La parábola del rico insensato y su prudente esposa
Hubo una vez un hombre rico, tenía 3000 ovejas y 1000 cabras, mucha tierra, una gran hacienda en el Carmel y muchos siervos a su servicio.
Le gustaba hacer banquetes muy frecuentemente y embriagarse hasta quedar botado. Era un hombre duro que no entendía razones, no era generoso con su prójimo.
Lo más valioso de este hombre insensato, la joya que no estimó, fue su bella mujer, sierva de siervas, generosa, e intercesora. Pero eso si, su mujer fue siempre muy prudente, todo lo opuesto a su insensato y perverso esposo.
Una vez se negó darle comida y bebida a los 400 siervos y a su Jefe, que muchas veces fue muro de protección de noche y de día para los siervos y ganado de ese rico insensato.
A punto estuvo de ser consumido por la espada ese rico insensato y toda su gente por la afrenta hecha a ese Jefe y sus 400.
Dios mismo se encargó de herir a este rico con una enfermedad que lo dejó tieso, paralítico, sin poder moverse, y a los 10 días se murió, llendose de su tierra como vino al mundo, sin nada.
¿Es el mismo rico de la parábola de Jesús en tormentos y en el infierno? No, es otro rico insensato como muchos pobres que seguramente igualmente hay.
¿Es esta parábola una historia real? Si, sucedió en el relato de 1 Samuel 25:2-38
¿Tuvo el mismo fin que el rico en la parábola de Jesús? Muy probablemente, no lo puedo demostrar.
Y habrá quien no crea lo anterior. Pero, en mi caso, no me arriesgaré a vivir insensatamente.
Dios está buscando un iglesia prudente, con características similares a esa mujer de esta parábola, para llevarla a las bodas del cordero. Mt. 25