Julio,
La persona es atraída al Señor mediante un llamado, o una invitación interior; esto se puede considerar una revelación en sí, y es un milagro que obra el Señor en el hombre natural. Sin este llamado especial, el hombre natural no puede responder positivamente a las cosas de Dios, es decir, no puede responder positivamente a la predicación del evangelio, que es en sí otro llamado, un llamado general y externo.
De esa misma manera, el Señor llama a hombres al oficio que él tiene establecido para ellos. Este llamamiento toma lugar en el marco de una comunicación directa e inequívoca, entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios. Por esto, la persona que es llamada a un ministerio u oficio, está convencida de que efectivamente fue llamado para esa tarea.
¿Qué tiene que hacer una persona con semejante llamado, esperar que un superior le de permiso para que ejerza su don?
Yo no soy un creyente anarquista, entiendo que todas las cosas del Señor se deben hacer en orden, y que ese orden incluye una estructura organizada, sin embargo, esa estructura debe estar construida en base al modelo de cuerpo. Nosotros somos miembros del cuerpo de Cristo, y cada miembro tiene su función en ese cuerpo. Quien gobierna la función de los miembros, no es otro miembro, sino la cabeza de ese cuerpo.
En lo otro, lo que sigue es mi opinión:
El que preside una congregación local, debe tener buen discernimiento para detectar el llamado que Dios le ha hecho a cada hermano en la congregación, para de esta manera saber con lo que cuenta, y bajo la dirección del Señor, desarrollar una estrategia de operación, mediante la cual estos hermanos puedan desarrollar su vocación y sean de provecho en la obra del ministerio.
Saludos.
