LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo .


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EL GOZO Y PAZ DE LA FE – Pastor Oscar Arocha
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Romanos 15:13)
La semana anterior se consideraron las circunstancias, y signos del gozo Cristiano o
espiritual. Dicho de otra manera es, que el gozo es según el creer, y tiene marcas.
Cuando el Creyente se encuentra en un estado de dura lucha y Dios ve que si no le
sostiene se ahogaría, entonces le envía el estimulo de gozo para vencer. Además se
dijo, que no necesariamente hay que padecer para recibir gozo, pero al menos hay que
necesitar, ya que es el gozo en el creer, y la fe es una Gracia receptiva, su función es
recibir; en esto sería recibir la vida que hay en las promesas de Dios. Por último los
signos del gozo espiritual: Produce esperanza celestial, es basado en la Palabra de Dios,
es glorioso y al corazón humilde.
Y en esto se insiste, ya que vivimos en una generación dominada por el sensualismo
y materialismo, al punto que recientemente ha surgido lo que algunos han denominado
como el Evangelio de la prosperidad. Este arguye que como los Cristinos son hijos del
Rey de reyes, entonces ellos no debieran padecer de miserias materiales, pero tal
pensar es contradicho por las verdades encerradas en nuestro texto de referencia.
Leamos de nuevo: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para
que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (v13); se infiere del
versículo que el gozo Cristiano es más bien en la esperanza que en la posesión de bienes
materiales. El apóstol lo proclama con toda claridad: “Para que abundéis en esperanza
por el poder del Espíritu Santo”, y además es más sentido o disfrutado en la adversidad,
que en la prosperidad. La razón es sencilla, se trata de un gozo espiritual, no del que
surge de un bien material, o terrenal. Nos parece, pues, que el denominado “Evangelio
de la prosperidad” es ajeno al Evangelio del NT. El verdadero Evangelio es prosperidad
del alma, es el gozo espiritual que da el Espíritu Santo; sería insensato sustituir el gozo
de la esperanza de la vida eterna, con la alegría que pueda dar la posesión de un bien
terrenal. No sólo sería insensatez, sino también misión imposible, una atrocidad.
II. Propiedades del Gozo, la Paz y la Esperanza (cont.)
EL GOZO. POSITIVAMENTE (CONT.). Tocante al aspecto positivo volvamos al texto: “Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo” (v13). El mensaje es explicito, el gozo es
según el creer, y tiene marcas. Consideremos, pues, las circunstancias, y signos del
gozo Cristiano o espiritual.
Hasta ahora se ha considerado, la explicación del texto, las propiedades del gozo, y
en eso se dijo que la meta o propósito de una persona define su gozo; entiéndase que
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe (f) Pág. 2 Jul. 24/2005
hay gozo carnal y espiritual, o que puede ser visto en su sentido negativo como
positivamente. El versículo es una oración, cuya petición tiene como objeto hacerlos
abundar en esperanza, y nuestra esperanza es estar con Cristo por siempre, se trata del
gozo celestial o eterno estando sobre la tierra. Además se estudió: Los mecanismos,
certeza, circunstancias y marcas del gozo Cristiano.
Instrumentos del gozo. Cuando una persona pierde su apetito por los alimentos,
suelen darles estimulantes del apetito, o medios para levantar su deseo natural de
comer. De la misma manera podemos encontrar en la Biblia lo que se denomina
estimulantes de la alegría, o medios para levantar gozo en el alma Creyente. Es una
regla en la vida de fe que Dios ha decretado favorecernos con el uso de medios, óigalo:
“Agradó a Dios salvar a los Creyentes por la locura de la predicación” (1Co.1:21). Esto
es, que sin el uso de un medio apropiado no esperemos ser liberados de nada. La
predicación de la verdad es altamente amada por todo Creyente, pues es por ese medio
que ha de llegarnos la solución de nuestros problemas. Entonces hay instrumentos o
medios para levantar gozo en el corazón. Recordemos que la alegría es un don del
Espíritu Santo, y El ha establecido medios para hacérnoslo llegar. Enfocaremos la
atención en cuatro medios: Un sentido de miseria, confianza en Cristo, medios de
Gracia, y haciendo buena memoria.
Un sentido de miseria. Con frecuencia se oye esta expresión en los predicadores,
las miserias humanas, o que es un término común en el lenguaje evangélico. A pesar de
eso me inclino a preguntar: ¿Qué significa espiritualmente esto de miseria? En general
miseria es: “Estrechez, falta de lo necesario para el sustento o para otra cosa, pobreza
extremada”, y en particular es, la impotencia que tiene el ser de humano de darse
felicidad a sí mismo. Es este fuerte sentir lo que le impulsa a buscarlo fuera. El éxito
radica en emplear el medio correcto.
Hay un caso en la Biblia que lo ilustra, el Hijo prodigo, nótese: "El menor de ellos
dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde" (v12). Una
actitud arrogante, no pensó en sus deberes como hijo, sino en demandar. Luego su
miseria, que empezó mirando hacia adentro: "Entonces volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos
jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: 'Padre, he pecado contra el cielo y ante
ti" (Lc.15:12, 17). Reconocer esta miseria frente a Dios es de gran uso y beneficio;
ensancha el corazón en lamento santo por los pecados pasados, y nos hace más
cuidadosos con nuestro andar futuro, al mismo tiempo que engrandece el sentido de la
compasión de Dios con el pecador contrito y humillado,, condición indispensable para
recibir el gozo del Espíritu Santo, mírelo: “Y el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor
vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el
becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta” (v22-23). Cristo aquí enseña
que la miseria es un poderoso medio para alcanzar el gozo. Esta miseria es, que no
dependeremos del vecino poderoso o rico, ni pensaremos elevarnos con nuestras propia
capacidad o sabiduría, sino en Dios, eso es vaciarse de uno mismo, porque el favor del
Señor es al desamparado y débil; en otras palabras con el impotente. Recordemos lo
que es miseria: La impotencia que tiene el ser de humano de darse felicidad a sí mismo.
Este sentir bien manejado te inclinaría buscarlo únicamente en Dios. Por tanto, en la
misma medida que sea tu sentido de miseria espiritual, así será luego tu medida del
gozo.
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe (f) Pág. 3 Jul. 24/2005
Confianza en Cristo. La causa más eficaz y directa para el gozo es el disfrute del
bien, y una verdadera unión en la mente. La presencia del ser amado contenta más que
su ausencia, y mucho más si le abrazamos. Y así también las incorporaciones que las
adhesiones, disfrutamos el comer que nos fortalece más que el vestir que nos protege, o
que la unión interna fortalece más el gozo. Entonces en el asunto de la confianza se
disfruta más, mientras nuestro entendimiento del objeto de nuestra confianza sea más
claro. Así que, estos dos elementos dan gozo, unión y clara confianza. El salmista dice:
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que
se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré” (Sal.28:7). Refiere su experiencia de
confianza: “Mi fortaleza y mi escudo”, Dios es Espíritu invisible, sin embargo el salmista
lo nombra como fortaleza y escudo, o que su experiencia con Dios le dio un
entendimiento tan claro de Su misericordia que le permitió llamarlo así; luego lo dice
literalmente: “En él confió mi corazón”. El texto revela cercanía, unión, claridad de
mente que le llevó inevitablemente a esto: “Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi
cántico le alabaré”.
Confianza es sinónimo de intimidad, cercanía, unión, y mientras más cerca del
corazón está el bien, más gozamos. Hay más deleite en el abrazo de un amigo que en su
saludo de manos. Así que, la confianza en Dios es un medio excelente para cultivar el
gozo del corazón. Y así mismo lo ha prometido el Señor: “Para los santos que están en
la tierra, Y para los íntegros, es toda mi complacencia” (Sal.16:3). Esto es, a los que
aman la verdad, y el amor es una Gracia de unión o confianza. La confianza estimula el
gozo.
Medios de Gracia. Cuando decimos medios de Gracia significamos el uso de la
Palabra de Dios y la oración como instrumentos de alimentar y aumentar el gozo. El
Creador tiene suficiente poder para mantenernos en salud sin comer, aun así es su
sabiduría que el sostén y la salud sean con trabajar para comer. Lo mismo aplica al
gozo. Es su sabiduría hacerlo por medios ordinarios para que lo alcancemos, uno de esos
medios es Su Palabra: “No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán
dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca” (Sal.199:103). El habla
de alegría al corazón. Decíamos que el disfrute de un bien crece si el entendimiento de
tal bien aumenta; el objeto de nuestra confianza se hace más claro. Note el orden: La
Palabra trae enseñanza, claridad o luz, y luego dulzor o gozo al alma.
El gozo viene después de la paz, o que cualquier cosa que perturbe la paz espiritual,
se lleva el gozo. Satanás ataca para que no tengamos gozo y esto robándonos la paz,
porque la fortaleza divina en el corazón de un Creyente reside en el gozo del Señor
(Neh.8:10). Con el fin de quitarnos la fuerzas o nuestro gozo, el diablo ataca nuestra fe
en la Palabra de Dios, y lo hace distrayéndonos con nuestros pecados, o que no
tengamos paz con Dios, y así debilitaría el gozo y la esperanza. ¿Qué hacer en tal caso?
Yendo a la fuente del gozo y la paz que es la Palabra de Dios: “Todo gozo y paz en el
creer”. Vuelo a recordarte que el gozo no viene porque obedezcas la Palabra de Dios,
sino que el gozo lo da el Espíritu a quienes le obedecen con corazón sincero: “Así que
celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad,
sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1Co.5:8); esto es, hagamos
fiesta en sincera obediencia. En sentido práctico es que obedezcas la Palabra, y esperes
con paciencia, eso es hacerlo con fe en Su Palabra o en sinceridad.
El otro medio es la oración. Darte gozo en tu oración es una promesa explicita del
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe (f) Pág. 4 Jul. 24/2005
Señor Jesús, óyelo: “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”
(Jn.16:24). Un ingrediente que no debe faltar en tus oraciones en la sal de la paciencia,
ora y sigue orando hasta que recibas. Es posible que al principio te sientas frío, y veas
distante la cosa rogada, aun así no te rindas,, porque al final recibirás una cosecha
abundante. Recuerda el elocuente caso de la mujer Siro fenicia, al principio fue
desechada y hasta le compararon con un perrillo, pero qué ganó con su perseverancia
sobre el favor de Cristo, oye la respuesta divina a su constancia: “Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su
hija fue sanada desde aquella hora” (Mat.15:28). ¿Acaso no es eso un estado de gozo;
sí lo es, Hagamos lo mismo. Oremos.
Haciendo buena memoria. La vida de David ilustra este titular con fidelidad,
muchos de sus salmos contienen esta trama, dolor, angustia, luego su tristeza la hacia
desaparecer trayendo a su memoria los días en que Dios le había dado gozo y cántico en
sus labios. Un caso de su historia: “Y mi espíritu se angustió dentro de mí; Está
desolado mi corazón. Me acordé de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras;
Reflexionaba en las obras de tus manos. Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la
tierra sedienta” (Sal.143:4-6). Y así como fue con David, hará también contigo, pues tú
has sido unido a su familia por fe en la sangre del Hijo de David.
Hoy vimos, los medios o instrumentos para obtener gozo, a saber: Un sentido de
miseria, ilustrado con la historia del hijo pródigo. Confianza en Cristo, explicado con el
sal.28; Un uso correcto de los medios de Gracia, la Palabra trae claridad o luz, aumenta
el conocimiento de la bondad de Dios, cuyo efecto es dulzor o gozo al alma. La oración,
enseñado con la historia del mujer Siro fenicia, y por último, el recordar las buenas
experiencias que hemos tenido con Dios y Sus abundantes favores: “Y el Dios de
esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por
el poder del Espíritu Santo” (v13).
Aplicación
1. Hermano: Da gracias al Señor por la luz que tenemos en el Evangelio.
Nuestro Señor no nos ha abandonado al juicio de nuestro propios pensamientos, sino
que en Su misericordia se ocupa de instruir nuestro entendimiento con el fin de
fortalecernos con el gozo de Su Santo Espíritu, y así nada ni nadie pueda perturbar
nuestra paz con El, y estemos alegres. Eso demanda que cultivemos el agradecimiento
confiando en Su Palabra.
Por tanto, si tú has sido tocado con estas verdades, ahora mismo llévalo en oración
ante Dios, y ruégale que lo selle en tu alma. Y al mismo tiempo haz la santa
determinación de esperar no en las criaturas, sino en toda Palabra que salga de Su boca.
Escudriña Su Palabra hasta que afecte tu corazón. No te concentres en ti mismo, o en tu
propia opinión. Mientras estés ocupado en ti mismo no podrás hacer ningún bien. Órale
que te de Gracia para hacerte sensible de la enorme felicidad que puedes disfrutar
estando aun sobre esta tierra, y la excelente que disfrutaría en el mundo por venir. Te
exhorto, pues, a concentrar tu oración sobre este tema, y Dios se agrade en tus santos
esfuerzos para vivir siempre alegre en el Señor.
2. Hermano: No olvides, que en este mundo caído, a menudo tendrás una
mezcla de gozo y tristeza en tus sentimientos. La plenitud de alegría es sólo en el
cielo, cuando Cristo regrese. El hecho que Dios en Su palabra da instrumentos para el
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe (f) Pág. 5 Jul. 24/2005
gozo es evidencia de esta realidad. Haz, pues, buen uso de los medios espirituales, y la
Omnipotencia del Creador ha prometido, que tus gozos serán más frecuentes que tus
tristezas. Vivimos por fe, esta vida no soportaría el gozo perfecto. Lo que si puedes
hacer y te han dado las herramientas para ello, es que con tus buenas acciones alcanzar
ese estado de gozo que es permitido para una criatura imperfecta como tú y yo, eso
aumentaría tus esperanzas del gozo pleno para cuando Cristo venga. Recuerda que el
diablo tratará de quitarte el gozo recordándote tus pecados, así que debes cuidar de que
no haya en tu vida pecados no arrepentidos. Oye como lo que enseña el salmista: “Si en
mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Más
ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios”
(Sal.66:18). El vio tres cosas: Sus propias imperfecciones, luego saló corriendo hacia la
cruz del calvario, y el Señor puso cántico de gozo y alegría en su boca. Esta es mi
oración por ti: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (v13).
3. Amigo: Con tristeza te digo, que este gozo sólo pertenece a los
Convertidos a Cristo. Fuera del pueblo de Dios, los hombres no tienen causa para
gozarse, ni muchos menos el Creador le ha dado mandamiento para alegrarse aquí, y ni
pensarlo en el mundo por venir, donde la porción de los inconversos como tú es
terriblemente tormentosa. No exageramos, y apelo a tu buen juicio con esta pregunta:
¿Qué razones tiene un condenado para estar alegre? Porque el incrédulo, no tendrá
remisión o perdón de sus pecados, mientras permanezca en su estado de incredulidad.
Te pregunto: ¿Cuál es tu porción? ¿Es la salvación en Cristo tu tesoro? ¿Es Cristo tu
Rey? ¿Vives tú bajo el gobierno de su reino? No, no lo es, entonces no tienes razón de
gozarte. El gozo de los incrédulos es pecar o hacer mal a otro, o burlarse del Evangelio.
El gozo tuyo es forzado; como cuando se echa agua fría al que tiene fiebre, por un
momento lo refresca, pero el calor vuelve. Así es tu gozo, lo parece ahora, pero cuando
venga el juicio final, y te encuentre con tus pecados sin perdonar, el fuego del infierno
nunca más se separará de ti. Amigo, sin Cristo no hay gozo verdadero. No todo lo que
brilla es oro. Te digo algo más, aun en los verdaderos Creyente su gozo tiene
limitaciones, es gozo en el Señor, no fuera de Cristo.
Ahora oye esto: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar” (Mat.11:28). Esto es, que si tú estás contento contigo mismo y con lo
que el mundo te ofrece, entonces Cristo no es para ti. El descanso de Cristo es para los
que están cansados y cargados; a ellos es mi exhortación: Amigo, ven a Cristo y vivirás
en gozo aquí, y gozo pleno allá.
AMEN

PORQUE DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO....:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

. . EL GOZO Y PAZ DE LA FE V Pastor Oscar Arocha .
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Romanos 15:13) Decíamos la semana pasada que al llegar a este capítulo 15 llama la atención que se extiende en el tema del gozo, de donde se puede inferir, que la alegría cristiana y el estudio de las doctrinas e historia no son mutuamente excluyente, por el contrario un manejo apropiado de las verdades bíblicas, inevitablemente tienen que producir gozo en el corazón. Decimos esto porque hay la idea muy difundida de que un estudio serio o sistemático de la verdad es ajeno a estar alegre. Cuando se habló sobre los mecanismos del gozo se dijo que su impedimento no es otra cosa que sentir como una incomodidad en el hombre interior que agobia, aprisiona, limita el curso normal de la vida, pero si en ese estado la fe o el creer entra, ilumina el alma, y allí el Espíritu Santo habla palabras de paz al corazón, y el gozo se entrona en la mente, uno se alegra. Luego se habló de la certeza del gozo: Esto es, que la voluntad de Dios está tan firme con nuestra alegría, que lo ha puesto como un deber. No sólo lo manda, sino que además da suficientes razones para que estemos gozosos. Baste contar la multitud de males que nos ha librado. Por último se vio, que los ministros o predicadores del Evangelio no pueden dar gozo al pueblo, sino que son sólo ayudadores, no causa. II. Propiedades del Gozo, la Paz y la Esperanza (cont.) EL GOZO. POSITIVAMENTE (CONT.). Tocante al aspecto positivo volvamos al texto: Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (v13). El mensaje es explicito, el gozo es según el creer, y tiene marcas. Consideremos, pues, las circunstancias, y signos del gozo Cristiano o espiritual. Circunstancias del gozo. Para considerar el contexto donde crece y da frutos el gozo, recordemos como opera. El Creyente ejerce fe en la palabra revelada, en ella recibe un claro sentido del amor de Dios en Cristo, o que el Espíritu Santo le habla palabras de paz, o lo que es lo mismo sella esa palabra en el corazón y el Creyente se goza con gozo inefable y glorioso. Lo enseña la Escritura y la experiencia lo confirma que, no siempre estamos gozosos, pero siempre poseemos el Espíritu de gozo. Poseo un CD de música y cuando los escucho siento placer. Todo Creyente posee el Espíritu de Gracia, pero no siempre se alegra. Reitero que el gozo Cristiano no es otra cosa que gozarse en Dios, óigalo: No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lc.10:19-20). Esto es,

CON AMOR ETERNO TE HE AMADO,POR TANTO,TE PROLONGUÉ MI MISERICORDIA. :fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

EL GOZO Y PAZ DE LA FE - III
Pastor Oscar Arocha
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para
que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”
Romanos 15:13
El texto que se ha escogido aporta tres de las mejores alimentos espirituales: “Y el
Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza”. Paz, gozo cuyo efecto es robustecer la esperanza. Más aun,, que el
Cristianismo consiste de estas dos: Gozo y paz. En otras palabras, que el Señor
Jesucristo ha dado a Su iglesia todo lo que necesita para vivir en continuo disfrute. Se
agrega un fuerte estimulo, no sólo para pedirlo a Dios en oración, sino también para
aguardar confiados que lo pedido pronto será concedido, nótese la construcción del
texto: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer”; el creer es un
deber de toda criatura para con el Creador, repito que se trata de un necesidad; no
obstante el deber es puesto aquí como un deleite, o que al ejercitar la confianza en Dios,
que es nuestro deber, se nos promete felicidad: “Todo gozo y paz”. El verso resume la
confesión de los reformadores, que el fin del hombre es glorificar a Dios y disfruta de El
para siempre. La fe le glorifica y al glorificarle nos llena de gozo y paz.
El orden de este estudio es así: Uno, La explicación. Dos, la naturaleza del gozo,
paz y esperanza. Tres, La delicia de la paz. Cuatro, el deleite del gozo. Cinco, La
fuerza de la esperanza.
Ya se estudió la explicación del verso, y fue esta: La fuente de las bendiciones: “El
Dios de esperanza”. La petición: “Llene de todo gozo y paz”. Los beneficiadas, los
Cristianos: “Os”. El canal de la bendición: “En el creer”. El propósito: “Para que
abundéis en esperanza”. Y finalmente la fuerza motora: “El poder del Espíritu Santo”.
Seguiremos con:
II. Propiedades del Gozo, la Paz y la Esperanza (cont.)
Lo del gozo se inició estudiar su esencia en dos aspectos: Negativa y positivamente.
En lo negativo, en breve, el Señor Jesús lo declaró así: “No os regocijéis de que los
espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los
cielos” (Lc.10:19-20). Uno puede gozarse en asuntos materiales o terrenales, pero el
regocijo o gozo pleno de nuestro corazones pertenece sólo a Cristo.
El Gozo. Positivamente (cont.). Tocante al aspecto positivo volvamos al texto: “Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo” (v13). La petición tiene como objeto hacerlos
abundar en esperanza, y la esperanza no es otra que estar con Cristo por siempre. Allí
no se necesitarán dones espirituales, ni dinero, ni honra, ni deleites temporales,
tendremos lo que un alma inmortal necesita y nada más, la llenura del Espíritu de Dios,
o vivir en la Presencia del Señor. Entonces podemos inferir del verso: Que el gozo
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe ( c ) Pág. 2/11 JJun. 30/2005
Cristiano es disfrutar de un claro sentido del amor de Dios en Cristo. Es agasajar la
imaginación con pensamientos de vida eterna, o que Cristo es nuestro. Entonces el gozo
es un acto de amor. El marido ama la esposa, ella se goza y responde con amor.
Óigalo: “Entonces mi alma se alegrará en Jehová; Se regocijará en su salvación”
(Sal.35:9). De las palabras del salmista podemos destacar algunos asunto relacionados
con el gozo. El lugar de su ser fue su alma, o su hombre interior, no fue agua sobre sus
hojas o algo superficial, sino un aguacero que empapó las raíces de sus entrañas, no hay
sentimiento que baje tan profundo como esto, fue un sentimiento intimo. Si el tinte es
echado aguas abajo se tiñen las corrientes que descienden, en cambio si las aguas son
entintadas en la cabecera todas las aguas corrientes abajo toman ese color. Así el gozo
del salmista, fue en su alma, llenó todo su ser, y así lo revela: “Mi alma se alegrará… Se
regocijará; estuvo alegre, y además regocijado, lo cual es gozo sobre gozo. además
notamos el objeto de su gozo, el Señor, dicho de otro modo es, que el conocimiento de
Dios enciende el gozo Cristiano, verlo con ojos del alma, o de fe. Por último el regalo, o
lo que Dios le trajo: “Su salvación”. En resumen: Vio a Dios en su alma, le fascinó, más
aun cuando el regalo recibido. Aquí podemos decir: Que el gozo Cristiano es disfrutar de
un claro sentido del amor de Dios en Cristo. Es agasajar la imaginación con
pensamientos de vida eterna, o que Cristo es nuestro.
Otro caso lo prueba: “Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder
se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en
tu salvación” (1Sam.2:1). Entiendo que el asunto es aquí ampliado, ya que Ana no sólo
se gozó, sino que además se alegró, se regocijó, se fortaleció, y los poderes de su alma
fueron ensanchados. Ahora la razón de todo este mar de deleite: “Por cuanto me alegré
en tu salvación”. Esto es, que alma fue inundada de un claro sentido del amor de Dios.
Lo cual ensancha el corazón Creyente y lo llena con dulzura y contentamiento, cuyo
efecto obligado es cantar acciones de gracias: “Para que cuente yo todas tus alabanzas
En las puertas de la hija de Sion, Y me goce en tu salvación” (Sal.9:14). El gozo abre las
puertas y el canto sale. Entonces se dan dos tipos de creer, uno con la cabeza y otro con
el corazón, y cuando es con el corazón, el efecto obligado es el gozo: “Todo gozo y paz
en el creer”.
Mecanismos del gozo. Así que, hoy abundaremos sobre lo que es este gozo
Cristiano. Volvamos a Romanos: “El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el
creer, para que abundéis en esperanza c” (v13). Recordemos que se trata de una
oración, o que el gozo es un don divino, no podemos darnos este gozo en nuestro propio
poder. Siendo un don significa que el Creyente ha de encontrarse, no bajo el disgusto
divino, sino bajo Su agrado. Dicho en otras palabras es, que este gozo llega teniendo
uno buena comunión con Dios. Quien santifica al Creyente es el Espíritu Santo. Si el
Creyente camina en pecado o en incredulidad el Espíritu se contrita, la santificación se
detiene, en cambio si se disfruta de buen testimonio, el Espíritu sonríe la santificación se
acrecienta; lo cual trae gozo: “Por el poder del Espíritu Santo”.
Veamos esto con mayor claridad: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos,
para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos,
para que vuestro gozo sea cumplido” (1Jn.1:3-4). Aquí se pueden ver varios asuntos:
Su testimonio: “Lo que hemos visto y oído”. Una acción, predicarlo: “Eso os
anunciamos”. Un propósito, comunión espiritual: “Para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su
Hijo Jesucristo”. Una proclamación: “Estas cosas os escribimos”. El fin de todo este
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe ( c ) Pág. 3/11 JJun. 30/2005
asunto: “Para que vuestro gozo sea cumplido”. No es nuestra presente intención
considerar las partes del texto, sino que se despejó el panorama para fijar nuestro
interés en lo tocante al gozo: “Para que vuestro gozo sea cumplido”. Llamo la atención a
esta palabra que aquí es traducida como “cumplido” (Gr.ııılerııııı); cuyo
significado es suplir o proveer con abundancia o generosidad.
Ahora bien, se puede decir en base a lo que aquí es revelado por el apóstol Juan,
que el gozo Cristiano no nace de la posesión de bienes materiales, o recibir salud o
dinero en abundancia, sino que surge al ejercer fe sobre la Palabra escrita, o lo que es
lo mismo, tener comunión con Dios por medio de las Escrituras, nótese: “Para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente
es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro
gozo sea cumplido”. Hay aquí tres ideas dominantes: Comunión con Dios, por medio de
Su Palabra, y gozo. El Creador no puede ser visto, le vemos por medio de Su Palabra
con los ojos del alma. Esto nos habla del mecanismo del gozo Cristiano.
Es como si el apóstol Juan hubiese dicho aquellos Creyentes, que pueden tener
comunión con ellos, así como los apóstoles la tuvieron con Jesucristo. Esto es altamente
consolador en esto del mecanismo del gozo, porque ese gozo puede ser disfrutado por
todos los verdaderos Cristianos, o por todos y cada uno de los que han nacido de
nuevo, leámoslo: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido
perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es
desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os
escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros,
padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros,
jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis
vencido al maligno” (1Jn.2:12-14). Así que, la seguridad y gozo del Espíritu Santo no es
algo exclusivo del Cristiano maduro, sino que está disponible para todos los hijos de
Dios mediante la fe en Jesús, o tanto para los grandes como a los pequeños. A los viejos
en la fe, a los jóvenes y a los recién nacidos.
Enfoquemos otro texto para ampliar la idea de tener comunión con Dios como
instrumento de gozo: “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque
ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1Pe.1:8). Note el orden:
Amor, fe y gozo. La manera en que la esposa muestra su amor al marido es con la
sumisión, del mismo modo el alma Creyente con Jesucristo, haciendo lo que El diga.
Esto es creyendo, y como Dios honra a los que le honran, entonces trae gozo. Leamos
de nuevo: “En quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y
glorioso”; no es nada fácil concebir la hermosura encerrada en este verso, y así lo revela
el apóstol: “Gozo inefable”, y tal como no es fácil concebirlo en la mente, mucho más
difícil poner en palabras el deleite del alma en este santo ejercicio. Hay placeres que no
pueden ser explicados. Para alcanzar al menos una idea del asunto hay que vivirlo. El
amor es el ingrediente que endulza las circunstancias más amarga que pueda traernos la
vida. Jacob sufrió veinte anos por Raquel, y le parecieron como si fueran pocos días, y
la razón fue esta: La amaba.
Deseamos decir que antes de tener ese gozo en el corazón es necesario ejercitar
dos Gracia: Amor y fe. En esta línea de pensamiento habla el apóstol: “Nosotros le
amamos a él, porque él nos amó primero” (1Jn.4:19). Por fe el alma ve el mundo
invisible, en particular a Dios y las perfecciones de Sus infinitos atributos, y todas
aquellas hermosuras que están sólo y únicamente en Dios han de ser vistas con amor,
porque el amor es el ingrediente esencial para ver hermosura. Una cosa pudiera ser
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe ( c ) Pág. 4/11 JJun. 30/2005
hermosa a la mayoría, pero si quien la ve no tiene amor, lo más probable es que vea
fealdad. Nadie puede ver la hermosura de Cristo y los excelentes regalos que ofrece,
amenos que tenga fe para creer. La persona que ama a Cristo es la única que puede ver
esas hermosuras. La mente mundana ve más belleza en un trapo de algún modisto
famoso o en el pecado, que en la vida Cristiana.
Así que, para abundar en esto del mecanismos del gozo volvemos a Pedro: “A quien
amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con
gozo inefable y glorioso” (1Pe.1:8). Este amor no nace en uno, sino que viene de Dios y
a Dios vuelve, y trae alegría al corazón. El inicio de este amor es Aquel quien nos ama
desde antes de la fundación del mundo, es un amor sin comienzo y sin fin. Es un amor
sin medida, sin mérito alguno en nosotros. El no recibe nada de nadie, sino sólo de El
mismo, por eso nos ama con amor eterno, ferviente, con todo Su corazón. Es un amor
tan y tan fuerte que ni siquiera cuando la muerte nos abrase podrá separarnos del amor
de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
¿Qué hemos visto hasta ahora? Ya se estudió la explicación del verso, y empezamos
a considerar las propiedades del gozo Cristiano en dos aspectos: Negativa y
positivamente. En lo negativo, que no debemos dar el lugar del gozo Cristiano al placer
que puedan proporcionarnos las criaturas. Uno puede gozarse en asuntos materiales o
terrenales, pero el regocijo o gozo pleno del corazón pertenece al Señor. Este gozo es
disfrutar de un claro sentido del amor de Dios en Cristo. Es agasajar la imaginación con
pensamientos de vida eterna, o que Cristo es nuestro. Además que la Gracia ha unido la
Comunión con Dios, y el regocijo del alma. Una nota a destacar es que la seguridad y
gozo del Espíritu Santo no es algo exclusivo del Cristiano maduro, sino que está
disponible para los grandes como a los pequeños. A los viejos en la fe, a los jóvenes y a
los recién nacidos.
Aplicación
1. Hermano, tengo para decirte que el gozo es fermentativo, crece y se
multiplica sólo. Déjame explicarte, si tú exprimes naranjas y las dejas en un
recipiente, al poco tiempo las naranjas se fermentan y por una acción espontánea cada
vez habrá menos jugo y más agrio de naranja, se fermentó sola. En la vida de fe ocurre
algo parecido. Tu recipiente es estar presente en los cultos, o mantener comunión con
los hermanos, tal es tu vasija. La Palabra de Dios es tu jugo de naranja, y la acción
espontánea es tu vida de oración. Jesús te lo dice sí: “Pedid, y recibiréis, para que
vuestro gozo sea cumplido” (Jn.16:24). Deseo decirte esto: Que si te mantienes
cultivando, la comunión con tus hermanos, apegado a las Santas Escrituras y
practicando tu vida de oración, Dios ha prometido crecerte en el gozo inefable y glorioso
de Cristo Jesús.
2. Amigo, por más grande que sea tu gozo siempre será con un si
condicional. Es posible, y no dudamos, que puedas alcanzar una posición alta en la
sociedad, que seas famoso, que la gente te aprecie, que seas noticia donde quieras que
vayas, honrado por todos. También pudiera ser, que seas un hombre con suerte en los
negocios, que la vida te sonría que tengas mucho dinero, hay hombres que lo han
obtenido, y eres un hombre semejante a los otros, tú bien pudieras. También es posible
que sepas vivir la vida, que aprendas a disfrutar, a sacar placeres de las criaturas, y
vivas de fiesta en fiesta, de francachela en francachela. Todo eso es posible, pero debo
decirte que tales gozos son carnales. De otro modo, que si estás en la carne, pudiera
Pastor Oscar Arocha
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El gozo y Paz de la Fe ( c ) Pág. 5/11 JJun. 30/2005
gozarte, pero si te llega la muerte, ahí mismo terminarían todos tus gozos. Así que, por
más grande que sea tu gozo siempre serán con un si condicional. En contraste con eso
quiero mostrarte un camino más excelente, oye lo que escribió un Cristiano: “Me
mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu
diestra para siempre” (Sal.16:11). Ahora mismo te invito entregarte a Cristo, ven en
arrepentimiento y deja que El redima tu vida para Dios.
AMEN

Doy gracias al autor de este mensaje en el nombre del Señor.

AQUEL QUE LA BUENA OBRA EMPEZÓ ,LA PERFECCIONARÁ HASTA EL DÍA DE JESUCRISTO.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

“El amor es sufrido, es benigno;… no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor” (1 Corintios
13.4–5). Una de las características que distingue al
cristianismo, la cual el mundo entero parece reconocerle
y apreciarle, es la benignidad. Una persona que no
sea benigna, no podrá persuadir a los demás de que
él es un devoto cristiano. Se espera de un verdadero
cristiano, que sea benigno en todas las circunstancias.
Algunas de las palabras que se utilizan para
traducir la palabra griega para “benignidad” son:
“servicial”, “bueno”, “agradable”, “amable” y “cortés”.
La palabra “filantropía”, del español, proviene de la
palabra griega philanthropia. Esta palabra aparece en
Hechos 28.2, donde se narra que Pablo y sus acompañantes
sufrieron un naufragio y los nativos de Malta
los trataron con “no poca humanidad”. La misma
palabra es utilizada en Tito 3, para referirse a una
característica de Dios, la bondad:
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres, nos salvó, no por obras de justicia
que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo (vv. 4–5).
Cuando pensamos en un filántropo, nos imaginamos
a alguien cuya benignidad se ha hecho sentir,
alguien que ha ido más allá del simple sentir benignidad
hacia los demás. Un filántropo trabaja y provee
de sus propios recursos para ayudarles a los demás.
LA BENIGNIDAD Y DIOS
La benignidad es la esencia misma de las acciones
de Dios para con nosotros. Su misma naturaleza se
yergue como un ejemplo para nosotros, de la forma
como debemos conducirnos para con los demás.
Esto fue lo que Jesús dijo:
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced
bien, y prestad, no esperando de ello nada; y
será vuestro galardón grande, y seréis hijos
del Altísimo; porque él es benigno para con los
ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos,
como también vuestro Padre es misericordioso
(Lucas 6.35–36).
En Efesios 2, cuando Pablo fue guiado por el Espíritu
Santo a escribir acerca de la maravillosa gracia de
Dios, la cual nos proporciona la salvación, él recalcó
la benignidad de Dios para con nosotros: “… para
mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia, en su bondad para con nosotros
en Cristo Jesús” (v. 7).
La benignidad es, por lo tanto, un aspecto básico
de la piedad. Cuando somos benignos con los que no
merecen nuestra benignidad, entonces llegamos a
ser semejantes a nuestro Señor. La bondad se pone a
prueba cuando otros son rudos con nosotros, o nos
maltratan. ¿Podremos todavía demostrar espíritu
de benignidad hacia tales personas? Cualquiera
puede ser benigno con los que son benignos y
considerados con ellos. La prueba está en ser benigno
con el que no lo merece.
LA BENIGNIDAD Y EL AMOR
Sin el amor, nada que hagamos como cristianos
será aceptado por Dios. El discurso más brillante
sonará como címbalo que retiñe, si no se da con
amor. El más poderoso sermón o el más grande
conocimiento de la palabra de Dios, serán vanos e
inútiles si no hay amor. Incluso si uno tuviera fe
suficiente como para mover montañas, ello no tendría
valor alguno, si no hay amor. Si uno diera todo lo que
tiene a los necesitados, sería vano, si no hay amor.
El amor es la esencia del cristianismo, y la
benignidad es uno de los aspectos primordiales
del amor. No es de extrañar que Pablo escribiera:
“Sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4.32).
CÓMO CULTIVAR LA BENIGNIDAD
Si la benignidad es tan importante, ¿cómo podemos
cultivarla en nuestras vidas diarias? Primero, ella es
un aspecto del fruto del Espíritu (Gálatas 5.22–23).
Por lo tanto, se cultiva, mediante el crecimiento
espiritual, mediante el permitir que el Espíritu de
Dios tenga cada vez mayor dominio en nuestras
vidas. Si andamos en el Espíritu y somos guiados
por el Espíritu, seremos benignos en nuestro trato
unos para con otros. Una parte de lo que conlleva el
permitir que el Espíritu domine o gobierne nuestras
vidas, es estudiar las enseñanzas de él, que están en la
Biblia, y esforzarse por vivir conforme a lo que
aprendamos.
La benignidad también puede aprenderse. En
Tito 2.3–5, Pablo dio instrucciones a las ancianas, en
el sentido de que enseñen a las jóvenes, de la siguiente
manera. Note que ellas necesitaban que se les
enseñara a ser buenas, es decir, benignas. Esta clase
de enseñanza debe provenir por dos vías, la del
ejemplo y la de la palabra. Las ancianas deben mostrar
benignidad en la forma como tratan a los demás,
especialmente a las más jóvenes que están tratando
de influenciar. Además, los cristianos deben enseñar
por palabra, que la benignidad es importante en
nuestro trato para con los demás.
Benignidad
León Barnes
Podemos cultivar la benignidad mediante la
práctica consciente de ella en nuestras vidas
diarias. Esto es lo que Colosenses 3.13, dice: “Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia,…” El
llegar a ser benignos en nuestro trato para con los
demás no es algo que nos nazca naturalmente.
Debemos trabajar para hacer que la benignidad sea
una de nuestras características.
CÓMO PONER EN PRÁCTICA
LA BENIGNIDAD
¿Cómo podemos poner en práctica el principio de
la benignidad en nuestras vidas? Debemos comenzar
por casa. Si no podemos ser benignos con los que
vivimos, será vano el tratar de poner en práctica la
benignidad en nuestro trato para con los demás en
algún otro lugar. Después de referirse a los deberes
de los esposos y las esposas, Pedro dijo:
Finalmente, sed todos de un mismo sentir,
compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; no devolviendo
mal por mal, ni maldición por maldición, sino
por el contrario, bendiciendo, sabiendo que
fuisteis llamados para que heredaseis
bendición (1 Pedro 3.8–9).
La tenencia de un mismo sentir en el seno de la
familia, está vinculada con el ser compasivos o
benignos en la forma como nos tratamos unos a
otros. Muy a menudo, somos más benignos y corteses
con los extraños que con los que nos han entregado
sus vidas y a quienes les hemos entregado nuestras
vidas. Nuestros niños aprenderán de nosotros cómo
es que ellos han de tratar a los que están a su
alrededor. Si no somos benignos en nuestro trato
para con ellos, ¿cómo van a aprender a ser benignos
para con los demás?
Segundo, la benignidad debe predominar en
nuestra asociación con nuestros iguales cristianos.
No podemos afirmar que tenemos el espíritu de
Cristo, y a la vez ser poco amables unos con otros
dentro de la iglesia cuando los desacuerdos surgen.
También debemos ser benignos en los lugares
donde trabajamos. Si mostramos benignidad allí,
nuestra influencia causará que otros se pregunten
qué es lo que nos hace diferentes. Si somos agresivos
y poco amables para con los demás, a ellos no les
parecerá que Jesús haya afectado nuestras vidas. No
debemos perder nuestra benignidad, incluso,
cuando otros son poco amables para con nosotros.
Nuestra benignidad debe destacarse en medio de las
circunstancias difíciles.
La benignidad debe ponerse en práctica en todos
nuestros tratos con los demás, o de lo contrario, será
inútil en uno cualquiera de estos tratos.
Padre amoroso que estás en los cielos, ¡tú has
sido tan benigno y tan generoso para con nosotros!
Por favor enséñanos a ser benignos para con los
que nos rodean todos los días. Padre, ayúdanos a
marcar la pauta en lugar de seguir el patrón que el
mundo nos fija. En el nombre de Jesús, amén.

PORQUE JEHOVÁ ES BUENO ,PARA SIEMPRE ES SU MISERICORDIA.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

I) La primera serie de prendas en vuestra investidura se describe en el versículo 12 de Colosenses cap. 3:


"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia..." (Colosenses 3:12).


a) "Entrañable misericordia" es la equivalencia castellana del griego "entrañas", "seno materno"... Una misericordia que el Espíritu Santo de Dios engendra y brota desde las entrañas, desde el vientre...

Y el vientre era considerado en la antigüedad como la sede de los sentimientos y las emociones; y por eso es que el apóstol Pablo habla de una misericordia o compasión en la que nos identificamos con las luchas y los sufrimientos del "otro", hasta el punto de vernos afectados incluso físicamente...

b) "La benignidad o bondad" se refieren a la disposición de ayuda hacia los demás, generosamente...

c) "La humildad" nunca ha sido prenda popular... De hecho, la humildad nunca aparece como una virtud en la literatura griega no cristiana.

Ser humilde es no ser pretencioso...

El humilde no cae en la trampa de competir con otros...

No pelea por sus derechos, sino que graciosamente los cede a los demás...

Por eso nunca fue popular esta virtud en el mundo anterior a la llegada del mensaje de Jesucristo...

Siempre suscitó la idea del "servicio a otros", y por eso no fue bien recibida.

Sin embargo, en el revestimiento para el ministerio cristiano, según nuestro texto de Colosenses 3:12, la humildad ocupa el lugar central.

Este será siempre el elemento de servicio que deberá caracterizar el ministerio para el cual os habéis estado equipando académicamente durante este ciclo que hoy concluís.

d) Después viene "la mansedumbre", término fácilmente malentendido, pues nada tiene que ver con la vergüenza, o el evitar la confrontación necesaria.

La mansedumbre está relacionada con no tener mayor estima por nosotros mismos que la que debemos tener.

La mansedumbre os permitirá gozar de un sano reconocimiento de la dignidad de vuestro llamamiento, sin caer en el fatídico error de creeros el centro del medio cristiano donde sirváis.

Sólo cuando estamos totalmente seguros, no de nosotros mismos, sino de Aquél que nos llamó, no nos sentiremos movidos a servir a nuestro "yo", sino a los demás, desde la misericordia, la humildad y la mansedumbre de Jesús de Nazaret.

e) Después viene "la paciencia", ese estado de tranquilidad, sosiego y calma que nos permite vivir en la esperanza de la fe...

Desnudos de paciencia, nos expondremos a la invasión del resentimiento, la ira y la venganza.

Es mucha ropa este revestimiento, ¿verdad?

Y, sin embargo, no es todo el atuendo que requiere nuestro vestir:

II) En el versículo siguiente, Colosenses 3:13, leemos así:
"Soportandoos unos a otros, y perdonandoos unos a otros...".


¡Qué gran necesidad tendréis de estas prendas del Espíritu Santo en el desempeño de vuestro ministerio!

El apoyo y el perdón...

Comprobaréis que estos revestimientos serán herramientas sumamente útiles en vuestro ministerio.

No os faltarán ocasiones en las que apoyar a los hermanos...

No os faltarán ocasiones en las que usar el apoyo y el perdón...

Y de la misma manera que Cristo os perdonó, con su perdón, podréis perdonar, valorando a los hermanos por encima de sus fallos y errores individuales...

En la práctica del perdón, hallaréis también perdón para vuestras imperfecciones.

III) Y luego, en el versículo 14, leemos así:

"Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto." (Colosenses 3:14).


Éste será siempre vuestro "sobretodo", vuestro abrigo...

Sin esta pieza de revestimiento ministerial estaríamos desnudos, a la intemperie...

No olvidéis nunca que todos aquellos a quienes sirváis como ministros de la Palabra de Dios, esperarán y apreciarán en vosotros, sobre todo, vuestro amor...

Creo que os dais cuenta de que se trata de un grande y variado revestimiento el que precisáis para vuestro ministerio:

Compasión, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, apoyo, y, sobre todo, el amplio capote del amor de Dios.

IV) Pero, quizás vosotros tres, y los hermanos que os acompañamos hoy en este solemne acto, estéis pensando que todas estas piezas de revestimiento deben de pesar mucho...
¿Cómo vais -cómo vamos- a mantenernos en pie, bajo semejante carga, sin sentirnos abrumados?

El apóstol Pablo nos da claras respuestas al respecto:


a) Primeramente, recordando quiénes somos:

¿Cómo empieza nuestro texto?

"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados."

Hermanos, Dios nos ha escogido, nos ha llamado, en y por la Cruz de Cristo...

El Señor nos ha llamado y santificado...

¡No olvidemos, pues, quiénes somos!

¡No olvidéis, amados graduandos, quiénes sois! ¡Santos y amados!

b) En segundo lugar, ¿cómo podemos ser humildes en el sentido en que la Biblia habla de la humildad?

Sólo mirando a Jesús de Nazaret...

Y a Jesús se le mira de rodillas.

c) En tercer lugar, ¿cómo podemos perdonar?

Recordando cómo el Señor nos ha perdonado a nosotros.

d) En cuarto lugar, ¿cómo podemos amar?

Recordando cómo el Señor nos ha amado y nos ama.

e) En quinto lugar, ¿cómo podréis, en calidad de ministros de la Palabra de Dios, enfrentaros a todos los retos de la vida cotidiana?

Pablo responde con prístina claridad:


"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que así mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos." (Colosenses 3:15).


No existe posibilidad de pastoreo si la paz de Cristo Jesús no gobierna en nuestros corazones.

La paz del Maestro será siempre el factor decisivo en vuestras vidas.

f) En sexto lugar, ¿cómo podemos ser fortalecidos?

Responde nuestro texto paulino:


"La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros." (Colosenses 3:16).


La Palabra de Cristo es el Evangelio de la Gracia y del Reino de Dios...

Marta, Jane y Antonio, dedicaos, pues, primordialmente, a estudiar, vivir, enseñar y predicar la Palabra de Cristo, de tal manera que esa Palabra penetre en vuestras vidas y en las vidas de aquellas almas que estén a vuestro cargo, y de quienes hemos de rendir cuentas...

"Que la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...". (Col. 3:16).

V) Y ahora, después de habernos revestido, ¿cómo seguiremos adelante?
a) Siendo agradecidos, como se nos dice en el versículo 15:


"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que así mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y SED AGRADECIDOS." (Colosenses 3:15).

Y, como agrega el apóstol Pablo en el versículo 17:


"Todo lo que hagáis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él." (Colosenses 3:17).


Dad gracias al Señor cada día por todas las personas y las cosas...

Por quienes os bendigan y por quienes os molesten...

Hallaréis así una copiosa fuente de fortaleza para seguir adelante en el ministerio al que el Señor os ha llamado.

b) Amados graduandos, no tengáis en poco el ministerio al que el Señor os ha llamado...

Sois de crucial importancia en la vida de la Iglesia de los primogénitos...

El pueblo de Dios -todos sacerdotes de Cristo- os mira, porque todos ellos saben que el Señor mismo ha llamado y constituido a hombres y mujeres para conducir a Su pueblo, proclamar Su Palabra, presidir y amonestar a la asamblea cristiana, consolar y curar en el nombre de Jesús, y bajo el poder del Espíritu Santo.

Amados hermanos Antonio, Marta y Jane, nunca olvidéis que los hombres buscan mejores métodos, pero Dios busca mejores hombres y mujeres.

Conclusión:
Voy a invitar ahora a todos los presentes a ponernos en pie y juntos dar gracias al Señor por vuestras vidas, por vuestro llamamiento al sagrado ministerio de la Palabra de Dios, y pedir al Bendito Maestro que Su Paz y Su Palabra continúen morando en vosotros por el Espíritu Santo, en tal abundancia que todos cuantos entren en contacto con vosotros puedan ver en vuestro ministerio un reflejo de Jesús de Nazaret, y den gracias a Dios por vuestras vidas y ministerios. Amén.

Pr. Joaquín Yebra Serrano.


VESTÍOS COMO ESCOGIDOS DE DIOS SANTOS Y AMADOS,DE ENTRAÑABLE MISERICORDIA ,DE BENIGNIDAD ,DE HUMILDAD ,DE MANSEDUMBRE DE PACIENCIA;PERDONÁNDOOS UNOS A OTROS ,SI ALGUNO TUBIERE QUEJA CONTRA OTRO,DE LA MISMA MANERA QUE CRISTO NOS PERDONÓ.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo.


LA FE ¿QUÉ ES? ¿CÓMO SE CONSIGUE?



"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe" (Efesios 2:8).

En este sermón deseo considerar especialmente las últimas palabras del texto: "por medio de la fe." Pero llamaré antes la atención sobre el origen de nuestra salvación, el cual es la gracia divina: "Por gracia sois salvos." Dios abunda en gracia, he aquí por qué los hombres pecadores son perdonados, son convertidos, son purificados, en suma, son salvos. Lo son debido, no a alguna cosa de ellos o que pudiera hallarse en ellos, sino al inmenso amor, bondad, compasión, misericordia y gracia de Dios.

Fijaos bien en lo que acabamos de decir; de otra suerte sufriríais una equivocación. Fijaos sólo en la fe, la cual es el conducto de la salvación, vendréis a olvidar la gracia que es el origen y fuente de la fe misma. La fe es la obra de la gracia de Dios en nosotros. "Nadie puede decir que Jesús es el Cristo sino por el Espíritu Santo" (1 Cor. 12:3). "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Juan 6:44). Así es que el venir a Cristo o en otras palabras la fe, es el resultado de la atracción divina.

La gracia es el manantial y la corriente: la fe es el acueducto por el cual el río de la misericordia fluye, refrescando a los mortales sedientos. ¡Qué lástima que el conducto llegue alguna vez a romperse! En los alrededores de México se presenta el cuadro triste de muchos acueductos notables que ya no conducen agua a la ciudad, pues los arcos están rotos y aquellas obras maravillosas se encuentran arruinadas. Preciso es que el conducto se conserve integro, a fin de conducir la corriente.

Así también la fe tiene que ser firme y sana, constituyendo un conducto útil y directo entre Dios que está arriba y nosotros que estamos abajo, y de este modo comunique la gracia a nuestras almas.

1. Pregunta. ¿QUE ES ESTA FE con respecto a la cual se dice "por gracia sois salvos por medio de la fe "? Muchas descripciones de la fe han salido a luz, mas casi todas las que he encontrado me han hecho comprender menos que antes de haberlas conocido Espero no incurrir yo en la misma falta.

La fe es el más sencillo de los actos mentales. Quizá por esta misma sencillez se nos hace más difícil explicarla.

¿Qué, pues, es la fe? Contestación: La fe se compone de tres elementos, a saber: el conocimiento, la creencia y la confianza.

1. Primero el conocimiento. Ciertos teólogos romanos, afirman que el hombre puede creer aquello que todavía no conoce. Quizá un romanista es capaz de hacerlo, mas yo no. "Cómo creerán en aquél de quien no han oído?" (Rom. 10:14). Debo estar enterado de un hecho antes de poder creerlo. Varias son las cosas que creo, pero no puedo afirmar que creo en multitud de cosas que jamás he oído. "La fe viene por el oír." Tenemos que oír primero, a fin de sepamos lo que nos conviene creer. "Y confiar en ti los que saben tu nombre" (Salmo 9:10). Nuestra medida de ciencia es esencial a la fe; he aquí la importancia de adquirir conocimientos. "Inclinad vuestros oídos y venid a mi: oíd y vivirá vuestra alma" (Isaías 55:3). Tal fue la palabra del antiguo profeta, y tal es la palabra del Evangelio todavía. "Escudriñad las Escrituras" y aprended lo que enseña el Espíritu Santo acerca de Cristo y de la salvación. Procurad saber que Dios existe y que "Es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:5). ¡Que él os conceda el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová! Isaías 11:2. Conoced el Evangelio, sabed lo que son las buenas nuevas, y cómo hablan estas del perdón gratuito y del cambio de corazón, de la adopción en la familia de Dios y de otras bendiciones incontables.

Conoced a Dios, conoced su Evangelio, y especialmente a Jesucristo el Hijo de Dios, el Salvador de los hombres, unido a nosotros por su naturaleza humana y unido a Dios, puesto que es divino, y por lo tanto idóneo para obrar como mediador entre Dios y el hombre. Jesús sabe colocar las manos sobre los dos, sirviendo de eslabón que une al pecador con el Juez de toda la tierra.

Esforzaos en conocer más y más a Cristo. Pablo, después de veinte años de convertido, manifestó a los Filipenses que todavía deseaba conocer más a Cristo. Fijaos en esto: cuanto más conocemos acerca de Cristo, tanto más entrará el deseo de conocerle a fin de que aumente nuestra fe. La fe, pues, comienza con la ciencia. De aquí se deduce la utilidad de ser instruidos en la verdad divina, puesto que el conocimiento de Cristo es vida eterna. Juan 17:3.

2. En seguida, la inteligencia se dispone a creer las cosas que son ciertas. El alma cree que hay un Dios y que éste escucha el clamor de los corazones sinceros; que el Evangelio es de Dios, y que la justificación por la fe es la gran verdad que Dios ha revelado con suma claridad. Luego el corazón cree que Jesús de hecho y en verdad es nuestro Dios y Salvador, el Redentor de los hombres, el profeta, sacerdote y rey de su pueblo.

Queridos oyentes, ruego a Dios que desde luego vengáis a parar en esto y a creer firmemente que "la sangre de Jesucristo, el querido Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado" (1Juan 1:7); que el sacrificio consumado por él es aceptado por Dios como cabal y perfecto, por cuyo motivo, aquel que cree en Jesús no tiene condenación.

3. Por las anteriores consideraciones ya hemos hecho avances considerables hacia la fe. Con todo eso, antes de completar la idea de la fe salvadora, es absolutamente necesario agregar otro ingrediente, a saber: confianza. Entregaos al Dios misericordioso; haced que vuestra esperanza descanse en el Evangelio de gracia. Confiad vuestra alma al Salvador que una vez murió, pero ahora vive. Lavad vuestros pecados en aquella sangre expiatoria; aceptad la justicia perfecta, y todo estará bien. La confianza es la sangre vivificadora de la fe. Sin esta confianza la fe deja de existir.

II. LA FE EXISTE EN VARIOS GRADOS, según los conocimientos del Individuo y otras circunstancias. En algunos casos la fe no pasa más allá de el acto de asistir a Cristo.

1. Fijaos por un momento en la madreselva que crece en nuestros huertos. Quizá está caída y tendida desordenadamente sobre el suelo cubierto de cascajo. Haced que la planta descanse sobre un arbusto, o un enrejado, o una estaquilla. Desde luego se agarra a estos objetos merced a unos ganchillos provistos por la naturaleza, con los cuales se une a cualquier objeto que se le ofrece.

De semejante modo, todo hijo de Dios tiene en su alma ganchillos espirituales; es decir, pensamientos, deseos y esperanzas, por los cuales se une con Cristo y sus promesas.

Aunque dicha fe es de un carácter sencillo, constituye, sin embargo, un grado sumamente completo y eficaz.

Podríamos decir que en este caso, el corazón es la esencia de toda la fe. Nos acogemos a ella al encontrarnos en grandes apuros, o cuando nos hallamos trastornados por alguna enfermedad, o abatidos en nuestro espíritu.

Y como no nos queda otro recurso, nos colgamos de algún objeto, y eso es el alma de fe. ¡Oh pobre corazón! si todavía no conoces todo lo que desearías conocer acerca del Evangelio, apégate a lo que ya conoces. Si hasta ahora te asemejas solamente a la oveja que penetra un poco dentro del río de la vida, y no llegas a imitar al leviatán, que hace revolver las aguas del hondo mar hasta sus profundidades, no por eso dejes de beber. Porque el beber, más que el sumergirse, es lo que te salvará. Afiánzate, pues de Cristo; únete a él; abrázate a él, que esto es el alma de la fe. Imita a la madreselva.

2. Otra forma de la fe es, cuando un Individuo se asocia con otro en virtud del conocimiento que tiene de la superioridad de su compañero, y consiente en seguir bajo su mando. Este grado de la fe requiere mayores conocimientos que el anterior.

Un ciego tiene confianza en su guía, porque sabe que ve. Anda confiadamente por donde le conduzca su guía. Es tal vez ciego de nacimiento, y desconoce lo que es la vista, pero sabe que existe, y si su amigo la posee. De consiguiente estrecha con toda espontaneidad la mano del guía y sigue su dirección.

Esta representación o imagen de la fe, es la más exacta que podemos idear. Sabemos que Jesús tiene en si méritos, poderes y bendiciones no poseídos por nosotros. Por lo tanto, nos entregamos gozosamente a El y nos ponemos bajo su dirección.

El niño que concurre a la escuela está obligado a tener fe en la ilustración de su maestro. Este le enseña, por ejemplo, la Geografía, instruyéndole sobre los continentes, los océanos, los diversos países, ciudades y gobiernos. El niño no puede saber por si mismo que estos datos sean exactos, pero confía en su preceptor y en los libros puestos en sus manos.

Eso es precisamente lo que tendréis que hacer con relación a Cristo, si es que deseáis ser salvos. Habéis de saber, porque él lo ha dicho; y habéis de creer, porque él lo ha asegurado; y habéis de confiar, porque él os promete la salvación. Casi todo lo que vosotros y yo sabemos, lo hemos adquirido mediante la fe.

Acaba de obtenerse un descubrimiento científico, y confiamos en su verdad. ¿Y en qué basamos nuestra confianza? En la autoridad de ciertos sabios bien conocidos, y cuya reputación está bien establecida. No hemos presenciado, ni hemos practicado los experimentos de estos señores; no obstante, creemos su testimonio.

Así habéis de obrar con respecto a Cristo. Puesto que él os enseña ciertas verdades, habéis de ser sus discípulos, creer sus palabras y confiar en su persona. El os supera infinitamente y se presenta a vuestra aceptación como maestro y Señor. Si le aceptáis a él y sus dichos, seréis salvos.

3. Otro grado de fe, todavía superior es, el que nace del amor. ¿Por qué confía el niño en su padre? Puede ser que yo o vosotros sepamos más acerca de aquel padre que el Hijo y no obstante, confiamos menos implícitamente en él. La razón por que el hijo confía en su padre, se encuentra en el amor que el primero tiene al segundo.

Bienaventurados y felices los que poseen una dulce fe en Jesús, mezcla con un amor profundo.

Quedan encantados con su carácter, satisfechos con su misión, y arrobados por la benignidad que siempre ha manifestado. No pueden dejar de confiar en él, puesto que tanto le admiran, tanto le reverencian y tanto le aman.

Difícil es que alguien nos haga dudar de la persona a quien amamos. Si en último caso nos vemos obligados a ello, entonces surge la terrible pasión de los celos, que es fuerte como la muerte y cruel como el sepulcro. Pero antes que venga el quebrantamiento de corazón, el amor es pura confianza, completa seguridad.

4. La fe realiza la presencia del Dios viviente y del Salvador. Cría en el alma cierta tranquilidad y reposo parecidos a los que se hallaban en el alma de una niña durante una tormenta. Su madre se alarmaba, pero la amable niña estaba muy contenta y palmoteaba en el momento en que el cielo relampagueaba más vivamente, y gritaba con acentos infantiles:

-¡Mira, mamá! ¡Qué bonito! ¡Qué bonito! su madre contestó: -Niña, quítate de ahí, me espanta el relámpago. Mas la muchacha pedía que se le permitiera asomarse y contemplar la luz tan preciosa que Dios producía en todo el cielo. Era que estaba segura de que Dios no haría ningún mal a la que era su hija.

-¡Pero escucha los truenos tan terribles! -contestó la madre.- ¿No dijiste mamá, que Dios habla en el trueno? Si, -respondió la madre temblando.

-¡Oh! dijo la niña- ¡qué bonito es oírle!, habla muy serio, pero yo creo que es porque él quiere que la gente sorda le oiga. ¿No es así, mamá?

Y así seguía charlando, alegre como un pajarito, porque Dios existía para ella, y ella confiaba en Dios. Para ella el rayo era la luz preciosa de Dios, y el trueno la voz maravillosa de él, y esto la ponía contenta.

Me arriesgo a decir que su mamá conocía mucho más acerca de las leyes naturales y de las fuerzas eléctricas que su hija, mas estos conocimientos le traían poco consuelo. Los conocimientos de la madre serian pretenciosos; en cambio eran mucho más acertados y consoladores los de la hija.

Por mi parte preferiría ser otra vez un niño, que llegar a pervertirme con la sabiduría. La fe nos hace portarnos como niños para con Cristo, creyendo en él como en una Persona real y presente, que está muy inmediata a nosotros y pronta a bendecimos.

Quizá esto sea un sueño infantil; pero nos conviene llegar a semejante simplicidad, si deseamos ser felices en el Señor. "De cierto os digo que si no os convirtiereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mat. 18:3). La fe acepta la palabra de Cristo, así como el niño confía en su padre y con toda simplicidad le fía el pasado, el presente y el porvenir. ¡ Que Dios nos conceda tal fe!

5. Otro grado de la fe proviene de los conocimientos ya comprobados. A esta clase de fe acompaña el crecimiento en gracia: cree en Cristo puesto que le conoce, y tiene confianza en él, puesto que Cristo se ha mostrado infaliblemente fiel. Esta fe no busca ni señales ni notas, sino cree con atrevimiento.

Contemplad la fe del marinero en su jefe. Me causa admiración. El marinero suelta el cable, y a impulso del vapor el barco se aleja del muelle. Pasan días, semanas y aun meses, sin que se divise otra embarcación o alguna tierra. Sin embargo, sigue de día y de noche impávido hasta que cierta mañana se halla frente al puerto deseado, y hacia el cual ha venido navegando. ¿Cómo ha descubierto la ruta sobre el Océano, en el que se borra todo rastro? Ha confiado en su brújula, su carta marina, su anteojo y en los cuerpos celestes. Obedeciendo las indicaciones de estos auxiliares y sin ver la tierra, navega con sumo acierto. Al terminarse el viaje, no necesita variar un punto para entrar al puerto. ¡ Cosa maravillosa eso de navegar sin vista!

Hablando ahora espiritualmente, consideramos bienaventurado a aquel que, abandonando las costas de la vista, dice un adiós a las emociones interiores, a las providencias consoladoras, a las señales y a todo eso. Cree en Dios, y desde luego se dirige hacia el cielo. "Bienaventurados los que no han visto, y sin embargo han creído" (Juan 20:29). A ellos les será ministrada al fin una entrada abundante al cielo, y les será concedido un viaje próspero en el camino.

III. Concluiremos con el tercer punto. "¿COMO PODEMOS OBTENER Y AUMENTAR LA FE?"

Esta pregunta es para muchos muy seria. Dicen que desean creer, pero que no pueden. Nos conviene, pues, tratarlo de una manera práctica y no suscitar cuestiones absurdas. En vez de preguntar, ¿qué he de hacer para creer?, correspondía creer de una vez, y no fijarse en pequeñeces. Pronto sabremos lo que es la fe, si desde luego creemos lo que aceptamos como cierto. Si el Espíritu Santo inspira en vosotros franqueza y candor creeréis la verdad en el Instante en que esta os sea presentada. Tenéis el mandamiento de creer en Cristo, y sabiendo que él es seguro, os conviene confiar en él de una vez. De todas maneras el mandato es firme y claro: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo."

1. Si tropezáis con alguna dificultad, presentadla a Dios en la oración. Comunicad con el Padre vuestra perplejidad, y rogadle que por su Espíritu Santo resuelva la duda. Si no puedo aceptar alguna afirmación contenida en un libro, me permito interrogar al autor sobre el sentido de sus palabras. Con mayor razón, la explicación del Autor divino satisfará al investigador sincero. El Señor está pronto para hacerse conocer. Acudid a él y veréis si no es cierto.

2. Después si la fe os parece difícil, se os hará fácil oyendo con frecuencia y con atención las cosas que se os manda creer. Creemos una multitud de cosas por haberlas oído tantas veces. ¿No habéis notado que en la vida común, si oís una cosa afirmada cincuenta veces al día, al fin llegáis a creerla? Algunos por este método han llegado a creer hasta lo falso. Dios empleará este método para obrar fe en vosotros acerca de lo que es cierto: "La fe es por el oír" (Romanos 10:17).

3. En caso de que dichos consejos parezcan inadecuados, agregaré el siguiente: "Oíd el testimonio de otros." Los samaritanos creyeron a causa de lo que la mujer les dijo acerca de Jesús. Muchas de nuestras creencias estriban en el testimonio de otros. Creo, por ejemplo, que hay un país llamado el Japón. Nunca lo he visto, y sin embargo, creo que existe, pues otros han estado allí. También creo que moriré. Jamás he tenido esa experiencia; pero muchos de sus conocidos han muerto, y tengo la convicción de que yo también moriré.

El testimonio de muchos convence de la verdad. Escucha, pues, a aquellos que te cuentan la manera de su salvación, de cómo fueron perdonados, y de cómo tuvieron un cambio en su carácter. Escuchando descubriréis que otros semejantes a vosotros han alcanzado la salvación.

Si alguno ha sido ladrón, sepa que un ladrón se regocijó al lavar sus pecados en la fuente de la sangre de Cristo. El que ha sido deshonesto en su vida, encontrará a otros que habiendo caído de un modo semejante al suyo, llegaron a purificarse y transformarse.

Si estáis desesperados, conversad un poco con el pueblo de Dios, inquirid sobre esto, y comprenderéis que varios que también estuvieron desesperados, podrán deciros cómo él los salvó. Y al escuchar a varios de aquellos que han puesto a prueba la Palabra de Dios, el Espíritu Divino os persuadirá a creer.

Quizá habéis oído del africano que oyó a un misionero que, en algunos países, el agua suele hacerse tan firme y maciza, que un hombre puede andar sobre ella. El africano declaró que aceptaba muchas cosas que el misionero les había dicho, pero que jamás podría creer semejante absurdo. Después llegó a visitar a Inglaterra y sucedió, un día de gran frío, que el río estaba helado; más El africano no se arriesgó a entrar en él. Pero se dejaba persuadir. Entonces su amigo anduvo sobre él, y el africano le imitó, y entró donde otros se habían arriesgado.

Así es que, al ver a otros creer, y al notar el gozo y la paz de que disfrutan, nosotros mismos seréis persuadidos suavemente a confiar en Cristo. Este es uno de los métodos empleados por Dios para ayudarnos en la fe por su buen Espíritu

4. Otro plan todavía mejor es el siguiente: fijaos en la autoridad que os ordena creer. Esto os ayudará mucho. La autoridad no es mía; en tal caso podríais con razón rechazarla. Ni es la del Papa, porque podríais rechazarla también. La fe es mandada por Dios mismo. El os manda creer en Cristo y no podéis negar obediencia a vuestro Creador.

El capataz de cierta fábrica en el norte de Inglaterra había oído muchas veces el evangelio, pero estaba acosado de temor de que no podría acudir a Cristo. Su jefe un día le envió una tarjeta en la que decía:

Ven a mi casa luego que acabes el trabajo. El capataz se presentó a la puerta de la casa de su jefe. Saliendo éste, dijo bruscamente:

--¿Qué quieres, Juan? ¿Por qué me molestas a estas horas? El trabajo está terminado. ¿Qué haces aquí? Señor dijo su Inferior --recibí una tarjeta de usted avisándome que viniera después de concluido el trabajo.

-¿Quieres decir que, simplemente porque recibiste de mi una tarjeta, por eso has de venir a mi casa y venir a molestarme después de las horas de despacho?

-Pues señor -contestó el capataz- no lo entiendo. Mas me parece que al mandar por mi, yo tenía obligación de venir.

-Entiende Juan, dijo su jefe- tengo otro recado que deseo leerte. Y luego se sentó, y leyó las palabras siguientes:

"Venid a mi todos los que estás trabajados y cargados, que yo os haré descansar." -¿Crees que después de recibir semejante mensaje de Jesús, sería una imprudencia acogerte a tal?

El pobre capataz comprendió de un golpe todo el negocio, y creyó. Entendió que tenía buena autoridad y facultades suficientes para hacerlo.

5. Si todas estas sugestiones no os afirman en la fe, pensad en lo que habéis de creer: que el Señor Jesús sufrió en lugar de los hombres, y puede salvar a todos los que confían en El. Pues este es el hecho, el más precioso, el que se les pide a los hombres que crean; la verdad más consoladora y divina que jamás se ha puesto a la vista de los hombres. Yo os aconsejo que meditéis mucho sobre ello, y que escudriñéis el amor y gracia que contiene.

6. Si al fin no bastan las indicaciones ya hechas, pensad en la persona de Cristo. Pensad en lo que es, en lo que hizo, en el lugar en que habita, y en la gloria de su estado exaltado. Pensad mucho y profundamente acerca del Hijo de Dios, y el Espíritu Santo engendrará la fe en vuestro corazón.

Por C.H. Espurgeón.

ALZARÉ MIS OJOS A LOS MONTES ¿DE DÓNDE VENDRÁ MI SOCORRO? MI SOCORRO VIENE DE JEHOVÁ QUE HIZO LOS CIELOS Y LA TIERRA. NO SE DORMIRÁ EL QUE TE GUARDA.:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo.





PAZ CON DIOS



Por Edward Dennett



Mi Querido _____:



Tu lamentas que no tienes “paz permanente”, y así tu estas haciendo un pequeño progreso en la verdad, o en el conocimiento del Señor. El lamento, del cual siento mucho saber, no es en ningún sentido extraño; pero nace de un conocimiento imperfecto del evangelio y de la confusión de dos diferentes cosas. Yo espero por consiguiente, con la bendición del Señor, ser capaz de ayudarte, si tienes el cuidado de considerar lo que yo estoy a punto de escribir.



Tu caso me recuerda exactamente al de otro que recientemente vino a mi. “¿Tienes tu paz con Dios?” Pregunté. La respuesta vino a mi, “No siempre”. En ambos casos la confusión está entre la paz hecha y el gozo de la paz. Es decir, cuando tu estás contento en el Señor tu dices, “Ahora yo tengo paz”; pero cuando en el fracaso o en la desgracia tu estás deprimido y triste, tu piensas que tu paz se ha ido. Para encontrar este estado en la mente, yo quisiera que consideraras atentamente sobre cuales son los fundamentos de la paz con Dios. Esto es una inmensa ganancia para el alma, cuando es percibido claramente que esto no se apoya en lo interior, sino en el exterior; pero entonces también se verá que nuestras experiencias no tienen nada que hacer con la pregunta. Volvamos entonces a Romanos 5:1. Allí nosotros leemos “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”; y si nosotros examinamos la relación de estos versículos, hemos de aprender inmediatamente de la fuente de paz que esto habla. La relación es esta, después de que el apóstol ha explicado la manera en que Abraham fue justificado ante Dios, él procede: “Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios” (Romanos 4:23-25; 5:1).



Está claro en estos versículos que el fundamento de la paz con Dios se apoya totalmente en la obra de Cristo. De hecho el fundamento así ha sido puesto, Dios declara que cuantos creen lo concerniente a Su testimonio, creen que Él ha venido en gracia, y ha hecho la completa provisión para la salvación del pecador. Él que cree así en Dios, es justificado y siendo justificado tiene – entrada sobre la posesión de – la paz que ha sido hecha por la muerte de Cristo. Pero se observará que se dice que Cristo fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25). Es decir, la resurrección de Cristo es la permanente prueba de la consumación de Su obra, la evidencia de los pecados por los que Él murió y por los que Él descendió a la muerte, se ha ido para siempre – Por consiguiente el testigo de toda la demanda que Dios tenía sobre nosotros ha sido encontrado y satisfecho. Pero sí Él fue entregado por nuestras transgresiones, y Él ha dejado el sepulcro, siendo levantado de la muerte, las “transgresiones” (ofensas) bajo la cual Él descendió a la muerte se han ido ya, de lo contrario Él todavía sería un prisionero en la tumba. La resurrección de Cristo es la expresión distinta y enfática de la satisfacción de Dios con la expiación que fue hecha en la cruz.



Es en este caso es abundante la evidencia, como antes se dijo, en el cual el solo fundamento de paz con Dios se apoya en la muerte de Cristo. Esto se repite una y otra vez en las Escrituras. Así decimos que estamos “justificados en su sangre” (Romanos 5:9); y otra vez; “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). Es por consiguiente Cristo quién hace la paz con Dios, y Él ha hecho esto por Su sacrificio de muerte – aquella muerte que vindicó cada demanda que Dios tenía sobre el pecador, encontró cada una de Sus justas demandas del hombre, glorificado Él en cada atributo de Su carácter; así es que Dios ahora puede pedir al pecador que se reconcilie con Él (2Cor. 5:20).



Habiendo explicado bastante esto, sigue una pregunta importante para el alma, ¿Creo yo en el testimonio de Dios concerniente a su Hijo y concerniente a la obra que Él ha realizado? Sí hay alguna dificultad al contestar esta pregunta, entonces ningún progreso mayor puede en el presente ser hecho. Es esta una prueba muy simple, sin embargo, ayudará a sacar la verdad. ¿En que descansas para que seas acepto ante Dios?, ¿Es en ti mismo, en tus propias obras, o en tus propios méritos, o merecimientos? Si es así, entonces no estás descansando en la obra de Cristo. Pero sí en tu propia naturaleza. Es por eso que lamentablemente tu estás abatido y perdido. Más sí confiesas que no tienes esperanza aparte de Cristo y en lo que Él realizó, entonces tú puedes humildemente decir “Por gracia de Dios yo creo en el Señor Jesucristo”.



Suponiendo ahora que tu puedes adoptar este lenguaje, entonces yo puedo decirte que tu tienes “establecida” la paz con Dios, nada podrá jamás privarte de esto – ni cambiarlo, ni las muchas experiencias; porque es tu inmutable e inalienable posesión. Las Escrituras dicen “Justificados, pues, por la fe” (y tú dices que tú crees), “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Cada creyente – y al momento el creyente – es justificado, él tiene paz – no-paz en el mismo, como ha sido visto, pero sí paz por medio de nuestro Señor Jesucristo; es decir, la paz que ahora le pertenece a él es la paz con Dios que Cristo ha hecho por su sacrificio expiatorio. Desde esa paz que Él ha hecho, estando así afuera de nosotros mismos, jamás puede ser alterada y jamás puede fluctuar; es estable y durable como el Trono de Dios; pero, como nosotros hemos visto, es una paz que Cristo ha hecho a través de la cruz; y lo que así Él ha hecho nunca puede ser deshecho y por consiguiente es una paz eterna. Más aquella estable, fundamentada y eterna paz es la porción de cada creyente.



Lo que quieres decir, entonces, cuando te quejas es que no has establecido la paz, simplemente no gozas de la paz establecida, es que tu experiencia es fluctuante. Por consiguiente podría ser bueno examinar el cómo un creyente esta en constante gozo de paz en su alma. La respuesta es muy simple. Es por fe. Sí yo creo en el testimonio de Dios, esa paz es mía en la fe en el Señor Jesús, por lo tanto yo debiera entrar inmediatamente en su gozo. Esto podría ser simplificado por una ilustración. Supóngase que le traen noticias respecto a un testamento de un pariente fallecido, a través de este se ha vuelto el dueño de una propiedad muy grande. El efecto sobre tu mente dependerá completamente del hecho si crees o no sobre lo que has oído. Si dudas de la veracidad de las noticias, allí no habrá respuesta en contestación a ello; Pero sí, por otro lado, esto es debidamente atestiguado y aceptas definitivamente esto, tú dirás enseguida “La propiedad es mía”. Así es también esto en consideración a la paz con Dios. Si crees en el testimonio de Dios que la paz ha sido hecha por la sangre de Cristo, no habrá ningún sentimiento de depresión, ni convicción de indignidad, ni circunstancia cualquiera, podrá perturbar tu seguridad en este punto, porque verás que esto depende enteramente sobre lo que otro ha hecho. Es esto necesario para el gozo de la paz establecida en un firme reposo sobre la obra de Dios.



La causa de tanta incertidumbre en este asunto surge principalmente de un aspecto interior al contemplar un estado sin Cristo, en vez de descubrir interiormente aquello que dará confianza en esa obra de verdadera de gracia que comenzó en el alma, mas por el contrario se mira sin percibir que el único fundamento en que un alma puede descansar delante de Dios es la preciosa sangre de Cristo. La consecuencia es que percibiendo la corrupción, el mal de la carne, el alma comienza a dudar a pesar de no haber sido engañada. Satanás de este modo enreda el alma, la ataca con dudas y temores, en la esperanza de producir desconfianza de Dios y hasta desesperación total. Los medios efectivos de contrarrestar su ataque en esta dirección es recurrir a la palabra escrita. En respuesta a todas sus sugerencias malas, nosotros debemos responder, como nuestro bendito Señor cuando Él fue tentado, “Escrito está”, entonces nosotros pronto encontraremos que nada podría perturbar nuestro gozo de esa paz con Dios que ha sido hecha por la preciosa sangre de Cristo y que vino a nosotros en cuanto creímos.



Esta pregunta ha establecido el fundamento, librándonos ahora de la preocupación, otorgando la calma en la mente y alma para la meditación de las verdades reveladas en las Escrituras. “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis...” (1Pedro 2:2); y es mas, si estudias la palabra en la presencia del Señor, serás guiado por Él en la intimidad en comunión con Él y así tu trazarás sus infinitas perfecciones, y glorias, que están desplegadas ante nosotros y aprendidas a través del Espíritu de Dios, haciendo que tus afectos vayan creciendo fuertes en todo fervor de admiración. Más tu corazón, ahora satisfecho, se inundará en adoración a sus pies y así tu queja se transformará en una canción de alabanza.

Gracias a Edward,por este estudio de bendición para nuestra alma.

POBRECITA,FATIGADA CON TEMPESTAD,SIN CONSUELO;HE AQUÍ QUE YO CIMENTARÉ TUS PIEDRAS SOBRE CARBUNCLO,Y SOBRE ZAFÍROS TE FUNDARÉ.
:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo.

LA VERDADERA BASE DE LA PAZ.

Todo aquel que sea ajeno a una plácida y asentada paz con Dios haría bien en leer los escritos de estos cristianos acerca de esta cuestión. No dan un sonido incierto. Las «dudas y temores» que durante tanto tiempo han acosado y aturdido a incluso los más piadosos entre las denominaciones no se han desvanecido totalmente, aunque en estos últimos años muchos cristianos han encontrado más claridad y certidumbre que anteriormente. Se podrían dar muchos de los más ilustres nombres en eras pasadas que se sintieron frecuentemente inquietos a lo largo de su vida, inseguros acerca de su perdón y aceptación. La verdadera paz era desconocida.

Pero la paz con Dios es la herencia de todos Sus hijos —como legado dejado por Cristo a Sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da» (Jn. 14:27). Fue en medio de este mundo con todas sus pruebas y conflictos que Él les dio Su propia paz —la paz que Él mismo tenía con el Padre mientras andaba en este mundo. Pero, ¿por qué será que tan pocos gozan de esta paz con el Padre que Él gozó? ¡Es nuestra! ¡Nos la dejó! No se puede dar otra razón que la incredulidad. No podemos gozar de una bendición antes de creerla. Y Él quería que nosotros gozásemos de esta paz en este mundo y a pesar del mismo, como Él la gozó. Él es también nuestra paz en el cielo, de modo que es perfecta en la luz así como en el mundo.

Ponderemos las siguientes citas acerca de esta cuestión personal de tanta importancia, y el lector podrá juzgar acerca de la enseñanza.

«Nuestra paz no es meramente algo que gozar dentro de nosotros, sino que es Cristo fuera de nosotros: "Porque él es nuestra paz" —una expresión de lo más maravilloso. Y si las almas tan sólo descansasen en esto, ¿habría ansiedad alguna acerca de la plenitud de la paz? Es mi propia culpa si no reposo en ella y gozo de ella. Pero, incluso así, ¿debo dudar de que Cristo sea mi paz? Si dudo, lo estoy deshonrando. Si tuviera yo un avalista de riquezas inagotables, ¿por que iba yo a dudar de mi posición o de mi crédito? No dependería ni de mi riqueza ni de mi pobreza. Todo tiene que ver con los recursos de Aquel que se ha hecho responsable de mí. Así es con Cristo. Él es nuestra paz, y no puede haber posibilidad alguna de que Él pueda faltar. Cuando el corazón confía en esto, ¿cuál es el efecto? Entonces podemos reposar y gozar de la paz. Pero debo empezar creyéndolo. El Señor, en Su gracia, da a Su pueblo en ocasiones arrebatos de gozo; pero el gozo puede fluctuar. La paz es o debiera ser algo permanente, a lo que el cristiano siempre tiene derecho, y ello debido a que Cristo es nuestra paz.»[4]

«Es muy importante tener un conocimiento claro de aquello que constituye el fundamento de la paz del pecador en la presencia de Dios. Son tantas las cosas que se han entremezclado con la obra cumplida por Cristo, que las almas se ven hundidas en la incertidumbre y en la oscuridad en cuanto a su aceptación. No disciernen el carácter absolutamente establecido de la redención por la sangre de Cristo en su aplicación a ellos mismos. Parecen no ser conscientes de que el pleno perdón de sus pecados descansa sobre el simple hecho de haberse cumplido una expiación perfecta, un hecho atestiguado y probado a la vista de toda inteligencia creada mediante la resurrección de entre los muertos de Aquel que es el Garante por el pecador. Ellos saben que no hay otro medio de salvarse que la sangre de la cruz, pero los demonios también saben esto y no les aprovecha para nada. Lo que es tan necesario es saber que somos salvos. El israelita no sabía meramente que la sangre era una salvaguardia, sino que sabía que él estaba a salvo. ¿Y por qué estaba a salvo? ¿Acaso por alguna cosa que él hubiese hecho, o sentido, o pensado? No, en absoluto; lo sabía porque Dios había dicho: "Veré la sangre y pasaré de vosotros". El israelita descansaba en el testimonio de Dios; creía lo que Dios había dicho, porque Dios lo había dicho: "éste atestigua que Dios es veraz" (Juan 3:33).

»Observa, querido lector, que el israelita no descansaba en sus propios pensamientos, ni en sus sentimientos, ni tampoco en sus experiencias relativas a la sangre. Esto habría sido descansar sobre un miserable fundamento de arena. Sus pensamientos y sus sentimientos podían ser profundos o superficiales; pero profundos o superficiales, nada tenían que ver con el fundamento de su paz. Dios no había dicho: "Cuando veáis la sangre y la estiméis como debe ser estimada, yo pasaré de vosotros". Esto habría bastado para hundir al israelita en una profunda desesperación en cuanto a sí mismo, puesto que es imposible para el espíritu humano apreciar en su justo valor la preciosa sangre del Cordero. Lo que le daba la paz era la certidumbre de que la mirada de Jehová reposaba sobre la sangre, y el israelita sabía que Él la apreciaba en todo su valor. ¡"Veré la sangre"! He aquí lo que tranquilizaba su corazón. La sangre estaba afuera, en el dintel de la puerta, y el israelita que estaba dentro no podía verla; pero Dios sí la veía, y esto era plenamente suficiente.

»La aplicación de lo que precede a la paz del pecador es bien sencilla. Habiendo el Señor Jesús derramado su preciosa sangre en expiación perfecta por el pecado, Él ha llevado esta sangre a la presencia de Dios, y allí Él ha hecho la aspersión; y el testimonio de Dios asegura al pecador que cree, que todas las cosas han sido arregladas a su favor y ello no por el aprecio que él tiene de la sangre, sino por la sangre misma: por una sangre que tiene tan grande valor a los ojos de Dios, que, a causa de esa sangre, y de ella solamente, puede perdonar con justicia todo pecado, y recibir al pecador como perfectamente justo en Cristo. ¿Cómo podría gozar el hombre de una paz sólida, si su paz dependiera de la estima que él hiciese de la sangre? La mayor apreciación que el espíritu humano puede hacer del valor de la sangre estará siempre infinitamente por debajo de su valor divino; por lo tanto, si nuestra paz dependiese de nuestra justa apreciación de lo que esta sangre vale, jamás podríamos gozar de una paz firme y segura, y sería lo mismo que si la buscásemos "por las obras de la ley" (Romanos 9:32; Gálatas 2:16; 3:10). Es necesario que haya un fundamento de paz suficiente en la sangre sola, porque de otra manera jamás tendríamos paz. Mezclar con esa sangre el valor que nosotros le concedemos es derribar todo el edificio del cristianismo de una manera tan efectiva como si condujéramos al pecador al pie del monte de Sinaí y lo pusiéramos bajo el pacto de las obras. O bien el sacrificio de Cristo es suficiente, o bien no lo es. Y si lo es, ¿por qué esas dudas y temores? Con las palabras de nuestros labios declaramos que la obra está cumplida, pero las dudas y los temores del corazón dicen que no lo está. Todos aquellos que dudan de su perdón perfecto y eterno niegan, por lo que a ellos se refiere, el cumplimiento y la perfección del sacrificio de Cristo.

»Hay un gran número de personas que retrocederían ante la idea de poner en duda, abierta y deliberadamente, la eficacia del sacrificio de Cristo, y ello no obstante, no gozan de una paz segura. Estas personas dicen estar plenamente convencidas de que la sangre de Cristo es perfectamente suficiente, si sólo pudiesen estar ciertas de tener parte en esa sangre, si sólo tuviesen la fe genuina. Hay muchas preciosas almas en esta triste condición. Se ocupan más de su fe y de sus sentimientos que de la sangre de Cristo y de la palabra de Dios. En otras palabras, miran dentro de ellas mismas en lugar de mirar afuera, a Cristo. Esto no es fe, y, por consiguiente, carecen de paz. El israelita dentro del dintel rociado con la sangre podría enseñar a esas almas una lección muy oportuna. A él no le salvaba el valor que concediese a la sangre, sino simplemente la sangre misma. Sin duda, él apreciaba la sangre a su manera, como es seguro también que pensaría en ella; pero Dios no había dicho: "Cuando vea el aprecio que hacéis de la sangre, pasaré de vosotros"; sino: "Veré la sangre y pasaré de vosotros". LA SANGRE, con todo su valor y su divina eficacia, había sido puesta delante de Israel; y si el pueblo hubiese querido poner algo más al lado de ella, aunque sólo hubiese sido un pedazo de pan sin levadura, para fortalecer el fundamento de su seguridad, habría hecho a Dios mentiroso, y negado la perfecta suficiencia de su remedio.

»Nuestra natural inclinación es la de buscar en nosotros, o en nuestras cosas, algo que pueda constituir, junto con la sangre de Cristo, el fundamento de nuestra paz. Sobre este punto vital se advierte en muchos cristianos una lamentable falta de claridad y de comprensión, como lo demuestran las dudas y los temores en que se ven atormentados un buen número de ellos. Estamos inclinados a mirar los frutos del Espíritu en nosotros, como si fuesen el fundamento de nuestra paz, en vez de mirar a la obra de Cristo por nosotros. Pronto tendremos la oportunidad de considerar cual es el lugar que ocupa la obra del Espíritu Santo en el cristianismo, pero esta obra no nos es presentada nunca en las Escrituras como siendo el fundamento donde se afirma nuestra paz. El Espíritu Santo no ha hecho la paz, es Cristo quien la ha hecho; no se nos dice que el Espíritu Santo es nuestra paz: se nos dice que Cristo es nuestra paz. Dios no envió a predicar "la paz por el Espíritu Santo", sino "la paz por Jesucristo" (cp. Hechos 10:36, Efesios 2:14, 17; Colosenses 1:20). Jamás podremos percibir con suficiente sencillez esta diferencia tan importante. Sólo por la sangre de Cristo obtenemos la paz, la justificación perfecta, y la justicia divina: Él es quien purifica nuestras conciencias, quien nos introduce en el Lugar Santísimo, el que hace que Dios sea justo recibiendo al pecador que cree, y el que nos da derecho a todos los goces, a todos los honores, y a todas las glorias del cielo (véase Romanos 3:24-26; 5:9; Efesios 2:13-18; Colosenses 1:20-22; Hebreos 9:14; 10:19; 1 Pedro 1:19; 2:24; 1 Juan 1:7; Apocalipsis 7:14-17)».[5]

EL ES NUESTRA PAZ.:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo.



Carácter Apostólico: La Mansedumbre





La mansedumbre apostólica es aquella cualidad de carácter a través de la cual podremos discernir a aquellos que “se dicen ser apóstoles y no lo son.” Uno de los peligros de los Últimos Días son los apóstoles presumidos que se presentan por todo lugar, y que parecen tener una medida de autoridad y conocimiento que parece impresionar a los faltos de discernimiento. Afortunadamente, existe una medida de autenticidad que no puede ser falsificada o emulada, es decir, la verdadera mansedumbre. La mansedumbre no es algo que uno aprende en la escuela, sino algo conseguido por hombres y mujeres bajo la mano de Dios, en unión a El, quien es la mansedumbre. En otras palabras, sólo puede ser otorgada por la proximidad de un hombre con Dios, quien es en Sí mismo manso y humilde de corazón; no existe otra manera de obtenerla.



Moisés sobre el Monte

Moisés, quien escribió los cinco libros de Moisés, podía decir de sí mismo, “Moisés era el hombre más manso sobre la faz de la tierra.” Esto suena como arrogancia de espíritu, pero cuando un hombre puede hablar esto de sí mismo, sabiendo que no puede atribuirse nada para sí de aquella condición, entonces aquí tenemos una humildad de máxima categoría. Fue la gracia de Dios la que lo había llevado hasta esa mansedumbre. La humildad no es algo que el hombre pueda crear por sí mismo sobre la tierra, y desarrollarla como un rasgo en el carácter. La humildad es lo que Dios es en Sí mismo, y el único que puede demostrarla y exhibirla, es aquél que ha estado consistentemente en la presencia de la humildad de Dios. Es humillante el estar allí, y es por esto que Moisés podía hacer tal declaración, no como un crédito para sí mismo, sino para Dios, de cuya presencia fue establecida aquella humildad.

Este llamado a la comunión con Dios nunca será conveniente. Debe haber una muerte para poder abrirse camino al lugar del consejo secreto de Dios, y uno no puede entrar en él con el espíritu de conveniencia. La conveniencia es contraria a la sabiduría y al espíritu de Dios. El llamado de Dios hacia Moisés fue el de subir a El. No era por ningún beneficio que Moisés fuese a recibir – aun un beneficio espiritual, sino más bien una búsqueda de Dios por amor a El mismo, sin ninguna consideración hacia el beneficio adquirido para aquél que busca.

Es interesante notar la disposición de Moisés al descender del Monte con las tablas de la Ley. Cuando vio a Israel bailando alrededor del becerro de oro, ardió con indignación e ira, y tiró las tablas de la Ley que habían sido escritas por el dedo de Dios mismo. Después ordenó que el becerro de oro fuera molido en polvo, y el pueblo de Israel tenía que beberlo. El hizo que bebieran su ídolo, y usted no escucha ni una sola queja o murmullo de oposición a aquel requerimiento. Evidentemente él venía con tal autoridad que nadie se atrevió a contradecir en ninguna manera aquella estipulación.

Existe una conjunción entre la humildad y la autoridad. La primera expresión de la humildad de Moisés fue una expresión de autoridad de tal magnitud que nadie la cuestionó. Y después preguntó quién iba a estar del lado de Dios, y los levitas se presentaron. Se les ordenó que cogieran sus espadas, entraran al campamento, y mataran a todos aquellos que habían fornicado tras de dioses falsos, incluyendo a amigos y a familiares. ¡Qué autoridad para el hombre que era el más manso de la tierra! Sólo fue porque era el más manso que esa autoridad era de él, y la más densa de las almas lo reconoció, y por tanto, no podía siquiera ofrecer una sutil oposición. El era el ‘mismísimo Dios’ en su indignación y autoridad, y su mansedumbre fue la declaración, no de algún tipo de simulación o refinamiento superficial, sino de una unión con Dios de tal magnitud, que era el carácter mismo de Dios el que le había sido impartido.

Pablo tenía una cierta manera de traer corrección a los santos, más demostrativo del carácter de un padre de lo que podemos entender. El no se detendría en decir las cosas como tenían que ser dichas. El regañaba, castigaba, suplicaba e imploraba. El no hacía alarde de sus credenciales apostólicas, ni tampoco empleaba su autoridad para intimidar. El exhortaba, “los exhorto como un padre… os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis…” Este es un carácter distintivo de la mentalidad y el carácter apostólico. No emplea su autoridad en ninguna manera dominante. El uso de la autoridad revela quienes somos, y alguien ha dicho, “Lo que hacemos con los más débiles y con los menospreciados es lo que somos.” Cuando una nación comienza a oprimir y a perseguir a los débiles e indefensos, está revelando su verdadero carácter. Y lo mismo es cierto con la iglesia. Nos sometemos a los grandes y a los poderosos, cuyos diezmos son impresionantes, pero le damos escasa consideración a aquellos que son ordinarios y sin distinción, y cuyos ingresos son mínimos.



La Humildad es Obediencia

El asunto de la humildad es paradójico, pues el apóstol es totalmente unilateral, inflexible y tan absolutamente persuadido acerca de la rectitud de su palabra, que aparenta ser arrogancia. Yo sospecho que el falso apóstol es alguien que pretende ser sufrido. El parecerá humilde, algo así como la ‘humildad de un vendedor’ que es fingida para poder vender el producto. Si es que vamos a ser una iglesia con discernimiento, es decir, una iglesia apostólica, entonces el asunto de la auténtica humildad necesita entrar en nuestras conciencias. La calidad de la verdadera mansedumbre, que Pablo poseía, a pesar de sus referencias intransigentes acerca de sí mismo, parece ser extremadamente arrogante, y sin embargo allí mismo se encuentra la verdadera mansedumbre.

El Señor mismo era absoluto, utilizando el lenguaje de una manera muy fiera. El actuaba de una manera que parece sugerir todo menos humildad. Por ejemplo, al volcar las mesas de los cambistas, lo que pareció, por lo menos en ese momento, es como si hubiera dejado de lado Su mansedumbre, y hubiera actuado con otro carácter. ¿Era El humilde aun mientras era violento y ofensivo? Este suceso hizo que comenzaran a moverse cosas que terminaron en Su muerte. ¿Entonces cómo reconciliamos este suceso violento que Jesús llevó a cabo como algo opuesto a lo que conocemos de la mansedumbre de Dios? Cuando pensamos en manso, pensamos en algo suave, callado y reservado. Este fue un acto violento y agresivo, y sin embargo estamos diciendo que es manso. Si vemos la mansedumbre como obediencia absoluta hacia Dios, y mucho más con una actitud, o una palabra, que dé la impresión de lo contrario, entonces tendremos un mayor entendimiento de su realidad. Incluso puede hacer que el siervo obediente sea expuesto a crítica por ser violento, o demasiado celoso, o lo que sea. En otras palabras, Jesús volcó las mesas de los cambistas como un acto de humildad, debido a que se sometió a la voluntad del Padre para obedecer en el momento que fue requerido, aunque fuera contrario a Su propia disposición o personalidad. El era un hombre manso, obedeciendo la voluntad del Padre, cuyo tiempo de juicio sobre el Templo había llegado, y fue ejecutado con absoluta pasión en Su celo por la gloria de Dios. La verdadera humildad es reflejada en verdadera obediencia.

Habrá instantes en donde Dios nos llamará a obediencias que parecen contradecir la mansedumbre, y será arrogante el no obedecer, aun al emplear la excusa, “No es mi personalidad. No es la manera en que me gusta comportarme, pues quiero el favor y la aprobación de los hombres para que me vean como una buena persona, y por tanto, siempre quiero ser razonable, callado y diplomático.” Si, usted será aplaudido por eso, pero no en el cielo. En el cielo, es absoluta rebelión, pues si Dios deseaba que usted fuera ‘violento,’ y usted se detuvo debido a que contradice su personalidad, o cualquier cosa semejante, usted está colocando algo por encima y primero que Dios, es decir, su propia auto-consideración.

Un verdadero apóstol no cederá ni se refrenará; él no puede ser comprado o convencido a ser ‘uno de los muchachos,’ y él aborrece las distinciones y los honores que los hombres se otorgan entre ellos. Necesariamente tiene que hacerlo, o se comprometerá lo que él es en Dios. El es escrupuloso en carácter, y jamás utilizará su posición para obtener alguna ventaja personal. Naturalmente es una persona sencilla, normal y poco atractiva en apariencia y porte, aborreciendo lo que llama la atención, lo sensacional o lo estrafalario. El no llamará ninguna atención hacia sí mismo por medio del atavío externo. El es la cosa en sí mismo, en el mismísimo tuétano de su ser, debido a su comunión con Dios, y su historia en Dios. La mansedumbre es la señal característica del apóstol auténtico, y también el carácter ejemplar de Dios. Con base en esto, un falso apóstol, o un mensajero falso de la palabra de Dios, puede ser identificado como uno que da la impresión de ser auto-suficiente, siempre lleno de dignidad, o él afectará algo para asegurarse que usted lo ha notado a él por su distinción.



La Humildad que no es Conciente de Sí Misma

“El verdadero carácter del amor de Dios que habla por El es siempre inconsciente,” escribió Oswald Chambers. La espiritualidad conciente de sí misma es en la cual usted se examina a sí mismo para algo aparentemente bueno, incluso de tipo espiritual, pero el mismo hecho que usted se examine a sí mismo lo arruina. La verdadera espiritualidad no es conciente de sí misma; no se preocupa por sí misma. Esta es la misma cualidad exhibida por Jesús, y aunque El sabía quien era, y disputó con los maestros de la Ley a la edad de doce, todo Su ministerio terrenal tenía una extraordinaria calidad de inconciencia en sí mismo. El no era un hombre que andaba por todos lados dando a conocer a qué ministerio había sido llamado. Era simplemente una extraordinaria despreocupación, no en el sentido de ser irresponsable, sino en donde usted no se exalta a sí mismo en su propio llamado.

Si decimos, “Oh, me imagino, ¿usted cree que Dios me puede usar? Me imagino si es que soy útil para algo.” Aunque pueda sonar modesto y duro con uno mismo a nuestros oídos, aún es corrupción. Aún tiene nuestro “yo” en el centro, y es precisamente aquella cosa la que contamina nuestra vida espiritual. Debemos llegar a aquel extraordinario lugar de absoluta inconciencia de nosotros mismos, en donde somos lo que somos por la gracia de Dios. Nunca debemos pensar en términos de nosotros mismos. Simplemente somos, y en aquella condición, somos una bendición para Dios y para los demás.



El Vaso Quebrado de Alabastro

Hay un episodio en la vida de Jesús, que aparentemente no vale la pena mencionar, pensaría usted, y sin embargo Dios lo incluye de una manera u otra en tres evangelios.

Pero estando El en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre Su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.

Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a Mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir Mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para entregarle. (Marcos 14:3-11)

No es una coincidencia que exista una conjunción entre este generoso derramamiento, y la respuesta hacia el Señor por parte de Judas y los principales sacerdotes, cuya traición fue por razón de conveniencia. Jesús dijo que lo que ella había hecho sería contado en memoria de ella. Este parece ser un reconocimiento y una alabanza exuberante para lo que parece a los hombres, y aun para los discípulos de Jesús como un desperdicio. La eficiencia y la utilidad son el espíritu de nuestra era, y dice, si usted invierte, o si da algo, usted puede esperar una paga y una recompensa. Pero algo que es dado generosamente, sin ningún pensamiento de recibir algo de vuelta, es costoso. Aun hizo que los discípulos reaccionaran con indignación y murmuraran contra esta mujer, diciendo, “Con qué propósito fue hecho este desperdicio. Aquel costoso perfume pudo haber sido vendido y las ganancias usadas para comprar tratados y financiar ministerios, y llevar a cabo todas aquellas ayudas maravillosas.” Debemos disuadir a los creyentes para que se aparten de la fascinación preeminente por el ministerio. Somos tan ministerio-concientes, y queremos con tanta ansiedad entrar en nuestros ministerios, y muchas almas son llevadas al naufragio por una entrada prematura al ministerio cuando nunca hubo atención por el fundamento de la relación entre Dios y el hombre.

Esta mujer vino trayendo un vaso de alabastro extraordinariamente exquisito. Lo más extraordinario es que no hay manera de extraer el perfume a no ser que el envase sea quebrado. No tenía una tapa para volver a poner cuidadosamente y utilizarlo de nuevo. Era para quebrarlo y extraer lo que tenía por dentro, o el contenido quedaba encerrado. Esta es una bella ilustración de nosotros mismos, moldeados por la mano de Dios, vasos de material costoso, pero a pesar de lo mucho que seamos externamente impresionantes en ese sentido, no nos hará significativos a un mundo que muere, y especialmente hacia un pueblo judío. Lo que nos hace significativos es más bien la fragancia del conocimiento de El siendo manifiesto por medio de nosotros en todo lugar. El aroma de muerte para muerte hacia aquellos que van a perecer, y de vida para vida hacia aquellos que van a ser salvos.

Todos tenemos un ‘sabor’ particular y algunos de nosotros tenemos más cantidad de aquella sustancia que otros, y para algunos, el aroma y el buqué son exquisitos, y para otros sencillamente es algo ordinario. Depende en gran manera del tipo de historia que tenemos con Dios, y qué tan profundo nos encontramos identificados con El en Sus sufrimientos, Sus incomprensiones, Sus rechazos, y todas las cosas que pertenecen a una verdadera fe y a un verdadero caminar. Una cosa es tener aquella fragancia de Cristo formada dentro de nosotros por medio de la identificación con El, y otra muy diferente es tener una religión de conveniencia, que es también la religión del traidor. Si nuestro Cristianismo no nos cuesta nada, y es conveniente, ya estamos siendo uno con Judas. La fe es extraordinariamente exigente, y por esto fue que Jesús alabó lo que la mujer había hecho, y esto debía ser para memoria de ella en dondequiera que este evangelio fuese predicado. El evangelio es el evangelio de la entrega y el derramamiento extravagante, o no será el evangelio de poder.

Watchman Nee dijo que el principio del desperdicio es el principio del poder, y no tenemos poder debido a que hemos estado jugando con muchas precauciones. No nos hemos dado el tiempo, la paciencia, el ser incomprendidos, y la vulnerabilidad de derramarnos los unos a los otros para que hubiera hecho de la iglesia la iglesia. Por tanto, hemos sido robados del potencial de formar un cuerpo apostólico en donde hombres que puedan predicar sean enviados. Hemos optado por una religión de conveniencia, es decir, nada de molestias, nada de postrarse y nada de problemas. Es por esto que Jesús amó a esta mujer, “Buena obra me ha hecho.” Si es que hay una frase odiosa para Dios, es la obra que el hombre lleva a cabo. El no tiene ningún respeto por las obras de los hombres, pero El llamó lo que esta mujer había hecho una buena obra. Ella vino con algo muy precioso y valioso, y entró a un lugar lleno de hombres erizándose con indignación, pero ella no permitió que esto la detuviera. Y dondequiera que la extravagancia sea derramada por causa de Cristo, habrá una correspondiente oposición.

Hay algo que hace falta en la iglesia de Dios, es decir, un derramamiento que libere el fluir de Su Vida hacia un mundo incrédulo. Somos antisépticos y correctos, pero no somos fragantes. No somos generosos los unos con los otros, temerosos de tomar el riesgo de este tipo de intensidad en la relación por medio de la cual es la única manera en que puede tomar lugar la verdadera formación apostólica de carácter. Estamos satisfechos con una religión de conveniencia – un servicio de domingo y un estudio bíblico de mitad de semana, para después retirarnos a nuestra propia privacidad.

Hay algo acerca del quebrantamiento ante los ojos de Dios que es precioso para El. También fue demostrado en Su propio cuerpo en la Cruz, y El se encuentra esperando por lo mismo en Su iglesia, es decir, un pueblo quebrantado y contrito que transpire la fragancia de Cristo. Se necesita de algo más que estar correcto y que tener buenas intenciones. La mansedumbre del quebrantamiento viene cuando venimos, y rompemos, y derramamos. La mansedumbre es el distintivo apostólico, la fragancia del conocimiento de El, y toda obra verdadera es un ejercicio de humillación, sufrimiento y muerte, y por lo tanto, emite la fragancia de Dios.



La Mansedumbre – La Clave para la Revelación

La iglesia es edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, y una de las distinciones de aquello que es apostólico es la administración de los misterios. La iglesia misma debería tener la misma disposición hacia los misterios, y aquellas cosas que sólo pueden ser reveladas. La clave para la percepción apostólica o profética, y para la recepción de la revelación de los misterios de Dios se encuentra en Efesios 3:8,

A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.

En otras palabras, toda verdadera percepción es dada a hombres como Pablo, que se ven a sí mismos como ‘menos que el más pequeño de todos los santos.’ Pablo no está siendo respetuoso o cortés, o haciendo el tipo de declaración que haría un orador de la cámara de comercio – él realmente se veía a sí mismo como esto. El era el apóstol a quien se le había dado tal magnitud de visiones que Dios tuvo que darle un aguijón en la carne, para que no se exaltase demasiado por las revelaciones que le fueron dadas. Por tanto, no debemos pasar por alto el carácter apostólico, que es decir, la profunda humildad, la mansedumbre auténtica y la semejanza a Cristo del hombre apostólico.

Sabemos que uno de los engaños de los Últimos Días son falsos apóstoles y falsos profetas. Aun ahora, se está volviendo popular, en donde todo el mundo parecer ser un profeta, o aun un apóstol. Son también bastante astutos en la manera que han estudiado y conocen cómo apropiarse de la exhortación y el consejo de Pablo, sabiendo cuando aplicarlo, e intervenir sobre asuntos de iglesia, etc. ¿Es este, sin embargo, el hombre fundamental sobre quien la iglesia es edificada? Si el hombre es la cosa en sí mismo, entonces es algo más que el conocimiento de la administración de iglesia, o la fundación de una congregación. Es su propia vida; es su carácter; es su conocimiento de Dios; es lo que él comunica como alguien que viene a nosotros desde la presencia misma de Dios. Esta declaración, ‘menos que el más pequeño de todos los santos’ no es Pablo tratando de aparentar humildad, sino la actual y abatida conciencia de corazón de cómo se ve él delante de Dios.

Es una extraordinaria ironía que entre más profundo crecemos en el conocimiento de Dios, más nos vemos a nosotros mismos como menos. En lugar de exaltarnos más por el incremento en el conocimiento de Dios, vemos lo infames y miserables que realmente somos. Es una contradicción y una paradoja, que sólo se puede encontrar en la iglesia. La humildad o la mansedumbre auténtica no es algo que uno puede aprender, o recibir en la escuela, o apropiarse para uno mismo, sino la obra de Dios a partir de una relación con El. Es la revelación de Dios como El es, y las profundidades de Dios, que llevan al hombre a este tipo de conciencia acerca de sí mismo. La revelación de lo que somos está totalmente relacionada con la revelación de quien Dios es. Ambas cosas siempre van juntas.

Entonces dije (yo Isaías): ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. (Isaías 6:5)

Este es el príncipe de los profetas, Isaías, hablando aquí. El fundamento de la iglesia es la revelación de Dios como de hecho El es. Ese es el fundamento. No es como nosotros pensamos que El es, que es la mayoría de las veces la proyección de la manera en que nos gustaría que El fuera, especialmente cuando hemos escogido celebrar un atributo de Dios, e ignorar otro. El conocimiento clave es el conocimiento de Dios como El es, y los hombres fundamentales para la iglesia son aquellos que pueden comunicar a Dios en ese conocimiento. Pablo poseía este conocimiento debido a que él se veía como ‘el más pequeño de todos los santos.’



Los Dos Testigos

Y daré a Mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. (Apocalipsis 11:3-6)

Estos hombres estarán vestidos de cilicio, vestidos en humildad, vestidos con la mansedumbre de Dios. La mansedumbre, como hemos dicho, no puede ser aprendida. Cualquier humildad que es obtenida por medio de una determinación conciente de sí misma es necesariamente falsa. La humildad de Dios es algo previamente necesario para el aceite de la unción de Dios, con la capacidad de ‘cerrar el cielo’ a nuestra voluntad, cuando lo creamos necesario. Dios sólo puede otorgar tan extraordinarias dimensiones a aquellos que se encuentran en unión auténtica con El, y cuya evidencia es su mansedumbre y humildad. El cilicio no es algo externo, aunque estoy seguro que será utilizado; es más bien una declaración de una condición interna que no puede ser efectuada para impresionar, y no puede ser una técnica que nosotros podemos aprender por medio de la modulación de nuestras voces, o al aparentar ser sufridos y humildes. O es, o no es, y si lo es, será proporcional a nuestra unión con Dios en la participación de Sus padecimientos.

Esta es la manera en que obtenemos y mantenemos una condición de humildad, que es el sine qua non, aquello que es absoluta y esencialmente necesario para la auténtica y vencedora vida espiritual. Esto es crítico, pues nos encontramos en un lugar de especial riesgo. Yo digo ‘nosotros’ especialmente a aquellos de nosotros que tenemos una conciencia de ser parte del pueblo remanente de Dios. La misma conciencia de que somos un remanente es la mismísima cosa que puede cultivar un lugar de orgullo y exclusividad. Jesús sabía que El era el Hijo de Dios, y que El era enviado del Padre, y sin embargo caminó en Su vida con abundante inconciencia y desinterés acerca de Su propio llamado. Pablo también era así, y podía decir, “Imítenme como yo imito a Cristo. Síganme en todos mis caminos, y si no lo hacen, ustedes probablemente se encuentran fuera de la fe,” y sin embargo no hay arrogancia. Es una extrema unión con Dios, y es algo por lo cual debemos ser celosos, o nos vamos a encontrar a nosotros mismos enredados y atrapados, no por nuestros defectos, sino por nuestras virtudes. Nuestras virtudes pueden, en este sentido, llevarnos hacia la destrucción, aun más que nuestros defectos.

El evangelio siempre es un llamado a la humildad. Existe una profunda raíz farisea dentro del hombre que quiere predicar los privilegios de Dios con base en méritos o en obras. Dios se sale de Sí mismo para escoger lo insensato, lo débil, y aquello que es miserable, de hecho, todo lo que es opuesto y contrario a lo que el hombre hubiera escogido. Parte de nuestro problema es que no entendemos lo mucho que Dios aborrece lo que se encuentra dentro del hombre. El simplemente no se fiaba del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre.



Consistencia Intachable

Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. (1 de Tesalonicenses 1:5)

Hay un tema que es tratado en este versículo, que necesita penetrar en lo más profundo de nuestras conciencias. Nuestra vida moderna parece estar organizada en compartimientos: lo secular y lo sagrado, lo de todos lo días y lo religioso, el hombre en privado y el ministro público, y sin embargo Pablo no conocía aquellas diferencias. El era un verdadero hombre de pies a cabeza, todo su completo ser. El apóstol es la cosa en sí mismo, la Palabra hecha carne, y es por esto que Pablo podía continuamente ofrecerse a sí mismo como un ejemplo. El no decía, “¡Sigan mis principios!” sino, “¡Síganme a mí!” Dios no dice que son los principios de los apóstoles y los profetas lo que constituye el fundamento de la iglesia, sino más bien los hombres en sí mismos, y lo que ellos son en Cristo. Debemos ser algo verdadero de adentro hacia fuera, todos los días en todo momento. Pablo era inmediato en tiempo y fuera de tiempo, siempre preparado, siempre pertinente, delante de judíos y delante de griegos, y Dios quiere una iglesia entera igual a esto.

Esto es muy distinto al lamento ‘Luterano,’ si se me permite ponerlo de esa manera, que dice, “Sólo soy humano… Dios sabe que sólo soy humano… sólo soy un pecador salvo por gracia.” Quizás ahora usted pueda comprender por qué es que hubo un conflicto sangriento entre la iglesia Luterana y los Anabaptistas de los siglos dieciséis y diecisiete en Europa. Estas personas Anabaptistas no podían tolerar aquella clase de excusa incrédula, y fueron martirizados por su fe. No era el mundo el que se les oponía tan vehemente y viciosamente, sino la Iglesia establecida. Ellos creían que uno debía demostrar la gracia y el testimonio de una vida nueva a través del Espíritu, contrario a un sistema de Estado-Iglesia por medio del cual todos eran inducidos en virtud del bautismo infantil. En este sistema, muchos no tenían el conocimiento de la salvación de Dios en absoluto, y quienes, en alguna manera religiosa y nominal, se llamaban Cristianos, sin embargo se oponían a la verdadera fe y a la verdadera iglesia. Ellos exigieron la sangre de los Anabaptistas pues no podían tolerar su presencia; producía demasiada convicción. Aquellos preciosos santos demostraron el resplandor de Dios, y vivieron una vida de sacrificio, exigiendo ver la evidencia de una nueva vida en el creyente antes que fueran bautizados. Ellos vieron la persecución y el sufrimiento por causa de la justicia como la consecuencia lógica e inevitable del verdadero creer. ¿Puede usted imaginarse el choque con este tipo de entidad Estado-Iglesia, cuya excusa era, “Sólo somos humanos”? Necesitamos entrar de nuevo dentro de la perspectiva Anabaptista, y conocer que existe un requerimiento para la demostración del carácter Cristiano, sin el cual nuestra proclamación es sin valor. Pablo dice,

Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. (1 de Tesalonicenses 1:5)

Aquí encontramos una ecuación: El poder del evangelio en completa convicción era proporcionalmente exacto a la calidad, carácter y tipo de hombres que probaron ser entre ellos. La autoridad y poder que Pablo exhibió fue totalmente proporcional al tipo de hombre que él probó ser, y él le dijo esto a la iglesia que fue salva por medio de su propio testimonio.

Hay falsos apóstoles por todos lados, y usted los puede identificar debido a que ellos le dejan saber a usted que son apóstoles. Poseen un don y una facilidad, y pueden citar las Escrituras, y pueden interpolar y citar cosas Paulinas, y uno puede estar cerca de quedar impresionado. Tienen grandes formas de ser, pero no es la de Pablo. Pablo podía decirle a los tesalonicenses, “como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” En otras palabras, en todo tiempo ellos conocían a Pablo como la misma consistencia, y esto estaba completamente relacionado con la palabra que vino a ellos con poder. No existía ninguna mística ministerial profesional en Pablo, en donde era algo diferente cuando se encontraba en privado.

Existen sólo dos pasiones gobernantes en un hombre apostólico, es decir, “por causa de ustedes y por causa de Dios.” Nunca fue por causa de nosotros. Pablo no tenía ningún interés en sí mismo, o para sí mismo. Estas dos consideraciones son los requerimientos necesarios para un apóstol, y por tanto para una iglesia apostólica. La superestructura debe ser del mismo tipo que el fundamento. En su despedida a los ancianos en Efeso, Pablo dijo,

“Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;” (Hechos 20:18b-19)

Sin importar sus circunstancias externas, había una preciosa consistencia de carácter. Aquí no existe lugar para emotividad humana, o para un espíritu quejumbroso. Esto es algo que se encuentra mucho más allá de buenas intenciones humanas, y solamente existe una manera de explicar este tipo de consistencia, como en las propias palabras de Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo.” Esta no es una expresión caprichosa, algún tipo de extravagancia apostólica, sino Pablo siendo bastante literal. Esta es la única respuesta, y todo lo demás es una invitación hacia la catástrofe. No podemos buscar ser apostólicos, o verdaderos, con base en la determinación humana en la cual nos mordemos los labios, sin saber lo que debemos hacer. Vamos a fallar, y vamos a fallar miserablemente. Debemos encontrar el misterio que Pablo encontró, y está tan disponible para nosotros como lo estuvo para él, pero no hemos creído en la Palabra, y no hemos querido recibir su significado.

Sólo existe una explicación para el fenómeno de Pablo. Su vida era la continuación misma del Cristo crucificado y resucitado, quien había encontrado para Sí otro cuerpo totalmente entregado a Su vida. Era Pablo el que no tenía vida por sí mismo, o para sí mismo, y que podía decir, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” ¿Sabe por qué es que no hemos tropezado con este asombroso requerimiento? Es porque nos hemos contentado con vivir por debajo del nivel apostólico. No hemos sentido este tipo de requerimiento de carácter siendo algo pertinente para nosotros, y por tanto hemos estado satisfechos con ser ‘buena gente,’ o nuestro estándar es un estándar de ‘respetabilidad Cristiana,’ y de ser suaves y corteses. Pero quiero hacerle una pregunta: ¿Está nuestro evangelio siendo presentado en el poder del Espíritu, y con plena convicción? Pablo les dice a los tesalonicenses,

“Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” (1 de Tesalonicenses 1:9-10)

Pues de todo nuestro evangelismo inofensivo de hoy en día, y evangelistas espectaculares, y ‘decisiones por Cristo’ que se llevan a cabo, ¿de quién se puede decir en la proclamación del evangelio de hoy en día que los paganos se convierten de los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero?

Sin embargo, el poder en el evangelio de Pablo y la convicción que éste traía era suficiente para convertir a los paganos de sus ídolos para servir al Dios vivo. ¿Cuántos de nosotros tenemos esto como el criterio para nuestra obra evangelística? ¡Nuestros estándares han caído miserablemente! Nos contentamos si los hombres solamente ‘aceptan’ a Cristo, y atienden servicios Cristianos, pero no se les hace ningún gran requerimiento. Nuestro evangelismo se ha convertido en una clase de juego ‘estadístico.’ ¿Cuántos han hecho decisiones, y sin embargo permanecen esencialmente ‘paganos’? Pero el evangelio de Pablo tenía otra consecuencia; convertía a los hombres de sus ídolos para servir al Dios viviente, que es más que simplemente atender servicios. Nuestro completo estándar necesita ser elevado de nuevo al nivel apostólico, pues sólo esto es de Dios. Y quiero reiterar mi punto: Nunca podrá ser posible, y nuestro evangelio nunca tendrá plena convicción y poder hasta que lleguemos al lugar de desinterés apostólico, donde estamos completamente abandonados a los propósitos de Dios. No nos debe interesar nuestra seguridad, nuestra condición, y nuestro placer. Uno puede tener abundancia, o puede tener escasez; esto no importa. Pablo dice en Hechos 20:22-24a:

“Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo…”

Aquí vemos el carácter divino forjado en un hombre, que originalmente era un perseguidor y un asesino. Se va a necesitar de toda la eternidad para revelar la bondad de Su gracia hacia nosotros, no sólo en esta era, sino en las eras por venir. Pablo de ninguna cosa hacia caso, ni estimaba preciosa su vida para sí mismo, y jamás tendremos el poder y la autoridad de convertir a los hombres de sus ídolos mientras nosotros estimemos nuestras vidas como preciosas para nosotros mismos. Pablo era insensible a las cosas, y nosotros debemos llegar a esta condición apostólica.

En 1 de Corintios 7:29-32a Pablo declara:

“Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa. Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja…”

El propósito completo de esta exhortación apostólica es para que nosotros nos concentremos en el Señor sin ninguna distracción, ¡pues el tiempo es corto! El dijo esto casi dos mil años atrás, ¿pero cuántos de nosotros lo creemos ahora? Ellos vivían en la expectativa de una conclusión apocalíptica, y nosotros debemos ver que sea restaurada toda una atmósfera apostólica, en donde no debe ser pequeño el sentido de urgencia y expectativa de un final apocalíptico. Esto no puede ser para nosotros una simulación, sino una verdadera urgencia, hasta el punto en que haya una ‘electricidad’ en nuestra atmósfera. Nuestros hijos deben estar persuadidos de que aquello en que nos encontramos es eminentemente real, y que no sólo estamos ‘atendiendo servicios.’

Esto sólo podrá ser posible cuando ellos no vean llegar de la iglesia a la casa una clase diferente de padres de la que vieron dentro de la iglesia. No sólo estoy hablando acerca de la atmósfera en nuestras reuniones, sino de la atmósfera que prevalece en la totalidad de nuestra vida juntos como una comunidad apostólica. ¿Estamos anticipando continuamente las cosas que están prontas a suceder? Por esta misma razón, debemos ser indiferentes a las distintas novedades y modas de nuestra generación. Las modas del mundo van a pasar. ¿Hemos llegado al lugar donde no somos afectados por las cosas? Sí, podemos emplearlas y utilizarlas, pero ellas no nos afectan. No nos desmayamos de repente si no las quitan.

Como he dicho antes, nunca podremos llegar a este estándar apostólico por nosotros mismos. La iglesia es la provisión de Dios para la fuerza, la oración, y el apoyo para romper los poderes del mundo sobre la vida de los creyentes quienes tienen la intención de llegar juntos a este lugar apostólico donde: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo…” Nos necesitamos los unos a los otros para llegar a esta emancipación, y solamente puede venir a través de la verdadera relación, la cual es la verdadera iglesia.

Puedo recordar bien cómo fue para mí cuando comenzamos a vivir en comunidad. Renunciamos a una casa de diecisiete habitaciones con cinco baños para ir a una propiedad rural localizada al norte de Minnesota, donde fue alterado radicalmente todo nuestro estilo de vida. Vi a alguien detrás del timón de “mi” carro. Yo había pensado que solamente era un medio de transporte, ¡pero cuán profundo nos encontramos auto engañados y ni siquiera lo sabemos! Experimenté no sólo el impacto de ver a otra persona conducir “mi” carro, ¡sino también hacer crujir la transmisión! No tenemos ni idea, dentro de nosotros mismos, lo profundo que está el mundo en nosotros. La comunidad o la vida juntos es la provisión de Dios, poseyendo el potencial para romper los poderes del mundo que están sobre nosotros. ¿Se acuerda usted lo que Pablo decía que él gemía dentro de ‘este tabernáculo terrenal,’ y lo mucho que deseaba estar con el Señor? Pero por ‘amor a ustedes’ él estaba dispuesto a morar dentro de su cuerpo. El era un hombre celestial; no estimaba nada precioso para sí mismo, para lograr terminar su carrera con gozo, y el ministerio que había recibido del Señor.

En 1 de Tesalonicenses 2:10 Pablo declara:

“Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes.”

Existe una conciencia apostólica extrema de Dios como testigo, una conciencia que delante de El somos absolutamente transparentes. Dios nos ve en nuestros momentos en público al igual que en nuestros momentos en privado. El nos ve en todo momento, y nuestras vidas deben ser vividas concientemente delante de Sus ojos. Esta es la única verdadera motivación para ser intachable, y nunca seremos intachables hasta que la tengamos. La manera en que nos comportamos la mayoría de las veces en privado y personalmente es una extraordinaria afrenta a Dios. En la mayoría de los casos, ¡es realmente una declaración del hecho de no creer que nuestras vidas estén siendo vividas ante Sus ojos!

Es asombrosa la cantidad de indulgencia que nos permitimos. No sólo estoy hablando acerca de los evidentes pecados sexuales y sensuales de fornicación o masturbación – aunque estos son suficientes para contradecir nuestro testimonio entero, y para indicarles a los principados y potestades del aire que no deben tener temor de nosotros – sino que estoy hablando acerca de algo aún más profundo que esto. Pablo habla acerca de tener una conciencia sin ofensa delante de Dios y delante de los hombres. La indulgencia puede tomar la forma de estar pensando continuamente nuestros propios pensamientos cuando somos libres de pensar nuestros propios pensamientos – pensamientos críticos, pensamientos egoístas, y pensamientos resentidos. Estos son igualmente tan impíos como el acto de fornicación. El apóstol es la cosa en sí mismo, de pies a cabeza, la palabra de Verdad encarnada, toda la verdad y nada más que la verdad. Aun en sus pensamientos privados y personales, él es conciente de un Dios ante cuyos ojos él es absolutamente transparente.

“Vosotros sois testigos,” dijo Pablo, “y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes.” El requerimiento apostólico se encuentra mucho más allá de la simple conducta externa; éste requiere la integridad total del hombre – espíritu, alma y cuerpo. Pablo era verdaderamente un hombre que estaba ligado en el Espíritu, yendo hacia Jerusalén, y debe ser también la descripción de nosotros. No estoy diciendo esto para ponernos bajo ninguna condenación, sino más bien para mostrarnos qué tan alto es el estándar que Dios llama apostólico. Debe ser así, pues es el estándar que constituye la plomada del cielo hacia la tierra. Es la escalera que conecta el cielo con la tierra, el estándar para un mundo incrédulo, por el cual todas las cosas deben ser medidas. Esto es apostólico, y es la intención de Dios para la iglesia en todo lugar.

Por tanto, la iniciativa para la santidad y para ser intachables siempre, se encuentra dentro de la conciencia de Dios como Juez. Esta es la razón por la cual Pablo les podía hablar con plena convicción a los Atenienses, “Dios ha fijado un día en el cual juzgará al mundo.” Puedo casi ver el escalofrío subiendo por las espaldas de aquellos filósofos incrédulos. Ellos jamás habían escuchado semejante concepto. Pero sólo se requiere escucharlo una vez cuando proviene de la boca de un hombre apostólico, quien no está simplemente hablando un tecnicismo de doctrina, sino que asombrosamente conoce al Juez. Es por esto que Pablo dice, “Conociendo el temor del Señor, persuado a los hombres. Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.” ¿Cómo es que Pablo lo sabe, y nosotros no? El lo sabe debido a la relación, y por la intimidad de su conocimiento de Dios, y este es el requerimiento apostólico más profundo de todos.



El Yugo del Señor

“Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde,” dijo Jesús. ¿Estamos nosotros con Dios, o somos entidades independientes y sin restricciones que van y vienen como les plazca? ¿Es nuestro lenguaje, “Bueno, pienso que atenderé aquella conferencia, o iré a aquella universidad; voy a ver si me siento bien para ir a la reunión de esta noche”? Si es así, tenemos un mayor interés por nuestras vidas de lo que creemos, y esto nos impedirá ser apostólicos.

Nunca llegaremos a ser ‘apostólicamente intachables’ mientras seamos concientes de nosotros mismos en la relación de los unos con los otros. Mientras continuemos viviendo nuestra vida bajo el estándar que es establecido solamente por nuestra relación con los demás, en lugar de una vida vivida para Dios, y en un estado de permanencia dentro de este estándar divino, entonces nos quedaremos cortos de Su intención y gloria. Se nos va a requerir a menudo estar solos. Vamos a sufrir golpes severos de reproche y criticismo, y si nuestra alabanza y estima proviene de los hombres, no podremos permanecer en pie. Pero si nuestra alabanza proviene de Dios, y estamos dispuestos a esperar por ella, entonces permaneceremos en pie, ¡y en pie apostólicamente! Esta dependencia de inclinarnos por la confirmación de los hombres, por apoyo, por aceptación, y por aprobación, necesita ser fuertemente quebrada. Sólo existe una cosa que la puede romper, es decir, la aprobación y la aceptación que sólo proviene de Dios. Si hemos vivido habituados a la luz de las respuestas de los hombres, necesitando de su aprobación, vamos a colapsar. Sólo existe una persona que puede resistir tal impacto, y este es un hombre que solamente vive para una satisfacción – la alabanza que no proviene de los hombres, sino de Dios.

No vamos a conseguir esto en un día, pero no lo obtendremos nunca si no lo vemos concientemente como un objetivo que es deseado por encima de todo. Debemos ver la necesidad de movernos de nuestro presente temor de los hombres hacia la restauración del temor de Dios. Esta debe ser nuestra misión y meta apostólica para la cual necesitamos la participación de todos. Estamos todos juntos en esto. ¿Puede ver lo extraordinario y necesario que es el requerimiento por una verdadera iglesia? Debe ser aquel singular lugar sobre la tierra en donde no necesitamos ponernos encima ninguna apariencia, donde francamente podemos reconocer nuestros defectos e imperfecciones y decirnos los unos a los otros la verdad en amor, y exhortarnos los unos a los otros a diario. El próximo domingo ya es muy tarde. De hecho, nunca será realizado esto con simples domingos. Exhortarnos los unos a los otros mientras todavía es hoy significa una alteración radical de nuestro presente estilo de vida, y el establecimiento de todo un nuevo conjunto de prioridades – prioridades apostólicas – que harán una seria intrusión sobre nuestra privacidad, nuestro placer, y nuestro tiempo.

Pablo habla acerca de ser hallados irreprensibles en Su venida. El dice que otros puede que luchen por una corona corruptible, pero nosotros por una incorruptible. Para Pablo, esto es absolutamente vivo y real. Para él, existe algo vergonzoso que no puede tomarse en consideración, es decir, que él se tenga que presentar delante del Señor sin tener una corona para poner a Sus pies. ¿Tenemos nosotros algún deseo de ganar una corona? ¡La corona de gloria no puede exceder la corona de nuestro sufrimiento! Si no estamos dispuestos a llevar la corona de espinas, las tribulaciones, las exigencias, los reproches, y los sufrimientos por causa de la justicia para aprender lo que significa vivir una vida celestial en una tierra que no es hospitalaria, entonces no tendremos una corona para poner delante de El.

El Señor mismo nos exhorta a que pongamos nuestros afectos sobre las cosas de ‘arriba’ en donde se encuentra nuestro tesoro. El cielo no sólo es poesía bíblica, sino la exhortación más práctica y real para estar intachables cuando El venga. Las palabras, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto,” resuenan en nuestros oídos. Es un estándar absoluto y apostólico muy parecido a ser hallados irreprensibles cuando El venga, y si no insistimos sobre este estándar, entonces rápidamente nos ‘permitiremos’ cosas para nosotros mismos.

¿Poseemos una conciencia que esté sin ofensa delante de Dios y los hombres? ¡Qué condición en la cual estar! Es nada menos que nuestra re-entrada al Jardín del Edén, un regreso a la inocencia. Debe ser sin engaño, una luz en el mundo. Es la invitación que Dios nos hace, no sólo en nuestra conducta externa, sino también en lo que somos interna y privadamente, aun en los pensamientos que tenemos, cuando somos libres de pensar lo que queremos. Esto requiere de una ‘comunidad’ de los santos que sea propicia para todas estas cosas. Requiere de una comunidad que hable la verdad en amor para que pueda crecer en todas las cosas en El. Es el final de la pasividad en la iglesia, y de seguir mirando hacia arriba sobre la plataforma donde un hombre trata a medias de conducir un servicio completo. Necesitamos encontrar y hacer espacio para hablar cara a cara, no hacia la parte trasera de nuestras cabezas, sino viendo en el rostro de cada uno de nosotros la gloria de Dios, y moviéndonos de gloria en gloria, como por el Espíritu de Dios.

La provisión de Dios para el perfeccionamiento de los santos son los santos mismos dentro de una verdadera relación, en interacción, en confrontación, en exhortación, y en decir la verdad en amor. Debemos regresar a estas diarias realidades de iglesia si es que vamos a crecer en todas las cosas en El, que es la Cabeza, esto es, Cristo. Este tipo de matriz de vida abrirá nuestras vidas, y nos posicionará bajo la supervisión de aquello que nos proponemos en Dios. Es una supervisión necesaria que posee el potencial de abrirse camino para la verdadera vida apostólica.

Este tipo de vida sacramental debe ser traída de vuelta a la iglesia. Debemos ser rescatados de la simple conveniencia. No es suficiente si algo funciona, o sirve, o simplemente lleva a cabo la utilidad y el requerimiento de la hora. Esto puede muy bien satisfacer el requerimiento del mundo, ¡pero no el de Dios! La cuestión no es si funciona o no. Debemos ver más allá de la utilidad hacia la dimensión de la gloria, en las cosas pequeñas y grandes. Debemos hacer de nuevo todas las cosas como para el Señor, estando firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, y estando firmes en la fe.



Conclusión

Este solamente es un vistazo del viñedo de Pablo – simplemente frases sueltas aquí y allá en la manera que vienen a nosotros por medio de la más superficial examinación de sus epístolas, ¡pero qué estándar el que comienza a surgir! Es el estándar apostólico en el cual Pablo mismo caminaba, y exhibía. “Síganme a mí, sean imitadores de mí,” necesita ser dicho de nuevo por hombres y mujeres ‘apostólicos’ de nuestra propia era. Dios nos llama hacia algo aún más aterrador que esto, es decir, el ser capaces de decir con Jesús a un mundo incrédulo, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Yo y el Padre uno somos.” Si usted quiere saber cómo es Dios, entonces vea esta humildad, vea esta verdad intransigente, vea esta integridad, vea esta rectitud, vea este carácter piadoso, pues este es el fundamento de la iglesia. Nuestro poder y autoridad en el ministerio no son cosas independientes de ella, sino todo divinamente unido.

“Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” (1 de Tesalonicenses 1:5)

¿Cuántos se van a suscribir a este estándar desde este día en adelante? Si somos serios, seremos capaces de decir con Pablo, ‘nuestro’ evangelio, el evangelio de Su gracia. No será más una palabra técnica, sino una profunda capacitación experimentada por aquellos que serán santos como El es santo, y perfectos como El es perfecto.

“Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor.” Pablo acá estaba sugiriendo que seguirlo a él era seguir al Señor. Esto, o es arrogancia o la simple verdad en toda humildad. Lo apostólico es el Señor en toda la completa encarnación ocupando todo el ser humano. ¿Puede usted imaginarse una iglesia así, toda una iglesia de pies a cabeza, con el mismo esplendor apostólico, la misma estatura apostólica, el mismo carácter apostólico, el mismo testimonio apostólico, y el mismo poder apostólico? Esto es lo que Dios está deseando.

Ben Israel.

APRENDED DE MÍ ,QUE SOY MANSO....Y HALLARÉIS
DESCANSO PARA VUESTRA ALMA.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

MANSEDUMBRE.


III. Los mansos: no son los que se afligen sin ningún motivo, ni aque*llos a quienes una torpe insensibilidad protege en contra de los golpes de la vida. La mansedumbre tampoco significa falta de celo en las cosas de Dios. Cuidando de no caer en extremos, procura guardar un término medio respecto de la ira, del pesar y del temor. Se refiere a nosotros mis*mos, y puede interesar también a Dios o a nuestro prójimo. Algunas ve*ces es resignación, y otras paciencia o conformidad; afabilidad para con los buenos, clemencia para con los malos. Los mansos disciernen clara*mente el mal y lo sufren. Al permanecer y desarrollarse, la mansedumbre restringe los hechos exteriores y los sentimientos interiores. La cólera y sus consecuencias. Cuándo se debe dar cabida: nunca para con nues*tros hermanos. Exhortación a la mansedumbre. El premio que recibirán los que la poseen.



Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos. Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia (Ma*teo5:5-7).

I. 1. Cuando ha pasado el invierno, cuando el tiempo de la canción es venido y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola, cuando Aquel que consuela a los que lloran ha vuelto para estar con ellos “para siempre;” cuando a la luz de su presencia las nubes se dispersan—las negras nubes de la duda y de la incertidumbre—y las tempestades del temor huyen; las olas del pesar se calman, y el espíritu se regocija otra vez en Dios, su Salvador, entonces se cumplen evidente*mente estas palabras. Entonces aquellos a quienes El ha con*solado pueden dar testimonio y decir: “Bienaventurados,” o dichosos, “los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.”

2. Pero, ¿quiénes son “los mansos”? No son aquellos que se afligen sin necesidad, porque nada saben; que ven con indiferencia los males que existen, porque no pueden discer*nir entre el bien y el mal. No son aquellos a quienes una tor*pe insensibilidad protege en contra de los golpes de la vida, ni los que, por naturaleza o artificio, tienen la índole de zoquetes o piedras, y a quienes nada lastima porque no sienten nada. Esto no concierne en manera alguna a los filósofos in*sensatos. La apatía está tan distante de la mansedumbre como de la benevolencia. De manera que no llegamos a concebir cómo pudieron algunos cristianos de las edades más puras, especialmente ciertos Padres de la Iglesia, confundir uno de los errores más crasos del paganismo con una de las ramas del verdadero cristianismo.

3. La mansedumbre cristiana tampoco significa falta de celo por las cosas de Dios, como no significa ignorancia o in*sensibilidad. No, evita todos los extremos, ya de exceso, ya de falta. No destruye, sino que equilibra esas afecciones que el Dios de la naturaleza nunca ha determinado que la gracia desarraigue, sino traiga y someta a ciertas reglas. Procura una norma para la mente. Usa una balanza fiel para pesar la ira, el dolor y el miedo, procurando el término medio en todas las circunstancias de la vida, sin inclinarse a la derecha ni a la izquierda.

4. Propiamente hablando, parece que la mansedumbre se refiere a nosotros, pero puede tener referencia a Dios y a nuestros prójimos. Cuando esta debida actitud de la mente concierne a Dios, por lo general se llama “resignación”—una conformidad llena de calma en todo lo que sea su voluntad respecto de nosotros—aunque no sea agradable a nuestra na*turaleza—y que impulsa constantemente a decir: “El Señor es; haga lo que bien le pareciere.” Cuando consideramos esta virtud más estrictamente con referencia a nosotros mismos, la llamamos paciencia o conformidad. Cuando se ejerce con los demás, se llama afabilidad para con los buenos, clemencia para con los malos.

5. Los que son verdaderamente mansos pueden muy fácilmente discernir el mal, y también lo pueden sufrir. Todas las cosas malas los lastiman, pero la mansedumbre los hace contenerse. Tienen “el celo de Jehová de los ejércitos,” pero un celo guiado siempre por el conocimiento y templado, en cada pensamiento palabra y obra, por el amor del hombre, lo mismo que el de Dios. No desean extinguir ninguna de esas pasiones que con sabios fines Dios ha dado a su naturaleza, pero pueden dominarlas todas y tenerlas bajo sujeción, usán*dolas solamente como medios para esos fines. Así es que aun las pasiones más vehementes y desagradables pueden usarse para los fines más nobles. Aun el odio, la ira y el temor cuan*do se emplean en contra del pecado y están bajo la norma de la fe y el amor, son como trincheras y fortalezas del alma, de manera que el enemigo no puede acercarse y hacerle daño.

6. Cosa evidente es que este temperamento divino debe no sólo permanecer, sino aumentar en nosotros de día en día. Mientras permanezcamos en la tierra nunca faltarán las opor*tunidades de ejercitarlo y aumentarlo. La paciencia nos es ne*cesaria para que habiendo hecho y sufrido la voluntad de Dios, “obtengamos la promesa.” Necesitamos la resignación para poder decir en todas las circunstancias: “Empero, no mi voluntad, sino la tuya.” Necesitamos la “benignidad para con todos los hombres,” pero especialmente para con los malos e ingratos; de otra manera el mal nos vencerá en lugar de que nosotros venzamos con el bien el mal.

7. La mansedumbre no constriñe tan sólo las acciones exteriores, como los escribas y fariseos de la antigüedad ense*ñaban, y como no dejan de enseñar los miserables maestros en todas épocas, a quienes Dios no ha enseñado. El Señor nos amonesta en contra de esto y señala la verdadera extensión del asunto en las palabras siguientes: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo que cualquiera que se eno*jare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cual*quiera que dijere a su hermano: Raca, será culpado del con*cejo; y cualquiera que dijere: Fatuo, será culpado del infierno del fuego” (Mateo 5: 21-22).

8. Incluye nuestro Señor aquí bajo el homicidio, aun esa cólera que no pasa del corazón; que no se deja ver en nin*gún acto exterior de poca cortesía, ni siquiera en una pala*bra vehemente. “Cualquiera que se enojare locamente con su hermano,” con cualquiera hombre viviente, puesto que to*dos somos hermanos; cualquiera que sienta mala disposición en su corazón—cualquier temperamento contrario al amor—; cualquiera que se enojare sin causa justa, “locamente,” o al menos más de lo razonable, será culpado del juicio. En ese mismo momento se expone al justo juicio de Dios.

Empero, ¿no es natural preferir las versiones que omiten las palabras sin causa? ¿No son enteramente superfluas? Por*que si la cólera en contra de los hombres es un temperamento contrario al amor, ¿cómo puede haber una causa suficiente para irritarse, una causa que justifique la ira en 1a presen*cia de Dios?

Concedemos que pueda haber cólera en contra del peca*do: en este sentido podemos irritamos sin pecar por ello. Nues*tro Señor mismo se enojó una vez, según está escrito: “Y mi*rándolos al derredor con enojo, condoleciéndose de la cegue*dad de su corazón.” Se condolió de los pecadores y se enojó en contra del pecado. Indudablemente que esta ira es justa en la presencia de Dios.

9. “Y cualquiera que dijere a su hermano: Raca”—cual*quiera que se dejare dominar de la cólera hasta el grado de usar palabras descompuestas. Los intérpretes hacen observar que Raca es una palabra siríaca que significa: vacío, vano, tonto. De manera que es la palabra menos ofensiva que podemos usar cuando nos enojamos con una persona y sin embargo, cualquiera que la use “será culpado del concejo,” como nos asegura el Señor. Mejor dicho: estará en peligro de ser culpa*do: correrá el riesgo de recibir una sentencia más severa del Juez de toda la tierra.

“Y cualquiera que dijere: Fatuo,” cualquiera que se de*jare dominar del diablo hasta el grado de ultrajar, usando a sa*biendas palabras injuriosas y llenas de insulto, se expone a ser “culpado del fuego del infierno.” Corre riesgo desde ese momento de recibir la más severa condenación. Debe obser*varse que nuestro Señor describe todas estas faltas como me*recedoras de la pena capital. La primera merece la horca, que era la pena de aquellos que salían condenados por los tribuna*les inferiores. Los que cometían la segunda morían apedrea*dos—pena que se aplicaba a los que eran condenados por el gran Concilio de Jerusalén. Los culpables de la tercera falta eran quemados vivos. Esto sólo se aplicaba a los grandes cri*minales en “el valle de los hijos de Hinnom:” la cual palabra es indudablemente la que traducimos como “infierno.”

10. Y puesto que los hombres naturalmente se figuran que Dios disimulará sus defectos en el cumplimiento de al*guno de sus deberes, tomando en consideración su exactitud en otros, nuestro Señor tiene cuidado en cortar de raíz esa vana, si bien común, esperanza. Demuestra lo imposible que es para un pecador el permutar con Dios, quien no aceptará el cumplimiento de un deber en lugar de otro, ni la obedien*cia en parte en vez de la completa. Nos advierte que el hecho de que cumplamos para con Dios no nos servirá de disculpa si no hacemos nuestro deber para con nuestros prójimos; que si no tenemos caridad, las obras piadosas, así llamadas, lejos de recomendarnos con Dios, se convierten, por esa falta de caridad, en obras abominables en la presencia del Señor.

“Por lo tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acor*dares que tu hermano tiene algo contra ti,” por razón del mal trato que le hayas dado, o por haberle llamado “Raca” o “Fatuo,” no te figures que tu presente satisfará por tu ira, ni que Dios lo aceptará mientras tu conciencia esté mancha*da con la culpa de un pecado del cual no te has arrepentido; “deja allí tu presente delante del altar, vete; vuelve primero en amistad con tu hermano,” al menos, haz todo lo que esté de tu parte por reconciliarte “y entonces ven y ofrece tu pre*sente” (Mateo 5: 23, 24).

11. No permitas demora de ninguna clase en lo que tan de cerca concierne a tu alma. “Concíliate con tu adversario presto,” ahora, en este momento, “entretanto que estás con él en el camino,” si es posible, antes que lo pierdas de vista; “no acontezca que el adversario te entregue al juez;” no sea que apele a Dios, el Juez de todos los hombres, “y el juez te entregue al alguacil,” a Satanás, el verdugo de la justicia de Dios, “y seas echado en prisión,” al infierno, para esperar allí el juicio del gran día. “De cierto te digo, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante;” lo que nunca podrás hacer, puesto que no tienes nada con qué pagar, y por consiguiente, si entras una vez en esa prisión el humo de tu tormento deberá ascender por siempre jamás.

12 Mientras tanto, “los mansos recibirán la tierra por heredad.” ¡Qué torpe es la sabiduría humana! Los sabios de este mundo los habían amonestado repetidas veces que si no se resentían de ese mal trato, que si permitían con tanta manse*dumbre que abusaran de ellos, no podrían vivir sobre la tie*rra; nunca llegarían a proveerse de las cosas necesarias para la vida, ni siquiera conservar lo que tenían; que no podrían esperar gozar de paz, poseer tranquilamente, ni gozar de nin*guna cosa. Enhorabuena, suponiendo que no existiese Dios en el mundo, o que no se ocupara de los hijos de los hombres. Pero cuando Dios se levanta al juicio para salvar a todos los mansos de la tierra, ¡cómo se ríe de toda esta sabiduría paga*na y cómo se burla de ella! ¡Cómo convierte “el furor de los hombres” en alabanza suya! Procura muy especialmente pro*veerlos de todas las cosas necesarias para la vida y la santidad; les asegura la provisión que ha hecho a pesar de la fuerza, el fraude y la malicia de los hombres, y lo que asegura les da muy abundantemente para que gocen de ello; les es agradable, ya sea mucho o poco. Así como poseen sus almas en paciencia, poseen verdaderamente todo lo que Dios les da; siempre es*tán contentos y satisfechos con lo que tienen y les agrada por*que agrada a Dios. De manera que si bien su corazón, su de*seo y su gozo están en el cielo, se puede muy bien decir que “reciben la tierra por heredad.”

13. Pero estas palabras tienen un sentido todavía más profundo: que ellos tendrán una parte más prominente en la tierra nueva, en la cual “mora la justicia;” en esa heredad cuya descripción general (y los pormenores de la cual sabre*mos después) ha dado Juan en el capítulo veinte del libro del Apocalipsis: “Y vi un ángel descender del cielo...y prendió al dragón, aquella serpiente antigua...y le ató por mil años…Y vi las almas de los degollados por el testimo*nio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían ado*rado la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes, ni en sus manos, y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resu*rrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y rei*narán con él mil años.”

Wesley.

Por nada estéis afanosos.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

Perdón por el error,en el punto 8

Corrección:Mas a todos los que le recibieron les dio poder de ser hechos hijos de Dios.

HE AQUÍ YO OS ENVÍO COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS....SED SENCILLOS COMO PALOMAS....
jezogo dijo:
Saludos en Cristo Jesús.

MANSEDUMBRE.


III. Los mansos: no son los que se afligen sin ningún motivo, ni aque*llos a quienes una torpe insensibilidad protege en contra de los golpes de la vida. La mansedumbre tampoco significa falta de celo en las cosas de Dios. Cuidando de no caer en extremos, procura guardar un término medio respecto de la ira, del pesar y del temor. Se refiere a nosotros mis*mos, y puede interesar también a Dios o a nuestro prójimo. Algunas ve*ces es resignación, y otras paciencia o conformidad; afabilidad para con los buenos, clemencia para con los malos. Los mansos disciernen clara*mente el mal y lo sufren. Al permanecer y desarrollarse, la mansedumbre restringe los hechos exteriores y los sentimientos interiores. La cólera y sus consecuencias. Cuándo se debe dar cabida: nunca para con nues*tros hermanos. Exhortación a la mansedumbre. El premio que recibirán los que la poseen.



Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos. Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia (Ma*teo5:5-7).

I. 1. Cuando ha pasado el invierno, cuando el tiempo de la canción es venido y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola, cuando Aquel que consuela a los que lloran ha vuelto para estar con ellos “para siempre;” cuando a la luz de su presencia las nubes se dispersan—las negras nubes de la duda y de la incertidumbre—y las tempestades del temor huyen; las olas del pesar se calman, y el espíritu se regocija otra vez en Dios, su Salvador, entonces se cumplen evidente*mente estas palabras. Entonces aquellos a quienes El ha con*solado pueden dar testimonio y decir: “Bienaventurados,” o dichosos, “los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.”

2. Pero, ¿quiénes son “los mansos”? No son aquellos que se afligen sin necesidad, porque nada saben; que ven con indiferencia los males que existen, porque no pueden discer*nir entre el bien y el mal. No son aquellos a quienes una tor*pe insensibilidad protege en contra de los golpes de la vida, ni los que, por naturaleza o artificio, tienen la índole de zoquetes o piedras, y a quienes nada lastima porque no sienten nada. Esto no concierne en manera alguna a los filósofos in*sensatos. La apatía está tan distante de la mansedumbre como de la benevolencia. De manera que no llegamos a concebir cómo pudieron algunos cristianos de las edades más puras, especialmente ciertos Padres de la Iglesia, confundir uno de los errores más crasos del paganismo con una de las ramas del verdadero cristianismo.

3. La mansedumbre cristiana tampoco significa falta de celo por las cosas de Dios, como no significa ignorancia o in*sensibilidad. No, evita todos los extremos, ya de exceso, ya de falta. No destruye, sino que equilibra esas afecciones que el Dios de la naturaleza nunca ha determinado que la gracia desarraigue, sino traiga y someta a ciertas reglas. Procura una norma para la mente. Usa una balanza fiel para pesar la ira, el dolor y el miedo, procurando el término medio en todas las circunstancias de la vida, sin inclinarse a la derecha ni a la izquierda.

4. Propiamente hablando, parece que la mansedumbre se refiere a nosotros, pero puede tener referencia a Dios y a nuestros prójimos. Cuando esta debida actitud de la mente concierne a Dios, por lo general se llama “resignación”—una conformidad llena de calma en todo lo que sea su voluntad respecto de nosotros—aunque no sea agradable a nuestra na*turaleza—y que impulsa constantemente a decir: “El Señor es; haga lo que bien le pareciere.” Cuando consideramos esta virtud más estrictamente con referencia a nosotros mismos, la llamamos paciencia o conformidad. Cuando se ejerce con los demás, se llama afabilidad para con los buenos, clemencia para con los malos.

5. Los que son verdaderamente mansos pueden muy fácilmente discernir el mal, y también lo pueden sufrir. Todas las cosas malas los lastiman, pero la mansedumbre los hace contenerse. Tienen “el celo de Jehová de los ejércitos,” pero un celo guiado siempre por el conocimiento y templado, en cada pensamiento palabra y obra, por el amor del hombre, lo mismo que el de Dios. No desean extinguir ninguna de esas pasiones que con sabios fines Dios ha dado a su naturaleza, pero pueden dominarlas todas y tenerlas bajo sujeción, usán*dolas solamente como medios para esos fines. Así es que aun las pasiones más vehementes y desagradables pueden usarse para los fines más nobles. Aun el odio, la ira y el temor cuan*do se emplean en contra del pecado y están bajo la norma de la fe y el amor, son como trincheras y fortalezas del alma, de manera que el enemigo no puede acercarse y hacerle daño.

6. Cosa evidente es que este temperamento divino debe no sólo permanecer, sino aumentar en nosotros de día en día. Mientras permanezcamos en la tierra nunca faltarán las opor*tunidades de ejercitarlo y aumentarlo. La paciencia nos es ne*cesaria para que habiendo hecho y sufrido la voluntad de Dios, “obtengamos la promesa.” Necesitamos la resignación para poder decir en todas las circunstancias: “Empero, no mi voluntad, sino la tuya.” Necesitamos la “benignidad para con todos los hombres,” pero especialmente para con los malos e ingratos; de otra manera el mal nos vencerá en lugar de que nosotros venzamos con el bien el mal.

7. La mansedumbre no constriñe tan sólo las acciones exteriores, como los escribas y fariseos de la antigüedad ense*ñaban, y como no dejan de enseñar los miserables maestros en todas épocas, a quienes Dios no ha enseñado. El Señor nos amonesta en contra de esto y señala la verdadera extensión del asunto en las palabras siguientes: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo que cualquiera que se eno*jare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cual*quiera que dijere a su hermano: Raca, será culpado del con*cejo; y cualquiera que dijere: Fatuo, será culpado del infierno del fuego” (Mateo 5: 21-22).

8. Incluye nuestro Señor aquí bajo el homicidio, aun esa cólera que no pasa del corazón; que no se deja ver en nin*gún acto exterior de poca cortesía, ni siquiera en una pala*bra vehemente. “Cualquiera que se enojare locamente con su hermano,” con cualquiera hombre viviente, puesto que to*dos somos hermanos; cualquiera que sienta mala disposición en su corazón—cualquier temperamento contrario al amor—; cualquiera que se enojare sin causa justa, “locamente,” o al menos más de lo razonable, será culpado del juicio. En ese mismo momento se expone al justo juicio de Dios.

Empero, ¿no es natural preferir las versiones que omiten las palabras sin causa? ¿No son enteramente superfluas? Por*que si la cólera en contra de los hombres es un temperamento contrario al amor, ¿cómo puede haber una causa suficiente para irritarse, una causa que justifique la ira en 1a presen*cia de Dios?

Concedemos que pueda haber cólera en contra del peca*do: en este sentido podemos irritamos sin pecar por ello. Nues*tro Señor mismo se enojó una vez, según está escrito: “Y mi*rándolos al derredor con enojo, condoleciéndose de la cegue*dad de su corazón.” Se condolió de los pecadores y se enojó en contra del pecado. Indudablemente que esta ira es justa en la presencia de Dios.

9. “Y cualquiera que dijere a su hermano: Raca”—cual*quiera que se dejare dominar de la cólera hasta el grado de usar palabras descompuestas. Los intérpretes hacen observar que Raca es una palabra siríaca que significa: vacío, vano, tonto. De manera que es la palabra menos ofensiva que podemos usar cuando nos enojamos con una persona y sin embargo, cualquiera que la use “será culpado del concejo,” como nos asegura el Señor. Mejor dicho: estará en peligro de ser culpa*do: correrá el riesgo de recibir una sentencia más severa del Juez de toda la tierra.

“Y cualquiera que dijere: Fatuo,” cualquiera que se de*jare dominar del diablo hasta el grado de ultrajar, usando a sa*biendas palabras injuriosas y llenas de insulto, se expone a ser “culpado del fuego del infierno.” Corre riesgo desde ese momento de recibir la más severa condenación. Debe obser*varse que nuestro Señor describe todas estas faltas como me*recedoras de la pena capital. La primera merece la horca, que era la pena de aquellos que salían condenados por los tribuna*les inferiores. Los que cometían la segunda morían apedrea*dos—pena que se aplicaba a los que eran condenados por el gran Concilio de Jerusalén. Los culpables de la tercera falta eran quemados vivos. Esto sólo se aplicaba a los grandes cri*minales en “el valle de los hijos de Hinnom:” la cual palabra es indudablemente la que traducimos como “infierno.”

10. Y puesto que los hombres naturalmente se figuran que Dios disimulará sus defectos en el cumplimiento de al*guno de sus deberes, tomando en consideración su exactitud en otros, nuestro Señor tiene cuidado en cortar de raíz esa vana, si bien común, esperanza. Demuestra lo imposible que es para un pecador el permutar con Dios, quien no aceptará el cumplimiento de un deber en lugar de otro, ni la obedien*cia en parte en vez de la completa. Nos advierte que el hecho de que cumplamos para con Dios no nos servirá de disculpa si no hacemos nuestro deber para con nuestros prójimos; que si no tenemos caridad, las obras piadosas, así llamadas, lejos de recomendarnos con Dios, se convierten, por esa falta de caridad, en obras abominables en la presencia del Señor.

“Por lo tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acor*dares que tu hermano tiene algo contra ti,” por razón del mal trato que le hayas dado, o por haberle llamado “Raca” o “Fatuo,” no te figures que tu presente satisfará por tu ira, ni que Dios lo aceptará mientras tu conciencia esté mancha*da con la culpa de un pecado del cual no te has arrepentido; “deja allí tu presente delante del altar, vete; vuelve primero en amistad con tu hermano,” al menos, haz todo lo que esté de tu parte por reconciliarte “y entonces ven y ofrece tu pre*sente” (Mateo 5: 23, 24).

11. No permitas demora de ninguna clase en lo que tan de cerca concierne a tu alma. “Concíliate con tu adversario presto,” ahora, en este momento, “entretanto que estás con él en el camino,” si es posible, antes que lo pierdas de vista; “no acontezca que el adversario te entregue al juez;” no sea que apele a Dios, el Juez de todos los hombres, “y el juez te entregue al alguacil,” a Satanás, el verdugo de la justicia de Dios, “y seas echado en prisión,” al infierno, para esperar allí el juicio del gran día. “De cierto te digo, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante;” lo que nunca podrás hacer, puesto que no tienes nada con qué pagar, y por consiguiente, si entras una vez en esa prisión el humo de tu tormento deberá ascender por siempre jamás.

12 Mientras tanto, “los mansos recibirán la tierra por heredad.” ¡Qué torpe es la sabiduría humana! Los sabios de este mundo los habían amonestado repetidas veces que si no se resentían de ese mal trato, que si permitían con tanta manse*dumbre que abusaran de ellos, no podrían vivir sobre la tie*rra; nunca llegarían a proveerse de las cosas necesarias para la vida, ni siquiera conservar lo que tenían; que no podrían esperar gozar de paz, poseer tranquilamente, ni gozar de nin*guna cosa. Enhorabuena, suponiendo que no existiese Dios en el mundo, o que no se ocupara de los hijos de los hombres. Pero cuando Dios se levanta al juicio para salvar a todos los mansos de la tierra, ¡cómo se ríe de toda esta sabiduría paga*na y cómo se burla de ella! ¡Cómo convierte “el furor de los hombres” en alabanza suya! Procura muy especialmente pro*veerlos de todas las cosas necesarias para la vida y la santidad; les asegura la provisión que ha hecho a pesar de la fuerza, el fraude y la malicia de los hombres, y lo que asegura les da muy abundantemente para que gocen de ello; les es agradable, ya sea mucho o poco. Así como poseen sus almas en paciencia, poseen verdaderamente todo lo que Dios les da; siempre es*tán contentos y satisfechos con lo que tienen y les agrada por*que agrada a Dios. De manera que si bien su corazón, su de*seo y su gozo están en el cielo, se puede muy bien decir que “reciben la tierra por heredad.”

13. Pero estas palabras tienen un sentido todavía más profundo: que ellos tendrán una parte más prominente en la tierra nueva, en la cual “mora la justicia;” en esa heredad cuya descripción general (y los pormenores de la cual sabre*mos después) ha dado Juan en el capítulo veinte del libro del Apocalipsis: “Y vi un ángel descender del cielo...y prendió al dragón, aquella serpiente antigua...y le ató por mil años…Y vi las almas de los degollados por el testimo*nio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían ado*rado la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes, ni en sus manos, y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resu*rrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y rei*narán con él mil años.”

Wesley.

Por nada estéis afanosos.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en CRISTO.

EL AMOR.


Es refrescante saber que actualmente se le está dando mucho énfasis a las enseñanzas de Cristo referentes al amor. Todos sabemos que Cristo habló acerca del amor a Dios como el más grande mandamiento, y el amor por el prójimo como el segundo más grande (Mat. 22:34-40). Pero, ¿Por qué es el amor el gran mandamiento?

El amor es el más grande mandamiento porque (1) es la única motivación efectiva para nuestras acciones, (2) cumple con el propósito de todas las demás leyes, (3) nos eleva por encima de nuestros esfuerzos por una justificación legal y (4) trasciende todo sentido del deber. Consideremos cada una de estas razones.




1. El amor es la única motivación efectiva para nuestras acciones. Aunque el amor es un mandamiento, difícilmente puede ser impuesto por mandamiento. Un esposo no puede ganar o retener el amor de su esposa o el de sus hijos por mandamiento. Si el amor es una acción de la voluntad en respuesta a un mandamiento auténtico, entonces es un amor a la fuerza. Un amor forzado es contrario a la naturaleza propia de éste. Si el más grande mandamiento no se puede cumplir por fuerza, mucho menos podemos esperar lo mismo de mandamientos más pequeños.

El amor debe ser inculcado. Nace en respuesta al amor en lugar de nacer como respuesta a demandas legales. Dios “de tal manera amó al mundo” con el fin de crear amor en nosotros. “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”(Rom. 5:8). Jesús tomó la forma de hombre y murió por nosotros para ganarse nuestro amor (Fil. 2:5-7; Jn. 15:14). Es impresionante notar que Juan no dijo: “nosotros le amamos porque él nos lo mandó primero.” El simplemente dijo: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (I Jn. 4:19). De la misma manera, Pablo reconoció que la verdadera fuerza motivadora en nuestras vidas es el amor no merecido. Él explicó que “el amor de Cristo nos constriñe” nos impulsa, nos mueve (2 Cor. 5:14).

Hay lugar para el temor, pero “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (I Jn. 4:18). El miedo como motivación nos hace ineficaces, porque “si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha” (I Cor. 13:3). Nadie irá al cielo por miedo, los cobardes tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre (Ap. 21:8). El amor es el mayor mandamiento porque es la única motivación eficaz para nuestro discipulado.




2. El amor cumple con el propósito de todas las demás leyes. Dios siempre ha dado enseñanzas que guían nuestra relación espiritual con Él y nuestra relación moral hacia el prójimo. No sabríamos como relacionarnos con Dios o como servirle si no se nos fuese revelado. Jesús dijo: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn. 14:15). Las enseñanzas de Dios nos dicen como servirle pero no definen el grado de servicio. Nuestra adoración y servicio son expresiones de amor. Uno no debe congregarse, orar, cantar, ofrendar, etc. porque es mandamiento. Uno debería hacer tales cosas como expresión de una relación de amor. Las instrucciones sólo nos dicen como expresar nuestro amor. La mayoría de estas enseñanzas son exhortaciones y no demandas legales; por lo tanto, se nos exhorta a que nos congreguemos, a que oremos, cantemos, y ofrendemos. Hemos tenido la tendencia a imponer cantidades en nuestro ofrendar y en el reunirnos, esperando que Dios dé fuerza a nuestras especificaciones. Pero la expresión del amor cumple con los requisitos de Dios porque continuamos expresando nuestra devoción mientras que tengamos amor.

La persona que jamás ha leído la Biblia, puede cumplir la ley moral en un sentido general. Nada se demanda de nosotros en nuestra relación con el prójimo que no se base en el amor. Pablo enfatiza esto: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. Porque esto: ‘No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás’, y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ El amor no hace mal al prójimo, por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley” (Rom. 13:8-10).

Si una persona ama a su prójimo no le robará su dinero o su esposa; no lo matará ni le mentirá. Esta es la expresión negativa. En cuanto a la expresión positiva Jesús dijo: “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas” (Mat. 7:12).

“Esta es la ley y los profetas.” “En estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. A través de los siglos, Dios ha estado tratando de motivarnos a amarle y amar al prójimo. Ese fue el propósito de la ley de Moisés y el mensaje de los profetas. El amor cumple con el propósito de las leyes de Dios.




3. El amor nos eleva por encima de nuestros esfuerzos de una justificación legal. Un código legal especifica, define y enumera. Cuando uno cumple con las especificaciones, entonces es legalmente justo, y libre de más demandas de la ley. ¿Cuántas veces me debo reunir, y cuanto tiempo debo estar allí? ¿Cuánto debo orar? ¿Cuánto debo dar? ¿Cuál es el mínimo que la ley requiere? El amor no está interesado en los mínimos. ¿Cuál es el mínimo que un hombre justo puede hacer por su esposa y sus hijos? A él no le interesan los mínimos. ¿Cuál es el máximo que Dios acepta? Permítame darle una respuesta definitiva a esta pregunta. Dios aceptará todo lo que usted es y tiene. Él aceptó las últimas dos monedas de una viuda. No se le requirieron, pero fueron aceptadas como una ofrenda de amor. Dios aceptó la vida de Esteban pero no la demandó de él.

Un hombre vende todas sus posesiones, toma a su familia, se esfuerza arduamente por conseguir salario, se lleva a sus hijos lejos de los abuelos y se va a una tierra de pobreza y mugre, entre gentes de lenguajes y costumbres extrañas, y se consume así mismo y a su familia, tratando de salvar al perdido. Otro hombre ni siquiera se involucra en la obra de su propia congregación. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos hombres? ¿Acaso la ley demanda más del uno que del otro? No, sino que el amor motiva más al uno que al otro.

Supongamos que voy manejando por una carretera que cruza las aguas. Luego veo un automóvil caer del puente hacia el agua. Hay seis personas en el automóvil las cuales no pueden nadar. Apurado brinco al agua y salvo a una persona. Luego voy y rescato a otra. Estoy haciendo una obra maravillosa. Otra tercera persona es rescatada. Me estoy convirtiendo en un héroe. Voy a salir en las noticias de las seis de la tarde por el Canal 4. De nuevo me tiro a rescatar a la persona número cuatro. Luego me digo a mí mismo, “Creo que ya hice mi parte. He rescatado más gente en este momento que la que otros rescatan en toda su vida. Creo que ya es tiempo de que otros hagan su parte”. Y dejo que las otras personas se ahoguen. ¿Sigo siendo un héroe? - ¿O un criminal? El amor no pregunta “¿Qué es lo requerido?” Sino pregunta, “¿En qué puedo servir?” El mismo interés será demostrado en todos mientras haya amor, necesidad y habilidad.

El amor busca el bienestar de los demás en lugar de tratar de cumplir con requisitos. La justicia está en el corazón y no en requisitos de la ley.




4. El amor trasciende el sentido del deber. Yo crecí con el concepto del “deber Cristiano”. Todas las facetas del discipulado eran un deber. Cuando una persona se alejaba del Señor, había “dejado de cumplir”. Tal concepto es ajeno al Nuevo Testamento. El concepto “hacer el deber” es un esfuerzo por pagar una deuda a Dios por medio de cumplir con sus demandas legales.

Un asalariado hace su deber. El patrón especifica, “haces estas cuatro cosas, y te pago tanto.” Cuando el empleado termina de hacer las cuatro cosas especificadas, él ha cumplido con su deber y se ha ganado su pago. Nada más se puede demandar de él. Está libre del patrón. Él puede hacer todas estas cosas sin tener amor por el patrón. Así es con nosotros cuando tratamos de llevar a cabo nuestro discipulado a través de diezmos específicos, horas, y cuotas en lugar de una expresión completa del amor.

Jesús habló del deber sólo una vez, y no con el fin de recomendar un concepto de “tienes que hacer”. Él dijo en Lucas 17:10 “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.’” Una persona puede estar convencida que el diezmo o un porcentaje más alto es requerido. Él puede darlo con un sentido del deber, pero sin un mínimo de amor. ¿Para quién será el resto de sus ingresos? ¿Acaso estaría libre del principio de amor en el uso del restante?

Mientras que personas impropiamente motivadas hablan de deber, responsabilidad, y obligación, el amor habla de oportunidad. El amor busca la oportunidad para expresarse. “Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe” (Gal. 6:10). Por lo tanto, el amor trasciende el sentido del deber.

Después de haber amplificado estas cuatro razones de por qué el amor es el más grande mandamiento, es fácil entender por qué Jesús escogió el amor como la característica que identificara a sus discípulos.


Gracias al autor de este mensaje,que el Señor haga resplandecer su rostro sobre nosotros.

DIOS ES AMOR.:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo.

SOBRE FE

Siempre quedo pensativo por la pregunta que Jesús hace en Lucas 18:8: “…No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” ¿A que se refería el Señor con esto? Mientras observo la iglesia de Jesucristo hoy en día, pienso que ninguna otra generación ha estado tan centrada en la fe como la nuestra.

Todos el mundo parece estar hablando de la fe. Abundan los sermones sobre el tema. Clases y conferencias toman lugar por todo el país acerca de la fe. Libros sobre el tema llenan los libreros de las librerías cristianas. Multitudes de cristianos a tropel asisten reuniones para ser levantados y entusiasmados por un mensaje acerca de la fe.

En la actualidad, existen predicadores de fe, maestros de fe, movimientos de fe, hasta iglesias de fe. Claramente, si existe un tipo de especialización de temas tomando lugar hoy en la iglesia, es sobre el asunto de la fe.

No obstante, tristemente, lo que la mayoría de las personas consideran como fe en la actualidad no es fe en absoluto. En efecto, Dios rechazara mucho de lo que es llamado y practicado como fe. Simplemente no lo aceptara. ¿Por que? Es una fe corrompida.

En la actualidad, muchos predicadores totalmente humanizan el tópico de la fe. Ellos describen la fe como si tan solo existiera para ganancia personal o para llenar necesidades propias. He escuchado a algunos pastores decir, “La fe no es acerca de pedirle a Dios lo que necesitas. Es acerca de pedirle lo que sueñas. Si lo puedes soñar, lo puedes tener.”

La fe que estos hombres predican esta atado a la tierra, arraigado en este mundo, materialista. Anima a los creyentes a orar, “Señor, bendíceme, prospérame, dame.” No consideran las necesidades de un mundo perdido. No puedo enfatizarlo lo suficiente: esta clase de fe no es la que Dios esta deseando de nosotros. No puedo ser acerca de ganancia sin santidad.

Existe una doctrina de fe particularmente peligrosa que esta siendo defendida hoy en día. Esta afirma que los creyentes más santos son aquellos que han “trabajado su fe” para obtener una vida cómoda para sí mismos. Según esta doctrina, las personas que debemos emular son aquellas que conducen los autos más grandes y caros, y son dueños de las casas más grandes y lujosas.

Esto es una herejía absoluta. Si fuera así, entonces los creyentes más santos fueran aquellos que estafan a los demás en sus finanzas. Significaría que nuestra concentración diaria seria buscar cada oportunidad para ganancia propia. Eso simplemente no es el evangelio de Jesucristo.


“…No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lucas 18:8).

Sin embargo, mi enfoque en este mensaje no es acerca de predicadores de prosperidad ni doctrinas de ganancia personal. Es acerca de aquellos que verdaderamente aman a Jesús, y quieren vivir por fe en una forma que le agrada a él. Mi mensaje a tales creyentes es este: toda fe verdadera nace de intimidad con Cristo. En efecto, si tu fe no sale de esa intimidad, no es fe a su vista.


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Hebreos 11 habla de un patrón
Bíblico de intimidad.


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Mientras leemos Hebreos 11, encontramos un denominador común en las vidas de las personas mencionadas. Cada uno tenía una característica particular que denota la clase de fe que Dios ama. ¿Cuál era este elemento? Su fe nació de una intimidad profunda con el Señor.

El hecho es, que es imposible tener una fe que agrada a Dios sin compartir intimidad con él. ¿Que quiero decir con intimidad? Estoy hablando de una cercanía al Señor que sale de añorarlo. Esta clase de intimidad es un vínculo personal, una comunión. Viene cuando deseamos al Señor más que cualquier otra cosa en esta vida.

Miremos tan solo cuatro ejemplos de siervos llenos de fe que caminaron cerca de Dios, como fueron mencionados en Hebreos 11:


1. Nuestro primer ejemplo es Abel. Las Escrituras declaran, “Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4).

Segundo, Abel tuvo que construir un altar al Señor, en el lugar donde hacia sus sacrificios. Y el no ofrecía tan solo corderos sin mancha para el sacrificio, sino que también la grosura de esos corderos. Las Escrituras nos dicen, “También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos.” (Gen. 4:4).

¿Que significa la grosura aquí? Le libro de Levítico dice lo siguiente de la grosura, “Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Lev. 3:16). En resumen, la grosura en comida para Dios.

Veras, la grosura era la parte del sacrificio que hacia ascender un aroma dulce. Esta parte del animal se encendía rápidamente y era consumido, trayendo un aroma dulce. El Señor dijo acerca de la grosura, “Éste será un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, dondequiera que habiten: No se comerán la grasa ni la sangre.” (3:17). La grosura es del Señor.


“Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Levítico 3:16).

Aquí la grosura es como un tipo de oración o comunión que es aceptable a Dios. Representa nuestro ministerio al Señor en la habitación secreta de oración. Y el Señor mismo dice que tal adoración íntima sube a él como un aroma de dulce sabor.

La primera cita acerca de este tipo de adoración en la Biblia es por Abel. Abel permitió que el sacrificio y la grosura fueran consumidos en el altar del Señor. Eso significa que él esperó en la presencia de Dios hasta que su sacrificio subió al cielo.

Por esta razón Abel aparece en la lista de la sala de la fe en Hebreos 11. Él es el tipo de siervo que estaba en comunión con el Señor, ofreciéndole a él lo mejor que tenia. Como Hebreos declara, el ejemplo de Abel vive hoy como testimonio de una fe viviente y verdadera: “…estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4).

¿Cómo obtuvo Abel tal fe? Piensa en las asombrosas conversaciones que este joven escucho entre sus padres, Adán y Eva. La pareja obviamente hablaba de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos mencionaron sus tiempos de comunión maravillosa con Dios, caminando y hablando con él durante el atardecer.

Imagínate lo que pasaría por la mente de Abel mientras él escuchaba estas historias. Probablemente, pensó, “Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una relación viva con el Creador mismo.”

Mientras Abel consideraba esto, quizás tomo una decisión en su corazón: determino que no viviría de la historia de sus padres. No se podía conformar con una mera tradición pasada a él. Él necesitaba tener su propio toque de Dios.

Podría ser que Abel se dijo a sí mismo: “No quiero escuchar mas acerca de experiencias pasadas con el Señor. Quiero conocerlo ahora por mí mismo, hoy. Quiero una relación con él, tener compañerismo y comunión con él.”

Esta es la misma clase de “grosura” que debemos ofrecerle a Dios hoy. Como Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo, en nuestra habitación secreta de oración. Y debemos pasar suficiente tiempo allí, en su presencia, permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo íntimo.

Ahora, compara la ofrenda de Abel con la de su hermano, Caín. Caín le llevó fruta al Señor, una ofrenda que no requería un altar. No hubo grosura, ni aceite, nada para ser consumido. Como resultado, no hubo aroma dulce que subiera al cielo.

En otras palabras, no hubo intimidad, ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Ves, Caín llevó un sacrificio que no requería que el se quedara en la presencia de Dios, buscando su compañerismo. Por esta razón las escrituras dicen que la ofrenda de Abel fue, “más excelente” que la de Caín.

Ahora bien, no se equivoque: Dios honró el sacrificio que Caín le llevo. Pero el Señor mira el corazón, y él sabia que Caín no añoraba estar en su presencia. Eso estaba claro por el sacrificio que Caín escogió para ofrecerle.

En mi opinión, Caín representa a muchos cristianos en la actualidad. Tales creyentes van a la iglesia cada semana, adorando a Dios y pidiéndole que les bendiga y prospere. Pero ellos no tienen deseos por intimidad con el Señor. Ellos quieren que su Padre celestial les conteste sus oraciones, pero no desean una relación con él. Ellos no buscan su rostro, ansían su cercanía, ni añoran su comunión. Como Caín, ellos simplemente no tienen deseos de quedarse en su presencia.

Por contraste, el siervo intimo y fiel busca el toque de Dios en su vida. Como Abel, no se conformara con menos. Este siervo se dice a sí mismo, “He determinado darle al Señor todo el tiempo que él requiera de mí en compañerismo. Ansió escuchar su voz suave y queda hablándome. Así que me voy a quedar en su presencia hasta que él me diga que esta satisfecho.”


2. Enoc también disfruto de un compañerismo cercano con el Señor. En efecto, su comunión con Dios fue tan intima, que el Señor le trasladó a la gloria con el mucho antes que su vida hubiera terminado en la tierra. “Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios.” (Hebreos 11:5).

¿Por que el Señor escogió trasladar a Enoc? Las palabras de apertura de este verso nos dicen claramente porque: fue a causa de su fe. Además, la frase de cierre nos dice que la fe de Enoc agradó a Dios. La palabra raíz griega para agradar aquí significa plenamente unidos, completamente de agradable, en unidad total. En resumen, Enoc tuvo la comunión más cercana posible con el Señor que cualquier ser humano pudo disfrutar. Y este compañerismo íntimo era agradable a Dios.

La Biblia nos dice que Enoc comenzó a caminar con el Señor después que engendro a su hijo, Matusalén. Enoc tenía sesenta y cinco años en ese tiempo. El entonces pasó los próximos 300 anos compartiendo con Dios íntimamente. Hebreos aclara que Enoc estaba tan en contacto con el Padre, tan cerca de él durante horas de comunión, que Dios decidió llevarlo a casa con él. El Señor le dijo a Enoc, en esencia, “No puedo mas contigo en la carne. Para aumentar mi intimidad contigo, tengo que traerte a mi lado.” Así que Dios se lo llevo volando a la gloria.

Según las Escrituras, fue la intimidad de Enoc que tanto agrado a Dios. A nuestro conocimiento, este hombre nunca obró un milagro, nunca desarrollo una teología profunda, y nunca hizo grandes obras dignas de ser mencionadas en las Escrituras. En su lugar, leemos esta simple descripción de la vida de este fiel hombre: “Enoc caminó con Dios.”

Enoc tuvo comunión intima con el Padre. Y su vida es aun otro testimonio de lo que significa caminar verdaderamente en fe.


3. Nuestro próximo ejemplo de un caminar de fe cercano con Dios es Noé. Hebreos nos dice, “Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.” (Hebreos 11:7).

Mientras leemos la historia de este hombre en Génesis, descubrimos que “Más Noé halló gracia ante los ojos del Señor.” (Gen. 6:8). El próximo verso nos dice como él encontró gracia: “…Noé andaba con Dios” (6:9). Claramente, Noe conocía la voz de Dios. Cada vez que el Señor le hablaba, él obedecía. Una y otra vez leemos, “Entonces Dios dijo a Noé…” y “…Noé hizo conforme a todo lo que el Señor le había mandado.” (Ver 6:13, 22; 7:1, 5; 8:15, 18).

Trata de imaginarte el tiempo que Noé habrá pasado a solas con Dios. Después de todo, él tenía que recibir instrucciones detalladas del Señor acerca de cómo construir el arca. Sin embargo, la intimidad de Noé con Dios fue mas allá de la dirección que recibió. Las Escrituras dicen que el Señor compartió su corazón con Noé, mostrándole la maldad en los corazones humanos. Y él le reveló sus planes a Noé para el futuro de la humanidad.


4. Abrahán también compartió un compañerismo íntimo con el Señor. Considera la forma en que Dios mismo describió su relación con este hombre: “…Abrahán, mi amigo” (Is. 41:8). De igual manera, el Nuevo Testamento nos dice, “Creyó Abraham a Dios…” “…y fue llamado amigo de Dios.” (Stgo. 2:23).

Que increíble elogio, ser llamado el amigo de Dios. Muchos cristianos han cantado el himno muy conocido, “Que amigo tengo en Jesús.” Estos pasajes bíblicos hacen llegar esa verdad con poder. Tener al Creador del universo llamar a un hombre su amigo parece algo que va mas allá de la comprensión humana. Sin embargo, esto sucedió con Abrahán. Es una señal de la gran intimidad de este hombre con Dios.

La palabra hebrea que Isaías usa para amigo aquí significa afecto y cercanía. Y en griego, las palabras de Santiago para amigo significan un asociado querido y cercano. Ambas insinúan una intimidad profunda y compartida.


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El resultado de la intimidad no es tan
Solo un afecto cercano por el Señor,
Sino que también una creciente
Separación de este mundo.


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Mientras más cerca estamos de Cristo, más grande nuestro deseo de vivir totalmente en su presencia. Además, comenzamos a ver más claramente que Jesús es nuestro único y verdadero fundamento.

La Biblia nos dice que Abrahán, “porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:10). Para Abrahán, nada en esta vida era permanente. Las Escrituras dicen que el mundo era “un lugar extraño” para él. No era un lugar donde echar raíces.

Sin embargo, Abrahán no era un místico. El no era un ascético con aires de santidad y vivía en una neblina espiritual. Este hombre vivió una vida sencilla, profundamente involucrado en los asuntos del mundo. Después de todo, él era dueño de miles de cabezas de ganado. Y él tenía suficientes sirvientes como para formar una pequeña milicia. Abrahán tuvo que ser un hombre muy ocupado, dirigiendo a sus sirvientes y comprando y vendiendo ganado, ovejas y chivos.

Todavía, de alguna manera, a pesar de sus muchos asuntos de negocios y responsabilidades, Abrahán encontró tiempo para tener intimidad con el Señor. Y porque él caminaba bien cerca con Dios, estaba cada vez más insatisfecho con este mundo. Abrahán era rico, prospero, con suficientes cosas buenas para mantenerlo ocupado. Sin embargo, nada en esta vida podía distraerlo de anhelar por la ciudad celestial que estaba adelante. Cada día, él anhelaba más y más estar cerca de ese mejor lugar.

La ciudad celestial por la cual Abrahán sentía anhelo no era un lugar literal. Más bien, era estar en casa con el Padre. Veras, la palabra hebrea para esta frase, “ciudad celestial” es Pater. Sale de la palabra raíz que significa Padre. Así que la ciudad celestial que Abrahán buscaba era, literalmente, un lugar con el Padre.

¿Que significa esto para nosotros hoy en día? Significa que movernos hacia esa ciudad celestial no es tan solo acerca de lograr el cielo alguno día en el futuro. Es acerca de anhelar experimentar diariamente la presencia del Padre ahora mismo.

El libro de Hebreos nos dice que los cuatro hombres que mencione – Abel, Enoc, Noé y Abrahán – murieron en fe (ver Hebreos 11). Cada hombre estaba separado del espíritu del tiempo en que vivían. Y cada uno estaba buscando una ciudad diferente. El mundo simplemente no era su hogar.

Sin embargo, esto no significaba que ellos estaban esperando hasta llegar al cielo para disfrutar de cercanía con el Padre. Al contrario, como peregrinos pasando por esta vida, ellos continuamente buscaban la presencia de Dios. Nada en este mundo podía detenerlos de seguir adelante, buscando un caminar más profundo y cercano con el Padre.

Por sus fieles ejemplos, estos hombres estaban diciendo, “Estoy buscando un lugar mas cercano a mi Padre. Y ese lugar esta más allá de lo que este mundo tiene que ofrecer. Aprecio los muchos dones santos que Dios me ha dado en mi amada familia y piadosas amistades. Nada en este mundo puede reemplazar el amor que tengo por ellos. Pero yo se que existe un amor mas grande para ser experimentado con el Padre.”

Hebreos 11 habla de muchos otros quienes su caminar de fe agrado al Señor. Por fe, estos siervos obraron grandes milagros e hicieron muchas cosas asombrosas. Y mientras examinamos sus vidas, vemos que ellos también compartieron un denominador común: ellos abandonaron este mundo y sus placeres para caminar más cerca con Dios.

¿Puedes hacer esta misma declaración? ¿Tu corazón anhela un caminar más cercano con el Señor? ¿Existe una creciente insatisfacción en ti con las cosas de este mundo? O, ¿esta tu corazón atado a las cosas temporales?


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Sin intimidad, tu fe no es una fe
Verdadera a los ojos de Dios.


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Marcos 4 relata una historia con Jesús y sus discípulos en un barco, sacudidos por una tormenta en el mar. Al entrar en la escena, Cristo ha calmado las olas con una sola orden. Ahora el se vuelve a sus discípulos y les pregunta, “¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).

Quizás pienses que esto suena severo. Era humano tener temor en una tormenta como esa. Pero Jesús no los reprendía por esa razón. Mas bien, el les estaba diciendo, “Después de todo este tiempo conmigo, aun no saben quien soy. ¿Cómo es posible que caminen conmigo por tanto tiempo, y que no me conozcan íntimamente?”

En realidad, los discípulos estaban pasmados por el extraordinario milagro que Jesús acababa de hacer. Las Escrituras dicen, “Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: --¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (4:41).

¿Puedes imaginártelo? Los mismos discípulos de Jesús no le conocían. Él había llamado personalmente a cada uno de estos hombres para que le siguiera. Y ellos habían ministrado a su lado, a multitudes de gentes. Ellos habían hecho milagros de sanidad, y habían alimentado una concentración grande de gente hambrienta. Pero aun eran extraños acerca de quien realmente era su Maestro.

Trágicamente, lo mismo es cierto hoy. Multitudes de cristianos han viajado en el barco con Jesús, han ministrado a su lado, y han alcanzado multitudes en su nombre. Pero realmente no conocen a su Maestro. No han pasado un tiempo de intimidad con él. Nunca se han sentado calladamente en su presencia, abriendo su corazón a él, esperando y escuchando para comprender lo que él quiere decirles.

Vemos otra escena acerca de la fe de los discípulos en Lucas 17. Los discípulos fueron a Jesús, pidiendo, “¡Auméntanos la fe!” (Lucas 17:5).

Muchos cristianos hacen la misma pregunta en la actualidad: “¿Cómo puedo aumentar mi fe?” Pero no buscan al Señor por sí mismos por su respuesta. Al contrario, se apresuran a seminarios que afirman enseñarles a creyentes como aumentar su fe. O, compran un montón de libros que ofrecen diez pasos rápidos para aumentar la fe. O, viajan cientos de millas para escuchar conferencias acerca de la fe por evangelistas y maestros prominentes.

Te puedo decir sin lugar a dudas, que nunca aumentaras tu fe en estas formas. Si quieres que tu fe aumente, tienes que hacer lo mismo que Jesús le dijo a sus discípulos en este pasaje. ¿Cómo contestó él a su pedido por fe? “…vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido;…” (17:8).

Jesús estaba diciendo, en esencia, “Ponte tu vestidura de paciencia. Entonces ven a mi mesa y come conmigo. Quiero que me alimentes allí. Tú felizmente trabajas para mí todo el día. Ahora quiero que tengas comunión conmigo. Siéntate conmigo, abre tu corazón, y aprende de mí. Hay tantas cosas que deseo hablar a tu vida.”

No te conformes con más explicaciones teológicas de la fe. No busques más pasos para obtenerla. Vete a solas con Jesús, y permite que el comparte su corazón contigo. La fe verdadera nace en la habitación secreta de oración intima. Así que, ve a Jesús y aprende de él. Sí pasas tiempo de calidad en su presencia, seguro que la fe vendrá. Él hará nacer la fe en tu alma como nunca la conociste. Créemelo, cuando escuches su voz queda, la fe explotara dentro de ti.


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Aquel país celestial – la ciudad con cimientos,
Buscada por generaciones antes de nosotros – es
El lugar donde vivimos ahora.


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Ese lugar, esa ciudad, esta en Cristo por fe. El descanso que nuestros padres anhelaban se encuentra en él. Hoy hemos recibido la promesa que ellos tan solo podía ver y abrazar de lejos por fe.

Jesús dijo, “Vuestro padre Abrahán se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró.” (Juan 8:56). Abrahán vio el día cuando Cristo vendría a la tierra y construiría el cimiento que él imaginó. Y el patriarca se regocijo al saber que un pueblo bendecido viviría en ese día. Él sabía que ellos disfrutarían acceso ininterrumpido a una conversación celestial y comunión con Dios.

Hoy, sin embargo, muchos cristianos están perdiendo esta promesa por completo. En su lugar, viven en un tumulto innecesario. Se apresuran de aquí para allá, tratando de trabajar una fe que “de resultados.” Están constantemente atrapados en un correr de actividades, haciendo cosas para Dios que al final son simplemente gravosas o cargas. Ellos nunca están en descanso pleno en Cristo. ¿Por qué? Ellos simplemente no se encierran con el Señor, para pasar un tiempo callado a solas con él.

Si estas enamorados de alguien, queremos estar en la presencia de esa persona. Ambos quieren compartir de sí mismos con el otro, abriendo sus corazones y siendo íntimos. Lo mismo es cierto de nuestra relación con Jesús. Si le amamos, debemos estar pensando constantemente, “Quiero estar contigo mi Señor. Quiero disfrutar su presencia. Así que me voy a acercar a él, y voy a esperar en su presencia hasta que sepa que él esta satisfecho. Me quedare hasta que le escuche decir, “Vete ahora, y regocíjate en mi amor.”

En días recientes, he escuchado la voz queda y quieta del Señor susurrarme algo después de mis tiempos de oración con él. Él dice, “David, por favor no te vayas todavía. Quédate conmigo. Son tan pocos los que tienen comunión conmigo, tan pocos los que me aman, tan pocos los que se quedan a escuchar mi corazón. Y yo tengo tanto que compartir.” Es casi un clamor, una suplica que escucho en su voz.

Entonces el Señor me dice, “Déjame mostrarte donde encuentro tu fe, David. Es cuando vienes a mí. Es tu esperar por mí, ministrarme, hasta que escuchas y conoces mi corazón.”

“Tu fe esta en tu deseo creciente de venir a mi presencia. Es en tu expectativa a nuestro próximo tiempo junto. Es en ese sentido que has desarrollado, que estar a solas conmigo es el gozo de tu vida.”

“Ya no es pesado para ti acercarte a mí, ya no es una labor difícil. Ahora ansias ese tiempo todo el día. Tu sabes que cuando tus labores han terminado, vas a venir a mi, para alimentarme y tener comunión conmigo.”

Esto es fe verdadera.

David Wilkerson.

¿¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.



SOBRE PACIENCIA.

(Esto ,digamos que no es puramente cierto,como cualquiera de las Palabras del Señor,pero algo podemos aprender de ello sobre la paciencia.)


A veces la impaciencia da más frutos que los más profundos cálculos. Bernard Shaw
Adopte el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia. Ralph Waldo Emerson

Casi no hay cosa imposible para quien sabe trabajar y esperar. François Salignac de la Mothe "Fénelon"

Canse tu paciencia a la maldad. Tertuliano

Con la paciencia y la tranquilidad se logra todo…….y algo más. Benjamín Franklin

¡Dios tiene mucha paciencia con el peregrino terrenal! Adolfo Kolping

El arte y la ciencia no bastan, sino que es, además, indispensable la paciencia. Johann Wolfang von Goethe

El hombre vulgar, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla. Lao Tse

El mejor remedio que conozco contra los impulsos repentinos de impaciencia es un silencio dulce y sin hiel. San Francisco de Sales

El que no tiene paciencia no puede exigirla de los demás. Adolfo Kolping

El que tiene paciencia, tendrá lo que quiera. Benjamin Franklin

En esta vida la paciencia ha de ser el pan de cada día; pero la necesitamos en particular para nosotros, porque nadie se nos hace tan pesado como nosotros mismos. San Francisco de Sales

Escuchar con paciencia es, a veces, mayor caridad que dar. San Luis, rey de Francia.

Quien sufre sin paciencia, pierde el cielo; quien sufre con paciencia, gana el cielo; quien sufre con gozo, asegura el cielo. San Juan María Bautista Vianney

La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces. Jean Jacques Rousseau

La paciencia es el soporte del débil, la impaciencia es la ruina del fuerte. Colton

La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte. Inmanuel Kant

La paciencia es la llave del paraíso. Proverbio turco

La paciencia es la virtud más heroica, porque aparentemente es la virtud menos heroica Giacomo Leopardi

La paciencia es tanto más perfecta cuanto menos se mezcla con inquietudes y desasosiegos. San Pío de Pieltrecina

La paciencia es un acto más noble que cualquier hecho. C. A. Bartol


La paciencia es una sabiduría; el que sabe esperar siempre gana; los arrebatados ya estan vencidos, antes de haber empezado la carrera. Autor desconocido

La paciencia crea confianza, decisión y una visión objetiva, lo cual eventualmente lleva al éxito. Brian Adams

La paciencia en un momento de enojo evitará cien días de dolor. Proverbio tibetano

La paciencia tiene más poder que la fuerza. Plutarco

La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia. Jean de La Fontaine

La persona peca porque no tiene paciencia, porque el pecado es, a la vez debilidad y violencia. Romano Guardín

Lo que distingue al hombre del animal no es la inteligencia, es la facultad de esperar. André Kédros

Lo que es imposible corregir, la paciencia lo hace tolerable. Horacio

Lucha virilmente y soporta con paciencia. Tomás de Kempis

¡No corras, vete despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo! Juan Ramón Jiménez

No hay auténtico genio sin paciencia. Louis Charles Alfred de Musset.

No te impacientes con la suerte: hay que dar tiempo a que la savia se haga flor. Zenaida Bacardí de Argamasilla

No neguemos nada; no afirmemos nada; esperemos. Arthur Schopenhauer

¿Por qué aguardas con impaciencia las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es también aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán y vendrán a tiempo. Amado Nervo

Quienquiera que pierda la paciencia, pierde la posesión de su propia alma. Los seres humanos no deben ser como las abejas que se aniquilan al aguijonear a otras J. Swit

Sabed que la virtud de la paciencia es la que nos asegura la mayor perfección. San Francisco de Sales

Sé paciente con todo el mundo; pero sobre todo contigo mismo. San Francisco de Sales

Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza. Proverbio Chino

Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que a cualquier otro talento. Isaac Newton

Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas, más aún debemos soportarnos a nosotros mismos. San Pío de Pieltrecina

Ten calma y no hables del ayer. El hoy es bello. Omar Kayyam

Todo llega si uno simplemente espera. Benjamin Disraeli

Todo pecado ha de atribuirse a la impaciencia, porque todo mal es impaciencia contra el bien. Para hacerse malo basta con no soportar el bien. Tertuliano



CADA VEZ QUE TÚ PIERDES LA PACIENCIA...


Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter.

Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día.

Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.

Los días pasaron y el joven pudo anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta...

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta.

Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves."

Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará, y la cicatriz perdurará para siempre.

Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.

Los amigos son en verdad una joya rara. Ellos te hacen reír y te animan a que tengas éxito. Ellos te prestan todo, comparten palabras de elogio y siempre quieren abrirnos sus corazones.


Colaboración de Yaileen


Con paciencia ganaréis vuestras almas.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

EL GOZO.


Salmo 51: 12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.

El Salmo que estoy citando es un Salmo de Confesión. Y en el vemos una vista interior de un hombre que quiere andar rectamente delante de Dios. Es el corazón de un hombre expuesto a la luz de su fracaso. Y este el Salmo de un rey. David era el líder de Israel en todos los aspectos; en lo político, en lo espiritual, en todo. Pero aún así, pecó contra Dios. Y este un Salmo con el cual podemos identificarnos todos los que hemos fracasado alguna vez.

Ahora bien, en esta ocasión solo quiero enfocar solo una de las declaraciones de su oración, y es la del texto arriba citado. Es obvio que David había conocido el gozo de la salvación. Cuando él dice; - " Devuélveme , indica que era algo conocido por él. Otras versiones de las Escrituras dicen Restáurame. Si hacemos un estudio de los salmos que escribiera el dulce cantor de Israel podemos probar lo antes afirmado. En el salmo 9: 1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus maravillas. Y en salmo 21:1 El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; Y en tu salvación, ¡cómo se goza! Otro salmo, el 23: 5b el rey declara; - " Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. " En el salmo 34: 1 " Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca." Por lo antes expuesto es claro que este hombre había tenido una relación muy intima y especial con su Dios. Y debe llamarnos la atención que aún así pecó e hizo lo malo ante los ojos de Dios. Por eso la Biblia dice en 1ra. de Cor. 10: 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Lo claro es que David había perdido el gozo que una vez había experimentado con Dios y que anhelaba recuperarlo. Y hay muy buenas razones como para anhelar este gozo. En primer lugar porque es el gozo del perdón. En el Salmo 32: 1 nos dice el salmista; - " 1 Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado." Es el gozo de andar en la Presencia del Señor. Otro salmo, el 40: 16 nos dice; " Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, Y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido. Es este el gozo de haber encontrado la respuesta a las interrogantes de la vida. Este gozo se encuentra tan solo cuando hacemos a Dios el centro de nuestra vida. Pero David lo había perdido. Porque aquel " Vuélveme " implica haberlo perdido.

En otras palabras, ya no lo poseía. David no estaba solo, ni lo está hoy día, en su caída y perdida subsiguiente del gozo de la salvación. Como David muchos se esconde detrás de una religiosidad vacía y en verdad ya no sienten nada, si es que una vez sintieron. David ante todos parecía el mismo menos ante los ojos de Dios y de su profeta. Te has puesto a pensar en la cantidad de pecados que se esconden debajo de muchos altares? Pero David se volvió a Dios y eso dice mucho.

Muchos están llenos de " ceniza " aunque alguna vez experimentaron la gloria de Dios. Muchos viven cargados de culpabilidad aunque una vez experimentaron la bendición divina. Muchos viven amargados, aún en los parámetros del templo, aunque alguna vez estuvieron llenos de una nueva canción. Hoy muchos practican mas la "quejabanza" que la alabanza, aunque ayer vivían una vida plena de adoración. Muchos viven en la religión del disimulo, porque no tienen la humildad de espíritu como para humillarse.

En 2da de Samuel Cáps.. 11 y 12 se nos relata la historia del gran pecado de David. Adulterio y asesinato. Y eso, sin lugar a dudas le robó el gozo y su canción. Esa fue su historia. Cuál es la tuya? Porque el Dios que perdonó a David está dispuesto a perdonarte a ti. Lo que es claro es que David quería recuperar el gozo perdido. " Vuélveme" o " restáurame " fue parte vital de su oración para recuperar lo que había perdido, pero hay gente que prefiere seguir disimulando. David oró ante Dios, sabiéndose descubierto y cansado ya de disimular lo que ya no sentía. Se acogió a la Divina Misericordia y Dios le oyó y le perdonó.

Ahora bien; cuál es el camino a seguir cuando nos hemos descarriado? Es el camino de la confesión, de la humillación y de la búsqueda. . Pero que difícil se la hace al soberbio el doblar la cabeza y derramar el corazón delante de Dios! Qué difícil se le hace a muchos el aceptar que han fallado, que han hecho lo malo ante los ojos de Dios ! El asunto no es si hemos o no pecado. El asunto es qué vamos a hacer cuando nos damos cuenta que ya no somos los mismos en nuestra relación con el Señor. Que ha ocurrido un cortocircuito en alguna conexión y que es imperativo que hagamos algo al respecto. David fue confrontado por el profeta Natán y tuvo que reconocer que ya no era el mismo. Pero no basta con reconocerlo, hay que hacer algo al respecto. David se volvió a Dios humillado y Dios fiel a Su Palabra le perdonó.

Cuál es tu condición ante Dios mientras lees este artículo? Te encuentras satisfecho con la vida que vives o reconoces que le has fallado a Dios? No sientes el gozo que una vez sentías de servirle al Señor, de orar, de testificar, de ser útil en Sus Manos? Entonces te invito a que ores ahora mismo al Señor y que implores su perdón. El nunca abandona a los que se vuelven a él. Tu gozo regresará cuando regreses a Dios confesando tus pecados y apartándote de ellos.

Tu hermano Dr. A. Vallejo


A ordenar que se les dé a los afligidos de Sion gloria en lugar de ceniza,óleo de gozo en lugar de luto,manto de alegría en lugar de espíritu angustiado.:fish: :baby: :corazon:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

LA TEMPLANZA



1Ped. 1:13

1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;


LA TEMPLANZA La templanza es uno de los frutos del Espíritu, y el diccionario nos dice que es: Virtud cardinal que consiste en moderar los apetitos. Sobriedad. Yo considero que esta virtud es de mucho valor en el carácter cristiano, pues aunque es triste ver a alguno de los creyentes que no es fiel ni cumple con sus deberes, pero tampoco es bueno ver a otros, que es tanto su celo, que pueden hasta olvidar el amor y el perdón, que son fundamentos principales en la doctrina cristiana, y con tal de hacer ver su rectitud y fidelidad, no les importa que las ovejitas, por las cuales Cristo murió, se pierdan. Alguien dijo que “”los extremos se tocan””, por eso es que hay que tratar de lograr el balance. Y yo creo que la solución está en esa preciosa virtud que modera nuestros apetitos y nos enseña a ser sobrios o templados. Qué hermoso es ver a una persona que puede controlar su carácter y nunca se va a los extremos, pero que es fiel a Dios y a su doctrina, no teniendo más alto concepto de sí mismo que el que debe tener, y vive con templanza y moderación. -M.A.



PENSAMIENTO: NI EXTREMISTAS NI DESCUIDADOS EN EL CENTRO PARA ALCANZAR EL BALANCE ESPIRITUAL.


[/CLa excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia, templados realizando actos de templanza y valientes realizando actos de valentía.:corazon: :baby: :fish: OLOR]
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

Pudiera ser hermano/a que no compartas este mensaje,o no lo entiendas de igual manera. Compartemelo,y si es posible con ayuda de Dios lo comentaremos.De este modo también quizá podamos aprender.Dios te bendiga.


"AMOR A LAS PERSONAS,
AMOR A DIOS,
AMOR A LA VERDAD,
AMOR Y OBEDECER,
AMOR Y DESOBEDECER,
AMOR Y BUENAS OBRAS".


¿Confusión sobre distintos amores
y prioridades espirituales?



A. ¿Cuál amor es más importante: el amor a las personas o el amor a la verdad? Definitivamente, el amor a la verdad.

1. “Las personas” no pueden salvarnos del castigo eterno ni otorgarnos inmortalidad en el nuevo mundo venidero. En cambio, la verdad de Dios revelada por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento tiene poder para:

a) Santificar. “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).

b) Librar de engaños, mentiras, falsedades, ritos estériles, tradiciones vanas (Mateo 15:1-9) y el yugo del Antiguo Testamento (Gálatas 5:1-4). “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

c) Hacernos nacer de nuevo. “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18).

d) Purificarnos a través del sacrificio de Cristo. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad” (1 Pedro 1:22).

e) Salvar. Es preciso recibir “el amor a la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10).

f) Llevarnos a la luz. “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:21).

g) Producir gozo. “El amor… se goza de la verdad” (1 Corintios 13:4-6).

h) Lograr que escapemos de la ira y el enojo de Dios. “Pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad” (Romanos 2:8). “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gálatas 5:7; 3:1).

i) Hacer crecer. “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15).

2. Cristo mismo amaba a la verdad más que a las personas. Lo entendieron aun sus enemigos quienes dijeron: “Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras las apariencias” (Mateo 22:16). Estimado (a) lector (a), ¿es usted “amante de la verdad”, enseñando “con verdad el camino de Dios”? ¿O acaso está más pendiente a las personas que a la verdad? Equivocarnos de prioridades espirituales puede que resulte fatal para el alma.

B. ¿Hay quienes aman más a las personas que a la verdad? Sin duda, ¡gran número!

1. ¿Cuántos seres humanos aman a sus padres, hijos, abuelos y demás familiares, sin preocuparse, en absoluto, por la verdad de Dios en la Biblia? ¿Los salvará su “amor por familia” en el Juicio Final? No leen la Biblia, ni oyen “la palabra de verdad, el evangelio de… salvación” (Efesios 1:18). El “amor por familia”, sin aprender y obedecer la voluntad de Dios el Padre, no cualifica para salvación eterna. ¿Amaba Cristo a su familia terrenal? Sin lugar a dudas. Sin embargo, ordenando distintas clases de amor y prioridades espirituales, pregunta: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?”, contestando él mismo: “Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:46-50). ¿Dónde se divulga “la voluntad de mi Padre”? En el Nuevo Testamento. ¿Conoce usted y está obedeciendo “la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación” en el Nuevo Testamento?

2. ¿Cuántos seres humanos aman a amigos, compatriotas y aun a toda la humanidad, sin que les importe en nada la verdad de Dios en la Biblia? ¡Elevado número!, al juzgar por las muchas profesiones al respecto. No leen la Biblia; desprecian a iglesias, predicadores, pastores y sacerdotes. Su criterio se recoge en la siguiente expresión: “Las personas primero; la “verdad” es relativa, y, por consiguiente, secundaria”. La filosofía de los tales es de índole humanista, o sea, “el bien y la felicidad de los humanos, de la humanidad, por encima de todo, sin incomodar a ninguno con supuestas verdades absolutas”. Entre los humanistas no faltan quienes confiesan “creer en Dios”, pero está en tela de juicio su “fe”, pues no aman la verdad de Dios revelada en la Biblia. De no amarla, ¿en qué “dios” creen?

3. ¿Cuántos creyentes en Dios aman más a las personas que a la verdad? Un porcentaje muy alto, conforme al comportamiento y las actitudes observadas. Creen en el Dios de la creación y de la Biblia, pero aman más a sus líderes espirituales, a sus compañeros de la misma fe o a su iglesia que a la verdad revelada en el Nuevo Testamento. No toleran que se analice críticamente su doctrina, práctica, iglesia, pastor, evangelista, predicador, profeta, sacerdote, etcétera. Se enojan. Rehúsan someterse al escrutinio espiritual objetivo. Al señalárseles alguna verdad de la Biblia que están contradiciendo o que no están practicando, se les nublan los ojos, se muda el semblante y terminan rechazando, aun con coraje, la verdad presentada, porque aman más su propio ego que no admite corrección, o aman más a “mi iglesia”, “a mis hermanos y hermanas”, que la pura verdad de Dios. “Amo a mi pastor. Es un verdadero siervo de Dios, humilde, amoroso, bueno. Él sabe Biblia y no me va a engañar.” ¡Ojalá! Con todo, el Espíritu Santo exhorta, mediante la pluma de Juan, el apóstol de amor: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritu si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

C. ¿Se puede amar a Dios, sin conocer, amar u obedecer la Biblia, en particular, el Nuevo Testamento de Cristo?

1. De cierto, existen personas que afirman tener tal “amor”. “Yo no sé casi nada de Biblia. La leo de vez en cuando, sin entender gran cosa. Pero, veo a Dios en la naturaleza y en los seres humanos, y le amo mucho.” No se preocupan por la verdad revelada en el Nuevo Testamento, no la buscan, no la aman, pero “aman a Dios”.

2. Semejante “amor a Dios”, ¿cómo clasificarlo? Quizás como mal informado, incompleto, sentimental. ¿Podrá salvar? Juzgue usted, querido lector, de acuerdo con los siguientes textos bíblicos.

a) “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3).

b) “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

c) “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama” (Juan 14:21).

d) “El que me ama, mi palabra guardará… El que no me ama, no guarda mis palabras” (Juan 14:23-24).

e.) “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:10).

A todo aquel que ama la verdad divina por encima de todo, no hay por qué seguir dando vueltas al asunto, pues para el tal es del todo evidente el eslabón inquebrantable entre el “amor a Dios” que salva por un lado, y por el otro, conocer y guardar los mandamientos de Cristo. ¿Amar a Dios sin aprender y obedecer su palabra? Posible, pero es obvio que ese tipo de amor no satisface a Dios, y, por ende, no salva. Por mucho que satisfaga o llene al que lo siente, no es el amor que nos enseña Cristo. “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

“¡Ah!, pero Señor, yo te amo sin conocer tus mandamientos. ¡Tan grande amor siento por ti! ¿Qué tienen que ver los mandamientos con mi amor, Señor? Tú sabes que no me gusta leer mucho; menos estudiar doctrina. Pero, te amo, y eso es lo que cuenta, ¿no?” ¿Pensamientos y expresiones de espíritu chiquillo? “Papito, me mandaste a limpiar mi cuarto. No lo hice, (ni pienso hacerlo, cruza por su mente). Pero, ¡te amo tanto, papito! Estás contento conmigo, ¿sí?”

¿Amor infantil? De cierto, no se trata de un amor maduro, inteligente o bíblico

Ese amor sentimental de “Papito Dios, ¡bendito!, tú eres tan bueno para con todos nosotros los seres humanos” más nos vale no sustituirlo por “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). ¡Que conste: no solo con el corazón y el alma sino también con la “mente”! O sea, también con el intelecto, el entendimiento y la razón, facultades que nos capacitan para aprender los mandamientos de Dios, la verdad de Dios.

D. ¿Es más importante socorrer a los afligidos que enseñar la verdad de Dios en el Nuevo Testamento? Ambas obras son extremadamente importantes, pero enseñar la verdad de Dios es la más importante.

1. Pongamos que aliviáramos los sufrimientos de todos los desventurados en todo el mundo, ¿nos salvaría Dios eternamente aunque no aprendiéramos ni obedeciéramos su “palabra de verdad… el evangelio de salvación”? Desde luego, él es quien tiene la última palabra. Sin embargo, nos ha instruido ampliamente sobre la importancia para él de “la verdad”, conforme a sus designios, para nuestra reconciliación y eterna salvación. ¿Suprimirá él sus condiciones para perdón en virtud de nuestras buenas obras? Personalmente, no pienso arriesgarlo. Seguiré, con el favor del Señor, enseñando “palabra de verdad” (2 Corintios 6:7), sin dejar de hacer “bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

2. Sustituir obras de caridad por la proclamación de “la verdad del evangelio” (Gálatas 2:5) es frustrar el propósito de Dios de “salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21). Las obras, por importantes e indispensables que sean, no salvan. El “evangelio… es poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16), pero ¿lo callaremos, optando por hacer “obras de caridad”? Esto es precisamente lo que muchos “cristianos” e “iglesias” están haciendo últimamente: ya no proclaman ni sufren la “sana doctrina”, teniéndola por demasiado “confrontacional”, es decir, controversial. Prefieren dar prioridad a “obras”. En realidad, invierten prioridades espirituales.

3. Nuestras "buenas obras" se validan ante Dios al obedecer nosotros la verdad de Dios.

a) Muchos pecadores impenitentes, incluso mafiosos de todo tipo, hacen obras de caridad. Algunos escépticos, ateos y paganos tienen misericordia de personas que sufren. ¿Aseguran sus obras salvación en el Juicio Final?

b) Gran número de "religiosos" de toda categoría moviliza proyectos y misiones a favor de las masas carentes de lo más básico. ¿Recibirán todos y cada uno la corona de vida, no siendo determinantes en nada sus creencias o prácticas religiosas, bien que sean idólatras, herejes, judaizantes, falsos apóstoles, profetas o maestros, usurpadores, dictadores eclesiásticos o de cualquier otro grupo condenado por Dios? Bien se sabe que no. Aun lo bueno que tienen les será quitado si no obedecen la verdad de Dios para salvación. "Y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera" (Mateo 25:29-30).

c) Recitar sus buenas obras ante el Juez Cristo en aquel día de arreglar cuentas, ¿de qué le aprovechará si no obedeció los demás mandamientos del Señor? No le salvarán sus obras sino el haber obedecido el evangelio de salvación: creer, arrepentirse, confesar el nombre de Cristo, bautizarse para perdón de pecados, perseverar en la doctrina de los apóstoles, vivir en santidad, etcétera, etcétera. En fin, reconciliarse para con Dios por medio de obedecer su verdad, luego hacer buenas obras. Prioridad a la obediencia, y no a las obras. Pero, al obedecer, no olvidarse de las obras, "porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras" (Efesios 2:10).

E. ¿Es más importante meternos los predicadores y maestros del evangelio de Jesucristo en barras, prostíbulos, pubs, discotecas, puntos de droga, clubes nocturnos, pistas de baile, cines, negocios de materias pornográficas, playas donde pululan bañistas casi desnudas o desnudos, etcétera, proclamando arrepentimiento, que “enseñar… redargüir… corregir… e instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16-17) a multitudes de seres humanos más serios, sobrios, inteligentes y deseosos de conocer a Dios, llegar al “conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4) de Dios y salvarse eternamente?

1. Sin duda, los viciados, chiflados, burladores, hedonistas, humanistas y ateos del mundo necesitan urgentemente de la verdad de Dios. Con todo, ¿cuántos de ellos caen en la categoría de “perros” o “cerdos” que jamás aprueban “tener en cuenta a Dios” (Romanos 1:28)? Aconseja el mismo Señor: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6). Algunos atrevidos “siervos del Señor” han sufrido en carne viva las consecuencias dañinas de hacer caso omiso a este consejo divino.

2. En contraste con las personas más depravadas, violentas y lejos de Dios, identificamos a una gran multitud más decente, tranquila y ordenada, consciente de Dios, más cerca de él, más propensa a buscar de él, más interesada en su mensaje, aun deseosa de complacerlo en su vida cotidiana, reconciliarse y salvarse eternamente. ¿Con qué lógica desatender a estas almas más nobles, dándole prioridad a los más malos? De mi parte, daré prioridad a quienes tienen “sed de Dios”, sed de la verdad, de justicia; a quienes “buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:7).

a) Una parte sustancial de los estudios espirituales que ofrecemos se preparó y se presenta para estas almas nobles que aman la verdad de Dios.

b) Los recursos para investigaciones religiosas disponibles en este sitio de Internet se desarrollan para estas almas nobles, amantes de la verdad, que no temen profundizar en doctrinas, credos, prácticas, etcétera, precisamente, porque su propia prioridad es descubrir la pura y completa verdad de Dios.

c) “¡Malgastan energías y dinero!”, exclaman algunos que nos visitan, escandalizados por ciertos temas no a su gusto, añadiendo: “¿Por qué no dedicarse más bien a rescatar a alcohólicos y drogadictos, o a brindarle socorro a los menesterosos?” Esto lo hacemos, pero no es nuestra prioridad número uno por las razones expuestas desde el principio de este estudio. La predicación y la exposición de “toda la verdad” revelada por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento (Juan 16:7-15) es nuestra misión prioritaria, misión que entienden y respaldan quienes aman la verdad de Dios por encima de todo, pero que no entienden y censuran quienes aún no han aprendido a amar la verdad divina más que cualquier otra cosa.

F. Prioridades espirituales. Sobre todo, ¡amar la verdad de Dios!

1. Amar la verdad es amar a Cristo, pues él es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

2. Amar la verdad es amar al Espíritu Santo “porque el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5:6).

3. Amar la verdad es amar a Dios, el Padre de la verdad. “Todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15). “Porque yo no he hablado de mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me la ha dicho” (Juan 12:49-50).

4. Enseñar al prójimo toda la verdad de Dios evidencia amor por el prójimo, Denegarle la verdad “por no lastimarlo” es hacerle una gran injusticia.

5. Enseñar al prójimo menesteroso la verdad de Dios, pero no atender a sus necesidades materiales, pudiendo hacerlo, es fallar gravemente en la plena aplicación práctica de la ley del amor divino.

G. Conclusión. Ordenemos nuestras prioridades espirituales conforme a las instrucciones de la Deidad para poder cumplir cabalmente su voluntad en la tierra, evitando malgastar palabras, mensajes, energías, talentos o tiempo.



Escribe Homero Shappley de Álamo.

EL PERFECTO AMOR ECHA FUERA EL TEMOR.:fish: :corazon: :baby:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.

EL AMOR,MANDAMIENTO.

I. EL AMOR AL PROJIMO NOS LLEVA A AMAR A CUALQUIER RAZA
Cuando estemos delante de la presencia de Dios nos podremos dar cuenta cuán poco hemos valorado el amor al prójimo.

A veces somos desdeñosos con el prójimo. Creemos que porque no tienen sangre nuestra no merecen nuestra atención ni nuestro cuidado. Creemos que el amor es solamente a aquellos que son nuestra familia.

Mirando con el telescopio del Espíritu estamos entendiendo que el amor al prójimo son todos nuestros hermanos en Cristo, sin raza, sin bandera, ni color. Es por eso que el Ministerio Internacional de Misiones de nuestra iglesia se hará cada día más grande, porque el amor al prójimo nos lleva a amar a cualquier raza. Es una enseñanza mística desde el punto de vista que estás amando lo que no has visto, sin embargo tú estás amando a ese prójimo.

Dice el Señor que “procuremos ejercitarnos en el amor al prójimo”.

Me gusta la idea y me gusta la palabra “procuremos”. Quiere decir que tenemos que hacer buenos hábitos. El cuerpo humano es una máquina que graba, y a esa máquina hay que darle buenos hábitos. Muchas veces yo he visto con cuanta indiferencia se sienta un hermano al lado de otro hermano y no hay un saludo, una mirada, una palabra de bienvenida.




Se que este boletín va a llegar a muchos corazones ajados por falta de amor, porque cómo estropeamos, como Satanás interfiere para que no saludemos al hermano.

I Corintios 14:1 “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.”

Qué bueno que podemos hablarle a una iglesia profética que conoce el hilo de la profecía, hasta los niños. Ellos conocen la profecía, aman la profecía, creen en la profecía y esperan la profecía. Iglesia del siglo XXI los tiempos de Dios son siempre presentes. La Palabra de Dios fue escrita siempre para estar en el tiempo presente.

I Timoteo 6:11 “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.”

Huye de toda la hipocresía del mundo pero ejercítate en el amor. Nadie nos ha enseñado que tenemos que ejercitarnos en el amor.

Hay que ejercitar el amor; no es creer que el amor se da así como una planta, hay que ejercitarlo.

II. VESTIDOS DE AMOR

Colosenses 3:14 “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” Sin ese amor no podemos estar en el vínculo de Dios, porque ese vínculo que nos une a Dios es el amor. La ira se evapora cuando hay amor, pero amor espiritual, no amor carnal.

I Tesalonicenses 5:8 “Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.”

Si hay amor, somos hijos de luz. Cuando no hay amor entramos en tinieblas. La corona de justicia nos abrace siempre. La paz es un arma de amor y de luz.

No solamente tenemos que vestirnos con el vestido de amor sino que también tenemos que vestirnos con el vestido de la fe.

III. EL AMOR HAY QUE ECHARLO A ANDAR

Efesios 5:3 “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos.”

La avaricia, el pecado, nada de eso nos conviene, no podemos echarlo a andar. Nosotros somos hijos de un Dios que tiene realeza en la tierra y en el cielo. La confusión de los santos de hoy es que creemos que la realeza de Dios solamente nos va a vestir cuando estemos en los cielos. No hermanos, la realeza de Dios también nos viste aquí en la tierra. Somos prósperos por medio de la realeza.

IV. ABUNDAR Y CRECER EN AMOR

El amor es como un gran pozo que cada vez que tires el cántaro tú puedes sacar. En la historia de la vida del hombre, el amor debe de reflejarse como un pozo en el cual todos los días de tu vida vas a usar en don del amor, no importa, aún no siendo cristianos, todo ser viviente tiene que echar el cántaro y sacar amor, aún para un plato de comida; muchos sirven la comida sin paz porque la hacen sin amor, pero hay quien cocina con amor porque se acuerdan de a tal persona le gusta cierto alimento, a otra otro alimento y el que va a la cocina va a complacer gustos, sabores, maneras.

No se puede hastiar el que está en la cocina, es un servicio de placeres, y si es de placeres nosotros tenemos que estar prodigando amor. Un plato de comida a uno de tus hijos, bien hecho, porque fue hecho con amor para uno de ellos.

V. ABUNDAR Y CRECER EN EL AMOR REQUIERE UN EJERCICIO

Para aquellos que están paralizados y que creen que porque se sientan en tal lugar tienen que venir a saludarlos, para aquellos que no acostumbran a saludar en la iglesia, les diré que eso no es falta de educación, eso es falta de amor. El amor es educado, es benigno, es paciente, no se ensaña, es pasivo.

El amor es un ejercicio que debe de abundar y crecer dentro de nosotros.

Esta palabra de amor trae a la iglesia conocimiento. Muchas personas no saben cómo amar, quieren amar pero en sus hogares no los ejercitaron para amar.

II Corintios 8:7 “Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia.”

Dios evalúa ese amor como una gracia, o sea que no es de nosotros, es de Dios. Cuando tú ejercitas el servicio, la salutación, el amor a tu prójimo, a tus hermanos, cuando tú puedes saludar y dar cariño y amor, sonreírles, tú estás ejercitando ese amor. Por eso nos dice el Señor: “abundad también en esta gracia.” Qué profundo es el amor de Dios. La espesura de su grandeza es insondable, pero la grandeza de su amor es imperecedero. No podemos limitar el amor de Dios en nosotros.

Cuando tú no saludas a un hermano con afecto, estás limitándote tú, no el hermano. Nosotros dejamos de ejercitar tan alto honor.

Filipenses 1:9 “ Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento.”

Cuando hay discernimiento, cuando yo veo a un hermano que tiene discernimiento, yo se que conoce el amor de Dios, porque no puede haber discernimiento si no se conoce el amor de Dios. Ese es un don que viene de Dios mismo. Cuando hay crecimiento espiritual y tú no te estancas y no hay que llamarte la atención, hay abundancia de amor, porque el Espíritu es muy amoroso.

El Espíritu Santo refleja el amor de Dios; interviene el mismo Jesucristo con su Espíritu de amor. Por tanto, hay un crecimiento en esa estatura espiritual y si ahí hay un crecimiento es entonces cuando viene el don de discernimiento.

Cuando no tienes el don de discernimiento tú no puedes discernir. Ves a un hermano muy chiquito pero es más grande que tú en discernimiento y en espiritualidad. Igualmente ves a un hermano muy grande en crecimiento físico, pero muy chiquito en el espíritu.

Cuando tú tienes discernimiento puedes ver, en ese disertar del Espíritu, lo que tienes frente a ti. Cuando puedes discernir quién te habla, cómo te habla y por qué habla, tú tienes crecimiento. Cuando tenemos crecimiento activamos el amor de Dios, porque no puede haber crecimiento si no hay un desarrollo de amor dentro de nosotros.

VI. SI TENEMOS AMOR AL PROJIMO IN- MEDIATAMENTE SOMOS SANTOS IRREPRENSIBLES

Cuando vivimos lidiando y escarbando y viendo quién nos dañó y quién nos hirió tenemos entonces la sutileza de Satanás y dejamos los campos de Dios y entonces nunca tendremos el don de discernimiento, porque el discernimiento lo tendremos para lo malo no para lo bueno.

Cuando a la inversa, nosotros, que somos santos irreprensibles delante de Dios porque practicamos y activamos el amor de Dios en nuestros corazones, los campos que activamos son todos de bonanza, de fruto, de bendiciones, y todo lo que vemos es bueno y cuando llega el malo, vemos lo bueno de ese malo y entonces le tenemos misericordia.

Efesios 1:4 “...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.”

Si esto es verdad, que nos escogió antes de que El creara el mundo, si ya nosotros estábamos dentro del embrión de Dios, amar es un mandato de Dios. No podemos ser diferentes, porque la naturaleza de nuestro Dios es AMOR, y ese amor te da para tú seguir amando y perdonando a los tuyos, esto es un mandato de Dios y hasta el final tenemos que amar.

VII. HAY QUE ESTAR EN EL AMOR

Hay que estar en el amor. No te arrimes al que no tiene amor, porque no está en el amor; no te arrimes al que no perdona, porque no está en el amor; no te arrimes al que cuenta chismes, porque no está en el amor; no te arrimes al que señala, al que murmura, porque no está en el amor.

Requiere de nosotros esa estadía de firmeza para poder contrarrestar cuando nos vienen a conmover, cuando nos vienen a quitar del lugar que nosotros hemos adquirido con mucho sacrificio por amor.

¿Y cómo seguir amando? Entendiéndonos, discerniendo, porque el discernimiento trae y activa el amor.

I Timoteo 2:15 “Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.”

II Timoteo 1:13 “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.”

Amén.

Gracias al autor del mensaje,que Dios le bendiga allí donde esté.
NO HUBO OJO QUE SE COMPADECIESE DE TI PARA HACERTE ALGO DE ESTO,TENIENDO DE TI MISERICORDIA,SINO QUE FUISTE ARROJADA SOBRE LA FAZ DEL CAMPO,CON MENOSPRECIO DE TU VIDA,EN EL DÍA QUE NACISTE.
Y YO PASÉ JUNTO A TI,Y TE VI SUCIA EN TUS SANGRES,Y CUANDO ESTABAS EN TUS SANGRES TE DIJE:¡ VIVE ! SÍ,TE DIJE,CUANDO ESTABAS EN TUS SANGRES :¡ VIVE !:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

Saludos en Cristo Jesús.




EL AMOR ES VIDA

El amor, es decir, la capacidad que una persona tiene de dar y recibir amor se desarrolla recibiendo y dando amor desde su nacimiento e infancia. De todas las facultades que Dios ha puesto en nosotros la más maravillosa es el amor. «Dios es amor», dicen las Escrituras (1 Jn 4.8). El amor es, por así decirlo, la materia prima de la que Dios está hecho.




Si a alguien mientras duerme le hicieran cirugía plástica y le cambiaran los rasgos de su cara, la forma de su nariz, de su boca, el color de su piel, y luego se levantara y se mirara en el espejo, se asustaría increíblemente y gritaría: ¡Hey! ¡Ese no soy yo! No se reconocería porque se identifica a sí mismo con su cara, con su cuerpo. Pero nosotros no somos nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es sólo el vestido de nuestro verdadero yo, una casa temporal en la cual habitamos durante un tiempo. Cuando muere el cuerpo seguimos viviendo, porque nuestro verdadero yo es inmortal.


Decimos que una persona muere cuando el cuerpo que le servía de instrumento para actuar en el mundo físico, deja de funcionar. Es como el buzo que desciende al fondo del océano en una escafandra. Sin la escafandra el peso del agua lo aplastaría , no podría respirar, moriría. Pero él no es la escafandra, él está dentro de la escafandra y al volver a la superficie se la quita. Así nosotros estamos en nuestro cuerpo, pero no somos nuestro cuerpo. Y un día nos lo quitamos.


Cuando nuestro cuerpo empieza a envejecer, cuando pierde su agilidad, su belleza, su fuerza y nuestro cerebro ya no funciona con la misma agilidad de antes, nos entristecemos y decimos que estamos envejeciendo. Pero nosotros no envejecemos, sólo nuestro vestido corporal envejece.


En la primera epístola a los Tesalonicenses Pablo escribe: «Todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo...» (1 Ts 5.23). Somos espíritu, tenemos un alma y vivimos en un cuerpo. Nuestro espíritu es la esencia, el núcleo de nuestro yo. Es aquella parte de nuestro ser que puede estar en contacto íntimo con Dios (1).


En nuestra alma residen las facultades que Dios nos ha dado: mente, inteligencia, memoria, emociones, sentimientos, imaginación, voluntad, etc. Nuestra alma contiene todo un tesoro de facultades y posibilidades inimaginables para la mayoría de la gente, generalmente porque las ignoran, no afloran a su conciencia, no han tenido oportunidad de desarrollarlas o las han reprimido desde temprana edad.


Muchas personas al mirarse en el espejo se sienten descontentas con lo que ven. Se consideran feas, o poco inteligentes, o torpes, o antipáticas. Desde la infancia han tenido experiencias tristes y humillantes y se han endurecido; les han quitado toda esperanza, amor propio y toda estima por los demás.


Pero nosotros hemos sido creados a la imagen y semejanza de Dios. Dios es espíritu y nosotros somos un espíritu, al que Dios ha dado un alma y ha vestido con un cuerpo. Nos ha creado tripartitos a su imagen y semejanza. Ha impreso su estampa en nosotros. Somos un reflejo de lo que Él es. En nuestro ser primigenio somos bellos y perfectos como Él lo es.


¿Por qué entonces nos vemos tan alejados de la perfección que es Dios, tan limitados, tan indignos? A causa del pecado. El pecado ha deformado la imagen y semejanza de Dios en nosotros, la ha oscurecido y ocultado.


¿Qué pecado? En primer lugar el pecado de nuestros primeros padres que corrompió nuestra naturaleza y entregó a la raza humana al dominio de las fuerzas oscuras (Gn 3). Ese pecado es el origen de todos los pecados subsiguientes, comenzando por el asesinato de Abel por Caín (Gn 4.1–8). En segundo lugar nuestros pecados, que cada uno sabe cuál es. Pero también el pecado de las personas con las que hemos vivido y que ha afectado nuestra vida, así como nuestro pecado afecta la vida de los demás.


De todas las facultades que Dios ha puesto en nosotros la más maravillosa es el amor. «Dios es amor», dicen las Escrituras (1 Jn 4.8). El amor es, por así decirlo, la materia prima de la que Dios está hecho. Así como podemos decir que la materia prima de un vaso es el vidrio, y la de una mesa es la madera, la materia prima de Dios es el amor.


Y así como el agua todo lo moja con tan sólo tocarlo porque es agua, Dios ama necesariamente todo lo que ha creado porque es amor. Para Él es imposible dejar de amar porque su naturaleza lo impele a ello (2).


Y como Él es amor, ha derramado su amor a su alrededor, en toda la creación. Ha vertido su amor en nosotros y nos ha dado la capacidad de amar. Amamos aun sin querer porque hemos sido hechos a su imagen y semejanza. Pero con frecuencia esa capacidad de amar está frustrada en muchas personas porque en lugar de recibir amor en su infancia, cuando más lo necesitaban, recibieron desamor y maltratos.


Si se golpea repetidas veces y con fuerza el brazo de un pequeño, quedará deformado, no crecerá bien ni tendrá vigor. De igual manera si la capacidad de recibir y dar amor de una criatura es golpeada o herida cuando más necesita ser amada, su capacidad de amar no se desarrollará, sino quedará lisiada, maltrecha.


El amor, es decir, la capacidad que una persona tiene de dar y recibir amor se desarrolla recibiendo y dando amor desde su nacimiento e infancia. El amor se aprende en la cuna. El recién nacido tiene tanta necesidad de ser amado como de ser amamantado. En verdad, Dios, que es tan sabio, hizo que el hombre al nacer recibiera el alimento del pecho de su madre para que junto con la leche recibiera amor. Además, inventó esta manera de nutrir para que, dependiendo de su madre, la criatura viviera en comunión con ella. Sólo una mujer sin corazón no ama al niño que amamanta. Lamentablemente algunos nunca fueron amamantados o cuando los destetaron ya no recibieron más amor, sino sólo indiferencia.


Es cierto también que la lactancia materna no es la única manera como el niño puede recibir amor. Hay muchas otras que forman parte de la vida diaria; por ejemplo, jugar con ellos, acariciarlos, cuidarlos, etc. Todas esas son expresiones de amor importantes para el niño pequeño porque tiene necesidad de amor, de ser amado y de amar. El niño bebe el amor como la leche del pecho y ama espontáneamente. Pero si en lugar de amarlo, lo maltratan con desamor, dureza, crueldad, o indiferencia, su capacidad de amar se malogra, se marchita, queda como inválido. En consecuencia el niño se torna triste, hosco, desconfiado, temeroso. ¡Con cuántas caras se cruza uno que llevan la marca de no haber sido amadas en la infancia!


El amor es vida para el ser humano, como el agua para las plantas. Si vierte agua a una planta reseca, verá como reverdece. Igual pasa con el hombre, sin amor su vida caduca, perece, se seca. Pero si damos un poco de amor a un ser sin esperanza, verá como le vuelven a brillar los ojos.


Todos los seres humanos buscamos amor. Aun los seres más golpeados por la vida, los más desilusionados, como los niños abandonados, se unen a pandillas, se rodean de amigos de la calle para ayudarse y protegerse mutuamente. La amistad es una forma de amor. No obstante, como la capacidad de amar de estos niños ha sido golpeada cuando eran pequeños, su amor es a veces cruel.


Cuando crece, el joven busca también amor. Lo busca ya no sólo en su padres y en sus amigos sino también en una pareja.


Pero, si un muchacho por ejemplo, ha sido criado por una extraña, o quizá una pariente para quien era una carga o lo maltrataba, es posible que no tenga una buena imagen de la mujer. La mujer con la que tratamos en la primera infancia es la que determina la imagen que más tarde tendremos del resto de las mujeres. Por esa razón es que muchas personas tratan muy mal a las mujeres y a las personas en general.


Sin embargo, Jesús es nos enseña cómo tratar a las personas sin tomar cuenta sus trasfondos. Jesús, por ejemplo, no despreció ni condenó a las prostitutas. Al contrario se acercó y se compadeció de ellas. No tuvo vergüenza de hacerlo, a pesar de las murmuraciones. Se acercó a ellas para escucharlas, hablarles, perdonarlas, transformarlas.


Es un hecho notable que, con excepción de su madre y de Marta, todas las mujeres a las que los Evangelios dedican cierto espacio hayan sido mujeres de mala vida, por ejemplo, Magdalena o la samaritana. Además, es muy singular que las palabras mas tiernas que Jesús dijera de una mujer fueran para una pecadora —Lucas (7.44–48)—, la mujer que derramó el perfume de nardo en sus pies.


Más sorprendente es aun que Jesús asumiera la defensa de una pecadora a quien sus indignados acusadores querían apedrear. En Juan leemos que un día le trajeron a Jesús a una mujer sorprendida con un hombre en adulterio. Los que la arrastraban le preguntaron: «La Ley manda apedrear a estas mujeres. Tú ¿qué dices?» (3). Jesús esperó un rato mirando al suelo y después levantó los ojos como si les dijera: Ustedes la acusan, pero son tan pecadores como ella. Entonces les dijo: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.» Pero no había entre ellos uno solo que fuera inocente, y por eso, avergonzados, se fueron retirando uno a uno.


Jesús preguntó a la mujer: «¿Donde están los que te acusaban? Todos se han ido. ¿Ninguno te condena? —Ninguno Señor— entonces, yo tampoco te condeno. Vete y no peques más» (Jn 8.1—11).


Jesús no la condenó ni le reprochó nada a pesar de lo que ella había sido. La perdona porque está arrepentida. Ella sin duda fue tocada por la compasión que emanaba de Él, por la actitud de Jesús. Ese hombre, que era un rabino, un maestro de la ley, no la juzgó, no la condenó, sino la trató con benevolencia. Algo en el interior de la mujer respondió al amor sobrenatural que la mirada de Jesús reflejaba y la cambió totalmente..


Pero ¿que habría sido si Jesús le hubiera echado en cara su conducta, si la hubiera condenado? Seguramente se habría sentido herida y endurecida, se habría mostrado altanera y despectiva. La severidad puede ser a veces necesaria, pero el amor que todo lo cree, que todo lo espera, que todo lo soporta (1 Co 13.7), obra maravillas en las almas. Puede también hacerlo en la tuya. Nunca lo olvides. Si tienes sed de amor recuerda que, por encima de los imperfectos amores humanos, hay un ser infinitamente grande y bueno que te ama con un amor perfecto y que dio su vida por ti. Acércate a Él. Está esperando que lo busques para mostrarte todo el tesoro de amor que guarda para ti; para perdonarte, si tienes mucho de qué acusarte; para consolarte, si tienes mucho que lamentar.


Notas

(1) Si nuestra parte espiritual, es decir nuestra alma y nuestro espíritu, se mantiene activa hasta la edad más avanzada, comunicarán su vigor al cuerpo.
(2) Dios ama incluso a los condenados y ese amor al que voluntariamente renunciaron y ahora extrañan, es el que enciende las llamas del infierno.
(3) Es curioso que no lo trajeran también a él quien era igualmente culpable, y según la ley, debía ser apedreado junto con ella.

Por José Belaunde M.

NO TEMAS NI DESMAYES ,PORQUE YO ESTOY CONTIGO.:corazon: :baby: :fish:
 
Re: LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO(APORTES)

jezogo dijo:
Sobre toda cosa a guardar guarda tu corazón ,porque de él mana la vida.
En la vida ,¿qué es lo que real mente satisface nuestra alma? El poder ser partícipes de Cristo Jesús.

El Señor dentro de todos los beneficios que nos da,en tanto que estamos en este mundo ¿qué es lo que más valoramos? ¿qué es a lo que damos más importancia?

Si anteponemos algo al fruto del Espíritu Santo pienso que hemos extraviado nuestra visión.
El cristiano es espiritual,del Espíritu;no carnal,de la carne. Si a un coche le echas agua no va a funcionar,lo que necesita es gasolina. Así también nosotros como seres espirituales,lo que nos vivifica son esos frutos que Dios nos da.
Dios suple toda necesidad,él nos lo dijo.¿Pero nos conformamos con lo que Dios quiere darnos? ¿nos afanamos por cosas personales,perdiendo así la paz que Dios nos da ,cosas las cuales el Señor nos dice que las suplirá?
Podíamos tener de todo antes de conocer al Señor,pero no teníamos del Señor. Ahora que le tenemos ¿valoramos lo más necesario?
Estamos en un "territorio" al cual no pertenecemos ,el mundo.¿como cristianos proveemos para nuestra verdadera necesidad?

Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia ,y las demás cosas se os darán por añadidura.

Seré a ti como Haya verde,de ti será hallado mi fruto. ( JEHOVÁ)

¿O BUSCAMOS MUCHO DE ESTO?:dollar:


¿O DE ESTO?:corrados_
DIOS OS BENDIGA.

Lo que hay que buscar es al dador, es decir a Dios las demas cosas vienen por añadidura, pues eso es lo que se propuso Dios con nosotros compartir su gloria con nosotros en Cristo Jesus.

1 San Pedro Apóstol 5:10

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido un poco
de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca.


Y para buscarle de corazon el tiene que ser lo primero, lo mas importante, nuestro tesoro. Si hay algo que ocupa su lugar ya no podemos ser discipulos del Maestro.

San Marcos 12:30

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este
es el principal mandamiento.


San Mateo 12:30

El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no
recoge, desparrama.


Los cristianos carnales, que tienen el corazon dividido entre Dios y el mundo son enemigos de Dios.

Santiago 4:4

¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo
es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.


Santiago 4:5

¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que
él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?


Asi que

Romanos 8:12

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que
vivamos conforme a la carne;


Romanos 8:13

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por
el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.


El fruto de Dios en nosotros es espiritu y vida y esto es eterno y para siempre, no cambia segun las circustancias, porque Dios no cambia, pero el fruto de la carne depende de nuestra apreciacion personal y como somos pecadores y egoistas por naturaleza terminamos actuando mal, es decir no hacemos lo correcto sino lo que nos conviene egoistamente sin tener en cuenta a Dios ni a los hombres.

Gálatas 6:8

Porque el que siembra para su carne, de la carne segará
corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna.


Bendiciones