Re: Una pregunta que incomoda a los Adventistas del 7mo Día
ELG yo soy adventista y para serte sincero la respuesta que te doy es que elena se enreda sola en muchas ocasiones y que NO comparto de ninguna manera que ella diga que dIOS ORDENO QUE CRISTO FUERA IGUAL A EL HASTA ESE MOMENTO,,,, por que desde los siglos de los siglos mi Cristo es IGUAL A DIOS, por eso reitero soy adventista pero no creo en esa señora, y cualquier persona cristiana que tenga 3 dedos de frente debe aceptar que eso no es asi
Respondo: Como tu no has leído lo que Ellen White dice al respecto, serás fácil presa de lo que diga ernesto gil, por tu inexperiencia en estos temas.
Te invito a leer lo que ella escribió al respecto, y que responde a la duda de ernesto.
Ahora, Padre, glorifícame tú junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. Juan 17: 5, BJ.
"Aunque la Palabra de Dios se refiere a la humanidad de Cristo mientras estaba en esta tierra, también habla decididamente acerca de su
preexistencia.
La Palabra existía como un ser divino, el eterno Hijo de Dios, en unión e igualdad con su Padre.
El era el mediador del pacto desde la eternidad, Aquel en quien, si lo aceptaban, serían benditas todas las naciones de la tierra: tanto judíos como gentiles. "La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios" (Juan 1: 1, BJ). Desde antes que fueran creados los hombres o los ángeles, la Palabra estaba con Dios, y era Dios.
El mundo fue hecho por él, "
y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1: 3). Si Cristo creó todo lo que existe, entonces él existía antes de todas las cosas. Las palabras expresadas con relación a esto son tan decisivas que nadie necesita quedar presa de las dudas. Cristo era Dios esencialmente y en el sentido más elevado. Era con Dios desde toda la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre.
El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de la adoración de los ángeles era recibido por él con todo derecho. Esto no era robar a Dios. [Personificando la sabiduría], declara de sí mismo: "
Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aun hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo" (Prov. 8: 22-27).
Hay luz y gloria en la verdad de que Cristo fue uno con el Padre antes que estableciera el fundamento del mundo. Esta es la luz que brilla en un lugar oscuro haciéndolo resplandecer con gloria divina y original. Esta verdad, infinitamente misteriosa en sí misma, explica otras verdades misteriosas que de otra manera serían inexplicables, al paso que está encerrada como algo sagrado en luz inaccesible e incomprensible...
"
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció" (Mat. 4: 16). Aquí la preexistencia de Cristo y el propósito de su manifestación a nuestro mundo se presentan como rayos vivientes de luz procedentes del trono eterno.- Mensajes selectos, t. 1, págs. 290-291.
Cristo dice: deja que mi gloria resplandezca, "aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese".- Signs of the Times, 10 de mayo, 1899. 11
Enero 3 EL HIJO DE DIOS TIENE VIDA PROPIA
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Juan 8: 58.
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Abraham vuestro padre se gozó de que habría de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: de cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese yo soy" (Juan 8: 56-58).
Aquí Cristo les muestra que, aunque podían calcular que su edad no alcanzaba los cincuenta años, su vida divina no podía ser calculada por cómputos humanos. La existencia de Cristo antes de su encarnación no se puede medir con cifras,- Signs of the Times, 3 de mayo, 1899.
"Antes que Abraham fuese, yo soy". Cristo es el Hijo de Dios, preexistente y autoexistente. El mensaje que le comunicó a Moisés para ser dado a los hijos de Israel fue: "Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Exo. 3: 14)...
El profeta Miqueas escribe acerca de él: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Miq. 5: 2).
Cristo declaró mediante Salomón: "
Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras... Cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo" (Prov. 8: 22, 29-30).
Al hablar de su preexistencia, Cristo transporta la mente al pasado de las edades sin fin. Nos ofrece la certeza de que nunca hubo un tiempo cuando él no estuviera en compañerismo eterno con Dios. Aquel cuya voz escuchaban los judíos entonces, había estado con Dios como alguien que siempre lo hubiera acompañado.
Las palabras de Cristo fueron habladas con dignidad tranquila y con una seguridad y poder que trajeron convicción a los corazones de los escribas y fariseos. Les impactó el poder del mensaje enviado por el cielo. Dios estaba tocando a la puerta de sus corazones, suplicándoles que le permitieran entrar.- Signs of the Times, 29 de agosto, 1900.
Era igual a Dios, infinito y omnipotente... El es el Hijo eterno, que posee vida eterna.- Manuscrito 101, 1897.
En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra. "El que tiene al Hijo, tiene la vida" (1 Juan 5: 12). La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna. "El que cree en mí -dijo Jesús-, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" (Juan 11: 25-26)... Cristo miraba hacia adelante, a su segunda venida.- El Deseado de todas las gentes, pág. 489. 12
Enero 4 EN IGUALDAD CON EL PADRE
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Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse." Fil. 2: 5-6.
En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles.
Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados. Lucifer tuvo envidia de él y gradualmente asumió la autoridad que le correspondía sólo a Cristo.
El gran Creador convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su Hijo en presencia de todos los ángeles. Este estaba sentado en el trono con el Padre, con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor. Entonces el Padre hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera igual a él; de modo que doquiera estuviese su Hijo, estaría él mismo también. La palabra del Hijo debería obedecerse tan prontamente como la del Padre. Este había sido investido de la autoridad de comandar las huestes angélicas. Debía obrar especialmente en unión con él en el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en ella. Ejecutaría su voluntad. No haría nada por sí mismo. La voluntad del Padre se cumpliría en él.
Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio...
Los ángeles leales trataron de reconciliar con la voluntad de su Creador a ese poderoso ángel rebelde. Justificaron el acto de Dios al honrar a Cristo, y con poderosos argumentos trataron de convencer a Lucifer de que no tenía entonces menos honra que la que había tenido antes que el Padre proclamara el honor que había conferido a su Hijo. Le mostraron claramente que Cristo era el Hijo de Dios, que existía con él antes que los ángeles fueran creados, y que siempre había estado a la diestra del Padre, sin que su tierna y amorosa autoridad hubiese sido puesta en tela de juicio hasta ese momento; y que no había dado orden alguna que no fuera ejecutada con gozo por la hueste angélica. Argumentaron que el hecho de que Cristo recibiera honores especiales de parte del Padre en presencia de los ángeles no disminuía la honra que Lucifer había recibido hasta entonces. Los ángeles lloraron. Ansiosamente intentaron convencerlo de que renunciara a su propósito malvado para someterse a su Creador, pues todo había sido hasta entonces paz y armonía... Lucifer no quiso escucharlos.- La historia de la redención, págs. 13-16. 13
Enero 5 TRAICIÓN EN EL CIELO
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?... ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? Job 38: 4- 7.
Muchos de los simpatizantes de Lucifer se mostraron dispuestos a escuchar el consejo de los ángeles leales y arrepentirse de su descontento para recobrar la confianza del Padre y su amado Hijo. El poderoso rebelde declaró entonces que conocía la ley de Dios, y que si se sometía a la obediencia servil se lo despojaría de su honra y nunca más se le confiaría su excelsa misión. Les dijo que tanto él como ellos habían ido demasiado lejos como para volver atrás. y que estaba dispuesto a afrontar las consecuencias, pues jamás se postraría para adorar servilmente al Hijo de Dios; que el Señor no los perdonaría, y que tendrían que reafirmar su libertad y conquistar por la fuerza el puesto y la autoridad que no se les habría concedido voluntariamente.
Los ángeles leales se apresuraron a llegar hasta el Hijo de Dios y le comunicaron lo que ocurría entre los ángeles. Encontraron al Padre en consulta con su amado Hijo para determinar los medios por los cuales, por el bien de los ángeles leales, pondrían fin para siempre a la autoridad que había asumido Satanás. El gran Dios podría haber expulsado inmediatamente del cielo a este archiengañador, pero ese no era su propósito. Daría a los rebeldes una justa oportunidad para que midieran su fuerza con su propio Hijo y sus ángeles leales. En esa batalla cada ángel elegiría su propio bando y lo pondría de manifiesto ante todos, No hubiera sido conveniente permitir que permaneciera en el cielo ninguno de los que se habían unido con Satanás en su rebelión contra la inmutable ley de Dios, y eso es irremediable...
Entonces hubo guerra en el cielo. El Hijo de Dios, el Príncipe celestial y sus ángeles leales entraron en conflicto con el archirrebelde y los que se te unieron. El Hijo de Dios y los ángeles fieles prevalecieron, y Satanás y sus seguidores fueron expulsados del cielo, Toda la hueste celestial reconoció y adoró al Dios de justicia. Ni un vestigio de rebeldía quedó en el cielo. Todo volvió a ser pacífico y armonioso como antes...
El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra.- La historia de la redención, págs. 16-19.
La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a través de todos los siglos venideros, un testimonio perpetuo acerca de la naturaleza del pecado y sus terribles consecuencias. Los resultados del gobierno de Satanás y sus efectos sobre los ángeles y los hombres iban a demostrar qué resultado se obtiene inevitablemente al desechar la autoridad divina. Iban a atestiguar que la existencia del gobierno de Dios entraña el bienestar de todos los seres que él creó.- Patriarcas y Profetas, pág. 23. 14
¡Espero que lo hayas leído con atención y entendido!