Re: Yo estuve en el adventismo. (Testimonio personal.)
En este, mi testimonio, cuando hago preguntas, no las hago a nadie acá en particular, son preguntas que me llegué a hacer siendo adventista. (Hay secciones en el foro para eso, si aún las tuviera.)
Pero a esas preguntas que me hice, aún cuando era maestro adventista, sus respuestas, ya las tengo, gracias a Dios.
Retomando la temática: Yo estuve en el adventismo. (Testimonio personal.), continuamos.
(Continuación.)
Ya bautizado, abrazé la doctrina adventista con todas sus´íes¨.
Y al estar matriculado en una academia adventista, la infusión de sus creencias fue aún mayor.
Cosas que me iban¨enseñando¨, como doctrina, en relación al mundo espiritual.:
*Satanás sería eliminado, o, aniquilado al final. Dejaría de existir.
*Jesús era también un arcángel, llamado Miguel.
*El alma, sin el cuerpo, deja de ser.
*No existe un lugar de confinamiento eterno ni para los demonios, ni para los impíos.
* Satanás tiene participación en la expiación. Azazel. (Grave heregía que trataré más
adelante.)
Información ¨extra¨ que nos daban, de ¨revelaciones¨ dadas a Elena G. De White:
*Elena tuvo una visión de Satanás, y a éste, le colgaban sus carnes.
*La caída de Satanás se debió a celos que tuvo de Jesús. (Los mormones tienen algo
similar en esto)
*Jesús lloró al saber que el Padre no perdonaba a Satanás, quien a su vez se mostró
arrepentido por su rebelión.
De éstos y otros escritos, fui empapado y los tomé como fidedignos, como procedentes de Dios mismo, a pesar de que encontraba citas bíblicas que daban otra información.
Declaraciones hechas por Cristo mismo, como:..
. mas los que fueren tenidos por dignos
de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles...
Lucas 20:35-36ª
-las comparaba con citas de Elena, y encontraba marcados contrastes.
Pero, era tanto el énfasis que se hacía de la legitimidad de Elena, como portadora del evangelio genuino del último tiempo, que cualquier pensamiento que viniera a mi, de duda, en cuánto a ella o a sus declaraciones, lo esquivaba. Después de todo, nos enseñaron que ella era el espíritu de profecía que Juan menciona en Apocalipsis 19.
Si de ella se profetizaba en el último libro de la Biblia, entonces, sus escritos, tenían autoridad como fuente de consulta y enseñanza.
Me sentía tan identificado con el adventismo, y la religión que ahora profesaba, que poco a poco fui tomando la forma de un orador adventista. La serie en libros de ¨Bellas historias de la Biblia¨, la leí completa. Y mi convicción de que ser adventista, era ser del pueblo verdadero, la comenzé a plasmar en mis primeros poemas. Uno de los más antiguos, de mi autoría, tiene una pequeña estrofa al final que dice:
...Quizás por alguna ignorancia,
o porque no existiera,
el lugar de la esperanza,
la Iglesia del Séptimo día.
A los 12 años, ya me perfilaba como un predicador del movimiento, en la iglesia local.
En esta foto, aparezco predicando en una iglesia adventista de Puerto Rico, durante mi niñez. Entre mi familia hay por lo menos 3 fotos más, en las que fui captado en predicaciones, en otras iglesias de la misma religión. Las predicacciones fueron más de las que las fotos testifican, e inclusive, a los 15 años, y luego a los 16 y 17, llegué a predicar en iglesias adventistas, en el estado de New Jersey, en los Estados Unidos.
Yo era extremadamente tímido, cómo señalé en unas notas previas, pero Dios usó esos momentos de exposición pública, para ayudarme a superar lentamente ese obstáculo.
Dentro de todo, Dios pesa los corazones, y va obrando, hasta perfeccionar su plan y obra. Y agradezco al Señor profundamente por eso; por su paciencia y fidelidad, tratando con un niño, que aunque ya comenzaba a defender una causa religiosa , en todo caso, adventista, no lo soltaría, y la misma hambre de la Palabra que Él provocara en ese joven, lo llevaría finalmente a abrir sus ojos.
Aún conservo, hasta donde he hallado, cuatro mensajes de los que llegué a predicar como adventista, en mi niñez, y posteriormente, como joven.
Aquí comparto una copia de una página, de uno de esos mensajes.
Notarán cómo hago mención del espíritu de profecía. Era casi normativo, citar partes de los escritos de Elena G. De White, o menciones de ella, en los sermones predicados. Un buen predicador adventista, eso hacía. Yo quería hacer lo mismo, no por imitación, sino porque creia de todo corazón que era lo correcto e indicado.
Obviamente que el envolvimiento cercano con el adventismo incluyó de igual manera a mis hermanos de sangre. Uno de mis hermanos, y una de mis hermanas, de los mayores, llegaron de igual manera a predicar como adventistas. Con el resto, nos unimos para formar un grupo musical al que mi madre puso el nombre de: Estrellas de Luz.
Pienso que fueron momentos que todos en casa valoramos, porque pudimos exteriorizar nuestros talentos; pudimos tener una noción de lo que es llevar una misión, aun cuando ésta no fuera ubicada correctamente durante esa etapa. Mi hermano mayor tocaba la guitarra, y todos cantábamos a voces. Nueve hermanos; cinco niñas y cuatro varones.
Las edades nuestras, durante ese tiempo como grupo musical adventista, rondaban entre los 5 años hasta los 19. Yo tenía como 12 al iniciarse el grupo.
Más adelante, en nuestros viajes y presentaciones dentro de la isla, alternábamos los cánticos con sermones que este servidor llevaba. Sin altivez digo que llegamos a causar sensación dentro de los círculos de la religión. Y el ver a un niño, flaquito, de ojos grandes, predicar con cierta soltura y formalidad, en reuniones del servicio especial del sábado, era algo que se comentaba.
Con el tiempo, hubo quienes se interesaron en hacer de mí un ministro adventista.
Aún faltaba tiempo para esa oferta, pero Dios tenía de antemano otro plan.
Plan que de haberlo dado Dios a conocer, en ese tiempo, ni en la mente mía, ni en la de mi madre, o de mis pastores adventistas, hubiera sido bien recibido.
Desconocía lo que era ser lleno del Espíritu de Dios. Desconocía lo que era predicar bajo inspiración divina y con poder o señales innegables de su respaldo y aprobación.
A su tiempo, su plan y su manera, en su paciencia, Dios lo haría saber.
Continuará, Dios mediante.
Copyright2009 Erskine