Gracias Briceño, por echar una mano, pues parece que algunos no quieren comprender que DIOS NO QUIERE Y NO MANDÓ SACRIFICIOS. No quieren comprenderlo aunque esté testimoniado por los profetas en citas como la que nos recuerdas de Jeremías, y también esté testimoniado por el propio Jesucristo:
"Si hubierais comprendido lo que quiere decir: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes". (Mateo 12,7).
Con estos testimonios, deberían comprender que las escrituras que digan que Dios mandó sacrificios son contrarias a estos testimonios de los profetas y de Jesucristo y, por tanto, no son verdaderas. Pero se ve que las interpretaciones religiosas de los hombres se han grabado en muchos de tal forma, que no aceptan que en las escrituras haya leyes que fueron atribuidas a Dios pero que en realidad no fueron dadas por Dios (leyes como muchas del viejo testamento que mandan que unos hombres hagan daño y maten a otros hombres o preceptos que no coinciden con las enseñanzas de Jesús y que están escritos en las cartas y han sido atribuidos a Pablo como si también fueran inspirados por Dios).
Espero que muchos pierdan el temor que les han infundido las religiones y dejen de seguir tanta doctrina e interpretación religiosa que impone la creencia de que todas las leyes del viejo testamento fueron dadas por Dios y empiecen a comprender que en las escrituras han sido atribuidos a Dios muchos preceptos y leyes que en realidad no fueron dados por Dios, pues la Ley de Dios había sido cambiada en falsedad y el pueblo ya no la conocía, como nos dice Jeremías:
"Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Yavé; ¿y qué sabiduría tienen?" (Jeremías 8:7-9).
Precisamente, por eso vino Jesucristo. Él vino a enseñarnos la verdadera Ley que Dios había dado a su pueblo, que es la misma que Jesucristo nos enseñó en el Evangelio, Ley que el pueblo ya no conocía y por eso, cuando Jesucristo vino a enseñarla de nuevo, "El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció". (Mateo 4:15-16).
Hay una interpretación religiosa que arrastra a muchos y que dice que los Diez Mandamientos (el Decálogo) escritos en el viejo testamento fueron realmente dados por Dios. ¿Cómo pueden creer que Dios dio una ley (el décimo mandamiento) que permitía a los hombres tener siervos y siervas (esclavos)? Me da pena que, por ejemplo, una persona como Cátara, que defiende con tanto calor el amor y el "No Matarás", crea que Dios haya dado alguna vez una ley así. Dios no dio esa ley que permite que los hombres tengan siervos o esclavos, pues Jesucristo, en el Evangelio enseña que nadie se haga más grande que nadie y nos da su ejemplo para que hagamos como Él hizo, que no había venido a ser servido sino a servir:
"Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mateo 20,25-28)
Por tanto, hay que comprender que, del Decálogo, son verdaderos mandamientos dados por Dios aquellos que coinciden con las enseñanzas de Jesús, pero no son verdaderos mandamientos de Dios los que no coinciden, como el décimo mandamiento, que permite la esclavitud. Es muy importante que los cristianos comprendan estas cosas para que no vean a Dios como alguien que dio mandamientos imperfectos.
Gracias por tu colaboración, Briceño. Que Dios te bendiga y que sirva a muchos para que se fortalezcan y no se dejen arrastrar por tantas interpretaciones de hombres que no coinciden con las enseñanzas de Jesús.