Uno de los "consuelos" de la ICR y otras secciones de la cristiandad, es que su monolítica e impositiva, vertical y autoritario sistema a diferencia de las "sectas" (ojo: a todo lo que no es católico.romano pretende el catolicismo.romano meter en una bolsa negra y grande llamada "secta") es signo de uniformidad, y lo es; pero no necesariamente es signo de unidad.
La unidad espiritual requiere algo más que ser dogmático, mucho más que ser impositivo, vertical y alg mas que de callar las voces disidentes. La unidad es entre otras cosas compartir la diversidad, la libertad, el conocimiento, la entrega y una serie de elementos; elementos que están ausentes por definición aquellos grupos religiosos o doctrinatarios que siguen doctrinas dogmáticas, ya sea la modo del nazismo, el catolicismo.romano, el roussellismo, el mormonismo, el leninismo u otras tantas impositivas creencias.
La uniformidad sectaria, a diferencia de la verdadera unidad cristiana, carece de libertad; uno de los signos más característicos y distintivos de las sectas.
Y es que en el cristianismo evangélico predomina la unidad en medio de la diversidad; diversidad que mal entendida ofrece a los extraños un espectáculo al mundo, y lo somos, sin duda alguna; por definición. Somos cartas abiertas, no sobres cerrados, no estamos cerrados en la uniformidad, sino abiertos en la unidad; no somos como los doctrinatarios algo distintos a "epístolas vivientes", sin necesidad de recomendación, ni dogmática, ni histórica ni tradicional, sino fundamentados sobre la base de "a la ley y el testimonio"; lo cual es la clara oposición a las religiones dogmáticas como el catolicismo romano.
El Señor es claro: Donde hay libertad, ahí está el Espíritu de Dios.
Y la multiforme gracia de Dios se expresa en Su pueblo santo a través de dones, ministerios y operaciones que hemos sido capaces como cristianos evangélicos de palpar y dar testimonio de las maravillas, milagros y prodigios que Dios ha dado a Su Pueblo santo.
Reniegan y mucho nuestros detractores aquí mismo, en medio de la libertad que solo un foro cristiano evangélico puede brindad, alegando algunos que somos treinta y cuatro mil “sectas” (hablando peyorativamente), como si unos y otros no fuésemos hermanos, y esto es falso y tendencioso; como si esto les diera cierta “unidad” a ellos.
Si bien es cierto hay muchos grupos que se quieren cobijar bajo la bandera evangélica, sin serlo, también es cierto que todas aquellas iglesias evangélicas por diversas y esparcidas que parezcan están como la sal del mundo. Somos uno en Cristo y por tanto somos hermanos; tan es así, que nos ven y consideran como un solo pueblo: el pueblo cristiano evangélico.
Ningún pueblo en el mundo posee la unidad en medio de la diversidad y la paz entre nosotros que el pueblo evangélico y esto no de nosotros, sino como don de Dios.
En una misma reunión he visto lo mismo bautistas que presbiterianos, que metodistas que pentecostales orando fervientemente por la unidad, el vínculo de la paz en perfecta y santa paz, en unidad: Una fe: en Cristo Jesús, Un Señor, el Señor Jesucristo, un bautismo: en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.