Un SEMANARIO de lo propio y ajeno con algo de sal, pimienta y una pizca de curry.

IBERO

Ibero de Iberia
26 Noviembre 2005
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Iberia
Estimados lectores,

Ante la perspectiva de las tinieblas que están cubriendo el horizonte, abro un hilo para compartir lo que me vaya surgiendo y tenerlo todo condensado en un solo lugar. A partir de ahora me limitaré a escribir aquí para que los que tengan ciertas inquietudes tengan un lugar donde acudir. Hay varias razones, la principal es que estoy cansado de que el Mensaje se diluya en un río tóxico de intereses cruzados donde pocos dicen la verdad y la mayoría sólo busca ser la correa de transmisión de su religión particular. La segunda es que aquel que realmente esté interesado en el Mensaje pueda acudir a un solo lugar. Cansado del tema, me voy a proponer una especie de "blog" fuera del foro principal. Algunas cosas que leerás aquí ya las he compartido, pero habrá cosas "nuevas". Pretendo que sea "semanal", pero es posible que, en ocasiones, escriba más a menudo.

Seas quien fueres, tienes total libertad para compartir lo que aquí se escribe, siempre y cuando compartas también la fuente, es decir, debes compartir el enlace del mensaje de este hilo (los tres puntitos que aparecen arriba del mensaje). Todo lo que verás publicado aquí es inédito, sin uso alguno de la IA. En la mayoría de mensajes verás "Ibero" al final del mensaje, pues la mayoría conformará pensamientos personales. Puntualmente el texto tendrá su propio autor y, obviamente, verás su nombre escrito también al final del mensaje.

Tocaré muchísimos temas y, probablemente, ofenderé a muchos.
En todo lo que escribo, yo soy el principal alumno.
Que corra el aire.

¡Amor a todos!
Ibero
 
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EL RUGIDO DEL VIENTO

Los escoceses despreciaban a Margaret Thatcher —la despreciaban de verdad—, pero este es un asunto que palidece ante la intensidad del Síndrome Psicopático AntiTrump, cosa que se mueve en el extremo opuesto del espectro donde rige la buena conciencia.


Una vez escuché una entrevista a una mujer alemana de los años sesenta que había asistido a los mítines de Hitler. Cuando le preguntaron por qué lo idolatraba, su respuesta fue profundamente escalofriante: «Había algo en la atmósfera, y todos lo respirábamos». Es una frase que me ha acompañado todos estos años. La creo totalmente. Y ese «algo», para mí, era totalmente demoníaco.

La historia nos muestra que, en determinados momentos y lugares, una locura colectiva se apodera de la gente, una fuerza que va más allá de la razón, más allá del pensamiento individual. Es el opuesto satánico del culto armónico de los creyentes. Es el zeitgeist elevado a la enésima potencia.

Zeitgeist, palabra alemana que significa «espíritu de la época», describe el clima cultural, intelectual, ético y político imperante en una época determinada. Define la esencia de una época. Idolatrar o despreciar a una persona es dejarse arrastrar por ese espíritu. Participar en reacciones emocionales extremas es respirar esta atmósfera conscientemente. Digo "conscientemente" porque somos responsables de lo que permitimos que entre dentro de nosotros. No deja de ser una «falta de consciencia voluntaria», y no se me ocurre nada mejor para definirlo.

Los santos de Dios no deben inhalar este veneno. Hacerlo es un acto voluntario. No podemos encontrarnos en el espectro de odiar o idolatrar a un hombre. Por el contrario, debemos respirar el extraño aire del Reino de Dios, permaneciendo firmes en Su presencia, envueltos en Su atmósfera.

Mientras el mundo se precipita en espiral hacia el caos del fin de los tiempos, son los santos quienes deben permanecer como el último bastión del amor, la luz y la verdad frente a la locura total. La tormenta final ya ha tocado tierra; lo que estamos experimentando ahora sólo son los bandazos colaterales. Debemos ser hallados en el ojo de esta tormenta donde reina una paz sobrenatural, imperturbable ante el rugido de los huracanes contemporáneos.

—Frank Mceleny (traducido del inglés, recibido por email).