Re: VUELTA A CASA
lulis dijo:
Por ejemplo, ¿Que te hizo sentir cristiano evangelico?
¿Que verdad Bíblica te lo confirmo?
¿Que cambios significativos hubo en tu vida, además de cumplir las reglas externas de la iglesia donde fuiste, que cosas en ti cambiaron?
Mi amado hermano Joaco, al que conozco de este foro, dejo hace tiempo un aporte magnifico, que guardo, como lo que es, una joya preciosa, estoy seguro que no le importara que lo traiga aqui:
APORTE DE JOACO:
Amados Hermanos en Cristo Jesús,
Dios les bendiga.
Como hemos podido ver es este foro hay muchos que se llaman a sí mismos "cristianos", y que están proclamando falsos evangelios, que en lugar de convertir a la gente a Cristo pretenden llevar a la gente a formar parte de las filas de instituciones humanas. Y como bien sabemos la mayoría de los miembros de estas instituciones, el grueso de la feligresía no saben siquiera lo es en el Evangelio, se los mencionan mucho, pero nunca se los muestran realmente. Eso es precisamente la tarea que nosotros tenemos, llevarles la luz del verdadero Evangelio, no en nuestras fuerzas, sino en el Espíritu de nuestro Señor, protegidos con toda Su armadura.
En la tarea de llevar el Evangelio de Cristo a los que no lo conoce, aveces resulta necesario tratar con lo que no es el Evangelio. Considero que al ir descubriendo los errores de los falsos Evangelios modernos podemos mostrar lo que el Evangelio es en realidad. Algunas veces podemos entender mejor la verdad al mirar primero lo que es el error. La luz brilla más brillante teniendo como trasfondo la oscuridad. Por eso es que abra este nuevo tema, pues me gustaría enlistar varios evangelios populares que no soportan la prueba del Evangelio Bíblico.
Estarán ustedes de acuerdo que el Evangelio no es creer que los eventos alrededor de Cristo tienen significado histórico o de que ellos en realidad ocurrieron. Los hechos de la historia en realidad apoyan que en efecto hubo un Jesús que vivió hace dos mil años. Muchos en otras religiones admitirán la historicidad de muchos de los registros bíblicos y aún tener un agudo interés en estos eventos. Sin embargo, el tener un interés, aún haber hecho un viaje a la "Tierra Santa", en ninguna manera te hacen un Cristiano o un hijo de Dios.
Estaremos de acuerdo también en que el Evangelio no es que como Dios ama a todo el mundo hay muchos caminos a Dios. Este evangelio, popular en círculos liberales, enseña que Jesús solamente es el mejor camino a Dios. Dice también que hay muchos caminos a Dios incluyendo el Budismo, el Hinduismo, el Islamismo, el Judaísmo y el Cristianismo. Esta definición a menudo se oye de las bocas de políticos modernos que viven en una sociedad pluralista, tales como los candidatos a puestos muy altos. Sus oraciones en las reuniones de "religión civil" generalmente incluyen una variedad de líderes religiosos, con el propósito de no ofender a alguna religión en particular. En tanto que el nombre "Dios" sea reverenciado tales personas deben ser incluídas entre aquellos que son definidos como hijos de Dios. Esta es la Religión Civil, y no el Cristianismo. Ciertamente no es el Evangelio. Jesús dijo claramente en Juan 14:6: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". El Cristianismo es exclusivo por su propia naturaleza. Aquellos fuera de Cristo no son hijos de Dios.
El Evangelio tampoco es que Dios es amor y si tratas de vivir lo mejor que puedas, entonces puedes abrigar la esperanza de que Dios te permitirá entrar al cielo. La Biblia dice en Isaías 64:6: "pues todos nosotros somos como cosa impura, todas nuestras justicias como trapo de inmundicia". Pablo dice en Romanos 3:10, "No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios". El libro de Gálatas lo pone claro al decir "Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición" (Gal 3:10). Las buenas obras no pueden a uno prepararle para encontrar a Dios y ser aceptado en el cielo. Dios acepta solamente la perfección, y ningún hombre ha vivido una vida perfecta, excepto Cristo Jesús. Aparte del Evangelio, un pecado, una minucia, una omisión del deber, descalifica a cualquier hombre de ser aceptado como hijo de Dios.
El Evangelio no es que soy un hijo de Dios porque soy miembro de una iglesia. La membresía de una iglesia nunca hizo a nadie un hijo de Dios. Hay muchas personas sentadas en las bancas de muchas iglesias que no tienen idea de lo que es el Evangelio, y ese es el caso de muchos fieles católicos.
El Evangelio no es el sentimiento de que siento que soy salvo. Decir "Estoy seguro de que soy salvo" no es el Evangelio. Los sentimientos son importantes al entender el Evangelio, pero sólo porque un hombre pueda tener seguridad de que es salvo, eso no significa que sea salvo o de que entienda el Evangelio. La seguridad de salvación y el conocimiento del Evangelio son dos cosas diferentes. Hay muchos que no dudan de su salvación que no son salvos. Ellos no entienden el Evangelio. Ellos identifican los buenos sentimientos o alguna seguridad infundada como el Evangelio en sí mismo. Esto no es el Evangelio. Pablo alentó a los Corintios en II Corintios 13:5 a "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" En otras palabras, muchos que se sienten salvados, o que creen que son hijos de Dios, no saben lo que es el Evangelio. Los sentimientos acerca de la validez de su salvación pueden ser verdaderos, pero aún esos sentimientos pueden ser erróneos. Yo puedo sentirme saludable, pero podría estar muriendo de cáncer. Los sentimientos no son la prueba final de si uno cree el Evangelio.
El Evangelio no es que sé que soy un hijo de Dios porque Dios ha contestado mis oraciones. Dios de veras que contesta las oraciones de sus hijos, pero esto en sí mismo no es garantía de que sabes lo que es el Evangelio. Dios, porque es bueno, ha sido bueno con mucha gente que ni siquiera son Cristianos. De hecho aquellos que no son hijos de Dios a menudo encuentran la vida mucho más placentera que aquellos que son hijos de Dios. "La Vida es buena" puede ser su slogan, pero esto en ninguna manera indica que conocen a Dios. El Salmista encontró en esto un gran dilema cuando preguntó porqué el justo sufría y los malvados prosperaban (Salmo 73). Una vida fácil y bendiciones físicas externas no son la evidencia final y conclusiva de que eres un hijo de Dios o de que crees el Evangelio.
El Evangelio no es que he hecho grandes cosas para Dios. Un hombre puede predicar desde el púlpito, ser un anciano en la iglesia, y aún realizar milagros, y aún así no ser un hijo de Dios. Jesús dijo en Mateo 7:22-23, "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad"
El Evangelio no es creer haber tomado una decisión por Jesús o haberlo invitado a mi corazón. Ninguno de estos actos por parte del hombre indican que tú entiendes o conoces el Evangelio. Hay miles de personas que creen haberse decidido por Jesús o que han invitado a Jesús a sus corazones, pero que no entienden ni creen el Evangelio.
Así que, ninguno de estas acciones o creencias es el Evangelio, aunque algunos son parte y porción del Evangelio. Ninguno de ellos da evidencia final de que tú entiendas o creas el Evangelio.
Entonces, ¿Qué es el Evangelio?
Primero, para entender el Evangelio, debes creer que te encuentras en un hueco infernal tan profundo, que no hay nada que puedas hacer para salirte de allí. No hay nada que puedas haces para salvarte a ti mismo. Tu análisis de tu condición es similar a encontrarse en el fondo de un pozo de cientos de millas de profundidad con paredes cubiertas de aceite resbaloso. No ni hay escalera ni cuerda, y tampoco hay nadie en un radio de miles de millas para escuchar tus gritos. Además, el hueco está lleno de serpientes venenosas. Te encuentras allí por causa del pecado. Haz quebrantado la ley de Dios y te encuentras en una situación sin esperanza. Efesios 2:1-3 describe nuestra situación antes de venir a ser Cristianos, "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás". Eramos hombres muertos; no hombres enfermos que podrían en algún sentido ayudarse a sí mismos. Los muertos son hombres sin esperanza. No tienen habilidad para impartirse a sí mismos vida, o para reparar sus cuerpos muertos.
Segundo, para entender el Evangelio, debemos entender que, como pecadores separados de Dios necesitamos ser nacidos de nuevo. Jesús dijo en Juan 3:7-9, "No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?" Juan también nos dice en Juan 1:12-13, "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios".
La voluntad del hombre se encuentra en esclavitud a su naturaleza pecaminosa, y a menos que Dios transforme la naturaleza del hombre este no podrá agradarle de ninguna manera.
Así que, no solamente debemos primero ver que estamos muertos en pecados sin ninguna habilidad para ayudarnos a nosotros mismos a salir del profundo pozo del pecado, sino que además debemos entender que a menos que Jesús nos haga nacer de nuevo, no podemos actuar de acuerdo a la voluntad de Dios. A menos que un hombre reconozca que necesita la salvación, y que esta viene sólo a través de Cristo, dicho hombre no puede ser salvado.
Mi amigo, el punto es este: No puedes entender o creer el Evangelio hasta que haya sido removida de ti toda posibilidad de contribuir, añadir o complementar en alguna manera a la obra de Cristo que es la que salva a Su Pueblo. Para creer el Evangelio primero debes ser dirigido cientos de millas a un profundo agujero oscuro. Has pecado contra Dios, quebrantado Su ley y Su ira reposa sobre ti. No tienes habilidad para salvarte a ti mismo; no tienes habilidad para sacarte a ti mismo de ese profundo hueco. Te encuentras en una situación sin esperanza. Si no ves esto es que tú no sabes lo que es el Evangelio.
En este punto podrías preguntar, "¿Qué puedo hacer?" La respuesta es, ¡tú no puedes hacer nada!
La pregunta bíblica es, "¿Qué haremos?" (Hechos 2:37). Esta es la manera en que un hombre debe formular la pregunta. La palabra "puedo" asume que tú tienes la habilidad de hacer algo. La palabra "debo" asume que tú no tienes habilidad, pero asume también que tú tienes responsabilidad.
Entonces, la respueta a la cuestión de la naturaleza del Evangelio, es que al reconocer tu terrible condición debes refugiarte en Cristo e implorar Su misericordia, confiando que Él es capaz de sacarte y liberarte de esa presente condición. Debes creer en Su poder, Sus promesas, y Su obra en la cruz para perdonarte de tus pecados. Debes creer que Él puede sacarte de esa presente condición, y establecerte en un nuevo camino de servicio y amor hacia Él. Solamente Él puede h0²> ˜’?
En vista de que no salio completo, aquí está la parte que faltó:
En este punto podrías preguntar, "¿Qué puedo hacer?" La respuesta es, ¡tú no puedes hacer nada!
La pregunta bíblica es, "¿Qué haremos?" (Hechos 2:37). Esta es la manera en que un hombre debe formular la pregunta. La palabra "puedo" asume que tú tienes la habilidad de hacer algo. La palabra "debo" asume que tú no tienes habilidad, pero asume también que tú tienes responsabilidad.
Entonces, la respueta a la cuestión de la naturaleza del Evangelio, es que al reconocer tu terrible condición debes refugiarte en Cristo e implorar Su misericordia, confiando que Él es capaz de sacarte y liberarte de esa presente condición. Debes creer en Su poder, Sus promesas, y Su obra en la cruz para perdonarte de tus pecados. Debes creer que Él puede sacarte de esa presente condición, y establecerte en un nuevo camino de servicio y amor hacia Él. Solamente Él puede hacer esto por Su poder. No tienes nada que añadir a Su poder. Tú no eres Su copiloto. Tu confianza no está en ti mismo, o en tu fe, sino en Su poder para salvarte. Solamente Él puede limpiar tu sucio corazón. Solamente Él puede intervenir en favor tuyo delante del Padre Celestial.
Este es el Evangelio:
Sólo Cristo puede salvarnos y hacernos hijos de Dios. No tenemos habilidad nosotros mismos de hacer eso. Todo lo que podemos hacer es clamar por Su misericordia, pidiendo gracia para confiar en Su poder y promesas. Cuando nos refugiamos en Cristo, esperando, confiando, comprometiéndonos nosotros mismos solamente a Él quien tiene la habilidad para salvarnos, entonces somos justificados por esa fe. Somos declarados justos sobre la base de Su vida y obra en la cruz. Romanos 5:1 nos dice, "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Como Abraham en la antiguedad somos reconocidos como justos porque creemos y confiamos en las promesas de Dios (Romanos 4:3). Necesitamos perfección para ser aceptados en el Cielo. Ninguno de nosotros la tiene. La justificación es el acto forénsico de Dios por el cual sobre la base de nuestra fe Él nos declara justos (perfectos). La justicia y perfección de Cristo, quien es perfecto, es cargada a nuestra cuenta, aún cuando no la merecemos ni la ganamos. Es nuestra por gracia, y abre las puertas del Cielo para nosotros. Sin embargo, siempre reconocemos que aún esta fe que nos justifica es un don de Dios. Es algo con lo cual nosotros no contribuimos. Es nuestra fe, pero la tenemos porque Dios nos la dio. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efesios 2:8).
Así que, por lo que puedes ver, creer el Evangelio es - en verdad - confiar en Cristo, pero confiar en Cristo con una confianza que Él nos ha dado, porque nosotros éramos incapaces de confiar en Él sin Su gracia. Eramos incapaces de hacer alguna cosa. Debido a que reconocimos que éramos incapaces de hacer algo, nos refugiamos en Cristo clamando por Su misericordia y perdón. Esta es la esencia del Evangelio. Esto es lo que se ve en la experiencia de todo creyente. No es tanto que la fe salva, sino más bien que la gracia salva. Aún más, no es tanto que la gracia salva, como que Cristo salva. Jesús salva, ¡y solamente Jesús salva!
A la luz de cómo he descrito el Evangelio, Juan 3:16 realmente toma un nuevo significado. Garantiza la esperanza para todos aquellos que se miran a sí mismos como pecadores condenados al Infierno, tan profundo en un hueco que no hay salida de escape. Da esperanza a un hombre sin ayuda que se refugia en Cristo como su única esperanza de recibir perdón y liberación. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". La palabra crítica en este verso no es "cree" sino que la palabra crítica es "Él". Esa es la diferencia entre muchos falsos Evangelios modernos y el verdadero Evangelio de Jesucristo. Los falsos se enfoca en la acción del hombre, y el verdadero, en la obra de Cristo.
Es sólo Cristo quien puede sacarme de este profundo pozo, limpiar mi corazón, y capacitarme para caminar en Sus caminos. El enfoque está sobre Cristo, no sobre la fe. Nuestra fe no debe estar sobre la fe, sino en Cristo. El tener fe no es el Evangelio, pues la fe es solamente el medio para apropiarse del Evangelio definido aquí como las promesas de la gracia y poder del Cristo viviente quien salva a Su pueblo de sus pecados.
Es solamente por gracia por medio de la fe sola que Jesús sólo salva. Esta es nuestra única esperanza. Nada más te salvará, pero este Evangelio genuinamente te salvará. Refúgiate en Cristo y clama por Su misericordia y poder. Él te salvará de manera completa.
Sola gracia,
Sola fe,
Sólo Cristo.
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Esta largo, pero vale la pena y ayudará a los lectores a entender, hacia donde quisiera mover el debate, claro, si las circunstancias lo permiten. Que es determinar en qué momento estamos siguiendo la Verdad, el Evangelio de Cristo y cuando no.
Bendiciones!
