Hace poco tiempo que varios periodistas y la cadena COPE llevaron a cabo una campaña de recogida de adhesiones y firmas para presentar en el Parlamento Europeo, en Bruselas, en razón de las pretensiones del gobierno catalán de establecer un organismo con poderes sancionadores que le faculta para coartar la libertad de expresión de forma notable. Por medio de este, los medios a quienes el organismo, de composición política, considere que en sus contenidos no se ajusta a la verdad ó de forma contraria a la constitución, les pueden sancionar de forma inmediata sin que un recurso del sancionado ante la justicia ordinaria paralice la ejecución de una sanción tal que puede llegar a suponer el cierre y la perdida de la licencia.
Alguien pensará, bueno… y a nosotros ¿qué? Allá la COPE, que es la emisora de los obispos, y que es el principal objetivo de ese organismo que se las apañe. Total, yo ni soy católico, ni del PP, a quién esta emisora defiende… Es más, como doctrinalmente estoy muy distanciado de la iglesia católica y en ese campo combato sus doctrinas y organización… pues eso nada tiene que ver conmigo.
Pero cuando me propuse escribir este artículo estaba pensando en aquel momento cuando en 1910 los protestantes españoles, a pesar de ser muy pocos y sin medios, llevaron a cabo una gran campaña de recogida de firmas para presentar ante las Cortes Españolas una solicitud del reconocimiento del derecho de la libertad religiosa y de cultos. Lograron la nada despreciable cifra de 150.000 firmas en todo el país, lo cual, teniendo en cuenta el contexto histórico y mediatico, que los protestantes apenas serían unos 10.000 y que vivían en medio de un ambiente social de prejuicio religioso muy arraigado desde siglos, fue todo un éxito. Quiere decir que muchas personas no protestantes se adhirieron a una aspiración de que un derecho fundamental fuese otorgado. Es cierto que muy pocos católicos, población mayoritaria, respaldaron aquella demanda, y que la mayoría de los que dieron su rúbrica eran, además de los protestantes, agnósticos, librepensadores y ateos.
Pasados unos pocos años desde entonces, en la República que se inició en 1931, la nueva Constitución recogió aquella justa aspiración protestante, en su artículo 27, junto con una gran restricción para las organizaciones católicas existentes. En los siguientes años, España vivió unas tornas diferentes a su historia anterior: instigadas por los partidos marxistas y anarquistas muchos religiosos católicos, creo de memoria que unos 14.000 fueron asesinados y muchas de sus iglesias e instituciones, saqueadas ó quemadas. De aquellos tumultuosos tiempos no he podido encontrar documentación en la que los protestantes españoles hubiesen expresado públicamente ó promovido alguna iniciativa de repulsa por aquellos actos de vandalismo religioso que sufrió la iglesia católica en España. Es cierto que tampoco hubo expresiones de alegría ni participación en los hechos, pero desde luego sí una visión de indiferencia acompañada de miedo, y en el mejor de los casos un: ¿y que podríamos hacer nosotros? Pues obviamente, por justicia algo semejante a lo que se había hecho de 1910.
Habiendo ganado el frente nacional la guerra civil, y donde este se impuso desde el primer momento de su alzamiento militar, nuevamente los protestantes perdieron sus libertades y fueron perseguidos sin que tampoco se aprecie ninguna protesta solidaria desde los católicos españoles por el atropello a las libertades de los protestantes en España, antes por el contrario, una participación activa en la represión bastante fuerte que llegó hasta 1967. (No obstante decir esto, quiero añadir que estoy convencido que si la guerra la hubiese ganado el frente popular, que acabó siendo un satélite del Kremlin, después de perseguir a los católicos hubiesen seguido con nosotros como sucedió en todos los países donde el marxismo llegó a alcanzar el poder, o sea que para los protestantes entre Guatemala y Guatepeor).
Ahora en el 2006, en la hora de nuestras responsabilidades actuales, yo vuelvo a percibir una situación en la que hay ciertas libertades fundamentales que están en peligro en nuestro país. Tal vez muchos se ciñan a que solo hay un conflicto entre ciertos partidos y la cadena de radio de los obispos, no queriendo ver que con esos mismos organismos represores pueden cerrar mañana nuestras recién disfrutadas emisoras protestantes simplemente por leer desde ellas el capitulo 1 de Romanos.
Creo que no debemos mirar para otro lado mudos cuando se están materializando iniciativas que conducen a la limitación de derechos fundamentales en España, aunque yo no veo que los cristianos evangélicos estemos dispuestos para la defensa de los mismos, por supuesto desde iniciativas legales y pacíficas, pero no por ello menos firmes. Ni debemos quedar anestesiados porque nos hayan retransmitido por primera vez en la teledos un culto completo en Navidad y la subvención para la FEREDE.
No podemos ignorar que sabemos que en Cataluña hay actualmente un gobierno que persigue y sanciona a la personas por razones del uso del idioma hasta límites paranoicos como son la vigilancia del idioma en que se hablan los niños entre si en los recreos, que llegan a la invasión de la privacidad de expedientes médicos, y que pasa por la imposición de sanciones a quienes pongan rótulos en sus comercios que no sean en catalán (algo que no pasa en ninguna parte del mundo: ahí están los barrios chinos, hispanos y árabes de las principales ciudades del mundo rotuladas con los idiomas de las culturas que los habitan), donde se obstaculiza el acceso al trabajo a personas que no se sometan a una inmersión lingüística, etc. Pero antes de en la denuncia en pro de estos derechos humanos fundamentales me encuentro a muchos protestantes encantados ó justificando estos atropellos. No me extrañaría que algunos incluso fuesen capaces de proponer que se cierren ó sancionen las iglesias donde no se hable, cante y predique en catalán.
Hoy se trata de un idioma, pero mañana, con esas mismas artes puede ser una fe, una doctrina...
Ojalá no olvidemos que la historia nos muestra que cuando una sociedad no da la cara en defensa de libertades y derechos fundamentales al poco tiempo se la acaban partiéndo.
Alguien pensará, bueno… y a nosotros ¿qué? Allá la COPE, que es la emisora de los obispos, y que es el principal objetivo de ese organismo que se las apañe. Total, yo ni soy católico, ni del PP, a quién esta emisora defiende… Es más, como doctrinalmente estoy muy distanciado de la iglesia católica y en ese campo combato sus doctrinas y organización… pues eso nada tiene que ver conmigo.
Pero cuando me propuse escribir este artículo estaba pensando en aquel momento cuando en 1910 los protestantes españoles, a pesar de ser muy pocos y sin medios, llevaron a cabo una gran campaña de recogida de firmas para presentar ante las Cortes Españolas una solicitud del reconocimiento del derecho de la libertad religiosa y de cultos. Lograron la nada despreciable cifra de 150.000 firmas en todo el país, lo cual, teniendo en cuenta el contexto histórico y mediatico, que los protestantes apenas serían unos 10.000 y que vivían en medio de un ambiente social de prejuicio religioso muy arraigado desde siglos, fue todo un éxito. Quiere decir que muchas personas no protestantes se adhirieron a una aspiración de que un derecho fundamental fuese otorgado. Es cierto que muy pocos católicos, población mayoritaria, respaldaron aquella demanda, y que la mayoría de los que dieron su rúbrica eran, además de los protestantes, agnósticos, librepensadores y ateos.
Pasados unos pocos años desde entonces, en la República que se inició en 1931, la nueva Constitución recogió aquella justa aspiración protestante, en su artículo 27, junto con una gran restricción para las organizaciones católicas existentes. En los siguientes años, España vivió unas tornas diferentes a su historia anterior: instigadas por los partidos marxistas y anarquistas muchos religiosos católicos, creo de memoria que unos 14.000 fueron asesinados y muchas de sus iglesias e instituciones, saqueadas ó quemadas. De aquellos tumultuosos tiempos no he podido encontrar documentación en la que los protestantes españoles hubiesen expresado públicamente ó promovido alguna iniciativa de repulsa por aquellos actos de vandalismo religioso que sufrió la iglesia católica en España. Es cierto que tampoco hubo expresiones de alegría ni participación en los hechos, pero desde luego sí una visión de indiferencia acompañada de miedo, y en el mejor de los casos un: ¿y que podríamos hacer nosotros? Pues obviamente, por justicia algo semejante a lo que se había hecho de 1910.
Habiendo ganado el frente nacional la guerra civil, y donde este se impuso desde el primer momento de su alzamiento militar, nuevamente los protestantes perdieron sus libertades y fueron perseguidos sin que tampoco se aprecie ninguna protesta solidaria desde los católicos españoles por el atropello a las libertades de los protestantes en España, antes por el contrario, una participación activa en la represión bastante fuerte que llegó hasta 1967. (No obstante decir esto, quiero añadir que estoy convencido que si la guerra la hubiese ganado el frente popular, que acabó siendo un satélite del Kremlin, después de perseguir a los católicos hubiesen seguido con nosotros como sucedió en todos los países donde el marxismo llegó a alcanzar el poder, o sea que para los protestantes entre Guatemala y Guatepeor).
Ahora en el 2006, en la hora de nuestras responsabilidades actuales, yo vuelvo a percibir una situación en la que hay ciertas libertades fundamentales que están en peligro en nuestro país. Tal vez muchos se ciñan a que solo hay un conflicto entre ciertos partidos y la cadena de radio de los obispos, no queriendo ver que con esos mismos organismos represores pueden cerrar mañana nuestras recién disfrutadas emisoras protestantes simplemente por leer desde ellas el capitulo 1 de Romanos.
Creo que no debemos mirar para otro lado mudos cuando se están materializando iniciativas que conducen a la limitación de derechos fundamentales en España, aunque yo no veo que los cristianos evangélicos estemos dispuestos para la defensa de los mismos, por supuesto desde iniciativas legales y pacíficas, pero no por ello menos firmes. Ni debemos quedar anestesiados porque nos hayan retransmitido por primera vez en la teledos un culto completo en Navidad y la subvención para la FEREDE.
No podemos ignorar que sabemos que en Cataluña hay actualmente un gobierno que persigue y sanciona a la personas por razones del uso del idioma hasta límites paranoicos como son la vigilancia del idioma en que se hablan los niños entre si en los recreos, que llegan a la invasión de la privacidad de expedientes médicos, y que pasa por la imposición de sanciones a quienes pongan rótulos en sus comercios que no sean en catalán (algo que no pasa en ninguna parte del mundo: ahí están los barrios chinos, hispanos y árabes de las principales ciudades del mundo rotuladas con los idiomas de las culturas que los habitan), donde se obstaculiza el acceso al trabajo a personas que no se sometan a una inmersión lingüística, etc. Pero antes de en la denuncia en pro de estos derechos humanos fundamentales me encuentro a muchos protestantes encantados ó justificando estos atropellos. No me extrañaría que algunos incluso fuesen capaces de proponer que se cierren ó sancionen las iglesias donde no se hable, cante y predique en catalán.
Hoy se trata de un idioma, pero mañana, con esas mismas artes puede ser una fe, una doctrina...
Ojalá no olvidemos que la historia nos muestra que cuando una sociedad no da la cara en defensa de libertades y derechos fundamentales al poco tiempo se la acaban partiéndo.