Estimados Aldebarán y Rafael del Árbol, cuando he leído este epígrafe, y he visto a ustedes hablando de Arthur Blessit, me han traído muchos recuerdos. Les ruego me permitan desviarme momentáneamente del tema. Pero creo que dar testimonio de lo que viví aquel día será de edificación para todos, sea cual sea su postura.
Estuve en la Plaza Mayor (en Madrid) cuando Arthur Blessit llegó. La Plaza estaba llena de gente de todos los credos, ya que el diario ABC el día anterior publicó una fotografía en su portada de Blessit portando una cruz con un titular que decía algo así: un predicador va dando la vuelta al mundo predicando el mensaje de Jesucristo.
Muchos cristianos predicaban antes de su llegada, y regalaban evangelios formándose grupos de personas a su alrededor. En esto aparece Arthur Blessit con su cruz sobre el hombro, caminando entre la gente hasta llegar al centro de la Plaza Mayor (Nota: donde en otro tiempo la I.C.R. quemaba vivos a los santos, judíos y cristianos. Después de haberlos torturado.)
Blessit comenzó a predicar con sencillez y fuerza, del Amor de Dios y que solo en Jesucristo hay salvación. Traducía el pastor don Alberto Araujo, en medio de la predicación, sentimos por el ruido de las sirenas, que se acercaban los furgones de la policía antidisturbios, entraron por varios portales de la Plaza, como si fuéramos gente peligrosa. Se bajaron de los furgones casi en marcha, y blandiendo sus porras en las manos comenzaron a separar al publico del centro de la plaza dejando en el centro de la plaza sólo a Arthur Blessit, su esposa y niñitos, al pastor Araujo y pocas personas más.
Conocía la brutalidad de las fuerzas antidisturbios. En un instante pensé que si mi lugar era ser un espectador o estar junto a ese hombre de la cruz y correr su suerte. En un momento de distracción de la policía, rompí el cordón policial y caminé hacia el centro de la plaza, poniéndome junto al reducido grupo del centro: percibí que la carga de la policía iba a ser inmediata. En esto vi que mi madre también rompió el cordón policial y se dirigía al centro de la plaza. Podía soportar sin violencia que me pudieran golpear a mí, pero no sabia si podría soportar sin violencia que golpearan a mi madre, me dirigí hacía ella para impedir que viniera al centro de la plaza, apenas hube andado unos metros, la policía cargó contra el pequeño grupo del centro, volví la cabeza y vi como un grupo de unos cinco policías golpeaban sin piedad a un hombre abrazado a una cruz de madera, hasta que cayó al suelo.
Aquello parecía algo increíble, surrealista, fue cómo si Jesús hubiera vuelto a venir y los nuevos soldados romanos lo machacasen aún antes de comenzar su ministerio.
Estuvieron golpeando a un hombre inocente, que no ofrecía resistencia, cuando cayó al suelo aún alguno siguió pegándole, luego lo cogieron y lo metieron en un furgón.
El cordón policial que estaba frente al público cargó contra éste. ¿Cuál fue su sorpresa? La gente (había de todas las edades) no huyó ante los golpes, muchos se arrodillaron con los brazos en alto orando, otros cantaban salmos, otros predicaban, nadie parecía tener miedo.
La policía estaba sorprendida, pues aquella gente no los insultaban, cuando iban a golpear a alguien éste les decía: “¡Dios te ama!, “¡Cree en Jesús!, Él también murió por ti” o “Cristo te ama, yo te amo”. Los antidisturbios estaban acostumbrados a que los insultasen y les tirarán piedras, no que los bendijesen cuando golpeaban a alguien.
Esa tarde 11 de Noviembre de 1971 (sí la memoria no me falla) Se enfrentaron las fuerzas del sistema de este mundo, contra el pueblo de Dios, y el Espíritu Santo repartió entre Su gente el arma más poderosa que existe, el Amor. El amor hizo desaparecer el miedo.
Pude ver como un policía, (y no fue el único) hacía intento de golpear y volviéndose hacia su oficial, se tapaba el rostro con las manos, mientras lloraba, decía: ¡no puedo! ¡No puedo!
Poco después la policía se retiró, allí permanecían muchos cristianos que testificaban de su Señor a muchas personas que estaban receptivas al Evangelio.
Vino un joven que iba por los grupos de personas que allí quedaban diciendo: ¿eres cristiano? ¡Vete a Calatrava!. Calatrava es una iglesia evangélica situada en la calle del mismo nombre, muy próxima al Madrid de los Austrias.
Cuando llegamos allí estaba abarrotada de gente. Allí subieron espontáneamente algunos al estrado y daban testimonio o predicaban. Quedamos en estar allí orando hasta que pusieran en libertad a Arthur Blessit y a los otros hermanos detenidos. Sobre las 12 de la noche, nos comunicaron que los habían puesto en libertad.
En las horas que transcurrieron hasta entonces, en la capilla de la calle Calatrava, pude ver cómo muchos se entregaron a Cristo. Recuerdo especialmente a un joven matrimonio, que subió al estrado para manifestar su conversión a Cristo, que pertenecían a Acción Católica, y que hasta ese día no habían conocido a Cristo, ni que sabían lo que era ser verdaderamente cristianos.
En la Plaza Mayor de Madrid y en la iglesia de la calle Calatrava, ese día no hubo denominaciones, todos éramos de un mismo sentir, el Espíritu Santo se manifestó de una forma como nunca he visto.
Muchos hermanos fueron golpeados, entre ellos la hija del embajador de los EE.UU. Lo que casi origina un conflicto diplomático.
Al día siguiente, Arthur Blessit dijo, que en ninguna parte del mundo le había sucedido esto, habiendo estado en Irlanda y en otros lugares donde había violencia.
Me da vergüenza de que esto ocurriera en España, pero el Señor lo usó, para que muchos lo conocieran. ¡Gloria a Dios!
No me avergüenzo de los cristianos, mis hermanos, pues mostraron con su testimonio que su Señor es el mismo de los mártires cristianos del primer siglo.
Blessit estuvo en Madrid dos o tres días predicando, el Señor bendijo su predicación, y la de muchos cristianos. En aquellos escasos días no hubo denominaciones, ni temor a predicar La Palabra. Duró poco, pero en mí dejó una huella imborrable.
Por eso aplaudo una iniciativa como la que apoya Rafael del Árbol, predicar a Cristo siempre, y todas las denominaciones juntas es un gran paso.
Aldebarán estoy de acuerdo con lo que dices, pero muy pocos lo entenderán. La iglesia actual se parece muy poco a la iglesia primitiva. Quiera el Señor levantar profetas que lleven Su antorcha, que Él nos dé a todos Su visión de la Iglesia y del sacerdocio de todos los creyentes, que haya una nueva reforma aun más profunda que la primera. Donde todo lo que el hombre haya añadido sea echado fuera.
El cristianismo se transmite por contagio, cuando vivimos a Cristo, no por nosotros mismos, (estos son los que más tarde apostatan) sino Él viviendo en nosotros, siendo Su templo. Entonces es fácil predicar y ser luz allá donde estemos, y Él unirá a Su Iglesia a todos aquellos que han de ser salvos, cómo hizo en el pasado y lo sigue haciendo en el presente.
Los medios, son sólo medios, pero que sirven para llegar a mucha gente, sea radio, TV, libros, revistas, folletos, Internet, etc... Dios los usa. Pero todo el poder para la conversión está en Su Palabra y en el Espíritu Santo. Como tú sabes.
Oí decir que Blessit pertenecía a un movimiento que se llama la Gente de Jesús. ¿Sabéis algo, algún forista? ¿Sabéis algo mas de este predicador? ¿Tenéis más detalles de lo que ocurrió en Madrid?
Os agradecería me facilitaran información.
Que el Señor os bendiga a todos.
Vuestro hermano
Neo