Re: Carlos Montenegro:
Re: Carlos Montenegro:
EXELENTE, BENDICIONES
Re: Carlos Montenegro:
Mi apreciado hermano:
A mayor abundamiento a mi anterior mensaje en el que te contesté rápidamente sobre el desafío que nos hacías a los foristas de darte algún texto que expresara la abolición de los diezmos, conviene hacer las siguientes precisiones:
1 – Si te refieres al diezmo de Abraham, jamás fue abolido porque nunca fue instituido.
2 – Si te refieres a los diezmos de la Ley, entonces hay suficientes textos en el Nuevo Testamento, a más de algún que otro hecho cuya importancia no se puede obviar.
a) Lo primero a tomar en cuenta, es que si de la Ley de Moisés hablamos, este sería apenas un asunto que podría preocupar a los judíos mesiánicos, mas no así a los cristianos que provenimos de la gentilidad. Siendo el Decálogo la Carta Magna de toda la Ley, se advierte en seguida que no está dada para todos los pueblos del mundo sino para Israel: “Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto…” (Ex.20:2). Así, tras la primera instrucción sobre los diezmos en la Ley leemos: Levítico 27: 34Estos son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí”.
En el libro áureo sobre los diezmos encontramos lo mismo:
“Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, al cual encargué, en Horeb, ordenanzas y leyes para todo Israel” (Mal.4:4).
Los judaizantes, ya en los albores del cristianismo, pretendían hacer guardar la Ley de Moisés a los convertidos de entre los gentiles. La consulta hecha a los apóstoles y los ancianos que estaban en la iglesia en Jerusalem, logró el general consenso en cuanto a que todos creían que la salvación era únicamente por la gracia del Señor Jesús (Hechos 15). Esto de ninguna manera invalida los mandamientos de Dios, por antiguos que fuesen, cuando sus principios vuelven a aparecer en el Nuevo Testamento. El guardar el sábado, por ejemplo, es el único del Decálogo que no se repite en el N.T. pues ahora Cristo mismo es nuestro Sabat (He.4) y los cristianos además del séptimo día guardamos también del 1ero. al sexto, consagrando todo el tiempo de nuestra vida a amar, obedecer y servir a Dios. Nuestra fe no exige para ello ningún texto explícito del N.T. en cuanto a una abolición de la observancia judaica, pues alcanza con lo ya revelado en la Palabra.
b) La Ley, en su conjunto, constituía un código de leyes, decretos, estatutos, mandamientos y demás disposiciones, que alguien se tomó el trabajo de contar y cuya alta cifra ni se me ocurrió memorizar. Creo que a ningún cristiano en sus cabales se le ocurriría hurgar por todo el Nuevo Testamento para buscar la abolición específica de cada ordenanza, resignándose a seguir guardando aquellas que no tuviesen constancia de su anulación. Por eso fue el chiste de la estaca de Dt. 23:13. Espero se me haya entendido bien pues no quise ser ofensivo.
c) Jesús cumplió a la perfección la ley por todos, de manera que todos los que hemos creído en el Salvador crucificado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, estamos libres de aquella ley esclavizante e impotente. Doy por descontado que tienes en mente todos aquellos textos con los que Pablo, preferentemente, prueba tantísimas veces tamaña verdad en casi todas sus epístolas.
d) Para no irnos demasiado lejos, en el mismo capítulo de Hebreos que se habla de los diezmos (7:18,19) leemos: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia – pues la Ley nada perfeccionó – y se introduce una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”. Así en Col.2:14 leemos que “Él anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz”.
e) El diezmo brilla por su ausencia en todos aquellos pasajes en que debería constar si estuviese vigente en las iglesias primitivas: Hechos 4 y 5; 1Co.16; 2Co.8 y 9.
Las únicas dos ocasiones en que el Señor Jesús lo menciona es en relación a los fariseos: Mt.23:23; Lc. 11:42 y 18:12. Las citas de Hebreos 7 sólo refieren al caso histórico de Abraham y Melquisedec, y la recepción que hasta entonces hacían del mismo los levitas. Las diez veces que aparece la palabra y el verbo en el Nuevo Testamento, nunca es como enseñanza para los discípulos o para estimular su práctica entre las iglesias.
Confío que las precedentes observaciones te sean útiles tanto a ti como a los demás foristas.
Ricardo.
EXELENTE, BENDICIONES