El año en el que se acuña el titulo no es tan importante, lo que si es muy importante es que el oficio de obispado ya existía en el primer siglo..
El oficio del Papa es ser Obispo
Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos’
Quizá alguien mas tengan alguna copia de esas llaves.. símbolo del poder y la soberanía ... pero no lo he leído en la biblia o quizá se me paso de lado y no lo vi...
TODAS las secatas hacen lo mismo. Agarran una frase y la arrancan del contexto como si fuera un mango, e inventan toda una doctrina alrresdedor de la misma. Pero en realidad ese pasaje fue apropriado por la iglesia de roma siglos despues. Ninguno de los Apostoles o los cristianos de la iglesia primitiva, a quienes Jesus se dirigio, le atribuyo tal significado al pasaje.
Las llaves se usan para abrir o cerrar puertas. Las puertas específicas a las que Jesús se refiere en este pasaje son las del Reino de los Cielos. Jesús está sentando las bases de su iglesia (Efesios 2:20). Los discípulos serán los líderes de esta nueva institución, y Jesús les está dando la autoridad para, por así decirlo, abrir las puertas del cielo e invitar al mundo a entrar. En este punto, es importante comprender cómo, bíblicamente hablando, se entra al Reino de los Cielos.
Jesús dijo que, a menos que uno nazca de nuevo, no verá el Reino de los Cielos (Juan 3:3). Uno nace de nuevo cuando el Espíritu Santo obra mediante la Palabra de Dios para dar nueva vida a un pecador muerto. El contenido del mensaje es la muerte sustitutoria de Cristo y su posterior resurrección (Romanos 10:9-10). Por lo tanto, la predicación fiel del evangelio es la llave del reino.
En Mateo 16:19, Jesús se dirige específicamente a Pedro, por lo que resulta significativo que, en el libro de los Hechos, Pedro tenga un papel destacado en la apertura de las puertas del Reino a tres grupos diferentes de personas. En Hechos 2, Pedro predica en Jerusalén el día de Pentecostés; alrededor de tres mil judíos se convierten ese día. La predicación de Pedro les abrió las puertas del cielo. Más tarde, en Hechos 8, los samaritanos creen en el evangelio y reciben el Espíritu Santo; nuevamente, Pedro (y Juan) estuvieron presentes en este acontecimiento. Pedro les abrió las puertas a los samaritanos. Luego, en Hechos 10, Pedro lleva el evangelio a la casa de un centurión romano, y ellos también reciben el Espíritu Santo. Pedro les abrió las puertas a los gentiles. Las llaves que Jesús le había dado funcionaron en cada caso.
Por supuesto, las llaves pueden usarse tanto para cerrar puertas como para abrirlas. Parte del mensaje del evangelio es que la fe es necesaria. Sin fe en Cristo, la puerta del cielo está cerrada con llave (véase Juan 3:18). A medida que los apóstoles predicaban el evangelio, aquellos que respondían con fe y arrepentimiento tenían acceso al Reino de los Cielos; sin embargo, aquellos que persistían en endurecer sus corazones y rechazar el evangelio de la gracia salvadora de Dios quedaban excluidos del Reino (Hechos 8:23).
El contexto de Mateo 16 también alude a «atar y desatar». Para comprender mejor este concepto, recurrimos a Mateo 18:15-20, donde Jesús establece las pautas para la disciplina eclesiástica, utilizando el mismo lenguaje de «atar y desatar» que encontramos en Mateo 16. Los apóstoles no debían usurpar la autoridad de Cristo sobre los creyentes ni sobre su destino eterno, sino que debían ejercer autoridad para disciplinar a los creyentes que erraban y, de ser necesario, excomulgar a los miembros desobedientes de la iglesia. Basándonos en la Palabra de Dios, los creyentes de hoy pueden declarar a un pecador impenitente como no salvo («atado») y a un creyente arrepentido en Jesucristo como salvo («desatado»). El atar o desatar, según el rechazo o la aceptación del evangelio, refleja la perspectiva celestial del asunto. En el cielo, Cristo ratifica lo que se hace en su nombre y en obediencia a su Palabra en la tierra.
La voluntad de Dios es que a los pecadores se les conceda el acceso al cielo mediante la justicia de Cristo. Consideremos la advertencia de Jesús a los fariseos: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos a la gente. Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren entrar» (Mateo 23:13). Si el mensaje del evangelio se distorsiona o se ignora, o si el pecado del que no se arrepiente no se disciplina adecuadamente, las puertas del Reino de los Cielos se cierran a la fuerza.
Saludos