"La preferencia por la medicina alternativa y el miedo a los efectos secundarios son dos de los principales motivos detrás del movimiento.
Las vacunas son, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS) , probablemente el mayor
avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad. Sin embargo, en el mundo
hay personas que cuestionan su efectividad, las rechazan y consideran que son más perjudiciales que beneficiosas para la salud.
Estas personas se conocen como
antivacunas. Este movimiento
no es homogéneo, ni en su origen ni en sus argumentos. No se puede definir un perfil porque ni las cuestiones socioeconómicas ni las biológicas son un condicionante. Solo tienen un rasgo en común, que es la posibilidad de que las vacunas les provoquen efectos secundarios negativos, a pesar de que la
OMS recoja en su web que las vacunas son seguras.
En 2019, la
OMS situó el movimiento antivacunas como
una de las mayores amenazas para la salud mundial. Esta alerta surgió a raíz de un
aumento de casos de sarampión en 2019 en Europa, donde el fármaco contra la enfermedad se distribuye a los niños desde que son pequeños. La institución señaló a los contrarios a las vacunas como los causantes de este repunte.
Los argumentos de los antivacunas, desmentidos por la OMS
Prácticamente desde que se inventó la
primera vacuna , en 1796 contra la viruela por Edward Jenner, que existe
gente contraria y escéptica ante este fármaco. El argumento de más peso en aquellos años, aunque aún perdura de manera residual, es el
religioso. Creían que la vacuna no era
cristianaporque “provenía de un animal, la vaca”. Para algunas congregaciones, la vacunación supone una interferencia en la voluntad de Dios.
Hoy en día, el colectivo cree que las vacunas podrían llegar a
infectar a la persona contra la enfermedad para la que se vacuna o que incluso podrían
debilitar el sistema inmunológico de la criatura.
Por otra parte, la Asociación Española de Pediatría asegura que otro de los principales motivos que dan los padres a la consulta es la
desconfianza en la medicina. Los antivacunas acostumbran a
acusar a las autoridades sanitarias de falta de transparencia con los componentes de los fármacos y argumentan que detrás de la
industria farmacéutica se esconde un
gran negocio.
Así pues, normalmente
rechazan las sustancias químicas frente a las naturales. Por ejemplo, algunos creen que el
timerosal, un compuesto que contiene etilmercurio y se utiliza en cantidades pequeñas para la fabricación de algunas vacunas (difteria, el tétanos, la hepatitis B, la rabia y la gripe), pone en riesgo la salud.
El
Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas, tras examinar durante más de 10 años el uso de timerosal como conservante de las vacunas, ha afirmado que
no hay pruebas de que la cantidad de esta sustancia sea perjudicial.
Otro argumento popular entre los antivacunas es que la
vacuna triple viral, que se aplica a los niños para combatir la rubéola, el sarampión y las paperas, provoca
autismo. Esta relación se basa en un informe de 1998 en el que un médico llamado Wakefield hacía tal afirmación en la revista
The Lancet . Más tarde, se demostró que era un
fraude motivado por sus propios intereses.
Aunque la
comunidad médica asegura que
la vacunación es una de las formas más eficaces de evitar enfermedades y
prevé de dos a tres millones de muertes al año, los contrarios a las vacunas cuestionan su versión, motivados por la
desinformación en Internet .
Reticencia a la obligatoriedad de las vacunas
Las personas contrarias a las vacunas reclaman el
derecho a la libertad de controlar su cuerpo y
el de sus hijos e hijas ante una posible obligatoriedad por parte del Estado. Sin embargo, el hecho de que alguien decida no vacunarse
no solo afecta a su salud, sino también a la de su comunidad, porque afecta a la
inmunidad de rebaño: cuántas más personas estén inmunizadas contra una enfermedad, más difícil es de que esta se propague..."