Re: Adventistas y Caperucita roja y el lobo feroz
1Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto; 2y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él. 3Entonces tomó su parábola, y dijo:
Dijo Balaam hijo de Beor,
Y dijo el varón de ojos abiertos;
4 Dijo el que oyó los dichos de Dios,
El que vio la visión del Omnipotente;
Caído, pero abiertos los ojos:
5 ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob,
Tus habitaciones, oh Israel!
Nm 24.1-5
No es esta una razón para decir que en las parábolas no se dan nombres propios; se pueden emplear nombres propios en parábolas:La razón es que las parábolas relatan situaciones de «la vida diaria», pero en este caso el punto más importante que nos hace ver que no sería una parábola es la mención de un personaje por su nombre —«Lázaro»— de quien a duras penas el Señor habría dado su nombre si realmente no hubiese existido; pero lo que no puede ser cuestionado es la situación de las almas en este relato, pues la definición de parábola no lo permite.
Flavio H. Arrué
1Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto; 2y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él. 3Entonces tomó su parábola, y dijo:
Dijo Balaam hijo de Beor,
Y dijo el varón de ojos abiertos;
4 Dijo el que oyó los dichos de Dios,
El que vio la visión del Omnipotente;
Caído, pero abiertos los ojos:
5 ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob,
Tus habitaciones, oh Israel!
Nm 24.1-5