No OSO... el AMÉN no es una palabra vana en nuestra Liturgia.
Es la adherencia del pueblo de Dios al Sactificio único y eterno de Cristo.
El Amén Solemne
Ahora presenta al Padre el Cuerpo y Sangre de Jesús con estas palabras: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios padre todopoderoso, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.” ¡Qué bella forma de decir que Nuestro Señor Jesucristo es el centro de la vida cristiana, que tenemos toda nuestra esperanza en Él; que es nuestra alegría, nuestra fortaleza, nuestro redentor!
Este es el momento de poner conscientemente nuestra confianza sólo en Dios: nuestras alegrías, sueños, planes; pero más aún, nuestras tristezas, fracasos, dolores, frustraciones, e incluso nuestros pecados… toda nuestra vida confiando que Él nunca nos pedirá lo que no podemos darle, porque Él ya nos lo ha dado todo.
En otras palabras, poner nuestras vidas en las Manos de Dios sabiendo que su voluntad se cumplirá hoy y siempre. Así podremos responder con todas nuestras fuerzas: AMEN.