¿Existe el infierno como castigo eterno?
que produce buenas obras y no se queda en una mera adhesión intelectual.
Las palabras exactas de Jesús o "ipsima verba" son muy difíciles de
determinar porque en su época no había grabadoras ni nada semejante.
La transmisión oral era la forma normal de comunicar un mensaje "oído".
Al cabo de los años, éste era puesto por escrito. ¿Quién dice que en este
proceso que implica varios pasos en cadena todos se dan correctamente?
1º escuchar correctamente,
2º transmitir en cadena exactamente lo escuchado (la cadena puede ser
muy larga y pasar tanto por diversidad de personas como de idiomas),
3º que a lo largo de la cadena no se quite ni se le añada nada a las
palabras originales de Jesús,
4º que éstas lleguen íntegras al escriba,
5º que el escriba no le quite ni le añada nada...
Etcétera, etcétera.
Yo en estos casos leo la palabra escrita, la comparto con Dios, le pido
su luz y estoy muy atento a la voz de mi conciencia sobre ella. Para mí
la conciencia moral es algo muy serio y estoy totalmente de acuerdo
con lo que de ella dice el magisterio católico:
“La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre,
en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”
(Gaudium et Spes 16).
Cristo nos manda creer en él para ser salvos y creer con una fe operativa,nikita dijo:Pero en todo caso me gustaria saber algo si puedes responderme. ¿Negar el infierno constituye un pecado? Sé que negar a Dios, sí... pero...
que produce buenas obras y no se queda en una mera adhesión intelectual.
Las palabras exactas de Jesús o "ipsima verba" son muy difíciles de
determinar porque en su época no había grabadoras ni nada semejante.
La transmisión oral era la forma normal de comunicar un mensaje "oído".
Al cabo de los años, éste era puesto por escrito. ¿Quién dice que en este
proceso que implica varios pasos en cadena todos se dan correctamente?
1º escuchar correctamente,
2º transmitir en cadena exactamente lo escuchado (la cadena puede ser
muy larga y pasar tanto por diversidad de personas como de idiomas),
3º que a lo largo de la cadena no se quite ni se le añada nada a las
palabras originales de Jesús,
4º que éstas lleguen íntegras al escriba,
5º que el escriba no le quite ni le añada nada...
Etcétera, etcétera.
Yo en estos casos leo la palabra escrita, la comparto con Dios, le pido
su luz y estoy muy atento a la voz de mi conciencia sobre ella. Para mí
la conciencia moral es algo muy serio y estoy totalmente de acuerdo
con lo que de ella dice el magisterio católico:
“La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre,
en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”
(Gaudium et Spes 16).