueron editados hace años, los vuelven a editar como si fueran nuevas obras, cuando en realidad sólo han hecho cambiar el orden de los capítulos de la antigua obra y el título, o añadir un poco más. Si los vendedores no consiguen venderlos ellos ya los han pagado antes de retirarlos.

Lo que es dramático es la manipulación que efectúan en los adeptos. Para ellos todas las instituciones de este mundo son de Satanás, según sus estudios bíblicos. De ahí tantos cambios doctrinales a lo largo de su pequeña historia.

Uno de los llamativos puntos doctrinales de los TTJ es su negativa de recibir transfusiones de sangre, ni aun estando en peligro de muerte. Para ellos la "Ley de Dios sobre la sangre no ha sido cambiada a través de los siglos, los cristianos hoy día reconocen que están obligados por ella". La cuestión de la sangre, para ellos, es vital para agradar a Dios y alcanzar la salvación eterna. Tal afirmación no sólo es rebatible desde los propios textos de la Biblia, que la secta ha manipulado y tergiversado a su conveniencia.

La primera vez que la Secta rechaza las transfusiones de sangre es el 15 de Noviembre de 1945, a través de la Atalaya y bajo el mandato de Knorr. El primer presidente Russell no mencionó para nada tal prohibición. El segundo, Rutheford, muy amigo de prohibir, tampoco lo hizo, es más, las alabó y alentó. En la revista Luz y Verdad (ahora Despertad) de junio de 1934, y en las páginas 90 y 91, se lee, dentro de un alegato a favor de las tranfusiones, "Se habla elogiosamente de una sociedad creada en Londresy adherida a la Cruz Roja, cuyos miembros se presentan en los casosurgente y ofrecen la sangre necesaria. La mayoría, son jóvenes fuertes y sanos, de entidades diversas, que contribuyen así, de muy generosa, a la salvación de enfermos y heridos. No cobran ni un centavo por su contribución, pero la sociedad los reconoce y respeta como lo que merecen".

Aún me puedo extender más; pero creo que hasta aquí hay bastante.

BENDICIONES


Pues qué bueno que haya cambios. Así deja en claro quiénes seguían una

idea no bíblica y así ahora nosotros la seguimos.

Le subrayo lo de la sangre tb.

:cylonA: su información sí. En el pasado se aceptaban.





Hechos 15:1-41


1 Y ciertos hombres bajaron de Judea y se pusieron a enseñar a los hermanos: “A menos que se circunciden conforme a la costumbre de Moisés, no pueden ser salvos”. 2 Pero cuando hubo ocurrido no poca disensión y disputa de Pablo y Bernabé con ellos, hicieron los arreglos para que Pablo y Bernabé y algunos otros de ellos subieran a donde los apóstoles y ancianos en Jerusalén respecto a esta disputa.

3 Por consiguiente, habiendo sido acompañados parte del camino por la congregación, estos hombres continuaron su camino a través de Fenicia y también de Samaria, contando en detalle la conversión de gente de las naciones, y ocasionaban gran gozo a todos los hermanos. 4 Llegados a Jerusalén, fueron amablemente recibidos por la congregación y por los apóstoles y los ancianos, y refirieron las muchas cosas que Dios había hecho por medio de ellos. 5 Sin embargo, algunos de los de la secta de los fariseos que habían creído se levantaron de sus asientos y dijeron: “Es necesario circuncidarlos y ordenarles que observen la ley de Moisés”.

6 Y los apóstoles y los ancianos se reunieron para ver acerca de este asunto. 7 Ahora bien, cuando se hubo disputado mucho, se levantó Pedro y les dijo: “Varones, hermanos, bien saben ustedes que desde los primeros días Dios hizo de entre ustedes la selección de que, por mi boca, gente de las naciones oyera la palabra de las buenas nuevas y creyera; 8 y Dios, que conoce el corazón, dio testimonio dándoles el espíritu santo, así como nos lo dio también a nosotros. 9 Y no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, sino que purificó los corazones de ellos por fe. capaces de cargar? 17 para que los que queden de los hombres busquen solícitamente a Jehová, junto con gente de todas las naciones, personas que son llamadas por mi nombre, dice Jehová, que está haciendo estas cosas, 18 conocidas desde la antigüedad’. 19 Por lo tanto, es mi decisión el no perturbar a los de las naciones que están volviéndose a Dios, 20 sino escribirles que se abstengan de las cosas contaminadas por los ídolos, y de la fornicación, y de lo estrangulado, y de la sangre. 21 Porque desde tiempos antiguos Moisés ha tenido en ciudad tras ciudad quienes lo prediquen, porque es leído en voz alta en las sinagogas todos los sábados”.

22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, junto con toda la congregación, enviar a varones escogidos de entre ellos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé, a saber, a Judas, que se llamaba Barsabás, y a Silas, varones prominentes entre los hermanos; 23 y por mano de ellos escribieron:
“Los apóstoles y los ancianos, hermanos, a los hermanos de Antioquía y Siria y Cilicia que son de las naciones: ¡Saludos! 24 Dado que hemos oído que algunos de entre nosotros los han perturbado con discursos, tratando de subvertir sus almas, aunque nosotros no les dimos instrucción alguna, 25 hemos llegado a un acuerdo unánime y nos ha parecido bien escoger a unos varones para enviarlos a ustedes junto con nuestros amados, Bernabé y Pablo, 26 hombres que han entregado sus almas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Por lo tanto estamos despachando a Judas y a Silas, para que ellos también de palabra informen acerca de las mismas cosas. 28 Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: 29 que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!”.



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Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Magdaleno;

¿ Que piensas sobre EL Espiritu Santo?, ¿ Quien dices que es EL?, espero tus comentarios, gracias.

Saludos.




El punto de vista bíblico

¿Es el espíritu santo una persona?

Tema relacionado
¿QUÉ es el espíritu santo? Ya en sus primeros versículos, la Biblia habla del espíritu santo —también llamado “la fuerza activa de Dios”— y dice que “se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:2). Por otra parte, al relatar el bautismo de Jesús, las Escrituras muestran a Dios en “los cielos” y al espíritu santo procediendo a “descender como paloma” sobre el Hijo (Mateo 3:16, 17). Además, Cristo se refirió al espíritu santo como “ayudante” (Juan 14:16).

Basándose en pasajes bíblicos como los anteriores, hay quienes llegan a la conclusión de que el espíritu santo es una persona de naturaleza espiritual, tal como lo son Dios, Jesús y los ángeles. Durante siglos, algunas de las iglesias más influyentes han atribuido personalidad al espíritu santo. Pero, a pesar del arraigo de esta doctrina, muchos feligreses se encuentran hoy confundidos y hasta llegan a discrepar de sus guías religiosos. Por ejemplo, en una encuesta reciente, el 61% de los entrevistados aseguraron que el espíritu santo “no es un ser vivo, sino un símbolo de la presencia o el poder de Dios”. Ahora bien, ¿qué enseña la Biblia?


¿Qué dice la Biblia?
Todo el que haga una lectura honrada de los textos bíblicos notará que lo que estos dicen no encaja con las descripciones eclesiásticas del espíritu santo como persona. Pensemos en algunos pasajes de las Escrituras.

1. La Biblia dice que cuando María, la madre de Jesús, fue a visitar a su prima Elisabet (o Isabel), que estaba embarazada, la criatura saltó en su vientre “y Elisabet se llenó de espíritu santo” (Lucas 1:41). ¿Le parece lógico afirmar que una persona “se llenó” de otra?

2. Cuando Juan el Bautista reveló a sus discípulos que Jesús lo iba a reemplazar, dijo: “Yo, por mi parte, los bautizo con agua [...]; pero el que viene después de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. Ese los bautizará con espíritu santo” (Mateo 3:11). Como Juan indicó que Jesús bautizaría a algunos con espíritu santo, es obvio que dicho espíritu no podía ser una persona.

3. Durante la visita que hizo a un oficial del ejército romano y su familia, el apóstol Pedro mencionó que Dios había ungido a Jesús “con espíritu santo y poder” (Hechos 10:38). Al rato, “el espíritu santo cayó sobre” los miembros de la casa de este oficial. El relato agrega que muchos se asombraron “porque la dádiva gratuita del espíritu santo también estaba siendo derramada sobre gente de las naciones” (Hechos 10:44, 45). Nuevamente, el lenguaje que se emplea no respalda la idea de que el espíritu santo sea una persona.

En muchas ocasiones, la Palabra de Dios personifica, o presenta como personas, a cosas que no lo son, como la sabiduría, el discernimiento, el pecado, la muerte y la bondad inmerecida (Proverbios 8:1–9:6; Romanos 5:14, 17, 21; 6:12). El propio Jesús dijo que “la sabiduría queda probada justa por todos sus hijos”, es decir, por los buenos resultados que produce (Lucas 7:35). Obviamente, la sabiduría no es una persona con hijos de carne y hueso. De igual modo, el espíritu santo no es un ser vivo aunque en ocasiones aparezca personificado.

¿Qué es el espíritu santo?
En la Biblia se identifica al espíritu santo como el poder de Dios en acción. Por ello, una traducción fiel del texto hebreo de las Escrituras se refiere a dicho espíritu como “la fuerza activa de Dios” (Génesis 1:2). Este concepto encuentra amplio apoyo en toda la Biblia (Miqueas 3:8; Lucas 1:35; Hechos 10:38).

En contra de la opinión generalizada, Dios no está presente al mismo tiempo en todos los lugares. Más bien, vive en el mundo espiritual, en “el lugar establecido de [su] morada” (1 Reyes 8:39; 2 Crónicas 6:39). Las Escrituras también dicen que reside y tiene su “trono” en un lugar concreto (1 Reyes 22:19; Isaías 6:1; Daniel 7:9; Revelación [Apocalipsis] 4:1-3). No obstante, desde ese “lugar establecido de [su] morada” emplea su fuerza activa para llegar hasta el último rincón del mundo físico y del espiritual (Salmo 139:7).

En 1879, el biblista Charles L. Ives ilustró con maestría la capacidad que Dios tiene de ejercer su poder desde el lugar que ocupa. Escribió: “Por ejemplo, nosotros decimos: ‘Abre las contraventanas para que entre el sol en la habitación’. No nos referimos al cuerpo celeste, el Sol, sino a la radiación solar, los rayos procedentes del Sol”. Así mismo, Dios no tiene que viajar a cada sitio donde va a usar su fuerza activa. Sencillamente se vale de su espíritu santo, con el que puede alcanzar hasta los puntos más lejanos de su creación. En fin, ver al espíritu santo como lo que es —la poderosa fuerza activa de Dios— nos llena de confianza en que Jehová cumplirá sus promesas.

atte. Un saludo.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Me gustó el versiculo 28:

Act 15:28 Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien..

A una "fuerza" activa e impersonal le pareció bien tal o cual cosa..

Suena extraño
 
Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

(LAS PALABRAS RESALTADAS EN EL SIGUIENTE EXTRACTO FUERON HECHAS POR MÍ)


¡EXACTAMENTE, REMMO! Finalmente estás entendiendo: la palabra "dios" no siempre aplica al Ser supremo. Como demuestra tu propia cita, "ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados, [...], ángeles, [seres] poderosos, rey[es]".
Además, nota que mencionas que la palabra "dios" no necesariamente significa divinidad, es decir, ser completamente "Dios".

Ya que está ultra-demostrado es perfectamente válido llamar "dios" a ángeles comunes y a humanos, con cuanta más razón se le puede llamar así a la primerísima de las criaturas, “el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, Jesucristo. (Revelación 3:14)




A ver...
¿Ser partícipe de espíritu santo, no es lo mismo que tener espíritu santo?

Entonces, tenemos que...
Ser partícipe de algo es tener (o compartir) ese algo
Ser partícipe de naturaleza divina es tener (o compartir) naturaleza divina


1Jn 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.



2Jn 1:9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése tiene al Padre y al Hijo.



A quien tienes si tienes al Padre y al Hijo Apolos??

Luis Alberto42
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

En 1879, el biblista Charles L. Ives ilustró con maestría la capacidad que Dios tiene de ejercer su poder desde el lugar que ocupa. Escribió: “Por ejemplo, nosotros decimos: ‘Abre las contraventanas para que entre el sol en la habitación’. No nos referimos al cuerpo celeste, el Sol, sino a la radiación solar, los rayos procedentes del Sol”. Así mismo, Dios no tiene que viajar a cada sitio donde va a usar su fuerza activa. Sencillamente se vale de su espíritu santo, con el que puede alcanzar hasta los puntos más lejanos de su creación. En fin, ver al espíritu santo como lo que es —la poderosa fuerza activa de Dios— nos llena de confianza en que Jehová cumplirá sus promesas.

Traduccion:
Dios es un viejo cansado y con demasiado stress para ocuparse personalmente de nosotros.
Tiene un subordinado que es tan poderoso como El, pero que en realidad es solo un angel, a pesar de que es llamado Rey de Reyes y Señor de Señores.
Y tiene un control remoto llamado espíritu santo con el cual no tiene que estar viajando para encender o apagar cosas en este planeta. De esa forma, ahorra combustible, porque con el barril de petroleo tan caro, el cielo se irá a la quiebra en tan solo unas semanas.
Dios no pudo crearnos El solo, necesitó la ayuda de un angel; no pudo salvarnos El solo, nos envio a un subordinado, y no puede cuidarnos de manera personal.. se sienta en tu sillón y con su control remoto cambia los canales de la humanidad.

WT debería tomar esa historieta y hacer una película. Asi aprovechan y promocian mas sus libros.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Saludos cordiales Apolos:

Tengo entendido que siempre se debe señalar la fuente de información, si las tuyas viene de una página web de tu organización, no creo que tengas problemas, distinto que que promociones esas páginas en una especie de proselitismo. Lo que está prohibido es pegar y copiar.

Pasando al terreno de lo que nos incumbe. No soy un experto, ni he estudiado la organización de los Testigos de Jehová, pero si he leido muchos documentos relacionados con ella.

Mi pregunta:(No tengo abre interrogación)

Donde estaba o que pasaba con la organización, entre los años 99 o 100 que muere el apóstol Juan y la fundación por parte de Carlos Russel.
Que el Señor te bendiga



Carlos Russel nació y convivió luego entre protestantes para luego ver que

todas las religiones son politiqueras cuando la política ( la sucesora de los

imperios romano y griego ) no procede de Dios. El pueblo de Israel y luego

los cristianos del siglo I hasta que murió el apostol Juan, el cristianismo aun-

que seguro pero ya tenía sus detractores, perseguidores, y otros que gnósti-

cos pretendían empañar la verdadera doctrina.... pero cuando Juan murió que-

daron tan solo unos pocos que quedaban que escucharen la verdadera doc-

trina ... y para mí el cristianismo murió cuando este se hizo oficial en el siglo

IV. Desde entonces al obispo de Roma se le ocurrió que tenía derecho o que

fuese quizás descendiente de David como para suplantarle o ya ni se acorda-

ba que el Maetro dijo " mi reino no es de este mundo " ... el caso es que des-

de el siglo IV hasta el 1500 la oscuridad del tipo Iglesia/Estado sumía a la hu-

manidad en el caos... ya con el Descubrimiento del " Nuevo Mundo " se dejó

en claro que toda religión parecía codiciar aquellos parajes y aquellas gentes

.... y ahora os leo aquí ... y las iglesias que defendéis cometieron el

error de guardar silencio oficial ante las más horrendas matanzas a manos de

sus feligreses... entre Lutero y otros tales como Erasmo, arrojaron luz hasta

que los puritanos emigraron a América huyendo del 'amor' católico ... allí en

América se formaron más iglesias protestantes de la cual salen los testigos

porque en la Biblia tb dice que aparecerían muchas ' sectas ' o que el cris-

tianismo sería dividido en muchos cristianismos .... sólo 1 quedará al final

y sólo 1 quedará que entienda la biblia ... sea cual sea tras el Armagedón,

yo me apunto a la que quede. A la última. Las demás serán vencidas por

el Anticristo. La que Dios defienda esa será la verdadera.