Te deseo que llegues a comprender el amor de Dios; que entiendas porqué estableció el libre albedrío, y porqué respeta a todas sus creaciones. La letra es solo letra, algo escrito, mas toda palabra viene del Espíritu de Dios. Él, Dios, es amor, entiende el amor y entenderás a Dios. Mira con los ojos del amor, no de la letra, no con ojos mortales sino con el espíritu. Entiende la gran bondad y dulzura de Dios, y comprenderás que todas las virtudes que le adscribieron los hombres en la antigüedad partían de sus propios miedos, creencias y tradiciones y distorsiones. Si Pablo tuviese razón en todo lo que dijo, habría resucitado, y no habría participado del pecado, ni habría sufrido por largo término. Si crees en el que resucitó, créele también a Él cuando dijo: "he venido a dar a conocer tu nombre". ¿Y es que acaso el pueblo de Israel no conocía ya el nombre de Dios? Al decir "shem" (traducido al español como "nombre") se refiere a su "verdadera identidad", tal como se entiende Shem en hebreo, arameo y acadio ("she-mu", del sumerio "mu"). Solo Jesús comprendía realmente la identidad del Padre. Por eso, cualquiera que dice del Padre que es vengativo, iracundo, castigador, encolerizado, inquisitivo, dictador, arbitrario, impositivo, que viola el libre albedrío, que endurece, que tienta o pone a prueba, y cosas de esa índole egóica, no ha comprendido quién es el Creador. Entiénde las sintáxis y semántica que usa el Espíritu Santo, y porqué la usa, porque Dios, lo que sí es Él, es AMOR, BONDAD, BENIGNIDAD, PAZ, SILENCIO, MISERICORDIA, NOBLEZA, TOTALIDAD, PUREZA, SANTIDAD, GENTILEZA, CARIÑO, AMISTAD, UNIÓN, PERDÓN, DULZURA, COMPRENSIÓN, CABALLEROSIDAD, PODER, LUZ, EQUILIBRIO, PLENITUD, VERDAD, UNICIDAD, APOYO y PACIENCIA, así como más Frutos del Espíritu, que de Él emanan. Quien quite estas virtudes de Dios, ése es del diablo y nada tiene de luz ni verdad en Él, y quien atribuya a Dios los Frutos de la Carne, es, asimismo, hijo de la iniquidad y ciego.