Al reconocer que no eres perfecto, reconoces que eres pecador, y si eres pecador no significa que estés poseído por pecar.
Significa que todos los creyentes tenemos una condición pecaminosa de la carne que nos lleva a pecar, a esto se le llama «nuestra propia concupiscencia»
Si pecas, fue porque los demonios te influenciaron para que cayeras, pero es tu propia concupiscencia la culpable de pecar, no el diablo.
Si pecamos es nuestra responsabilidad, de más nadie, y para revertir las malas consecuencias por nuestros pecados, sólo debemos arrepentirnos.
Es falso que tengamos que ser ministrados por lo malo que nos sucede, cómo si los demonios tuvieran potestad legal de gobernar nuestras vidas...esto es una mentira del diablo del que muchos evangélicos están atados.