Pues a usted se le hace un gran problema por cuanto no cree la Escritura cuando enseña la separación del alma del cuerpo en el momento de su muerte.
El apóstol Pedro murió y su cuerpo se halla en la tierra, a la espera de la resurrección de los justos, pero él, la persona de Pedro sin el cuerpo se encuentra disfrutando de la Presencia y comunión con Cristo en los cielos, aquí tiene:
2Pe_1:14 sabiendo que en breve DEBO ABANDONAR EL CUERPO, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado.
En los cementerios, en las morgues, lo que hay son cuerpos vacíos.
De manera que cuando muere el rico, leemos que fue sepultado, probablemente, como era rico, con un derroche de gastos fúnebres y sepulcro costoso.
De Lázaro no se lee que fue sepultado, porque como era pobre, no había dinero para las honras fúnebres.
Los CUERPOS VACÍOS de ambos todavía se encuentran aquí en la tierra, quizás convertidos en polvo porque su historia marca más de 20 siglos... pero uno puede, mediante la Escritura, seguir el rastro de ambos después de haber ABANDONADO EL CUERPO, leemos:
Luk 16:22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
Podemos notar que son los ángeles los encargados de llevar las almas de los muertos al lugar que les corresponde.
En el tiempo histórico del relato del Señor sobre el destino del alma del rico y Lázaro, aún no se había llevado a cabo LA OBRA DE LA REDENCIÓN.
Existía el HADES como un lugar geográfico dónde eran confinadas las almas tanto de los justos como de los injustos, pero NO REVUELTOS. Leemos:
Luk 16:26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Todas las almas son de Cristo, él es el Creador, pero el Señor NO OBLIGA A NADIE a creer en Su Persona, no obstante haber ofrendado su vida en rescate nuestro.
La incredulidad a Cristo es el arma poderosa de Satanás para cazar la preciosa alma del hombre o de la mujer.
Esto es un pleito judicial muy antiguo, leemos:
Isa 49:24 ¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un tirano?
Isa 49:25 Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos.
Todos los santos del Antiguo Testamento fueron cautivos por el diablo en el Hades, entre ellos Abraham.
Su reclamo judicial estaba fundamentado en la ineficacia de la sangre de los sacrificios por el pecado, leemos:
Heb 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos NO PUEDE QUITAR LOS PECADOS.
Las almas de Abraham y todos los santos del AT estuvieron cautivas en el Hades a la espera del Sacrificio de Cristo cuya preciosa sangre los limpiaría de todo pecado.
Hay un ruego del Señor en los días de su carne:
Act 2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Cuando el Señor abandona el cuerpo en el Altar de la cruz, se dio inicio a una serie de actividades entre las cuales notamos su presencia en el HADES pero no en DEBILIDAD como llegaron los santos del AT pues jamás hizo pecado ni hubo engaño en su boca.
Otra actividad fue el cumplimiento de esta promesa:
Luk_23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Él fue justificado en Espíritu, por lo tanto, llega al Hades en la grandeza de su poder para quitarle el botín al valiente, para rescatar al cautivo del tirano, para ganar el pleito que los cautivos tenían con el tirano.
Su sangre preciosa los había limpiado de todo pecado y ahora son liberados del Hades y trasladados al tercer cielo, leemos:
Eph_4:8 Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
Dentro de esa compañía de redimidos contemplamos al pecador que se arrepintió en la cruz, camino al tercer cielo… vemos a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué, los profetas, toda una nube de testigos.
El alma del apóstol Pablo estuvo en el tercer cielo, llamado el Paraíso, leemos:
2Co 12:2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
2Co 12:3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
2Co 12:4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
En base a estas Escrituras podemos afirmar que Lázaro, el mendigo, juntos con todos los santos que mueren en el Señor, sus almas, se encuentran en la misma Presencia del Señor a la espera de la resurrección de sus cuerpos, para vida eterna.
Cada uno en su debido orden:
- Cristo,
- las primicias (Mt.27:53).
- luego los que son de Cristo, en su venida.
La otra resurrección que contemplamos es para los incrédulos e injustos, para condenación eterna.
A esta resurrección de condenación, la biblia la llama “LA SEGUNDA MUERTE”, leemos:
Rev 20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Rev 20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; LA SEGUNDA MUERTE no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
En Cristo.
