-La soberanía de Dios no es como la de cualquier gobernante de este mundo que requiere de armas y ejércitos que lo mantengan en el poder. La soberanía de Dios es absoluta, solo sirve reconocerla y ajustarse a ella. Lo que no sirve es pasarse invocándola y desafiándola.¿Se somete a ella?
Eres contradictorio, afirmas someterse a la soberanía de Dios, pero niegas que sea necesario defenderla o salvaguardarla, como si la soberanía divina no pudiera ser malinterpretada, distorsionada o manipulada por enseñanzas humanas, o pretensiones individuales como es el caso de hombres que aparecen en la biblia asumiendo posiciones que no les ha sido conferida por el Creador.
Sostengo que la doctrina de su soberanía debe ser preservada con fidelidad, porque muchos la invocan mientras la contradicen en práctica y enseñanza, como es el caso suyo y de otros que la invocan mientras la contradicen en sus enseñanzas, decisiones y ministerios autoproclamados.
Someterse con agrado a la soberanía divina no es solo una actitud interior, sino también una fidelidad doctrinal.
No se encoja de hombros, cuando se enseña que el regreso de Cristo puede ser condicionado por el arrepentimiento humano (Hechos 3:19–20), o que el llamado apostólico puede ser conferido por sueños o ángeles, porque se está invadiendo la esfera que solo pertenece al Padre (Mateo 24:36; Gálatas 1:1) y usted alimenta injusticias con su indiferencia, haciéndose cómplice de pecados ajenos.
De manera que salvaguardar la soberanía de Dios, es una responsabilidad espiritual de cada uno de sus redimidos (Tito 2:1) para que Cristo sea glorificado como el único que llama, envía y regresa en el tiempo señalado por el Padre.
Si estamos de acuerdo en que Dios se basta, entonces también debemos estar de acuerdo en que su Palabra no necesita ser ajustada por nuestras experiencias, sino defendida en su integridad.
Somos observados por Cristo desde la cuna hasta la tumba, no lo olvide.
-Tras sostener el error inicial de negar la divina elección de Matías, mensaje tras mensaje vas amontonando un cúmulo de verdades bíblicas (la soberanía y autoridad de Dios Padre y del Señor Jesucristo; la elección divina de Pablo como apóstol; la eminencia del ministerio paulino; los falsos apostolados de antes y de la actualidad; etc. etc. Toda la verdad que agregas al error inicial nunca alcanza a convertir este en verdad. Los lectores podrán aplaudirte por mil verdades dichas ¿pero qué hacemos con este grueso error que te obstinas en defender ya sin argumento válido pues todos han sido desmenuzados y pulverizados?
-Finalmente, Cristo no nos observa desde la tumba mientras le estamos viendo a Él cara a cara.