Muchos ya saben de la existencia de los escritos de Elena G. de White, considerada como profetisa y mensajera de Dios por la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Lamentablemente, cosa normal en los profetas de Dios, ha sido vilipendiada, distorsionada y hasta satanizada por buena parte del pueblo profeso cristiano.
No voy a entrar a debatir los puntos más controversiales de su ministerio, sino simplemente postear su pensamiento sobre Cristo. Quienquiera debatir de los puntos controversiales diríjase al Foro de Sectas donde gustosamente se le atenderá, ya que hay varios temas abiertos al respecto. Esta sección es sólo de Cristo. Si alguien quiere saber la opinión de Elena White sobre cualquier punto de la vida y obra de Cristo, será atendido en la medida de lo posible, es decir, que haya información al respecto.
Dios los bendiga a todos
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“No necesitamos colocar la obediencia de Cristo en una categoría especial, como si fuera algo a lo cual él estuviera peculiarmente adaptado por su naturaleza divina particular, porque él se presentó delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como el sustituto y la garantía del ser humano. Si Cristo hubiera tenido poder especial que el hombre no tiene el privilegio de poseer, Satanás se hubiera valido de este argumento. La obra de Cristo refutaría las afirmaciones de Satanás de que él dominaba al hombre, y el Señor podía hacer esto solamente de la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como hombre, prestando la obediencia de un hombre...
Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En nuestras conclusiones cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas acerca de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos el carácter completo de su humanidad. El da a todos los que lo reciben por la fe, su gracia y su poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a su Padre era [y es] la misma obediencia que se requería del hombre.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino se combine con su capacidad. Tal ocurría también con Cristo Jesús: él podía echar mano del poder divino. El no vino a nuestro mundo para prestar obediencia como un dios menor a otro mayor, sino como un hombre que debía obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera él es nuestro ejemplo.
El Señor Jesús vino a nuestro mundo, no para revelar lo que Dios podía hacer sino lo que el hombre podía alcanzar por medio de la fe en el poder de Dios, ayudándolo en toda emergencia. Por medio de la fe, el hombre sería participante de la naturaleza divina, para vencer la tentación a la cual se veía enfrentado. El Señor demanda ahora que todo hijo e hija de Adán, por la fe en Jesucristo, le sirva en la naturaleza humana que tenemos ahora.
El Señor Jesús ha salvado el abismo abierto por el pecado. El ha unido la tierra con el cielo, el hombre finito con el Dios infinito. Jesús, el Redentor del mundo, sólo podía guardar los mandamientos de Dios de la misma manera en que la humanidad puede guardarlos hoy. "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia" (2 Ped. 1:4).
Debemos practicar el ejemplo de Cristo, teniendo en cuenta su carácter de Hijo [de Dios] y su carácter de humano. No fue Dios el que resultó tentado en el desierto, ni un Dios que había de soportar la contradicción de los pecadores contra él: fue la majestad del cielo hecha hombre. Se humilló a sí mismo tomando nuestra naturaleza humana.
No voy a entrar a debatir los puntos más controversiales de su ministerio, sino simplemente postear su pensamiento sobre Cristo. Quienquiera debatir de los puntos controversiales diríjase al Foro de Sectas donde gustosamente se le atenderá, ya que hay varios temas abiertos al respecto. Esta sección es sólo de Cristo. Si alguien quiere saber la opinión de Elena White sobre cualquier punto de la vida y obra de Cristo, será atendido en la medida de lo posible, es decir, que haya información al respecto.
Dios los bendiga a todos
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“No necesitamos colocar la obediencia de Cristo en una categoría especial, como si fuera algo a lo cual él estuviera peculiarmente adaptado por su naturaleza divina particular, porque él se presentó delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como el sustituto y la garantía del ser humano. Si Cristo hubiera tenido poder especial que el hombre no tiene el privilegio de poseer, Satanás se hubiera valido de este argumento. La obra de Cristo refutaría las afirmaciones de Satanás de que él dominaba al hombre, y el Señor podía hacer esto solamente de la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como hombre, prestando la obediencia de un hombre...
Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En nuestras conclusiones cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas acerca de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos el carácter completo de su humanidad. El da a todos los que lo reciben por la fe, su gracia y su poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a su Padre era [y es] la misma obediencia que se requería del hombre.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino se combine con su capacidad. Tal ocurría también con Cristo Jesús: él podía echar mano del poder divino. El no vino a nuestro mundo para prestar obediencia como un dios menor a otro mayor, sino como un hombre que debía obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera él es nuestro ejemplo.
El Señor Jesús vino a nuestro mundo, no para revelar lo que Dios podía hacer sino lo que el hombre podía alcanzar por medio de la fe en el poder de Dios, ayudándolo en toda emergencia. Por medio de la fe, el hombre sería participante de la naturaleza divina, para vencer la tentación a la cual se veía enfrentado. El Señor demanda ahora que todo hijo e hija de Adán, por la fe en Jesucristo, le sirva en la naturaleza humana que tenemos ahora.
El Señor Jesús ha salvado el abismo abierto por el pecado. El ha unido la tierra con el cielo, el hombre finito con el Dios infinito. Jesús, el Redentor del mundo, sólo podía guardar los mandamientos de Dios de la misma manera en que la humanidad puede guardarlos hoy. "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia" (2 Ped. 1:4).
Debemos practicar el ejemplo de Cristo, teniendo en cuenta su carácter de Hijo [de Dios] y su carácter de humano. No fue Dios el que resultó tentado en el desierto, ni un Dios que había de soportar la contradicción de los pecadores contra él: fue la majestad del cielo hecha hombre. Se humilló a sí mismo tomando nuestra naturaleza humana.