Antes de que se declarara la
pandemia del
coronavirus, los líderes del impreciso «
movimiento antimascarillas» eran ya conocidos en los estrechos confines de lo esotérico y las
conspiranoias, pero, creyendo que la pandemia valida sus creencias, se han lanzado al público con su puñado de seguidores en acampadas y manifestaciones.
La cabeza visible es
Fernando Vizcaíno Carles, profesor de yoga que se ha publicado cuatro libros en Amazon. En uno de ellos denuncia a unos «ellos» que manejan los hilos de nuestra vida sin que lo sepamos, como en la película 'Matrix'. En sus numerosas cuentas de
Facebook,
YouTube y otras plataformas, continuamente llama a una «guerra» que él encabezará, como el '
Grupo Cyberwarriors' o guerreros cibernéticos, que anunció al convocar la manifestación orquestada ayer en Madrid. Su marca es 'ReVelión en la granja', que mezcla el título en español de la novela de Orwell 'Rebelión en la granja' con la V de 'V de vendetta', y también estuvo detrás de la protesta que congregó a unas 3.000 personas en Colón el pasado agosto contra las medidas frente a la covid y de la acampada antivacunas organizada en Gijón, a donde viajó para asesorar a sus protagonistas.
Su más cercano colaborador es
Ricardo Delgado Martín, que se presenta como postgraduado en Biología Sanitaria, Microbiología clínica, Epidemiología e Inmunología Clínica por la escuela online Euroinnova (que da ese curso de 360 horas en línea por 360 euros). Entusiasta del culturismo, su marca en internet es 'La quinta columna', donde difunde todo tipo de afirmaciones conspiranoicas.
Ambos mantienen una febril actividad creando grupos de Facebook, Twitter y cuentas de YouTube cuando se cierran las anteriores.
El tercer pilar del grupo es
Luis de Miguel Ortega, abogado y antiguo enfermero, también con una red en medios sociales cuyo eje es ACUS (presunta ONG de consumidores) y que con su marca jurídica 'Scabelum'
representa intereses de «medicina alternativa» como los de Josep Pàmies o los de homeópatas en cuyo nombre ha emprendido una intensa -aunque hasta hoy infructuosa- persecución contra quienes denuncian los daños de la medicina alternativa, sean medios de comunicación u organizaciones como la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP).
Aunque trabajen juntos, hay lucha de poder en el mundillo de las conspiraciones. Para saberlo, hay que entrar en sus muchos canales de Telegram, en los que parecen escribir siempre las mismas personas para quizás dos o tres mil fieles seguidores. Allí, distintos grupos y líderes dirimen sus enfrentamientos y
se atacan buscando la preeminencia. Así, en un audio reciente, Vizcaíno Carles afirma: «Yo lo que tengo que hacer es conseguir que en España todos los movimientos de disidencia que hay contra esto acaben trabajando para 'ReVelión en la granja'».
Entrar en ese universo es entrar en un caos donde todo cabe: así, por ejemplo,
Delgado Martín es un intenso promotor de las declaraciones del británico David Icke, que afirma que los gobernantes del planeta no son realmente humanos, sino extraterrestres reptilianos disfrazados. Si usted ve aquí el argumento de la vieja serie de televisión 'V', de los 80, está en lo cierto.
Los asistentes a las manifestaciones y
sus líderes ni siquiera están de acuerdo en si el virus existe o no, quiénes controlan el mundo (los reptilianos, los illuminati, la conspiración judeomasónica o cualquier otro). Pero la líder de un movimiento para tratar la covid-19 con una lejía, Natalia Prego, tuvo que pedir perdón en los canales de Telegram por usar una imagen que muchos interpretaron como «símbolo illuminati», mientras que una declaración de Vizcaíno Carles contra «los antivacunas» ha generado enorme malestar entre muchos. No están de acuerdo en si la covid-19 es un bulo o la provoca una causa distinta del virus o si el virus no existe o sí y se hizo en un laboratorio, si la enfermedad es inocua o se cura con tal o cual pócima... o si «ellos nos controlan» o la pandemia la han hecho para «tratar de controlarnos», que ciertamente no es lo mismo.
Ante esta confusión, cuando hablan de «ir más allá de las manifestaciones», queda la duda de cuál es la guerra que se plantean Vizcaíno, Delgado y Ortega, y cómo la pretenden librar.