Re: VUELTA A CASA
Tobi dijo:
¿Crees que lo entenderá? El mensaje es muy sutil.
Bendiciones, IBERO
Pues para serte sincero, tanto las personas que cambian de calcetines como las que no, yo sí creo que en lo profundo de su corazón entienden estas cosas. El problema no es que no las entiendan, sino que las compartan, que las "asimilen" y crean en su corazón (de donde mana la vida). Las personas creen que su vida será más fácil si pertenece a la "Sagrada Secta Cristiana X", que no pertenecer a ninguna.
Básicamente, podemos dividir la categoría de los que calzan calcetines en tres:
1) Primero tenemos los que llevan los mismos calcetines toda la vida. Hay poco que decir de estos. Estas personas ni siquiera se plantean la disyuntiva de que los pies les duelen y les apestan, y son felices y comen perdices toda su vida llevando los mismos calcetines a rayas.
2) Los segundos cambian por mero aburrimiento, porque se han cansado de sus calcetines, y quieren probar otros colores. En este caso (al contrario que los siguientes, que cambian por pura necesidad), la mayoría de ellos cambian de calcetines en función de sus vaivenes psicológicos. Estas personas son inestables emocionalmente, y necesitan un "cambio de color de calcetines" en su vida para sentirse dichosos.
No suelen hacer cambios de textura, sino que sólo suelen buscar un cambio de color, de "apariencia". Se cansan del rojo y piensan que el azul es maravilloso. A continuación se cansan del azul, y prueban el verde, para luego retomar el rojo. Normalmente les ocurre que se agotan de buscar y terminan aficionándose a un sólo color (el que más les gusta o coincide con su psicología) para no complicarse más la vida. De estos hay muchos. Como habrás observado, aquí no se cambia por el olor a pies (por la "higiene personal") sino por puro aburrimiento. Su psicología no le permite calzar el mismo par de calcetines porque se han aburrido de ellos. Quieren "probar" otros colores de calcetines. Se puede cambiar "sinceramente" de calcetines del mismo modo que los hay que cambian "deshonestamente". Los deshonestos son los de este segundo caso.
3) Por último, tenemos los que tiran los antiguos calcetines por el dolor de pies y por el hedor que aquello toma con el tiempo, en calidad todo ello de "higiene personal" y pura necesidad al respecto. En este tercer caso, date cuenta, se suele empezar por hacer un salto "cualitativo", de "textura", o al menos es lo que realmente se busca. Por ejemplo, la persona en cuestión se ha cansado de la lycra y ahora prefiere el algodón, pues piensa que así "caminará más fresquito" y no le "olerán tanto los pies". Quizás cambie de color pensando que está cambiando de textura, pero lo hace por necesidad personal, buscando un salto cualitativo, no meramente psicológico, mental, o "superficial".
De esta tercera clase, hay quienes, bajo un rayito de luz divina que amanece en alguna parte de sus corazones, el Señor mismo les muestra algo que tenían olvidado:
Cuando Él les llamó, no les dio ningún calcetín.
Eso es. En realidad se dan cuenta de que el Redentor les aprestó con un "calzado" especial para no tener que usar calcetines, leotardos ni medias. Tampoco les recomendó su uso. Cuando Él les llamó y les justificó con su sangre preciosa, les calzó, y les calzó con un calzado para caminar hacia a un lugar en el que poder caminar por una pradera fresca de hierba con los pies desnudos, ¡sin siquiera calzado!. Los "calcetines", todo género de calcetines, sobran en el Reino de los Cielos, aún desde el principio.
Como has visto, es normal que algunas personas cambien de calcetines. Si es "honestamente", ello forma parte del camino de los verdaderos peregrinos, porque el mundo, desgraciadamente, funciona de este modo. Los calcetines han tomado de tal manera el mundo, las costumbres y el diario vivir, que es casi imposible llevar zapatos sin calcetines. Todo el mundo te los vende y te predican con el dedo acusador que no puedes llevar zapatos sin calcetines. ¡Oh, qué necios estos predicadores! Pero si son oidores del Maestro, aunque se los metan por los ojos y tengan que llevarlos por mera "educación" (al menos al principio de su andadura), cuando se cansan de que les huelan y les duelan los pies, optan por un cambio de textura y no tanto de color... para tarde o temprano quitárselos por revelación y disfrutar por vez primera del frescor desnudo de una "inocencia" nueva recuperada, temprana, sencilla, amable y sin olores. Con el "calzado" especial (que no te hace sudar ni oler), pero sin calcetines.
Un vivir "al semidesnudo".
Por último, decirte que hay de estos que viven y aparentan llevar calcetines. Son los más difíciles de identificar, y son verdaderos tesoros de Dios, usados por Él para ayudar a los que llevan calcetines pero desean cambiar por esa "higiene personal" propia del primer tipo de personas.
Un abrazo.