Querido LG:
Sigue Vd poniendo una mayúscula a la palabra Hombre. El Hombre con mayúscula ya no existe. Murió hace millones de años. Involucionó. El hombre (con minúsculas) que vemos en la actualidad, que somos yo y Vd. (Y Maripaz) es una pálida imagen del Hombre que creó Dios. No confunda los términos. En el Génesis la palabra Hombre viene que mayúsculas, pero después de la desobediencia de Adán y Eva, que Vd. puede creer que es un cuento para niños, pero que yo le puedo asegurar que es lo que nos ha traído a este maldito mundo, el hombre es escrito con minúsculas.
El hombre ya no es ni la sombre del que fue.
Pero sí sé lo que quiere Dios con respecto al hombre. Quiere sacarnos de esta situación. Y ha puesto todos los medios para ello. Nos ha dado un mundo material donde ha representado una “realidad” simplificada, para que aprendamos. Nos ha dado un cuerpo material para que sirva de herramienta para realizar una revolución. La revolución interior. Pero el hombre ha confundido el escenario y ha confundido su fin. Casi toda la cultura, toda la ciencia y toda la historia le describen como un animal racional que aspira, socialmente, a la perfección. Y creerse un animal racional es ver una parte de lo que es el hombre. El hombre TIENE un cuerpo animal, pero no es un animal. El hombre es ese centro de conciencia que necesita de un cuerpo físico para moverse en el entorno, que es el planeta. El hombre ha puesto su acento en los bienes para ese cuerpo y lo que se consigue interactuando socialmente. Pero desconoce su naturaleza espiritual, su verdadera identidad. Cuando el hombre descubre que su cuerpo es solo un apéndice de él, que él es mucho más que eso que podemos ver tan imperfecto y a la vez tan perfecto, entonces se aleja de las conquistas materiales y sociales y solo aspira a desarrollar ese aspecto espiritual que no ve, pero que intuye. Es lo que pretendo con mis escritos. Hacer recapacitar a las personas nobles que leen porque tienen un interés ya vislumbrado sobre estas cosas, para que miren dentro de sí mismos. Para que duden. Para que mediten. Para que se pregunten, porque de estas preguntas, viene la salvación.
El Hombre fue hecho "a imagen y semejanza de Dios", pero el hombre actual solo tiene de Dios la imagen. Ha perdido la semejanza, y, ahora, hay que devolversela.
Por eso el cuerpo del hombre es una envoltura idealizada de la imagen que el hombre debe alcanzar. Dios, sabiendo que el hombre degeneró y perdió sus formas, le dio un cuerpo con la forma que debía alcanzar su alma, para que se identificara con esa forma. El alma no tiene ya esa forma, la perdió y para ayudar en el proceso de desarrollo del hombre, Dios le proporcionó un cuerpo, una “túnica de piel”, “a imagen y semejanza de Dios”, ya que su alma ya no la tiene. Si viéramos el aspecto de nuestra alma, nos asustaríamos, quedaríamos anonadados, paralizados. Por eso Dios nos ha dado un cuerpo con la forma que debemos alcanzar, pero nos limitamos a mejorar su aspecto exterior, en vez de hacer que nuestra alma adquiera esa forma.
Un abrazo.
Sigue Vd poniendo una mayúscula a la palabra Hombre. El Hombre con mayúscula ya no existe. Murió hace millones de años. Involucionó. El hombre (con minúsculas) que vemos en la actualidad, que somos yo y Vd. (Y Maripaz) es una pálida imagen del Hombre que creó Dios. No confunda los términos. En el Génesis la palabra Hombre viene que mayúsculas, pero después de la desobediencia de Adán y Eva, que Vd. puede creer que es un cuento para niños, pero que yo le puedo asegurar que es lo que nos ha traído a este maldito mundo, el hombre es escrito con minúsculas.
El hombre ya no es ni la sombre del que fue.
Pero sí sé lo que quiere Dios con respecto al hombre. Quiere sacarnos de esta situación. Y ha puesto todos los medios para ello. Nos ha dado un mundo material donde ha representado una “realidad” simplificada, para que aprendamos. Nos ha dado un cuerpo material para que sirva de herramienta para realizar una revolución. La revolución interior. Pero el hombre ha confundido el escenario y ha confundido su fin. Casi toda la cultura, toda la ciencia y toda la historia le describen como un animal racional que aspira, socialmente, a la perfección. Y creerse un animal racional es ver una parte de lo que es el hombre. El hombre TIENE un cuerpo animal, pero no es un animal. El hombre es ese centro de conciencia que necesita de un cuerpo físico para moverse en el entorno, que es el planeta. El hombre ha puesto su acento en los bienes para ese cuerpo y lo que se consigue interactuando socialmente. Pero desconoce su naturaleza espiritual, su verdadera identidad. Cuando el hombre descubre que su cuerpo es solo un apéndice de él, que él es mucho más que eso que podemos ver tan imperfecto y a la vez tan perfecto, entonces se aleja de las conquistas materiales y sociales y solo aspira a desarrollar ese aspecto espiritual que no ve, pero que intuye. Es lo que pretendo con mis escritos. Hacer recapacitar a las personas nobles que leen porque tienen un interés ya vislumbrado sobre estas cosas, para que miren dentro de sí mismos. Para que duden. Para que mediten. Para que se pregunten, porque de estas preguntas, viene la salvación.
El Hombre fue hecho "a imagen y semejanza de Dios", pero el hombre actual solo tiene de Dios la imagen. Ha perdido la semejanza, y, ahora, hay que devolversela.
Por eso el cuerpo del hombre es una envoltura idealizada de la imagen que el hombre debe alcanzar. Dios, sabiendo que el hombre degeneró y perdió sus formas, le dio un cuerpo con la forma que debía alcanzar su alma, para que se identificara con esa forma. El alma no tiene ya esa forma, la perdió y para ayudar en el proceso de desarrollo del hombre, Dios le proporcionó un cuerpo, una “túnica de piel”, “a imagen y semejanza de Dios”, ya que su alma ya no la tiene. Si viéramos el aspecto de nuestra alma, nos asustaríamos, quedaríamos anonadados, paralizados. Por eso Dios nos ha dado un cuerpo con la forma que debemos alcanzar, pero nos limitamos a mejorar su aspecto exterior, en vez de hacer que nuestra alma adquiera esa forma.
Un abrazo.