Pues bien, ¿quizas lo que presenta la madre espiritual de ustedes sirva de algo?
La dificultad estriba en que los significados que se suelen atribuir a la palabra española “alma” no se derivan principalmente de las Escrituras Hebreas o de las Griegas Cristianas, sino de la antigua filosofía griega, que en realidad es pensamiento religioso pagano.
El filósofo griego Platón, por ejemplo, citando de Sócrates dice: “Ese alma [al morir] [...] parte al mundo invisible a lo divino e inmortal y racional: al llegar allá, vive en inmensa felicidad y queda libre del error y la insensatez de los hombres [...], y mora para siempre [...] en compañía de los dioses”. (Phaedo, de Harvard Classics, vol. 2, pág. 73.)
En contraste directo con la enseñanza griega de que psy·kjé (“alma”) es inmaterial, intangible, invisible e inmortal, las Escrituras muestran que tanto psy·kjé como né·fesch, cuando se utilizan con respecto a las criaturas terrestres, se refieren a lo que es material, tangible, visible y mortal.
La New Catholic Encyclopedia (1967, vol. 13, pág. 467) dice “Nepes (né·fesch) es un término mucho más abarcador que nuestro vocablo ‘alma’, pues significa vida (Éxo. 21:23; Deu. 19:21) y sus diversas manifestaciones vitales: respiración (Gén. 35:18; Job 41:[21]), sangre [Gén. 9:4; Deu. 12:23; Sal. 140 (141):8), deseo. (2 Sam. 3:21; Pro. 23:2.)
El alma en el AT no significa una parte del hombre, sino el hombre completo: el hombre como ser viviente.
De manera similar, en el NT significa la vida humana: la vida de la persona, el sujeto consciente. (Mat. 2:20; 6:25; Luc. 12:22, 23; 14:26; Juan 10:11, 15, 17; 13:37.)”.
La traducción católica romana, The New American Bible (1970), en su “Glosario de términos de la teología bíblica” (págs. 27, 28), dice:
“En el Nuevo Testamento, ‘salvar uno su alma’ (Mar. 8:35) no significa salvar alguna parte ‘espiritual’ del hombre, como algo en oposición a su ‘cuerpo’ (en el sentido platónico), sino a la persona completa, destacando el hecho de que la persona vive, desea, ama y ejerce su voluntad, etc., además de ser algo concreto y físico”.
“El concepto cristiano de un alma espiritual creada por Dios e infundida en el cuerpo al tiempo de la concepción para hacer al hombre un conjunto viviente es el fruto de un largo desarrollo en la filosofía cristiana. Solo con Orígenes en Oriente y San Agustín en Occidente quedó establecida el alma como sustancia espiritual y se formó un concepto filosófico sobre su naturaleza. [...] Su doctrina [la de Agustín] [...] debió mucho (incluso algunos defectos) al neoplatonismo.” (New Catholic Encyclopedia, 1967, tomo XIII, págs. 452, 454