Hace unos días tuve el dudoso "privilegio" de estar presente, por circunstancias que no vienen al caso, en un sermón pronunciado por un predicador adventista. Buena parte del sermón fue sobre el sacrificio de Caín. Sobre él, la Biblia enseña:
"Tiempo después, Caín presentó al SEÑOR una ofrenda del fruto de la tierra. Abel también presentó al SEÑOR lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo. Entonces el SEÑOR le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.»" (Gén. 4:3-7, NVI).
Con el necio orgullo que caracteriza a los sectarios del adventismo, el predicador explicó a su adormecida congregación que Caín era culpable nada más y nada menos que de desvirtuar o prostituir el "plan de la salvación", pues se atrevía a ofrendar a Dios "el fruto de sus propios esfuerzos como agricultor", rechazando así la ofrenda supuestamente exigida por Dios. Según el predicador en cuestión, dicha ofrenda era, precisamente, "un cordero". La "explicación" del pastor iba acompañada por algunas diapositivas, en las que se veía que el altar de Caín estaba lleno de manzanas, peras, melocotones, plátanos y otras frutas.
¿Cuán fiables son estas "explicaciones" adventistas? ¿Apoya la Biblia semejante interpretación? ¿De verdad Caín ofrecía plátanos sobre el altar? La Biblia habla de Caín, hijo de Adán y Eva, en cuatro lugares. El más notable es el capítulo 4 de Génesis. El segundo es el libro de Hebreos, que señala:
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella" (Heb. 11:4).
Vemos que el autor inspirado señala que el sacrificio de Abel fue "más excelente" que el de Caín porque el de Abel estaba agraciado por un ingrediente del que carecía el de Caín: la fe. No afea el sacrificio de Caín por algún defecto de forma, sino de fondo.
El tercer lugar que habla de Caín es 1 Juan 3:11, 12: "Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas". Aquí el autor inspirado no habla directamente del sacrificio de Caín, como tampoco habla del sacrificio de Abel. Se contenta con señalar que las obras (en plural) de este eran justas, mientras que las obras de Caín eran malas.
El último pasaje bíblico que habla de Caín se encuentra en Judas 10-11. Hablando de ciertos "hombres impíos" (vers. 8) que se habían infiltrado en la iglesia de Cristo, el pariente del Señor señala: "estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam y perecieron en la contradicción de Coré". Al parecer, los hombres impíos en cuestión blasfemaban de cuantas cosas no conocían, y, en tal línea de conducta, seguían "el camino de Caín". Lamentablemente, Judas no especifica si ese "camino de Caín" es el que había emprendido Caín ya antes del homicidio de su hermano o se refiere a la posterior carrera de infamia de aquel pecador.
Mencionados ya todos los pasajes bíblicos que hablan de Caín, podemos constatar fácilmente que ninguno de ellos afea la conducta de Caín porque este ofreciera manzanas o guanábanas sobre su altar. En todo caso, ¿será verdad ese cuentecito adventista de qué, con su "ofrenda del fruto de la tierra", Caín desagradaba a Dios porque desvirtuaba el "plan de la salvación" por no ofrecer "un cordero"? ¿De verdad veía Dios con malos ojos las ofrendas "del fruto de la tierra"? Vamos a dejarnos de diapositivas adventistas de sandías y melones y de su "luz menor" y acudiremos a la Biblia para hallar la respuesta:
"Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová, tu Dios, te da por heredad, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás las primicias de todos los frutos que saques de la tierra que Jehová, tu Dios, te da, las pondrás en una canasta e irás al lugar que Jehová, tu Dios, escoja para hacer habitar allí su nombre. Te presentarás al sacerdote que haya en aquellos días, y le dirás: 'Declaro hoy ante Jehová, tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría'. El sacerdote tomará la canasta de tu mano y la pondrá delante del altar de Jehová, tu Dios. Entonces dirás estas palabras delante de Jehová, tu Dios: 'Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a Jehová, el Dios de nuestros padres, y Jehová oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, Jehová, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste'. Tú dejarás las primicias delante de Jehová, tu Dios, y adorarás delante de Jehová, tu Dios" (Deut. 26:1-10).
¡Qué interesante pasaje! Por lo visto, a Dios no le parecía mal (siempre que hubiese sinceridad y un buen proceder) que los israelitas le ofrecieran "primicias del fruto de la tierra". En realidad, esos frutos de la tierra no eran ni manzanas ni melocotones ni plátanos ni melones. Había muchas ofrendas que Dios ordenó a Israel que tenían que ver con distintos "frutos de la tierra". No solo se empleaban líquidos de origen vegetal como el aceite y el vino en algunas ofrendas, sino que había todo un grupo de ofrendas constituidas por los "frutos de la tierra" por antonomasia: los cereales. Como botón de muestra, baste esta orden de Levítico:
"Cuando alguna persona ofrezca una oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la que echará aceite y pondrá incienso. La llevará luego a los hijos de Aarón, a los sacerdotes; de ello tomará el sacerdote un puñado de la flor de harina con aceite, junto con todo el incienso, y lo hará arder sobre el altar, como memorial. Ofrenda quemada es, de olor grato a Jehová" (2:1-2).
Vemos, entonces, que tal ofrenda, "de olor grato de Jehová", estaba constituida única y exclusivamente por frutos de la tierra: harina de cereal, aceite de oliva e incienso. ¡Qué interesante es la Biblia cuando la leemos sin falsas ayudas!
Entonces, dado que no hay ninguna prueba de que la ofrenda de Caín fuese formalmente distinta de tantísimas otras que eran "de olor grato a Jehová", ¿por qué la rechazó Dios? ¿Desvirtuaba el "plan de la salvación", como se imaginan los predicadores de la secta remanente? La Biblia habla de ofrendas que, pese a su corrección formal, eran rechazadas por Dios. Por ejemplo, el profeta Amós presentó habla de las ofrendas presentadas por ciertos sujetos que humillaban a los pobres (5:11), que eran rebeldes y grandes pecadores que afligían al justo y recibían cohecho (5:12):
"Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, ni prestaré atención a los sacrificios de comunión de novillos cebados. 23 *Aleja de mí el bullicio de tus canciones; no quiero oír la música de tus cítaras" (5:22-23, NVI).
¡Qué interesante! Aquí tenemos ofrendas que, pese a sedr perfectamente legítimas en cuanto a la forma, eran rechazadas por Dios por la maldad de los oferentes.
El mensaje de Amós no era nuevo. En la antigüedad, el profeta Samuel había señalado: "¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Mejor es obedecer que sacrificar; prestar atención mejor es que la grasa de los carneros" (1 Sam. 15:22). También Jeremías explicó lo que de verdad quería Dios: "Escucha, tierra: Traigo sobre este pueblo una desgracia, fruto de sus maquinaciones, porque no prestaron atención a mis palabras, sino que rechazaron mi enseñanza. ¿De qué me sirve este incienso que llega de Sabá, o la caña dulce de un país lejano? Sus holocaustos no me gustan; sus sacrificios no me agradan" (Jer. 6:19-20).
¡Fascinante! Las ofrendas de los maquinadores, de quienes no prestan atención a las palabra del Señor y rechazan su enseñanza son inaceptables para Dios, por mucho incienso que lleven o por muy abundantes que sean. El salmista lo expresó perfectamente: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Sal. 51:17). Y el rey sabio lo recalcó: "El sacrificio que ofrecen los malvados es abominable para Jehová; la oración de los rectos es su gozo" (Prov. 15:8).
¡Cuántas cosas nos puede enseñar la Biblia cuando no recurrimos a falsas muletas! Acabaremos con la enseñanza meridianamente clara del mayor de los maestros:
"Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga 'Necio' a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga "Fatuo", quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda" (Mat. 5:22-24).
"Tiempo después, Caín presentó al SEÑOR una ofrenda del fruto de la tierra. Abel también presentó al SEÑOR lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo. Entonces el SEÑOR le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.»" (Gén. 4:3-7, NVI).
Con el necio orgullo que caracteriza a los sectarios del adventismo, el predicador explicó a su adormecida congregación que Caín era culpable nada más y nada menos que de desvirtuar o prostituir el "plan de la salvación", pues se atrevía a ofrendar a Dios "el fruto de sus propios esfuerzos como agricultor", rechazando así la ofrenda supuestamente exigida por Dios. Según el predicador en cuestión, dicha ofrenda era, precisamente, "un cordero". La "explicación" del pastor iba acompañada por algunas diapositivas, en las que se veía que el altar de Caín estaba lleno de manzanas, peras, melocotones, plátanos y otras frutas.
¿Cuán fiables son estas "explicaciones" adventistas? ¿Apoya la Biblia semejante interpretación? ¿De verdad Caín ofrecía plátanos sobre el altar? La Biblia habla de Caín, hijo de Adán y Eva, en cuatro lugares. El más notable es el capítulo 4 de Génesis. El segundo es el libro de Hebreos, que señala:
"Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella" (Heb. 11:4).
Vemos que el autor inspirado señala que el sacrificio de Abel fue "más excelente" que el de Caín porque el de Abel estaba agraciado por un ingrediente del que carecía el de Caín: la fe. No afea el sacrificio de Caín por algún defecto de forma, sino de fondo.
El tercer lugar que habla de Caín es 1 Juan 3:11, 12: "Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas". Aquí el autor inspirado no habla directamente del sacrificio de Caín, como tampoco habla del sacrificio de Abel. Se contenta con señalar que las obras (en plural) de este eran justas, mientras que las obras de Caín eran malas.
El último pasaje bíblico que habla de Caín se encuentra en Judas 10-11. Hablando de ciertos "hombres impíos" (vers. 8) que se habían infiltrado en la iglesia de Cristo, el pariente del Señor señala: "estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam y perecieron en la contradicción de Coré". Al parecer, los hombres impíos en cuestión blasfemaban de cuantas cosas no conocían, y, en tal línea de conducta, seguían "el camino de Caín". Lamentablemente, Judas no especifica si ese "camino de Caín" es el que había emprendido Caín ya antes del homicidio de su hermano o se refiere a la posterior carrera de infamia de aquel pecador.
Mencionados ya todos los pasajes bíblicos que hablan de Caín, podemos constatar fácilmente que ninguno de ellos afea la conducta de Caín porque este ofreciera manzanas o guanábanas sobre su altar. En todo caso, ¿será verdad ese cuentecito adventista de qué, con su "ofrenda del fruto de la tierra", Caín desagradaba a Dios porque desvirtuaba el "plan de la salvación" por no ofrecer "un cordero"? ¿De verdad veía Dios con malos ojos las ofrendas "del fruto de la tierra"? Vamos a dejarnos de diapositivas adventistas de sandías y melones y de su "luz menor" y acudiremos a la Biblia para hallar la respuesta:
"Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová, tu Dios, te da por heredad, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás las primicias de todos los frutos que saques de la tierra que Jehová, tu Dios, te da, las pondrás en una canasta e irás al lugar que Jehová, tu Dios, escoja para hacer habitar allí su nombre. Te presentarás al sacerdote que haya en aquellos días, y le dirás: 'Declaro hoy ante Jehová, tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría'. El sacerdote tomará la canasta de tu mano y la pondrá delante del altar de Jehová, tu Dios. Entonces dirás estas palabras delante de Jehová, tu Dios: 'Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a Jehová, el Dios de nuestros padres, y Jehová oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, Jehová, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste'. Tú dejarás las primicias delante de Jehová, tu Dios, y adorarás delante de Jehová, tu Dios" (Deut. 26:1-10).
¡Qué interesante pasaje! Por lo visto, a Dios no le parecía mal (siempre que hubiese sinceridad y un buen proceder) que los israelitas le ofrecieran "primicias del fruto de la tierra". En realidad, esos frutos de la tierra no eran ni manzanas ni melocotones ni plátanos ni melones. Había muchas ofrendas que Dios ordenó a Israel que tenían que ver con distintos "frutos de la tierra". No solo se empleaban líquidos de origen vegetal como el aceite y el vino en algunas ofrendas, sino que había todo un grupo de ofrendas constituidas por los "frutos de la tierra" por antonomasia: los cereales. Como botón de muestra, baste esta orden de Levítico:
"Cuando alguna persona ofrezca una oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la que echará aceite y pondrá incienso. La llevará luego a los hijos de Aarón, a los sacerdotes; de ello tomará el sacerdote un puñado de la flor de harina con aceite, junto con todo el incienso, y lo hará arder sobre el altar, como memorial. Ofrenda quemada es, de olor grato a Jehová" (2:1-2).
Vemos, entonces, que tal ofrenda, "de olor grato de Jehová", estaba constituida única y exclusivamente por frutos de la tierra: harina de cereal, aceite de oliva e incienso. ¡Qué interesante es la Biblia cuando la leemos sin falsas ayudas!
Entonces, dado que no hay ninguna prueba de que la ofrenda de Caín fuese formalmente distinta de tantísimas otras que eran "de olor grato a Jehová", ¿por qué la rechazó Dios? ¿Desvirtuaba el "plan de la salvación", como se imaginan los predicadores de la secta remanente? La Biblia habla de ofrendas que, pese a su corrección formal, eran rechazadas por Dios. Por ejemplo, el profeta Amós presentó habla de las ofrendas presentadas por ciertos sujetos que humillaban a los pobres (5:11), que eran rebeldes y grandes pecadores que afligían al justo y recibían cohecho (5:12):
"Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, ni prestaré atención a los sacrificios de comunión de novillos cebados. 23 *Aleja de mí el bullicio de tus canciones; no quiero oír la música de tus cítaras" (5:22-23, NVI).
¡Qué interesante! Aquí tenemos ofrendas que, pese a sedr perfectamente legítimas en cuanto a la forma, eran rechazadas por Dios por la maldad de los oferentes.
El mensaje de Amós no era nuevo. En la antigüedad, el profeta Samuel había señalado: "¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Mejor es obedecer que sacrificar; prestar atención mejor es que la grasa de los carneros" (1 Sam. 15:22). También Jeremías explicó lo que de verdad quería Dios: "Escucha, tierra: Traigo sobre este pueblo una desgracia, fruto de sus maquinaciones, porque no prestaron atención a mis palabras, sino que rechazaron mi enseñanza. ¿De qué me sirve este incienso que llega de Sabá, o la caña dulce de un país lejano? Sus holocaustos no me gustan; sus sacrificios no me agradan" (Jer. 6:19-20).
¡Fascinante! Las ofrendas de los maquinadores, de quienes no prestan atención a las palabra del Señor y rechazan su enseñanza son inaceptables para Dios, por mucho incienso que lleven o por muy abundantes que sean. El salmista lo expresó perfectamente: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Sal. 51:17). Y el rey sabio lo recalcó: "El sacrificio que ofrecen los malvados es abominable para Jehová; la oración de los rectos es su gozo" (Prov. 15:8).
¡Cuántas cosas nos puede enseñar la Biblia cuando no recurrimos a falsas muletas! Acabaremos con la enseñanza meridianamente clara del mayor de los maestros:
"Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga 'Necio' a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga "Fatuo", quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda" (Mat. 5:22-24).