La religión , como el cristianismo o el islamismo, puede producir trastornos psìquicos.
Muchos psicólogos y psiquiatras, la mayoría, ya han estudiado desde hace tiempo los numerosos problemas y trastornos mentales que produce en las personas, una educación religiosa excesiva, fanática y fundamentalista, como la que han practicado el cristianismo o el islamismo.
Los trastornos generados por la religión pueden ser leves o graves. Los problemas más frecuentes son los producidos por una excesiva represión o cohibición, una obsesión, énfasis y exsaltación por el autocontrol y el dominio absoluto del cuerpo y los deseos, los sentimientos, las emociones y las sensaciones.
Este dominio y autocontrol llega a ser tan fuerte y estricto en muchos religiosos, que terminan con una obsesión COMPULSIVA y AGRESIVA por el autocontrol, el dominio y la represión, que produce grandes daños psíquicos en estas personas. Esto ya ha sido estudiado, y viene descrito en el DSM IV, el manual oficial a nivel mundial de la psiquatría y la psicología.
Pero a veces el fuerte autocontrol y autodominio practicado por los religiosos no produce transtornos psíquicos, sino se transforma en una forma de expresión del sado-masoquismo, del tal forma que los religiosos, cuando son capaces de reprimir y dominar sus deseos e impulsos, en especial los sexuales, sienten alegría, orgullo, satisfacción, gozo, placer, por lograr reprimirse, por tanto, estamos ante una clara manifestación de sado-masoquismo.
Una excesiva educación religiosa puede producir además otros problemas mentales, como excesivo pudor y vergüenza, timidez, etc. Además genera miedos, temores y angustias, a causa sobre todo de cuestiones como el pecado y el infierno.
Una excesiva educación religiosa puede producir un inadecuado desarrollo de los niños y los jóvenes, haciendo que tengan una personalidad inmadura, poco reflexiva, poco crítica, poco creativa, temerosa, una vida sexual pobre, etc.
Por tanto, hay que tener cuidado con la manera en que se enseña la religión a los niños y a los jóvenes, porque si se hace de manera inadecuada, lo que suele pasar con frecuencia lamentablemente, puede producir trastornos psíquicos y un desarrollos inadecuado en los niños y jóvenes.
Muchos psicólogos y psiquiatras, la mayoría, ya han estudiado desde hace tiempo los numerosos problemas y trastornos mentales que produce en las personas, una educación religiosa excesiva, fanática y fundamentalista, como la que han practicado el cristianismo o el islamismo.
Los trastornos generados por la religión pueden ser leves o graves. Los problemas más frecuentes son los producidos por una excesiva represión o cohibición, una obsesión, énfasis y exsaltación por el autocontrol y el dominio absoluto del cuerpo y los deseos, los sentimientos, las emociones y las sensaciones.
Este dominio y autocontrol llega a ser tan fuerte y estricto en muchos religiosos, que terminan con una obsesión COMPULSIVA y AGRESIVA por el autocontrol, el dominio y la represión, que produce grandes daños psíquicos en estas personas. Esto ya ha sido estudiado, y viene descrito en el DSM IV, el manual oficial a nivel mundial de la psiquatría y la psicología.
Pero a veces el fuerte autocontrol y autodominio practicado por los religiosos no produce transtornos psíquicos, sino se transforma en una forma de expresión del sado-masoquismo, del tal forma que los religiosos, cuando son capaces de reprimir y dominar sus deseos e impulsos, en especial los sexuales, sienten alegría, orgullo, satisfacción, gozo, placer, por lograr reprimirse, por tanto, estamos ante una clara manifestación de sado-masoquismo.
Una excesiva educación religiosa puede producir además otros problemas mentales, como excesivo pudor y vergüenza, timidez, etc. Además genera miedos, temores y angustias, a causa sobre todo de cuestiones como el pecado y el infierno.
Una excesiva educación religiosa puede producir un inadecuado desarrollo de los niños y los jóvenes, haciendo que tengan una personalidad inmadura, poco reflexiva, poco crítica, poco creativa, temerosa, una vida sexual pobre, etc.
Por tanto, hay que tener cuidado con la manera en que se enseña la religión a los niños y a los jóvenes, porque si se hace de manera inadecuada, lo que suele pasar con frecuencia lamentablemente, puede producir trastornos psíquicos y un desarrollos inadecuado en los niños y jóvenes.