¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Asimismo se reveló Dios por medio de José al pueblo egipcio y a todas las naciones relacionadas con aquel poderoso reino. ¿Por qué dispuso el Señor exaltar a José a tan grande altura entre los egipcios? Podía lograr sus propósitos en favor de los hijos de Jacob de cualquiera otra manera; pero quiso hacer de José una luz, y lo puso en el palacio del rey para que la luz celestial alumbrara cerca y lejos. Mediante su sabiduría y su justicia, mediante la pureza y la benevolencia de su vida cotidiana, mediante su devoción a los intereses del pueblo, y de un pueblo idólatra, José fue el representante de Cristo. En su benefactor, a quien todo Egipto se dirigía con gratitud y a quien todos elogiaban, aquel pueblo pagano debía contemplar el amor de su Creador y Redentor. También mediante Moisés, Dios colocó una luz junto al trono del mayor reino de la tierra, para que todos los que quisieran, pudieran conocer al Dios verdadero y viviente. Y toda esta luz fue dada a los egipcios antes de que la mano de Dios se extendiera sobre ellos en las plagas.

Mediante la liberación de Israel de Egipto, el conocimiento del poder de Dios se extendió por todas partes. El belicoso pueblo de la plaza fuerte de Jericó tembló. Dijo Rahab: “Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más espíritu en alguno por causa de vosotros: porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos, y abajo en la tierra” (Josué 2:11). Varios siglos después del éxodo, los sacerdotes filisteos recordaron a su pueblo las plagas de Egipto, y lo amonestaron a no resistir al Dios de Israel.

Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante la obediencia a su ley recibiese él solo su favor y fuera beneficiario exclusivo de sus bendiciones; sino para revelarse por medio de él a todos los habitantes de la tierra. Para poder alcanzar este propósito, Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones idólatras que lo rodeaban.

La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abominables para Dios, y ordenó a su pueblo que no se mezclara con las otras naciones, ni hiciera “como ellos hacen” (Éxodo 23:24), para que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el matrimonio con los idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era tan necesario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuese puro, “sin mancha de este mundo” (Santiago 1:27.) Debían mantenerse libres del espíritu mundano, porque éste se opone a la verdad y la justicia. Pero Dios no quería que su pueblo, creyendo tener la exclusividad de la justicia, se apartara del mundo al punto de no poder ejercer influencia alguna sobre él.

Como su Maestro, los seguidores de Cristo debían ser en todas las edades la luz del mundo. El Salvador dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa;” es decir, en el mundo. Y agrega: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Esto es exactamente lo que hicieron Enoc, Noé, Abrahán, José y Moisés. Y es precisamente lo que Dios quería que hiciera su pueblo Israel.

Fue su propio corazón malo e incrédulo, dominado por Satanás, lo que los llevó a ocultar su luz en vez de irradiarla sobre los pueblos circunvecinos; fue ese mismo espíritu fanático lo que les hizo seguir las prácticas inicuas de los paganos, o encerrarse en un orgulloso exclusivismo, como si el amor y el cuidado de Dios fuesen únicamente para ellos.



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.
Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante la obediencia a su ley recibiese él solo su favor y fuera beneficiario exclusivo de sus bendiciones; sino para revelarse por medio de él a todos los habitantes de la tierra. Para poder alcanzar este propósito, Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones idólatras que lo rodeaban.

La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abominables para Dios, y ordenó a su pueblo que no se mezclara con las otras naciones, ni hiciera “como ellos hacen” (Éxodo 23:24), para que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el matrimonio con los idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era tan necesario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuese puro, “sin mancha de este mundo” (Santiago 1:27.) Debían mantenerse libres del espíritu mundano, porque éste se opone a la verdad y la justicia. Pero Dios no quería que su pueblo, creyendo tener la exclusividad de la justicia, se apartara del mundo al punto de no poder ejercer influencia alguna sobre él.

Como su Maestro, los seguidores de Cristo debían ser en todas las edades la luz del mundo. El Salvador dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa;” es decir, en el mundo. Y agrega: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Esto es exactamente lo que hicieron Enoc, Noé, Abrahán, José y Moisés. Y es precisamente lo que Dios quería que hiciera su pueblo Israel.

Fue su propio corazón malo e incrédulo, dominado por Satanás, lo que los llevó a ocultar su luz en vez de irradiarla sobre los pueblos circunvecinos; fue ese mismo espíritu fanático lo que les hizo seguir las prácticas inicuas de los paganos, o encerrarse en un orgulloso exclusivismo, como si el amor y el cuidado de Dios fuesen únicamente para ellos.

Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra” (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán (véase Gálatas 3:8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto”. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: “Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”, y el Señor le declaró: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti” (Génesis 17:1, 7; 26:5).

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

[Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

QUOTE=Gabrie147;1375525]Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra” (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán (véase Gálatas 3:8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto”. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: “Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”, y el Señor le declaró: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti” (Génesis 17:1, 7; 26:5).

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.
[/QUOTE]

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra” (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán (véase Gálatas 3:8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto”. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: “Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”, y el Señor le declaró: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti” (Génesis 17:1, 7; 26:5).

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.
[/QUOTE]


Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
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Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.
Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.


Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA QUE CON SUS PARTICIPACIONES REPRESENTA A TODA LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, SUGIERE QUE ADAN Y EVA VIOLARON LOS 10 MANDAMIENTOS CUANDO COMIERON DEL FRUTO DEL ARBOL PROHIBIDO.

HE AQUI LO QUE DICE GABRIEL SALINAS GONZALEZ:

Estimado Patricio Cespedes.

Respondo: ¿Acaso cuando la primera pareja comió del fruto prohibido, no violó los 10 mandamientos?

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.



ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Cual de los 10 mandamientos ordena NO COMER del fruto de algun arbol?

Despues que leas los 10 mandamientos y te des cuenta que ninguno de ellos PROHIBE COMER ALGO, rapidamente anda a ver a un Siquiatra.

Si el Siquiatra no puede ayudarte y declara que tu eres un caso IRRECUPERABLE, entonces eso significa que necesitas UN EXORCISTA que tenga la capacidad de sacarte los demonios que tienes en tu cuerpo.

Es Satanas el que te hace leer en la Biblia COSAS QUE ALLI NO SE ENSENAN.

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, esto te paso por empaparte tanto en las doctrinas mentirosas de Elena G. de White, esa falsa profeta que afirma exactamente el mismo engano que tu pregonas.

Tanto Elena G. de White como tu, ensenan que Dios le dio los 10 mandamientos a Adan y Eva, cuando fueron creados, ALGO QUE LA BIBLIA NUNCA HA ENSENADO.

ESTA ENSENANZA ES SATANICA, PORQUE SE OPONE A LA PALABRA DE DIOS QUE MUY CLARAMENTE DICE:

"LA LEY NO FUE DADA PARA EL JUSTO" (1 Timoteo 1: 9).

Adan y Eva fueron creados JUSTOS, SIN PECADO ALGUNO Y NO NECESITABAN LA LEY, TAL COMO LO AFIRMA LA SANTA PALABRA DE DIOS A LA CUAL TU TE OPONES, JUNTO CON SATANAS.


Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y Reformador.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintiuos 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.




Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra” (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán (véase Gálatas 3:8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto”. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: “Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”, y el Señor le declaró: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti” (Génesis 17:1, 7; 26:5).

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.





Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.
[/QUOTE]


Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
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El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).

¡Cristo es Dios!

¿Lo dudas?


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).

¡Cristo es Dios!

¿Lo dudas?


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
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El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9).

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que los 10 mandamientos ahora ellos los tienen grabados en sus corazones.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION. Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.