Re: Cristianos y política.
Ser sal y luz
César Vidal Manzanares
¿Qué pretendemos exactamente? (III)
La continuación del sistema de pactos – que ha sido defendido institucionalmente durante muchos años – plantea además un reto importante que debe recibir una respuesta clara y enérgica.
El mismo gira en torno a la portavocía – y representación - del mundo evangélico ¿Debe ésta limitarse a llevar a cabo las gestiones conducentes a mejorar la aplicación de los pactos o su posible reforma o, por el contrario, debe implicar también la publicación de posiciones concretas relacionadas con cuestiones éticas que afectan a la sociedad en la que vivimos?
Dicho de otra manera, ¿ha de limitarse a pelear con la administración por los minutos de TV y los dineros públicos o además ha de plantear de manera clara la posición bíblica en temas como el aborto, la eutanasia o el matrimonio de homosexuales?
En principio, no necesariamente ambas funciones tienen que estar vinculadas. Cabría ciertamente que los representantes ante la administración se limitaran a discutir sobre emolumentos y prebendas, y no hicieran la menor mención a aspectos morales esenciales.
Pero se opte por ese camino o por el contrario, de lo que no cabe duda es de que hay un principio que debería salvaguardarse. Éste no es otro que el de que no se puede renunciar a nuestra misión profética por nada .
Si el camino para mejorar los pactos es no decir una palabra sobre el matrimonio de homosexuales, la eutanasia o el aborto, sinceramente lo mejor sería olvidarse de los pactos.
Fundamentalmente, es así porque si callamos no cumpliríamos con nuestra misión de ser sal y luz , porque aceptaríamos no advertir a esta sociedad del juicio de Dios que se está acarreando, y, porque daríamos testimonio de que lo único que nos interesa – como a la ONG más abyecta – es recibir una parte del presupuesto por encima de cualquier principio moral. Intentar compensar semejante desgracia con unos minutos más en TV o con subvenciones para determinados organismos evangélicos sería un sarcasmo vergonzoso.
No sólo eso. Si callamos, tendremos que contemplar con vergüenza como hablan las piedras. Pero, a fin de cuentas, hay más alternativas.
----------
Hale, ahí queda eso
Mientras algunos protestantes siguen todavía más pendientes de que a la Iglesia Católica le vayan peor las cosas, a otros les preocupa lo que verdaderamente debería preocuparles a todos
Ser sal y luz
César Vidal Manzanares
¿Qué pretendemos exactamente? (III)
La continuación del sistema de pactos – que ha sido defendido institucionalmente durante muchos años – plantea además un reto importante que debe recibir una respuesta clara y enérgica.
El mismo gira en torno a la portavocía – y representación - del mundo evangélico ¿Debe ésta limitarse a llevar a cabo las gestiones conducentes a mejorar la aplicación de los pactos o su posible reforma o, por el contrario, debe implicar también la publicación de posiciones concretas relacionadas con cuestiones éticas que afectan a la sociedad en la que vivimos?
Dicho de otra manera, ¿ha de limitarse a pelear con la administración por los minutos de TV y los dineros públicos o además ha de plantear de manera clara la posición bíblica en temas como el aborto, la eutanasia o el matrimonio de homosexuales?
En principio, no necesariamente ambas funciones tienen que estar vinculadas. Cabría ciertamente que los representantes ante la administración se limitaran a discutir sobre emolumentos y prebendas, y no hicieran la menor mención a aspectos morales esenciales.
Pero se opte por ese camino o por el contrario, de lo que no cabe duda es de que hay un principio que debería salvaguardarse. Éste no es otro que el de que no se puede renunciar a nuestra misión profética por nada .
Si el camino para mejorar los pactos es no decir una palabra sobre el matrimonio de homosexuales, la eutanasia o el aborto, sinceramente lo mejor sería olvidarse de los pactos.
Fundamentalmente, es así porque si callamos no cumpliríamos con nuestra misión de ser sal y luz , porque aceptaríamos no advertir a esta sociedad del juicio de Dios que se está acarreando, y, porque daríamos testimonio de que lo único que nos interesa – como a la ONG más abyecta – es recibir una parte del presupuesto por encima de cualquier principio moral. Intentar compensar semejante desgracia con unos minutos más en TV o con subvenciones para determinados organismos evangélicos sería un sarcasmo vergonzoso.
No sólo eso. Si callamos, tendremos que contemplar con vergüenza como hablan las piedras. Pero, a fin de cuentas, hay más alternativas.
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Hale, ahí queda eso
Mientras algunos protestantes siguen todavía más pendientes de que a la Iglesia Católica le vayan peor las cosas, a otros les preocupa lo que verdaderamente debería preocuparles a todos